Notícias: Latinoamérica Fidelochavista
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Martes, 17 de Diciembre de 2013 17:26

Por Jorge Hernández Fonseca.-

Cuba: Algunos Apuntes sobre Marxismo, Castrismo y Gramscismo

Ahora que el socialismo castro-marxista cubano se declara derrotado --al inaugurar en el Puerto de Mariel un enclave capitalista para intentar sobrevivir al desastre económico, social y moral de la sociedad castrista cubana de 2013-- vienen a mi mente ideas necesarias de compartir.


Cuba: Algunos Apuntes sobre Marxismo, Castrismo y Gramscismo

Jorge Hernández Fonseca

2 de Noviembre de 2013

Ahora que el socialismo castro-marxista cubano se declara derrotado --al inaugurar en el Puerto de Mariel un enclave capitalista para intentar sobrevivir al desastre económico, social y moral de la sociedad castrista cubana de 2013-- vienen a mi mente ideas necesarias de compartir.

Nicolás Maquiavelo, un asesor de las altas esferas de gobiernos feudales de algunas de las ciudades-estados italianas de inicios del Renacimiento, fue probablemente el primer escritor que dejó para la posteridad algunos principios de lo que hoy se conoce como las “ciencias políticas”. Su obra principal, “El Príncipe”, es una recopilación de recomendaciones efectivas (poco éticas) ante situaciones complejas que enfrenta todo gobernante, válidas hasta hoy.

Carlos Marx, que pasó a la posteridad con su obra cumbre “El Capital”, --de corte económica-- creó también --asociado a sus estudios económicos-- métodos y procedimientos sociales y políticos como forma de aplicar supuestas soluciones a los problemas que sus estudios económicos arrojaron, según su óptica. Para tales propuestas, Marx incursionó en la filosofía y la historia, de las cuales extrajo las bases para los métodos y procedimientos citados. Nacían así principios marxistas consagrados --como “el fin justifica los medios” muy usado hoy día-- asociados a la utilización de la violencia como método adecuado para alcanzar fines políticos.

El trabajo de Marx en el campo social y político puede resumirse como una sistematización, un método y un direccionamiento político-económico-histórico de las viejas ideas contenidas en “El Príncipe” citado antes, del cual probablemente extrajo sus principios básicos, concatenándolos.

Sí bien la Cuba de los hermanos Castro de hoy ratifica --con su paso hacia el capitalismo en el Mariel ‘brasileño’-- el fracaso de las ideas económicas y sociales de Marx, eso no significa que el marxismo como filosofía de procedimientos --y en el ideario de nuestros políticos en Latinoamérica, en las normas de la ‘mala’ educación, en la óptica política y en el proceder social general de una izquierda revanchista-- esté igualmente acabado. Todo lo contrario, ¿por qué?

Una pregunta difícil de responder, asociada a un modelo de pensamiento, cuyo núcleo central fracasó estrepitosamente --no sólo en Cuba, como también en las decenas de países que lo experimentaron y fracasaron antes-- resultando por eso en una respuesta compleja y múltiple.

Por un lado, el marxismo es un cuerpo de doctrinas muy bien concatenadas, que encuentra su principal --e insoluble-- problema cuando es aplicado en el mundo real. De manera que para aquellos de pensamiento netamente teórico --la mayoría de la intelectualidad se engloba en esta categoría-- a los que les resulta ajena esa realidad social fuera del “librito”, estos fracasos suelen ser atribuidos a ‘gestores inexpertos’, ‘conspiraciones de la derecha’, o a ‘incidentes fortuitos’ y no al desapego del conocimiento marxista sobre la naturaleza humana, razón principal de su fracaso en la realidad económica, política y en el funcionamiento de la sociedad.

Por otro lado, el marxismo establece una especie de catecismo de dogmas que funcionan como en una religión, de manera que obliga a atar aspectos tan disímiles como la “justicia social” y la ‘dictadura de un partido único’ (que reprima a ‘los capitalistas’ de manera ejemplar) siendo que en la realidad social no hay relación efectiva de una cosa con la otra. El marxismo distorsiona además los principios morales, para lo cual ataca las bases de la sociedad occidental, el cristianismo, a cuya doctrina es diametralmente opuesto, con vistas a destruir el cimiento de nuestra civilización, pensando que --sobre las ruinas de la misma (ruinas como las de la sociedad cubana actual)-- puede establecer su doctrina atea, relativista, oportunista y utilitaria.

El marxismo en Cuba fracasó en la economía y en la sociedad, que ya no cree más en la “revolución”. Además, el marxismo no es sólo aplicar sus postulados directos, también carga con sus consecuencias. Así, vive en la esencia de una dictadura de partido único, en el odio de las turbas que golpean mujeres indefensas, que arbitrariamente encarcelan y condenan sin pruebas personas inocentes, en el terrorismo de estado que aplican contra su propio pueblo y en la violencia social que se vive dentro de la isla, sin presente y sin futuro. Eso también es marxismo, como lo es la doble moral, la prostitución generalizada, los miles de fusilados, los cientos de miles de presos políticos, la desesperanza de la juventud, la división de la familia…

Adicionalmente, el marxismo es una doctrina de derramamiento de sangre, que se justifica en la muerte del “enemigo de clase”, que promueve la descomposición social, la falta de educación, el hablar chabacano, el desprecio a las buenas costumbres. Siembra el odio y la destrucción de la familia como principal célula social, incentiva la envidia y las bajas pasiones con fines utilitarios, pero después no tiene como suprimirlas, porque las usa precisamente como factores de triunfo de su ideología divisionista, que controla con técnicas de terror social y represión.

El marxismo es robarse las elecciones presidenciales en Venezuela, al tiempo que ‘adelanta las Navidades’ para ganar las elecciones municipales; es modificar --con los peores métodos de corrupción y terror-- la Constitución en Nicaragua para establecer un “dictadura constitucional”; es hacer aprobar leyes contra la prensa en el parlamento ecuatoriano; es doblegar voluntades pro socialistas usando la coerción en Bolivia; es depredar el patrimonio público y privado en Brasil escudándose en manifestaciones pacíficas, y un largo etcétera que incluye penetrar los medios masivos de comunicación para establecer un estado de opinión que justifique el caos.

Por efecto de la debacle generalizada en Cuba --y con miedo a la estampida que se espera a la muerte de los hermanos Castro-- muchos marxistas cubanos han abrazado la oposición política al castrismo ahora, pero –vaya pretensión-- quieren imponernos a los opositores demócratas sus ideas sin ninguna vergüenza. Usando sus condiciones de “intelectuales” marxistas llegan incluso a mirar por encima del hombro a los opositores demócratas, siendo que un puñado de los pocos representantes del ex castrismo marxista dentro de la oposición política cubana, escriben con excelente acceso a los medios de prensa opositores, creando un estado de opinión con el que pretenden coartar a la mayoría opositora demócrata dentro y fuera de la isla.

Es la práctica asociada a los métodos propuestos por Antonio Gramsci, un comunista italiano que propuso la penetración del marxismo en los medios culturales de occidente defendiendo sus métodos, materializado ahora no sólo en una buena parte de la sociedad occidental, sino --pretendidamente-- dentro de la oposición política al castrismo. Este procedimiento se ejecuta --no para defender una doctrina económica fracasada en la isla-- sino para introducir el germen de la autodestrucción marxista entre los opositores cubanos, con vistas a prevalecer dentro de la isla en una transición asociada a la familia Castro, tal y como Raúl y sus generales planean.

El marxismo político, económico y social, ha fracasado, pero todavía hay que dar la batalla de la eliminación de los métodos marxistas al interior de la cultura de la sociedad civil cubana, como la única forma de evitar que los teóricos del odio y la sangre derramada vuelvan por sus fueros a imponer en la isla lo peor de una filosofía discriminatoria, la envidia y las bajas pasiones, que si bien ha demostrado eficacia para atacar y destruir personas de éxito e Instituciones democráticas, también ha demostrado su total incompetencia para generar bienes y servicios (riquezas) en una sociedad pacífica, apegada a los preceptos cristianos de la exitosa sociedad occidental.

El marxismo --derrotado en la política y la economía-- actúa ahora en occidente como un cáncer en el seno del tejido socialmente sano, contra el cual se rebela con métodos inmorales y poco éticos, basado precisamente en la libertad y la tolerancia propia de las sociedades democráticas, que aprovecha para penetrar con falacias y métodos divisionistas --usando lo peor de la condición humana-- que promueve con vistas a prevalecer (divide y vencerás) para implantar su esquema de terror, matonismo y desprecio por los valores éticos y morales.

La derrota del castrismo en la sociedad cubana es un hecho innegable. El peligro ahora es su continuación mediante un gobierno “capitalista de estado” promovido por los peores métodos marxistas de engaño, soborno y penetración garmscista en la oposición política cubana. En virtud de lo anterior, es necesario saltar con fuerzas al plano intelectual de la lucha de ideas, para desmontar esta nueva pretensión castrista-gramscista-marxista dentro de la oposición.

No dejemos que el marxismo derrotado capitalice la transición hacia un capitalismo de estado castrista, ¡luchar por una Cuba libre y democrática resulta ahora más que necesario!

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Última actualización el Martes, 17 de Diciembre de 2013 17:32
 
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Miércoles, 05 de Junio de 2013 00:38

Un artículo divisionista en la ya dividida oposición política cubana

Acaba de aparecer un artículo de corte divisionista en uno de los medios de Internet de la ya dividida oposición política cubana. Me refiero al análisis titulado ¿A quién habla la oposición cubana? de Haroldo Dila Alfonso, firmado en Santo Domingo el 3 de Junio pasado.

 

Un artículo divisionista en la ya dividida oposición política cubana

Jorge Hernández Fonseca

4 de Junio de 2013

Los opositores cubanos, empeñados como estamos con combatir la fracasada --y en franca decadencia-- dictadura castrista, nos dolemos al leer en nuestra prensa opositora artículos y análisis que francamente dejan mucho que desear, desde el punto de vista de la necesaria ética solidaria entre opositores al castrismo. La tendencia de izquierda o derecha muchas veces pesa más que el objetivo común: derrotar la dictadura que nos oprime, y tenemos que desviar nuestros esfuerzos para el análisis de lo que nunca debería haber sucedido en la oposición.

Acaba de aparecer un artículo de corte divisionista en uno de los medios de Internet de la ya dividida oposición política cubana. Me refiero al análisis titulado ¿A quién habla la oposición cubana? de Haroldo Dila Alfonso, firmado en Santo Domingo el 3 de Julio pasado. Es un artículo que enjuicia de forma hipercrítica y equivocada a dos de los más destacados opositores cubanos, Guillermo Fariñas y Berta Soler, descalificándolos por --según el autor del artículo-- “querer fortalecer sus posiciones en los ‘corrillos’ cubano-americanos de Miami”, veamos:

En primer lugar, no hay nada que pueda indicar que las declaraciones, tanto de Berta Soler, como de Guillermo Fariñas en el exterior, hayan tenido el objetivo innoble (de congraciarse) que el artículo mencionado les adjudica, descalificándolos. Las posiciones de Fariñas y Soler sobre los temas que supuestamente los habrían llevado a congraciarse con “un segmento específico de la comunidad emigrada” (léase, el exilio de Miami, que no es “emigración”), han sido ventilados por ambos opositores dentro de la isla de forma bastante similar (Berta con el tema del embargo y Fariñas con respecto a sus relaciones con militares de alto rango del ejército).

En segundo lugar, el exilio de Miami forma parte integral de la oposición política cubana, por lo que hablarle a este exilio es tener en cuenta la mayor fuerza netamente opositora dentro del espectro opositor global cubano. Sólo la dictadura descalifica a la oposición de Miami, “por derechista” y dentro de la oposición política cubana no puede (no debe) haber discriminación por el color político íntimo que un determinado sector opositor tenga. Gústenos o no, el exilio de Miami es un baluarte, hasta ahora inexpugnable, de la oposición política cubana y como tal mereció el respeto y la admiración que todos los opositores que pasaron por allí, además de Guillermo Fariñas y Berta Soler, de Yoani Sánchez, Rosa María Payá, Eliézer Ávila, entre otros.

Siendo así, ¿por qué un artículo para descalificar a dos opositores valiosísimos? ¿Cuál es el objetivo de enfocar los cañones a estas dos glorias de la oposición política cubana, argumentando falaciosamente que la prueba de su ineptitud es hablarle al exilio de Miami?

Pero hay más. En el artículo, poco menos que se le “perdona la vida” a Yoani Sánchez, porque el autor no sale de su “asombro” al comprobar que la famosa bloguera cubana tuvo “aplomo y firmeza” que según el autor “le sorprendió”, siendo que la mencionada patriota cubana no se cansó de dar muestras de su amor a la patria dentro de la isla, antes de su periplo internacional.

Hay adicionalmente un tema que recorre transversalmente todo el artículo analizado: el embargo. Aparentemente este es el tema divisor de aguas para que el autor del análisis considere (o no) a un opositor, “correcto”. Es importante notar que ese tema, como criterio evaluador para los que se consideran castristas, tendría algún sentido. Quien se opone al mantenimiento del embargo, puede ser considerado un castrista confiable; quien piensa que debe mantenerse el embargo, pudiera considerarse, quizá, un anti-castrista. Estas serían reglas más lógicas para el análisis, aunque no sean exactas. Ahora, considerar la regla que se infiere al leerse el artículo bajo análisis, “quien defiende el levantamiento del embargo es un opositor confiable y quien quiere el mantenimiento del embargo es descalificado”, es un absurdo total.

Lo anterior se deduce de los calificativos expuestos en el artículo contra la presidenta de las Damas de Blanco. Si Berta Soler recomienda “mano dura” (con el embargo) contra el castrismo, no necesariamente se atenta “contra la vida y la de la familia” de quienes viven dentro de la isla, como se asegura en el artículo. Ese precisamente es el argumento del castrismo para que EUA levante el embargo unilateralmente, aspecto que sabemos divide a la oposición política cubana, entre los que quieren su levantamiento unilateral y quienes quieren su mantenimiento hasta que el castrismo haga concesiones. La realidad es que “la vida” de nadie en Cuba depende del embargo, que dura ya más de medio siglo sin que nadie se haya “muerto” por su causa, pero sí por causa de la dictadura, sus métodos y sus desaciertos políticos, económicos y sociales.

El tema del embargo, hoy por hoy, no debe ser tema que divida adicionalmente a la oposición política cubana. Quienes quieran defender el embargo como herramienta de presión, deben estar en libertad de hacerlo. Quienes piensen que el levantamiento del embargo beneficiaría a la oposición política al castrismo, que lo hagan, siempre que resalten su compromiso opositor y anticastrista. Ahora bien, quien no es anticastrista y quiere cambios cosméticos dentro del socialismo que destruyó la isla (un castrismo sin los Castro) y quiere el levantamiento del embargo por las mismas razones aducidas por el castrismo, que no se disfrace de opositor.

Hay también cierta petulancia intelectualoide al inicio del análisis, cuando el autor expresa que, de los opositores internos de visita al exterior, “cada cual ha usado esa oportunidad según sus potencialidades”, pasando acto seguido al ataque contra Berta Soler y Guillermo Fariñas, dos opositores sin tacha, a los cuales sólo se le puede calificar de patriotas y no de personas que carecen de la “potencialidad” de la que supuestamente no hicieron gala durante su visita.

Hay en la actualidad un juego de desinformación en las altas esferas, tanto de la dictadura castrista como en las altas esferas del gobierno norteamericano, enviándose recados, para ser escuchados por la oposición cubana a través de canales diversos, lo que pudiera justificar, en parte, lo dicho por Fariñas y Soler. Eso una persona informada “en función de sus capacidades” puede comprenderlo, sin que los opositores sean necesariamente emisarios comprometidos. Por otra parte, no se puede dudar de la capacidad de nadie para decir lo que “le” conviene, tal como también se dice entre líneas en el artículo bajo análisis. En este circo no hay payasos.

Hay otro aspecto inexplicable en el análisis: los puntos señalados en el artículo no son los puntos más relevantes de la vista de los opositores al exterior. Se mencionan como destacados, primero, “el contacto con ‘otro segmento’ de la sociedad cubana” (el exilio, y se nota un interés marcado por no mencionar al exilio por su nombre) para “enterarse” de un debate al que los cubanos del interior supuestamente “no tienen acceso” (pura discriminación con los opositores internos); y segundo, que “de esta manera ganan visibilidad para enfrentar la represión dentro de Cuba”. Son aspectos reales, entre tantos, pero ni con mucho son los más importantes. Las denuncias que ha hecho en tribunas importantes, ante sociedades y medios políticos y de prensa, de como mínimo 13 países y varios organismos internacionales, fuera de EUA, México y España, donde la oposición cubana es más presente, ¿no se considera destacado?

Yoani Sánchez en Brasil tuvo una penetración sudamericana y mundial, como nunca antes la verdad opositora se había abierto a la opinión pública internacional. ¿Eso no es importante?

Y finalmente (y no por último) la gran pregunta que se hace en el seno del artículo: ¿y si el castrismo decide seleccionar algunos opositores como siendo sus interlocutores? dicho como un reto a los opositores que se critica en el análisis, para descalificarlos como potenciales interlocutores. Esta pregunta desnuda las intenciones tendenciosas del artículo. Ya el castrismo eligió antes un interlocutor, el cardenal Ortega, rechazado por la oposición. De manera que no es descabellado pensar que, una vez que la dictadura seleccione interlocutores, estos sean, de nuevo, descalificados por la oposición cubana, incluyendo el rechazo de la oposición de Miami.

Ya Guillermo Fariñas había contestado previamente --y sin saberlo-- semejante artículo divisionista. En una de sus declaraciones al llegar al exilio, Fariñas descalificó la pregunta supuestamente determinante, al decir que sólo se sentaría en una mesa a negociar, si en esta mesa no estaba el cardenal Ortega. Aunque no sea del gusto de la dictadura, conversaciones con la oposición sólo habrá cuando esa oposición elija libremente sus representantes.

Es una verdadera tristeza iniciar un debate entre opositores por una razón tan baladí. Sin embargo, la misma razón que tiene una de las 10 personalidades más influyentes de Latinoamérica en 2012, para no dejarse perdonar la vida por el articulista, lo tienen Guillermo Fariñas y Berta Soler para no preguntarle a nadie, a quienes tienen que hablarle en Miami.

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Última actualización el Martes, 23 de Julio de 2013 13:00
 
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Martes, 02 de Abril de 2013 18:25

El Verdadero Destino de Yoani Sánchez.-

Es importante comprender que algún cubano contemporáneo tiene el deber de realizar a inicios del Siglo XXI, por el bien de Cuba, algo similar a lo hecho por José Martí a finales del Suglo XIX y ese, desde mi personal punto de vista, es el verdadero destino de Yoani Sánchez.


El Verdadero Destino de Yoani Sánchez

Jorge Hernández Fonseca

27 de Marzo de 2013

A la oposición política cubana se le presenta hoy día una disyuntiva impostergable. ¿Aprovecha la dinámica política ocasionada por la salida simultánea de varios jóvenes opositores políticos del interior de la isla, sobre todo, la repercusión que en la prensa internacional han tenido las comparecencias públicas de la bloguera cubana Yoani Sánchez a lo largo y ancho del Mundo, o solamente las utiliza como una herramienta adicional de información opositora en esta larga lucha?


Yoani Sánchez ha expresado diversas veces --y en más de una tribuna-- sus temores respecto a las potenciales represalias que sufrirá a su regreso a la isla. Hay que decir que la bloguera cubana ha hecho por la difusión de la situación de calamidad real de la isla, lo que ningún otro medio u órgano opositor había conseguido antes, con una capacidad comunicadora ejemplar. Adicionalmente, y por lo antes dicho, es deber del exilio cubano protegerla de la desidia de la dictadura a su regreso. ¿Qué mejor protección podríamos brindarle que la solidaridad manifiesta y pública de todas las organizaciones opositoras de dentro y fuera de Cuba?


El razonamiento anterior se mezcla con la urgente necesidad de tratar de obtener una unidad básica y representativa, que congregue todo el universo opositor al castrismo. La realidad es que los cubanos no hemos podido (sabido) presentarnos como una fuerza única que se opone a la dictadura castrista dentro y fuera del país. No es necesario que las organizaciones políticas opositoras se disgreguen, cesen o sean eliminadas. Hablamos de una unión de propósitos, que públicamente reconozca una personalidad central, rodeada tal ver por prestigiosos cubanos de dentro y fuera de la isla, que conformen un Núcleo Representativo Opositor, del cual Yoani podría ser la cabeza visible.


Recordemos que José Martí fundó un Partido unitario a finales Del Siglo XIX, que no era más que la unión de muchas organizaciones de independentistas cubanos en el exterior, junto a conglomerados obreros diversos, algo muy parecido a lo que se nos presenta con la diversidad de organizaciones democráticas que luchan por la libertad y la democracia para Cuba. Hoy no habría que crear un partido, hay muchos (y muy buenos) ya creados. Lo que tendríamos que hacer es –consensualmente-- definir el Núcleo Representativo de la Oposición cubana ante la comunidad internacional y ante la dictadura castrista.


Para un país como Cuba, que tuvo un poeta como apóstol de su independencia de España en el Siglo XIX, no sería nada extraño tener una bloguera como apóstol de su libertad en siglo XXI. Evitando comparaciones individuales en sus personalidades, peso histórico, maneras de actuar y vocación para la acción política, lo que define ahora el paralelo entre la tarea aglutinadora que tuvo que enfrentar el poeta José Martí en su época, y el deber --también aglutinador-- que tiene la casi obligación de enfrentar la bloguera Yoani Sánchez en nuestros días, es la tarea a cumplir.


La faena que se presenta ante la Nación Cubana hoy en día reclama con urgencia de una personalidad --entre tantas capaces y sacrificadas que hoy tenemos-- justamente aquella escogida entre miles para ejecutar similar tarea que la realizada en el Siglo XIX: unir la isla y el exilio en un solo ideal: la libertad, sin déspotas que nos opriman y nos dividan.


No estamos haciendo comparaciones personales. Estamos analizando los momentos históricos que se presentaron ante José Martí y su obra de unión patriótica, y los momentos actuales, donde precisamos de alguien, que entre nosotros se tome la tarea de hacer similar trabajo que Martí hizo por la independencia de Cuba, para libertar la isla de una dictadura de 54 años.


Yoani Sánchez no es José Martí, ya lo sabemos. Pero Yoani Sánchez tiene ante sus ojos, igual que Martí lo tuvo hace 120 años, la misma tarea pendiente de unir voluntades, ahora dispersas, para propiciar la creación necesaria a la Nación Cubana; de mostrar una opción de gobierno cubano creíble, dentro de la oposición política nuestra. Así las cosas, se impone una pregunta: ¿por qué Yoani Sánchez para esta tarea, habiendo tantos cubanos meritorios y dignos?


La respuesta a esta pregunta --para mí-- contiene dos aspectos: el de contenido y el de forma. El primer aspecto asociado al contenido, es que la bloguera cubana --gústenos o nos guste-- es la única personalidad cubana que ha sido escuchada con credibilidad en los cuatro confines del globo. Es opositora cabal a la dictadura y aunque se le señalan determinadas fallas en sus expresiones y líneas, ninguna de ellas compromete su papel protagonista de la fuerza democrática cubana actual. Adicionalmente --en este mismo punto-- Yoani Sánchez carece de compromiso político partidario u organizativo, lo que seguramente le generará confianza ante una oposición tan fragmentada. El segundo aspecto –el aspecto de forma-- es que Yoani Sánchez ha declarado hasta la saciedad que no quiere ser política y que no le gusta el terreno político como activista.


Hay que tener en cuenta que Yoani ha expresado repetidamente la idea de que su futuro político está asociado a un medio de prensa, entendido como el cuarto poder de la República. En mi presencia Yoani dijo a un grupo de periodistas en Brasilia: “no tengo el suficiente cinismo como para ser política”. Sin embargo, toda la acción y prédica de Yoani en el exterior es netamente política. Quizá Yoani se refiera a no tener aspiraciones de ser gobernante, sin embargo, la tarea que enfrentaría Yoani --si decide abrazar la causa martiana de aglutinar la oposición anticastrista de dentro y fuera de la isla-- no es justamente gobernar. Es conducir --circunstancialmente-- a las huestes opositoras, para constituirse en una opción creíble de poder alternativo a la dictadura de los hermanos Castro ante la comunidad internacional, que es muy diferente, y que Yoani ha demostrado que puede hacer con mucho éxito. Martí tampoco era político, ni fue gobernante, mucho menos cínico, y condujo a los cubanos de su época a la añorada independencia.


De manera que, si Yoani Sánchez decidiera entrar en el terreno libertador en esta etapa de luchas, posteriormente, en la etapa republicana de elecciones políticas, podría irse a su periódico con el agradecimiento patrio del deber cumplido. Claro que Yoani es una persona honesta, sin ningún tipo de cinismo como el que caracteriza a algunos políticos tradicionales. Pero, ¿era José Martí cínico?, ¿lo era George Washington? Se repite aquí la necesidad de no hacer comparaciones. La estatura de estos pro-hombres de siglos atrás --verdaderos creadores de Naciones-- no puede (ni debe) ser comparado a personas que aún viven y que estarían por demostrar sus verdaderas cualidades, por prometedores que sean sus resultados actuales. Es con relación a la tarea a ser realizada a lo que me refiero cuando hablo de Washington y Martí, que la ejecutaron como gigantes. Sin embargo, es importante comprender que algún cubano contemporáneo tiene el deber de realizar algo similar a inicios del Siglo XXI por el bien de Cuba y ese, desde mi personal punto de vista, es el verdadero destino de Yoani Sánchez.


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Última actualización el Martes, 02 de Abril de 2013 18:28
 
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Viernes, 09 de Agosto de 2013 21:07


El Apartheid Castrista contra el Pueblo Cubano.-

Si el argumento sudafricano para la discriminación de los negros se buscó en cierto tipo de filosofía antropológico-social, el argumento castrista se encontró en la filosofía marxista, fuente en la que la revolución cubana de los hermanos Castro fue equivocadamente a beber, extrayendo el mantra del antinorteamericanismo como sustento de semejante disparate.

 

El Apartheid Castrista contra el Pueblo Cubano

Jorge Hernández Fonseca

21 de Julio de 2013

Cuba sufre 54 años de un sistema totalitario. Las cuatro principales áreas en la sociedad de la isla están sometidas a un férreo control policial. El área política está dominada por un sólo partido, que ha establecido una dictadura de hierro contra toda la sociedad. El área social sufre una castración en sus raíces, que impide a los miembros de la misma desarrollar sus capacidades económicas, políticas y sociales individuales, que no sean las que el partido decide, es decir, ninguna. El área económica fue totalmente estatizada, de manera a cortar toda iniciativa social sobre ella, provocando una pobreza generalizada que se manifiesta en un racionamiento que ya sobrepasó el medio siglo de existencia. El área ética ha sido truncada de manera tan fuerte, que la cultura cubana pudiera decirse que ya no existe más dentro de la isla.

En muchos sentidos, pudiera asociarse el régimen cubano al apartheid implantado en África del Sur años atrás por un grupo étnico --en este caso los blancos-- para oprimir y tirar todo tipo de derechos al otro grupo étnico (mayoritario) del país –los negros-- por razones que aparecieron profusamente (como en Cuba) en la literatura, en el caso de África del Sur fundamentos racistas, de base supuestamente antropológica, irrigada por una filosofía (como en Cuba) que justificaba con razonamientos mentecatos (como en Cuba) la necesidad de la opresión.

Si el apartheid sudafricano era visible en escuelas, campos deportivos, reparticiones públicas, tiendas por departamentos y salas de teatro, en la Cuba castrista de hoy es similar, sólo que municionada por el marxismo --y sus derivados-- siendo que este discrimina no solamente a los negros, sino a todos ciudadanos de cualquier raza, por el único delito de “no ser ‘del’ partido”.

Si el argumento sudafricano para la discriminación de los negros se buscó en cierto tipo de filosofía antropológico-social, el argumento castrista se encontró en la filosofía marxista, fuente en la que la revolución cubana de los hermanos Castro fue equivocadamente a beber, extrayendo el mantra del antinorteamericanismo como sustento de semejante disparate.

Hay que decir que el marxismo no es solamente Hegel, Kant o Feuerbach, como sus edulcorados  y supuestamente cultos defensores suelen resaltar; es también sobre todo, en la práctica social, Stalin, Pol Pot, y Ceausescu, que llevaron a la práctica del día a día las más puras ideas marxistas de opresión, horror y empobrecimiento. De la misma manera que Newton no es solamente Galileo, Copérnico o Kepler, en sus bases, los son sobre todo Henry Ford, Von Braun o Neil Armstrong, que dieron fe concreta de sus postulados e ideas en el mundo real.

El antinorteamericanismo chovinista se mezcló con lo más rancio de la doctrina marxista (la idea de una élite minúscula que asalta el poder e impone una “dictadura buena” para evitar “el retorno al pasado”) representando en el caso de Cuba por los norteamericanos y queda así conformado el “lev motiv” para destruir material y espiritualmente la Cuba de siempre, acabando con la rica cultura cubana, sus costumbres, su pujanza, su vivacidad, su economía…

El apartheid castrista no puede perdurar y eso lo sabe Raúl Castro, que intenta hacer “cambios” lampedúsicos (para que todo siga igual), lo que nos da una guía exacta de lo equivocado de la línea marxista seguida (no importa lo que digan, lo importante es lo que hacen). Si el propio hermano del dictador mayor --segundo al mando de todo en Cuba durante la destrucción de la isla-- una vez al mando quiere urgentemente cambiar, es señal inequívoca de que el marxismo --de nuevo-- no funcionó en Cuba como dice en el “librito” y que hay que desterrarlo.

La clave de lo anterior está en el “cómo”. En Sudáfrica los blancos reconocieron su error, hicieron su “mea culpa” y se unieron a los negros para edificar una nueva nación. Raúl puede (debe) hacer lo mismo, si de verdad quiere una Cuba nueva, en la que quepan todos los cubanos, piensen como piensen. Pero no, no es lo que hemos visto que los “marxistas” cubanos de dentro y fuera de la isla pretenden. Por todos los medios se aferran a su doctrina disparatada, recalentando acusaciones contra la “mafia de Miami”, sobre la “derecha exiliada” y contra todo lo que no sea continuar un camino fracasado que ha destruido material y moralmente la Nación cubana, su creatividad, su urbanidad y su decencia.

Yo no estoy seguro de que todavía estemos a tiempo --y todos los implicados convencidos-- de edificar --como hicieron los sudafricanos en su país-- una Cuba nueva y democrática. Veo los altos dirigentes cubanos colocando sus fortunas a buen recaudo, sobre todo, los hijitos de papá en la isla garantizando poner a su nombre en el exterior el capital del país dilapidado por la cúpula gobernante. Veo los marxistas opositores defendiendo todavía, desde el exterior, los mismos principios que nos llevaron al precipicio y veo algunos oportunistas de turno, seguir la línea del engaño a la Nación ofendida, uniéndose a inversiones de Raúl y sus generales.

Presiento, por los signos visibles del castrato, que habrá que esperar; primero a la muerte de Fidel, cuando el trauma nacional se manifieste. Si es que entonces no se produce la “primavera cubana”, que todos esperamos, habrá que aguardar el último aldabonazo a la muerte de Raúl, cuando muy difícilmente la desidia marxista se podrá mantener oprimiendo la Nación cubana.

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Última actualización el Miércoles, 18 de Septiembre de 2013 12:44
 
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Sábado, 20 de Julio de 2013 09:13

Las Protestas en Brasil y el Ocaso de la Izquierda Latinoamericana.-

Brasil nunca había visto fenómeno semejante, espontaneo y popular, que ha llevado a la clase media a las calles de las ciudades acusando directa e indirectamente los turbios manejos de la administración pública, hecha desde el mayor partido de la izquierda latinoamericana.

 

Las Protestas en Brasil y el Ocaso de la Izquierda Latinoamericana

Jorge Hernández Fonseca

23 de Junio de 2013

Los acontecimientos que se desarrollan en el gigante sudamericano desde hace dos semanas tiene lecturas diversas, todas asociadas a la inconformidad de amplios sectores sociales con las políticas públicas desarrolladas por los varios niveles del gobierno brasileño en los municipios, los estados y la federación. Algunas de las lecciones contenidas en los “recados” que el pueblo en las calles ha pasado a los políticos en el poder, deben ser analizadas con detenimiento.

Si bien las protestas callejeras no son directamente para “derrocar” el gobierno federal, como sucedió en el norte de África durante la llamada “primavera árabe”, todos los reclamos le incumben de manera directa. Siendo el gobierno brasileño actual conformado por dirigentes del mayor partido de la izquierda marxista latinoamericana, es notorio que demorara para posicionarse ante las manifestaciones y para tomar acciones directas, que todavía no llegaron.

Hay hechos ocurridos durante los actos de calle, que desmontan el discurso populista de la izquierda marxista brasileña. El llamado “Movimiento por el Pase Libre”, MPL, que fue uno de los iniciadores de las manifestaciones cuando comenzaron en San Pablo como reacción al incremento del valor de las tarifas de ómnibus urbanos, trenes y metros paulistas, se deslindó recientemente de la organización de “nuevas manifestaciones”, pensado equivocadamente que, como había inicialmente convocado protestas contra el aumento de los pasajes del trasporte urbano, por esa razón era quien lideraba las acciones de calle a nivel nacional. Se equivocaron.

El MPL no es más que una organización fachada, como los son el Movimiento de los Sin Tierra, MST, el Movimiento de los Sin Casas, MSC, dependiente de alguno de los partidos de la izquierda brasileña, estructurado para actuar como “movimiento social”, de manera a influir en determinados sectores álgidos de la sociedad, con vistas a tumultuar la paz social llegado el momento, es decir --ahora-- cuando creían haber capitalizado las manifestaciones.

La reveladora razón expuesta por el MPL para decidir no organizar nuevas manifestaciones (que lógicamente continuaron produciéndose a lo largo y ancho de la geografía del Brasil) fue que “el movimiento popular había sido tomado por la derecha”, debido a que no se le permitía a los partidos de izquierda enarbolar sus banderas rojas (cosa que intentaron hacer en medio de las protestas y fueron reprimidos por los propios manifestantes, los que rasgaron y quemaron sus banderas con gritos de “fuera los partidos”) aspecto que desenmascaró objetivos ocultos.

Este proceder social, en todas las manifestaciones populares, de todas las ciudades de Brasil, muestra como la población que ha ido a las calles identifica el oportunismo propio de los partidos marxistas (el “librito” marxista establece que un grupo pequeño y organizado de militantes comprometidos capitalice siempre las protestas populares en su provecho). Brasil no ha permitido que los marxistas hagan suya la protesta popular, que no sólo no les pertenece, sino que en realidad critica fuertemente al partido marxista en el poder y a sus sustentadores.

Las manifestaciones son claramente --y sobre todo-- contra un grupo de hechos escenificados precisamente por el partido de gobierno. Comenzando por la complicidad con varios de sus militantes corruptos, condenados en juicios públicos nada menos que por el Tribunal Supremo de Justicia, los cuales han sido promovidos a diputados federales, afrontando así la ética social y la moral partidaria. Lo anterior se suma a decisiones multimillonarias que el gobierno decidió para construir suntuosos e innecesarios estadios de fútbol, incluso en ciudades que carecen de times de primera categoría, sólo para contentar a la Federación Internacional de Fútbol, FIFA, con la cual ha estado en contubernio pernicioso contra los intereses y la dignidad brasileña.

Todo lo anterior está hoy en las calles, en forma de protestas reflejadas creativamente en los carteles improvisados por los manifestantes como “Queremos Escuelas de Padrón FIFA”, “Sin Partidos”, entre otros lemas y consignas que acusan directamente al gobierno actual.

Brasil nunca había visto fenómeno semejante, espontaneo y popular, que ha llevado a la clase media a las calles de las ciudades acusando directa e indirectamente los turbios manejos de la administración pública, hecha desde el mayor partido de la izquierda latinoamericana. Este fenómeno desde luego no es aislado, a pesar de no tener relación con entidades externas. La lección inmoral dada por el Socialismo del Siglo XXI en las últimas elecciones venezolanas --país donde el movimiento chavista literalmente acabó-- sumado al descalabro evidente y lastimoso de un Raúl Castro empobrecido enarbolando “bandera blanca” ante Washington, señalan el signo de los tiempos asociado al ocaso de la opción marxista en Nuestra América.

Todos hemos observado como el marxismo latinoamericano se ha ido metamorfoseando, partiendo del extremismo estatizante, guerrillero e intervencionista cubano de los años 60 y 70 del siglo pasado, pasando por las variantes “venezolana” (socialismo del siglo XXI), todavía en la extrema izquierda, hasta el “socialismo light” de Lula da Silva en Brasil, que acaba de estallar en medio de un descontento popular como no se había visto nunca antes y que nadie sabe hasta donde pudiera llegar, porque un pequeño grupo de militantes marxistas insisten en depredar sin límites y romper la paz social, que pudiera implicar en una restauración traumática.

Para Cuba, esta situación tiene desde luego lecciones importantes. Considerando que existen tres niveles diferentes de socialismos actuando desde los gobiernos en Latinoamérica --el socialismo cubano, una dictadura represiva con economía estatizada (están cambiando, pero muy lentamente); el socialismo del siglo XXI (Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua) con sus elecciones amañadas y su represión a la prensa y a la oposición; y el socialismo democrático (Brasil, Argentina (también en crisis) y Uruguay) con sus leyes sociales, con libertad de prensa y elecciones libres-- observamos crisis políticas en los tres “modelos” de socialismos implantados.

La primera lección para Cuba es que, en el momento actual, hay sectores marxistas desde la oposición pugnando por una solución de continuidad socialista, argumentando el mantenimiento de los llamados “logros” (ya invisibles) pensando --como buenos marxistas-- que el capitalismo es “malo” y que los “buenos” son ellos. Los cubanos debemos mirar hacia Venezuela y Brasil, dos modelos diferentes de lo mismo, para ver que hay problemas de todo tipo sin resolver.

La segunda lección importante es constatar que nadie es “dueño” del poder. No lo es en Venezuela, no lo es en Brasil –dos modelos diferentes de socialismo-- y desde luego que no lo es en Cuba, donde el modelo político se parece más al de Corea del Norte que otra cosa.

La tercera lección evidente es que el control que actualmente la dictadura castrista tiene sobre nuestra sociedad sojuzgada, puede estallar en pedazos. Cualquier acontecimiento traumático puede sucederse a la muerte de Fidel, o de Raúl, de similar manera a como está sucediendo en el gigante sudamericano hoy en día, país del que nadie esperaba semejante explosión social, por ser el socialismo más light de los experimentos “liberadores” de nuestro tiempo.

Es evidente que la oposición cubana es diversa y en ella debe caber, con derecho propio, tendencias de izquierda, centro y derecha, que de manera honesta y transparente deben luchar y coordinar acciones para el fin de la dictadura que nos oprime a todos. Sin embargo, sabemos que en el momento actual actúan fuerzas opositoras que han decido apoyar el intento raulista por materializar un proceso de continuidad, descalificando a la derecha y el centro opositor, que tiene tanto derecho como el que más por hacerse escuchar cuando de una solución a la problema cubana se trate, y más derecho todavía tiene a exigir una solución sin los hermanos Castro, sus familias y representantes, al frente de un falso y engañoso proceso de transición.


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Última actualización el Sábado, 20 de Julio de 2013 09:15
 
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