El ex secretario general de la OTAN, Javier Solana (foto), aseguró que "nada de lo que pasó en el último semestre podía estar en agenda". Además, analizó la situación en Libia y el papel de las instituciones globales

Javier Solana fue ministro de  Cultura, de Educación, Canciller y vocero del gobierno de Felipe González en España. Se desempeñó como secretario general de la OTAN entre 1995 y 1999 y fue un alto representante de Política Exterior y Defensa de la Unión Europea hasta 2009.  En la sesión académica "Desafíos para la seguridad internacional", organizada por el Consejo Argentino de Relaciones Internacionales (CARI), aseguró que "los problemas globales necesitan de soluciones globales y, por ende, de instituciones globales".

De acuerdo con su análisis, a fines del siglo XX se pensaba que la época coincidía con el fin de la historia, y en este período posthistórico se esperaba un mundo unipolar, armonioso, en paz y predecible. "Han pasado 11 años de este nuevo siglo, y sólo en el último semestre cayó Hosni Mubarak en Egipto, Zine el Abidine Ben Alí en Túnez, se iniciaron los primeros movimientos en el mundo árabe. Nadie se esperaba que Mubarak y Ben Alí enfrentaran los tribunales", advirtió Solana.

Además agregó otras experiencias inesperadas en este período. "El tsunami en Japón tuvo consecuencias extraordinarias, ya que probó que los países de primera fila fallan. Se puso en cuestión la energía nuclear y llegó una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que utiliza por primera vez el concepto de «responsabilidad de proteger»". Además, mencionó la muerte de Bin Laden y que "la roca de la economía mundial", Estados Unidos, sufrió una devaluación en su calificación internacional.

"Si tuviera que elegir una característica del mundo de hoy sería la transferencia de poderes entre Estados y dentro de ellos. En la primera de estas transferencias juegan un papel importantísimo los países emergentes", detalló. "En 1750, la mitad del producto bruto mundial estaba en Asia. Después, la revolución industrial  bajó a un quinto la preponderancia de ese continente. Sin embargo, en 2030 volveremos a estar casi igual que en 1750", adelantó. El español explicó que no será la primera vez que esto suceda. Después de la Segunda Guerra Mundial, la transferencia fue de Europa a los Estados Unidos, "quedó en familia", ironizó. Y apuntó: "Ahora la cultura y las instituciones son distintas y hay que ver cómo se encajan esas diferencias".

En este contexto, Solana relató una anécdota para ilustrar "lo que ha cambiado el mundo". "Yo recuerdo el drama del G-7 y el G-8 cuando el presidente de México esperaba en la puerta mientras los otros armaban el documento y recién después lo llamaban para que firme, ahora no hay nadie afuera, el mundo es multipolar", dijo con tono esperanzador.

En ese sentido, explicó que el poder duro, el militar, continúa siendo unipolar con los Estados Unidos como potencia. En un segundo plano -afirmó- aparecen las transacciones económicas donde, "claramente", el mundo es multipolar. Y en un tercer plano ubicó a las "transacciones no estatales". A esta instancia Solana la catalogó como "apolar", porque advierte la dificultad para encontrar interlocutores. Además, es en este plano donde ubica a las "malas transacciones", como el crimen organizado. Ésta es la instancia del mundo actual que, a su entender, más crece. "Hoy los Gobiernos mandan menos que ayer", se lamentó.

El español aseguró que la multipolaridad no garanatiza que se trate de un mundo más seguro que el unipolar o el bipolar. "Si no está bien gobernada, no hay garantías de estabilidad", explicó, y agregó que la multipolaridad requiere de la multilateralidad  y "por eso se necesitan más y mejores instituciones globales".

Admitió la importancia de las instituciones globales actuales, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, las Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio. Sin embargo, advirtió que no sabe hasta qué punto serán duraderas. "Están hechas por los vencedores, por Occidente. En China saben que el G-20 es sólo una enmienda del G-7, y hasta que no seamos capaces de un diálogo franco, no trabajaremos al máximo de nuestra capacidad", aseguró.

La primavera árabe

Sobre Medio Oriente y el mundo árabe, afirmó que es "extraordinario lo que ha pasado en Egipto y Túnez". Sin embargo, mostró su preocupación por la situación en Bahrein, donde "Arabia Saudita se pone nerviosa por la confrontación entre sunnitas y chiítas, lo que implica la entrada en el conflicto de Irán, como ya lo ha hecho en Siria".

En cuanto al accionar de la OTAN en Libia, el ex jefe de la alianza  aseguró que se trata de un papel "perfectamente legítimo". "La resolución del Consejo de Seguridad habla de utilizar «todos los medios» y pone como única limitación la invasión al territorio. Nada es perfecto, pero si no hubiésemos intervenido, las matanzas en Bengasi habrían sido tremendas. Además, la resolución contó con el apoyo de la Liga Árabe, la Unión Africana, y sólo tuvo la abstención de China y Rusia". Para Solana, la decisión de estos dos países radica en su disconformidad con el concepto de "responsabilidad de proteger", pero esa "no aceptación" se transforma en un "dejar hacer con la abstención".

Otro análisis hace sobre Siria, donde las protestas comenzaron a mediados de marzo y se incrementaron casi proporcionalmente a la represión del Gobierno de Bashar Al Assad. Para Solana, Siria siempre será territorio de conflicto entre dos potencias regionales: Turquía e Irán.

Para terminar su disertación, Solana enumeró los problemas globales "que necesitan una solución global": la crisis económica, la proliferación nuclear (en especial, el enriquecimiento de uranio en Irán), el cambio climático, la pobreza y la inseguridad en el ciberespacio.