Escrito por Indicado en la materia
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Lunes, 31 de Diciembre de 2012 08:29 |
Por Raúl Rivero.- Uno de los aportes más siniestros del socialismo real a la Historia de la humanidad es la invención de vidas falsas. Y la alteración de las fechas y las circunstancias de la muerte, tanto de hombres y mujeres sencillos y anónimos, como de los jefes totalitarios, también obligados a despedirse del mundo, si al partido le hacía falta, con una frase redactada en el laboratorio de propaganda.
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Última actualización el Sábado, 05 de Enero de 2013 11:26 |
Ricardo Alarcón, el último “fidelista” en desgracia |
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Escrito por Indicado en la materia
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Domingo, 30 de Diciembre de 2012 13:56 |
Por Eugenio Yáñez.-
Ricardo Alarcón siempre fue un hombre de Fidel Castro, pero nunca santo de la devoción de Raúl Castro y sus generales. Ya se decía en Secreto de Estado y en Jaque al Rey, dos libros escritos de conjunto por Eugenio Yáñez y Juan Benemelis hace varios años.
Entonces muchos lo consideraban en la cúpula del poder, junto a Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, porque Fidel Castro los había mencionado a Ignacio Ramonet, en una kilométrica entrevista, como eventuales relevos de los “históricos”. Sin embargo, para Raúl Castro no eran más que capataces desechables.
Era el único superviviente político de los tres. Los otros dos, aficionados a las mieles del poder, quedaron fuera del juego en 2009. Ahora, al publicarse la lista de candidatos a diputados para las “elecciones” de febrero del 2013, donde brilla por su ausencia, ni siquiera tendría derecho a estar presente cuando se constituya la nueva legislatura para el período 2013-2018.
Se buscan explicaciones a la carrera, como que el principal asesor de Alarcón, Miguel Álvarez, y su esposa Mercedes Arce, oficiales de la inteligencia cubana, fueron detenidos hace varios meses. O esto o aquello.
Sin embargo, el problema no es de ahora, sino de siempre. Alarcón era desde 1959 un “burguesito” a los ojos de los comandantes guerrilleros, alguien sin callos en las manos, hablando con educación y moviéndose en el terreno de las relaciones exteriores, mientras los “guardias” se llenaban de hambre y fango en las trincheras y se jugaban la vida en guerrillas latinoamericanas y campañas africanas.
Mientras Fidel Castro controló el poder absoluto nadie cuestionó a Alarcón, quien estuvo catorce años (en dos momentos diferentes) como representante del Gobierno cubano en Naciones Unidas (aunque a pesar de eso habla inglés con acento de Hialeah), fue viceministro y ministro de Relaciones Exteriores, y desde 1993 presidió la siempre unánime Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP).
Para los “guardias”, Jaime Crombet, vicepresidente de la ANPP con Alarcón, era mejor, a pesar de ser suegro del tronado Pérez Roque: fue presidente de la FEU, y a la vez secretario general de la UJC y jefe de la Columna Juvenil del Centenario; después, viceprimer ministro. Y lo más importante para los militares: fue Comisario Político del Frente Norte en Angola mientras Alarcón “combatía” en New York dentro del edificio de la ONU.
Crombet solicitó su renuncia por razones de salud a mediados de 2012, que fue aceptada por Raúl Castro, quien lo despidió del cargo con cálidas palabras y lo designó asesor suyo para los cambios constitucionales con relación a esa entelequia del Poder Popular.
Habrá que estar atentos a las palabras de despedida de Raúl Castro a Alarcón. Dicen que sería asesor suyo para política exterior, lo que no sería tan relevante ahora que el canciller Bruno Rodríguez fue ascendido al Buró Político. O que se le encargará encabezar la “batalla” por la excarcelación de los cinco espías que cumplen condena en Estados Unidos, antojo sin sentido de Fidel Castro que le permitirá matar el tiempo y viajar medio mundo, o mundo y medio.
¿Cuál es el legado de Alarcón después de tanto tiempo al frente de la ANPP y casi toda su vida en función de la imagen exterior de eso que llaman “revolución cubana”?
No demasiado: haber presidido por veinte años una institución que reúne alrededor de 600 personas dos veces al año y ostenta el triste récord de que en sus reuniones nunca se haya producido un voto en contra de nada. Aunque eso no es poco, otros episodios suyos resultarán inolvidables, como cuando dijo que no se permitía a los cubanos viajar libremente para evitar la congestión del espacio aéreo internacional, o sus conceptos sobre los proyectos democráticos en la historia universal, a los que llamó “utopías” para justificar la dictadura castrista, pretendiendo emular a Pericles cuando no le llega ni a la chancleta a constitucionalistas y diplomáticos de la llamada “república frustrada”.
El paraguas protector de Fidel Castro le dio seguridad e impunidad, pero no vergüenza, y mucho menos honestidad. Los argumentos de la ANPP para rechazar el Proyecto Varela presentado por Oswaldo Payá son dignos de un Museo de la Estulticia Absoluta. Y bajo su presidencia la ANPP fue cómplice de la implantación del “período especial”, de la Primavera Negra y del fusilamiento sumario de tres jóvenes negros por un intento de secuestro de una embarcación para escapar de Cuba, donde no hubo hechos de sangre.
Como Fidel Castro lo consideraba experto en las relaciones con EEUU, le correspondió negociar con “el imperio”, entre muchas otras cosas, la crisis de los balseros de 1994 y las posteriores conversaciones migratorias con ese país, que no condujeron a mucho por la terquedad y mala fe de Castro.
Tras la crisis de poder en 2006 estuvo activo en la prensa internacional, asegurando que el Comandante estaba vivo, cuando muchos lo dudaban. Y fue —por su cargo— un factor importante para legitimar a Raúl Castro como sucesor, pues la Asamblea debía oficializar la designación, como sucedió en febrero del 2008.
A partir de ese momento ya no era imprescindible para ninguno de los planes importantes del general, pero como Fidel Castro todavía estaba relativamente lúcido, fue mantenido en el cargo, y fue reelecto al Buró Político en el Sexto Congreso del Partido.
Sin embargo, Raúl Castro sabe esperar. Mientras tanto, para reorganizar y definir las funciones del Poder Popular y las relaciones entre el gobierno central y los gobiernos locales, tarea fundamental del Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, hace tiempo designó al General de División Leonardo Andollo, segundo Jefe del Estado Mayor General de las FAR y también segundo de la Comisión de Implementación de los acuerdos del Sexto Congreso del Partido. No se sorprenda nadie si en la nueva legislatura en febrero del 2013 este general ocupa una posición relevante.
Se especula sobre quién será el sustituto de Alarcón presidiendo la ANPP, pero eso podría ser una pérdida de tiempo ahora: dependerá de lo que piense Raúl Castro sobre la relevancia y alcance de la Asamblea, y de lo profundo de su compromiso en promover jóvenes, mujeres y negros a los cargos más importantes del país.
Cualquiera que sea el destino de Ricardo Alarcón tras salir de la presidencia de la ANPP en febrero del 2013, hay que verlo como provisional: será solamente un paso más en su inevitable camino hacia el basurero de la historia, donde sin dudas terminará, junto a los jerifaltes del castrismo a quienes “chicharroneó” tantos años.
Tomado de CUBAENCUENTRO
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El 2013 en La Habana, Caracas y Washington |
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Escrito por Tomado de INFOBAE
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Sábado, 29 de Diciembre de 2012 12:33 |
Por Jorge Casrañeda.-
En el 2013, en Cuba, se festejarán dos aniversarios -el 54º de la revolución y el 60º del asalto al Cuartel Moncada- y quizás dos acontecimientos alentadores: la sobrevivencia de Hugo Chávez o la garantía de una sucesión chavista en Venezuela, y el principio de la normalización de relaciones con Estados Unidos. Sobre los aniversarios no hay mucho que decir; sobre Venezuela sólo cabe especular -ejercicio divertido por excelencia- sobre la recuperación de Chávez, la posibilidad de que asuma su segundo mandato el 10 de enero, o la celebración de nuevas elecciones el año que viene. En esa hipótesis, de nuevo sólo sirven las conjeturas: si la oposición sigue unida con la candidatura de Henrique Capriles, y si éste puede derrotar a Nicolás Maduro, el heredero del caudillo.
No abundan las hipótesis alternativas, sin embargo, sobre las consecuencias para La Habana del fin del subsidio venezolano a la isla. No es que sin el dinero y el petróleo de Chávez no pueda sobrevivir el régimen: ese tipo de vaticinios catastrofistas han sido desmentidos en demasiadas ocasiones en el pasado. Pero sin duda vendría un periodo de enormes dificultades para la isla. Por eso es que muchos observadores contemplan la posibilidad de que los cubanos hoy puedan negociar con más empeño y flexibilidad un principio de normalización con Estados Unidos aprovechando que Obama ya no se preocupa por la reelección. Más aún, al haber triunfado en Florida y haber obtenido más del 40% del voto cubano-americano, no parecería imposible que el inquilino de la Casa Blanca vaya mucho más lejos que durante su primer período, llegando incluso a levantar el embargo a Cuba, permitir viajes a la isla, y quién sabe, “quizás”, restablecer relaciones diplomáticas.
Todo esto puede suceder pero algunos hechos de los últimos días parecen dificultarlo. Como saben los ociosos como este comentócrata, que no tiene más que hacer que leer periódicos y ver noticias incluso en época navideña, John Kerry ha sido designado como nuevo secretario de Estado. Al ocupar ese cargo, Kerry abandonará la presidencia el Comité de Relaciones Exteriores del Senado y será sustituido por un colega demócrata. El que se apunta, al que le toca, y el que casi seguramente va a ser es “Bob” Menéndez, cubano-americano y senador por Nueva Jersey. Conjuga posiciones muy liberales en asuntos migratorios, fiscales o incluso de índole social, con posturas feroces, anticastristas propias de cualquier legislador norteamericano electo gracias a votos y recursos cubano-americanos que abundan en Nueva Jersey. Si Menéndez ocupa la presidencia del Comité de Relaciones, se antoja casi imposible que Obama se atreva a cualquier tipo de gesto, incluso limitado al ámbito del Poder Ejecutivo, que relaje las restricciones de viaje o de comercio, por miedo a las represalias de todo tipo que pudiera ejercer Menéndez. Pero además conviene recordar que por primera vez en la historia post 1959, a partir de enero habrá tres senadores cubano-americanos en funciones: el propio Menéndez, Marco Rubio de Florida, y Ted Cruz, republicano recién electo por el estado de Texas. Y los tres, por distintas razones, pueden ser aliados de Obama si deciden, como todo parece indicarlo, buscar una reforma migratoria integral, usando al Senado como Cámara de origen. Mucho se ha comentado ya cómo Obama tiene una gran deuda con el electorado latino, cómo los republicanos no pueden permitirse el lujo de seguir antagonizándolos y cómo la reforma migratoria sí encierra una enorme importancia personal y simbólica para los hispanos. A Obama le faltan cinco votos para lograr la aprobación de una reforma (se necesitan 60); los tres cubano-americanos son absolutamente indispensables. Sin ellos no hay reforma; para ellos cualquier acercamiento con la Habana es un casus belli. No sé si los Castro pueden sobrevivir sin Chávez, pero sí sé que la normalización entre Washington yLa Habana se encuentra tan remota como siempre.
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EL CONTROL SOCIAL DEL CASTRISMO |
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Escrito por Indicado en la materia
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Viernes, 28 de Diciembre de 2012 12:39 |
Por Pedro Corzo.-
Según cubanos que residieron en diferentes estados sometidos al control de la Unión Soviética, el totalitarismo cubano fue más severo en lo que respecta a controles económicos y sociales, que en el resto de los países del bloque soviético, a excepción de Albania.
Consideran que tal vez en esos países durante los primeros cinco o diez años, las prácticas fueron similares a las de Cuba, pero que durante sus estancias en esas naciones, incluida la Unión Soviética, a partir de la década de 1960, se apreciaba que las leyes y su aplicación eran menos restrictivas que en la isla.
Una de las singularidades del totalitarismo cubano fue vincular los organismos de masa que rápidamente habían constituido, CDR, FMC, ANAP entre otras y la politizada Central de Trabajadores, a la represión más cruenta y letal, que cumplían fielmente los órganos de la seguridad del estado y las fuerzas armadas.
El apoyo de las masas legitimaba, en la opinión de la nomenclatura castrista, todos los actos del gobierno contra los sectores o individuos descontentos, por crueles e injustas que fueran esas manifestaciones.
En toda sociedad el número de ciudadanos pusilánimes e inseguros, que prefieren no ver ni escuchar y mucho menos protestar contra los abusos es elevado, y de esa realidad solo se pueden percatar los que han vivido en una sociedad de miedo como la vigente en Cuba, por eso es que el resto de la población de la isla, la mayoría silenciosa como alguien la identificó en su momento, calla y se hace cómplice de las actuaciones de las autoridades y sus instrumentos.
Situaciones tan distantes en el tiempo como el abuso de las mujeres que en febrero de 1959 marcharon por La Habana demandando el fin de los fusilamientos, el entierro del Diario de la Marina, que simbólicamente sepultaba para siempre la libertad de prensa en la isla, los pogroms del Mariel y los acosos y violaciones flagrantes que padecen en pleno siglo XXI las Damas de Blanco y todo el que haga oposición a la dictadura, han sido constantes que caracterizan al gobierno de los hermanos Castro.
Asumir el manejo absoluto de la gestión económica fue fundamental para la dictadura. Impedir la independencia financiera de los ciudadanos y hacerlos exclusivamente dependientes del Estado, son factores claves para la permanencia del poder, porque entre otras condicionantes una eventual oposición debe contar con recursos económicos propios para ser viable y al controlar el estado la producción y los servicios, es muy difícil que la oposición se pueda convertir en una alternativa de cambio.
El gobierno de Cuba ha sido capaz, a pesar del agotamiento real del sistema y de la ausencia de su principal gurú, Fidel Castro, de seguir ejerciendo un fuerte control sobre los organismos de masas y continuar movilizándolas de acuerdo a sus conveniencias, porque los dirigentes de esas entidades están conscientes que rápidamente pueden cambiar de represores a reprimidos.
Los valores que la dictadura inculcó entre sus partidarios no fueron asimilados en la medida que convenía al régimen.
Cierto que muchos de los elementos en el proceso de adoctrinamiento masivo eran contrarios a la naturaleza humana, pero también el rotundo fracaso de la dictadura en la gestión económica y social ha conducido al desencanto de amplios sectores de la sociedad y en el presente, aunque todavía cuenta con suficientes gamberros para el acoso y el abuso, cada día son menos los que están dispuestos al atropello; en consecuencia, las presiones que ejercen sobre ellos las fuerzas represivas para que cumplan con el objetivo de legitimar los actos de la dictadura, cada vez son más severas.
La independencia ciudadana en Cuba está llegando. Cierto que es lenta. Apenas perceptible, pero indetenible.
Sin hacer referencia a la vanguardia de la sociedad, que está integrada por quienes en contra de la voluntad oficial demandan espacios propios y enfrentan los riesgos de la cárcel o el exilio interno o externo, cada día más ciudadanos toman conciencia de sus derechos y se percatan de lo alienada que es la sociedad en la que malviven.
Al principio el cambio de régimen no forma parte de las perspectivas de estas personas, pero el aislamiento que padecen y los ataques que sufren de inmediato, les conducen a una mayor independencia en su conducta hasta que concluyen que para alcanzar una plena realización ciudadana, hay que destruir el control social que el castrismo ejerce sobre uno y todos. |
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