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Notícias: Latinoamérica Fidelochavista
A los populismos latinoamericanos se le acaba “la gasolina” PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 15 de Diciembre de 2015 11:22

Cristina Kirchner y Nicolás Maduro

América latina está entrando en una nueva fase de su historia y lo hace en todos los terrenos. En el económico, por el fin del auge de las materias primas y en el político por la disminución de los recursos que han sostenido a muchos gobiernos en la región. Una desaceleración económica, crisis ya en algunos países, que parece que va a afectar más a los países latinoamericanos gobernados por regímenes de tinte populista aunque del proceso no se escapan tampoco el resto.

(Infolatam, por Rogelio Núñez)-. Lo cierto es, sin embargo, que para aquellos que se adscribieron al “socialismo del siglo XXI”, o fueron cercanos a él, el momento es especialmente complejo.

Como señala Loris Zanatta en el diario La Nación, “¿cuáles son los indicios del nuevo clima? El primero es el ocaso del kirchnerismo: cualquiera sea el resultado del ballottage, pocos imaginaban que su ciclo no se cerraría con un paseo triunfal sobre una red carpet y se parecería en cambio a un via crucis, cuya siguiente estación, para los populistas, podría ser aún más dolorosa en Venezuela, cuando en diciembre lleguen las elecciones: todas las encuestas indican que el chavismo estará en sus mínimos históricos. Al haber sido el chavismo el motor de la propuesta populista en toda la región, su debacle electoral sonaría como una sentencia de muerte”.

Fin del viento de cola económico y político

Los vientos de cambio político han venido acompañados de evidentes crisis de liderazgo. Bien porque han desaparecido (la muerte de Hugo Chávez en 2013), o bien porque afrontan las consecuencias de un modelo que ha entrado en dificultades (Rafael Correa) o, finalmente, porque dan señales de agotamiento (el kirchnerismo en Argentina).

Pero la razón última de ese agotamiento o decadencia es que la gasolina que alimentaba el motor del populismo latinoamericano ha dejado de fluir. Para existir, el populismo requiere de importantes, y crecientes, recursos fiscales con los que aceitar sus políticas sociales y clientelares que se traducen en votos y en respaldo social.

Carlos Malamud, analista de Infolatam y autor del libro “Populismos latinoamericanos”, señala en ese sentido que “la emergencia y consolidación de algunos gobiernos populistas, desde la perspectiva económica, se habría visto favorecida por el factor suerte. Mala suerte de sus predecesores que debieron afrontar una coyuntura complicada, y buena suerte de quienes pudieron navegar con viento a favor y desarrollaron políticas públicas tendentes a reducir el paro y la pobreza, lo cual redundaba en una mayor satisfacción de la población con su particular modo de gestionar la economía”.

Así fue también en los años 30 y 40 (la época del primer populismo de Juan Domingo Perón y Getulio Vargas) y así fue igualmente en los años del nuevo populismo, el de la primera y segunda décadas del siglo XXI. Ese que encarnaron el propio Chávez, Correa, Evo Morales o Daniel Ortega.

América latina expandió entonces su gasto público, desde la pasada década, al hilo de los mayores ingresos fiscales vía exportación de commodities:

slide_12Ahora el momento económico es muy diferente.

Escasean los recursos porque los ingresos provenientes de las exportaciones han caído también. Y sin esos recursos continuar expandiendo el gasto público se antoja imposible. Se entra en tiempos de recortes, ajustes y cambio de modelo a través de reformas estructurales ya que la región acumula cuatro años de diminución del crecimiento y este año ya será negativo:

CEPAL-Exportaciones-Latam-655x338Al dejar de soplar el viento de cola, los regímenes populistas empiezan a retardar primero su marcha y a entrar en serias dificultades después. Es lo que está ocurriendo Argentina y en Venezuela y lo que empieza a atisbarse en Ecuador. En la Bolivia de Evo Morales y en la Nicaragua de Daniel Ortega estos problemas todavía de perciben lejanos.

Chavismo y kirchnerismo atraviesan el peor momento de su hegemonía que en el primer caso se remonta a 1999 y en el segundo a 2003.

El chavismo liderado por Nicolás Maduro se dirige a una derrota, al menos en votos, en las elecciones legislativas de diciembre. Y el kirchnerismo acaba de perder las elecciones presidenciales en Argentina. Mauricio Macri, elegido presidente de Argentina estaba en una situación nunca antes comtemplada para llegar a la Casa Rosada.

Con estos resultados comienza un proceso que podría irse extendiendo por la región y afectando en especial a los gobiernos populistas que la poblaron la pasada década. De hecho, ya se especula con la posibilidad de que Rafael Correa renuncie a presentarse a la reelección en 2017 para evitar ser quien gestione la crisis hacia la que se dirige el modelo correista creado en el país andino.

El propio Correa admitía al comenzar 2015 que “nada se nos ha dado gratis. Lo hemos hecho con esfuerzo, capacidad, patriotismo, y aunque el 2015 se presenta duro, saldremos adelante”.

En el caso de Ortega y Morales, China se alza como la tabla de salvación para ambos regímenes.

La construcción del canal bioceánico en el país centroamericano es el pilar que sostiene a Ortega mientras que Morales acaba de anunciar que China concederá a Bolivia un crédito de 7.000 millones de dólares con los que se financiarán proyectos de infraestructura y energía eléctrica, entre otros.

Una vez ejecutados los proyectos de ese crédito, China se comprometió a estudiar un segundo crédito por valor de hasta 10.000 millones de dólares.

Por su parte, el canal nicaragüense es una iniciativa que tendrá un fuerte impacto en el crecimiento de Nicaragua. Los análisis de la Comisión de Trabajo del Canal calcularon que el proyecto incrementará el PIB del país hasta los 20.800 millones de dólares en el año 2025, en comparación con un estimado de 11.800 millones para ese mismo año sin el proyecto.Nicaragua crecería al 9 por ciento anual, frente a un avance del PIB del 4,5 por ciento sin el canal.

Hasta ahora, los populismos alcanzaban el poder y lo sabían mantener. La gran incógnita es si aceptarán en buena lid abandonarlo cuando las urnas, como parece, les den la espalda.
Sobre eso hay algunas dudas. En palabras de Carlos Malamud los populismos tienen interiorizado que “el poder es para siempre: ni se comparte ni se reparte… En general se podría hablar de un claro menosprecio por parte de los líderes populistas de eso que los anglosajones denominan checks and balances. El concepto, que podría traducirse como controles y contrapesos, se dirige claramente al control del poder y al control de todos aquellos que de una u otra manera ejercen el poder. Sin embargo, a ninguno de todos estos líderes populistas le gusta que ningún ratón le ponga su cascabel”.
 
El tsunami venezolano y sus tremendos efectos y desafíos políticos, Por Maria Teresa Romero PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Jueves, 10 de Diciembre de 2015 13:08

 CARACAS (VENEZUELA), 07/12/2015.- EFE/PRENSA MIRAFLORES/ NO VENTAS/ SOLO USO EDITORIAL

El contundente triunfo electoral de las fuerzas democráticas venezolanas en las elecciones legislativas de este histórico 6 de diciembre,  es de una significación  enorme  para la propia Venezuela y para toda la región Latinoamericana. Más de lo que la misma dirigencia opositora  integrada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) previó en sus escenarios más optimistas. Se trata de un verdadero tsunami  político  protagonizado  por  el mismo pueblo que llevó al chavismo al poder,  que barrió con  la otrora poderosa maquinaria electoral y mediática construida con manu militari, mentoría cubana y a fuerza de incontables abusos y violaciones constitucionales durante 16 años.

Ese pueblo, ese que llaman el soberano,  ha llegado a tales extremos de desesperación  por la pésima calidad de vida que lleva bajo el neocomunismo chavista del siglo XXI, que se atrevió no sólo a romper la barrera de miedo instalada por el oficialismo y a expresarse con fuerza – con casi 75% de participación electoral y además de forma pacífica y democrática-, sino a otorgarle la confianza y apoyo a  la dirigencia opositora, para que sea ella la que inicie un cambio de presidente, de gobierno y de sistema político y económico.

Porque eso es lo que significa realmente el haberle otorgado a la oposición una mayoría calificada de 2/3 partes,  lo que se denomina una súper mayoría, mediante la cual la nueva Asamblea Nacional que se instalará el 5 de enero de 2016 podrá sancionar o no leyes habilitantes que den poderes especiales para legislar al Presidente de la República; designar y remover a los integrantes del Poder Electoral y aprobar voto de censura contra el vicepresidente de la República y los ministros, lo que implicaría una destitución de los cargos; aprobar Leyes Orgánicas y sus respectivas reformas; remover  a los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia; y tener la iniciativa de una Asamblea Constituyente.

Ahora bien, como todo  fenómeno extraordinario, éste producirá una ola de efectos y desafíos complejos, inmediatos y de más largo alcance,  tanto para el gobierno como para la oposición democrática,  que trascenderán las fronteras nacionales.

Para el gobierno de Nicolás Maduro y su partido Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV),  el efecto es terriblemente negativo  y ya se empieza a sentir. Como hemos visto en la historia política venezolana y de otros países, ante una avalancha de votos castigo y una pérdida palpable de poder  (y aunque ésta no haya sido propiamente una elección presidencial,  fungió como un plebiscito para el presidente Maduro y como tal ha sido una considerable pérdida de poder), el efecto cascada es imparable.

Esto quiere decir que de aquí en adelante veremos la profundización de las divisiones dentro del chavismo, en particular entre el grupo militar  que supuestamente hasta ahora lideraba Diosdado Cabello, el actual presidente de la AN que con toda seguridad será removido de su cargo apenas se instale el nuevo parlamento, y el grupo civil que comanda el presidente Nicolás Maduro. Ambos comandantes “revolucionarios” y sus seguidores no sólo quedan debilitados, sino que arreciarán la lucha de poder entre ellos. También desde  ahora veremos dentro del chavismo lo que en Venezuela se denomina “El cambio de talanquera”, que no es más que la huida de funcionarios y seguidores hacia las fuerzas opositoras, en especial los más pragmáticos y opositores.

En este panorama, le será muy difícil al gobierno de Maduro y al PSUV recuperar imagen y tratar de gobernar como hasta ahora lo venía haciendo, imponiéndose sin ningún control. Es más, no podrá tan fácilmente cogobernar a través del poder judicial y el llamado poder popular, de calle,  al menos que se arriesguen a hacerlo con violencia permanente, provocando una especie de guerra civil, como lo anunció el propio Maduro durante la campaña electoral.

Pero ya es evidente que la gran mayoría de los venezolanos rechazan la violencia, incluso la verbal, y que la fuerza militar no está tan dispuesta como antes. Las palabras apaciguadoras y apegadas a la constitución  del ministro de la Defensa, Padrino López, durante la jornada electoral, así lo demuestran.

En consecuencia, el principal desafío que tiene el gobierno de Maduro para sobrevivir políticamente es el de cambiar de estrategia, y aunque se resistan la mayoría de sus seguidores radicales, parar el proceso de radicalización y entrar por el aro de la moderación, el diálogo y los acuerdos aunque sea en forma cínica como lo está haciendo su principal aliado, el castrismo cubano. No le queda ninguna otra salida inmediata razonable.

En el caso de la oposición, por el contrario, el efecto es en principio muy positivo. Haber logrado controlar el poder legislativo es un logro inmenso que le permitirá avanzar más rápida y fácilmente en la meta de alcanzar el poder regional y presidencial. Pero  tampoco le será nada fácil y especialmente si el gobierno se niega a cambiar y a mantener su posición radicalizada. Desde el Ejecutivo y el Tribunal Supremo de Justicia, la oposición y la nueva asamblea podrían ser permanentemente torpedeadas y asediadas. La anarquía y la violencia es un arma chavista que le podría hacer mucho daño. Ante esta situación, el gran desafío opositor – que tampoco es nada fácil- es fortalecer la unidad opositora y lograr estrategias conjuntas para las luchas y comicios electorales que se avecinan. Ello es indispensable para terminar de ganarse a la población venezolana, incluida buena parte del sector chavista. Del lado opositor, tampoco se observan otras salidas lógicas.

En todo caso, lo que está sucediendo y está por pasar en Venezuela irá marcando  la política latinoamericana. De inmediato, como recientemente pasó en Argentina tras el triunfo del antiperonista Mauricio Macri, la energía y esperanza  democrática  contagiará al resto del hemisferio y acelerará los cambios políticos  que paulatinamente se vienen dando desde hace algunos años. Con este triunfo opositor venezolano, sin duda el péndulo regional se inclina considerablemente a favor de los partidos y fuerzas de centro derecha democrática, y en contra de los destructivos de la izquierda neocomunista del siglo XXI.

Última actualización el Domingo, 13 de Diciembre de 2015 13:46
 
FMI confirma que Venezuela es el país con mayor inflación del mundo en 2015 PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Jueves, 10 de Diciembre de 2015 13:22

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Venezuela cerrará 2015 “con la mayor inflación del mundo”, en torno al 160 %, algo que está detrás de “la voluntad de cambio importante” registrada en las recientes elecciones legislativas, afirmó a Efe Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI.

“En Venezuela, lo que estamos viendo es una situación social en la cual los problemas económicos están llevando a una voluntad de cambio importante”, explicó Werner en una entrevista en exclusiva con Efe en la sede del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Washington, en referencia a la reciente victoria de la oposición en las elecciones legislativas del pasado domingo.

El funcionario del Fondo subrayó que “nuestra base de datos de las proyecciones mundiales pone a Venezuela como la mayor inflación del mundo a finales de 2015, alrededor de 160 %”.

“Una inflación de tres dígitos, cerca de niveles hiperinflacionarios, distorsiona casi todas las decisiones económicas, genera escasez y una situación de descontrol económico”, aseguró Werner, al describir el panorama actual en el país latinoamericano.

Las últimas previsiones del organismo para Venezuela pronosticaron una contracción económica del 10 % en el país al cierre de 2015.

“Si uno ve los indicadores: déficit fiscal de dos dígitos, la inflación más alta del mundo, desabasto de productos básicos, escasez divisas extrema, desconexión total con la economía internacional. Claramente, es un momento en el que se requieren cambios importantes para restablecer cierta normalidad”, agregó.

Sin embargo, indicó que Venezuela “puede salir por sí sola” sin tener que recurrir a asistencia internacional, ya que no acumula una “gran deuda” y sus problemas se derivan de “una situación interna de exceso de gasto que se financia por emisión primaria (banco central)”, a la que se añadió la abrupta caída del precio del petróleo.

“Un buen diseño de políticas contribuirá a restablecer el orden. No estamos viendo una crisis de financiación en una economía que tuvo acceso a los mercados y acumuló pasivos y hoy vencen, y busca nuevos acreedores”, dijo Werner, quien recordó que el organismo no tiene relaciones con el Gobierno venezolano desde hace años.

El país suramericano, con el presidente Hugo Chávez al frente del Ejecutivo, ordenó en 2007 la retirada de Venezuela del FMI y del Banco Mundial (BM).

En Venezuela existe un sistema de control de cambios desde 2003 que impide el libre acceso a las divisas y obliga a particulares y empresas a canalizar sus peticiones a través de varios mecanismos.

Este control de cambios ha dado paso a un mercado paralelo, donde el precio del dólar quintuplica al tipo de cambio oficial, uno de los factores que está detrás de la elevada inflación que registra el país, según los expertos.

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Las transiciones del populismo a la democracia, Por Carlos Malamud PDF Imprimir E-mail
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Lunes, 14 de Diciembre de 2015 12:01

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Las victorias de la oposición en las elecciones presidenciales argentinas y parlamentarias venezolanas quebraron una tendencia fuertemente implantada en la vida política latinoamericana del siglo XXI: la continuidad de los oficialismos gobernantes y la dificultad de la alternancia. Los “gobiernos largos” fueron la norma, en un panorama fuertemente dominado por la reelección, que en varios casos se intentó fuera indefinida.

(Infolatam).- En todos los populismos de corte “bolivariano” la reelección fue reforzada con otras dos ideas fuerza. La primera, la revolución. El nuevo gobierno, aunque fuera un producto genuinamente democrático y su única fuente de legitimidad fueran las urnas, se vendía como el origen de una profunda y vasta revolución: bolivariana, étnica, ciudadana o antiimperialista. Una revolución que hablaba en nombre del Pueblo (con mayúscula), mientras condenaba al ostracismo a la parte de la sociedad, por más importante que fuera, que no comulgaba con los postulados de la Patria, encarnados indubitablemente por el conductor y su movimiento.

La segunda, la permanencia indefinido, traducida en ciertos casos como “hemos venido para quedarnos”. La proclama de Evo Morales de que iban a gobernar 500 años o la idea de “Cristina eterna”, en alusión a la ya ex presidente Fernández, ilustran este punto de vista. Hugo Chávez, tras un traspié inicial logró la reelección indefinida, un objetivo también alcanzado en la Nicaragua neosandinista de Daniel Ortega con menos de esfuerzo. Evo Morales y Rafael Correa todavía están en ello, mientras Fernández fue derrotada electoralmente en su empeño dos años atrás.

En toda América Latina encontramos sistemas presidencialistas, aunque en los países antes mencionados hay un hiperpresidencialismo acusado que pretendido subordinar al presidente omnipresente los demás poderes, comenzando por el judicial y el legislativo, y buena parte de las instituciones estatales. Asistimos a la colonización y patrimonialización del Estado, que en algunos casos ha superado a los regímenes cleptocráticos del siglo pasado, como los de Somoza en Nicaragua o Stroessner en Paraguay.

A la vista de las resistencias exhibidas por Fernández para iniciar un traspaso de poder ordenado a su sucesor, Mauricio Macri, y de las estentóreas declaraciones de Nicolás Maduro referentes a la victoria de la MUD (Mesa de Unidad Democrática), es obligada una reflexión sobre estas cuestiones. Especialmente de la forma en que se produce la alternancia y el paso de un gobierno a otro en algunos países latinoamericanos, como ha hecho recientemente Héctor Schamis.

En Argentina llamó poderosamente la atención la conducta extemporánea de la presidente saliente, que intentó marcar la agenda a su sucesor como si ella continuara en el poder y, por lo tanto, pudiera mantener todo el protagonismo. En realidad, el papel que le correspondía en la jornada del 10 de diciembre era el de un personaje secundario o el de una actriz de reparto. Cuando asume un nuevo gobierno, sea dónde sea, los focos se concentran en el que llega, mientras el que se va lo hace modestamente y en silencio después de dejar su sitio al nuevo (y a veces ni siquiera eso).

Las últimas declaraciones de Fernández todavía en el cargo confirman la concepción del poder que la acompañó durante toda su presidencia. Ella y algunos de sus más directos colaboradores habían cuestionado el fallo judicial que establecía que su mandato concluía a las 0 horas del 10 de diciembre como una especie de golpe de estado judicial, una nueva maniobra “destituyente”. Mientras en su alocución a la militancia acusaba al “partido judicial” de “violentar la Constitución y poner presidente por decreto”, sus seguidores en la Plaza de Mayo la jaleaban con el grito de “golpe de Estado”.

Éste fue también el argumento de Oscar Parrilli, titular de la Agencia Federal de Inteligencia, ex SIDE, después de conocer la declaración judicial. Finalmente, y llevando agua su molino con la intención de cubrirse ante los más que posibles juicios por corrupción y enriquecimiento ilícito en su contra, Fernández concluyó tajante: “Todos los argentinos estamos un poco en libertad condicional en estos momentos”.

Maduro, por su parte, apuntó a un triunfo ilegítimo encabezado por la Contrarrevolución: “Se impusieron los malos, ganaron los malos, ganaron como ganan los malos, con la mentira con el engaño, con la oferta engañosa, con la estafa… En Venezuela no ganó una oposición democrática, ganó una contrarrevolución, utilizando la Constitución, y lo primero que hicieron es sacar su odio, su odio desmedido”.

Resulta paradójico que frente a tan contundente triunfo electoral de la oposición sea Maduro quien otorgue credenciales de democracia, después casualmente de reprender a sus propios seguidores por no apoyarle. O más explícitamente por no haberse dejado sobornar pese a las promesas de construir más viviendas sociales o taxis comprados a los chinos.

Al deslegitimar por contrarrevolucionario el triunfo de sus adversarios políticos, enemigos en su interpretación, Maduro, Cabello y sus seguidores se creen con todo el derecho a poner en práctica cualquier medida, incluso la movilización violenta y callejera de “colectivos” armados, para defender a la Revolución chavista y bolivariana, o, dicho de otro modo, para mantenerse en el poder. De ahí que sean rescatables las reflexiones de Evo Morales posteriores a las elecciones venezolanas en torno a cómo respetar los resultados electorales y, al mismo tiempo, defender los logros de la “revolución democrática”, ya que la lucha debe seguir mientras existan “el capitalismo y el imperialismo”.

En un reciente acto académico dedicado a analizar el resultado de las elecciones argentinas planteaba que el nuevo gobierno afrontaba una dura tarea, el inicio de una difícil transición del populismo a la democracia. Esta afirmación fue interpelada por un asistente con el argumento crítico de que eso implicaba asumir parte del pasado como no democrático. Por el contrario, más allá de la legitimidad de origen de los gobiernos democráticos, la institucionalidad en los países implicados sufrió una constante degradación que exige su urgente recomposición si lo que se busca es la plena vigencia de la Constitución y la legalidad. Y ése es precisamente el camino de la transición del populismo a la democracia.

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Última actualización el Lunes, 14 de Diciembre de 2015 12:38
 
La oposición venezolana deberá sortear luchas internas y blindaje chavista PDF Imprimir E-mail
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Viernes, 11 de Diciembre de 2015 15:40

CARACAS (VENEZUELA), 05/01/2014.- EFE/MIGUEL GUTIERREZ

La oposición venezolana, con su holgada mayoría en la nueva Asamblea Nacional, tan anhelada en los últimos 17 años, tendrá que enfrentarse a sus propias peleas internas y a los intentos chavistas de blindar los poderes del Estado antes de que concluya la actual legislatura.Mientras el heredero del chavismo, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, carga con las culpas de la derrota de la mayoría de los candidatos del oficialismo en las elecciones legislativas del pasado domingo, los ojos del mundo están puestos en cómo manejará la oposición la victoria que le dejó una mayoría de dos tercios de los 167 integrantes en la Asamblea Nacional.

De acuerdo a un boletín enviado a los partidos políticos, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) obtuvo 7.707.422 votos, lo que representa el 56,2 %, poco más de 300.000, de los votos obtenidos por el excandidato presidencial Henrique Capriles en las presidenciales de 2013 que le dieron la victoria a Maduro.

El chavismo, por su parte, obtuvo unos 5.599.025 votos, es decir, un 40,8 %, dos millones menos de los que hicieron presidente a Maduro, un número que rompió el piso del respaldo chavista a pesar de que su maquinaria presumió antes de los comicios de siete millones que con nombre y cédula prometieron su voto.

El “voto de castigo” al Gobierno, principalmente por la crisis económica, que tiene a Venezuela en el tope de la lista como el país con la inflación más alta del mundo, pudo ser decisivo para el triunfo de la oposición.

Ahora la MUD deberá, desde el poder, convertirlo en respaldo a sus propuestas para dar pasos hacia el control del Estado, entendiendo que el revés del chavismo en el Parlamento no quiere decir que la mayoría de los venezolanos renunció al proyecto socialista.

La oposición ha demostrado que su cohesión tiene su mejor momento cuando hay elecciones, pero que les resulta difícil mantenerla cuando deben buscar consensos.

Por un lado, está la distribución de escaños en sus filas.

El partido del excandidato Henrique Capriles, Primero Justicia (PJ), logró 33 escaños, Acción Democrática (AD), unos 27, Un Nuevo Tiempo (UNT), 19, y el partido de Leopoldo López, Voluntad Popular (VP), 17, mientras que los demás partidos lograron representaciones de uno o dos puestos.

El chavismo por su parte tiene 55 diputados en un solo bloque, por lo que para usar la supermayoría de 112 diputados que consiguió en las elecciones la MUD deberá poner fin a los roces entre el ala radical y la moderada.

El primer paso deberá darlo el 5 de enero, cuando decida quién integrará la junta directiva de tres miembros, encabezada por su presidente, una silla con la que ya varios opositores coquetean.

En el camino está la necesidad de generar cambios positivos desde el Parlamento en la economía del país que tiene las mayores riquezas en la región y a la vez el peor desempeño de su economía, un deterioro que los ciudadanos viven a diario.

Otro punto de honor para esta nueva mayoría es dictar la amnistía para los opositores presos, entre ellos el líder de VP, que cumple una condena de casi 14 años por la violencia de las protestas de 2014, y el alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, señalado de “conspirar” contra el Gobierno de Nicolás Maduro.

El rechazo por adelantado de Maduro, que tiene cualidades para vetarla, supone el inició de los intríngulis que enfrentará el Poder Legislativo en manos opositoras.

Aunque Maduro no puede rechazar la ley, sí puede vetarla, es decir, sugerir modificaciones a la redacción del contenido, pero finalmente, una vez sea remitida por segunda vez, deberá promulgarla o, de lo contrario, el Parlamento lo hará por sus propios medios.

Maduro que, al igual que el actual presidente de la AN, Diosdado Cabello, se ha opuesto a la exoneración de responsabilidad de López a quien achacan también la muerte de 43 venezolanos en aquellas protestas, podría solicitar la “inconstitucionalidad” de la amnistía, lo que pasaría el balón a la cancha del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).

Pero una interpretación del máximo tribunal venezolano es motivo de debate luego de que la Constitución solo establece que no se pueden dictar amnistías ni indultos sobre quienes cometan delitos “contra los derechos humanos y los delitos de lesa humanidad”.

Pero el poder del TSJ es otra materia de conflicto. El Poder Judicial está a la espera de que se designe una docena de sus magistrados, un proceso para el que ya se hicieron las postulaciones y para el que, tras perder la mayoría, el chavismo reactivó la designación de estas plazas, una tarea de su competencia que prometió terminar entes de que entregar el control de la cámara.

La lista de casi 400 postulados incluye a la actual presidenta del TSJ, Gladys Gutiérrez, que antes de hacerse magistrada militó abiertamente en el chavismo o al diputado Elvis Amoroso, miembro del propio comité que evalúa las postulaciones y que no fue reelegido el domingo.

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