Estados Unidos mira a América Latina desde un lugar muy distinto que en décadas anteriores. Pasó de ser una región inestable económica y políticamente para ser un competidor serio en el rubro alimentos y hasta un cliente enriquecido a quien venderle productos y servicios.
Mientras Washington se ocupaba de las guerras en Afganistán e Irak, China avanzó a paso agigantado en el Cono Sur, tanto en intercambio comercial como en inversiones directas.
La ahora segunda economía del mundo se transformó en el principal socio comercial de Brasil desde 2009 y el principal mercado a donde van las exportaciones de Chile desde 2007. Las ventas de soja a China son claves para las cuentas fiscales de Argentina, Paraguay y también Brasil. Empresas chinas están comprando activos petroleros y mineros para asegurarse la materia prima necesaria para seguir creciendo por encima del 8% anual.
Pero esta nueva dependencia tampoco positiva y por ello, Barack Obama será más que bienvenido. El objetivo es aumentar la cooperación y el intercambio. "Antes temíamos de la predominancia de los EEUU, ahora es lo opuesto", afirmó el ex presidente Fernando Henrique Cardoso.
Obama estará cinco días en Brasil, Chile y El Salvador. "Es una oportunidad para trazar un nuevo curso de relación con Rousseff y Sebastián Piñera en un momento en que países competidores están ganando terreno", afirmó Eric Farnsworth, vicepresident del Council of the Americas. "Ya no somos los únicos", agregó.
Entre los posibles acuerdos que se firmarán figuran uno de rebaja impositiva para inversiones, cooperación para proyectos de energía verde y más colaboración regional en cuestiones de seguridad y narcotráfico.
Será la primera oportunidad para mantener un extenso diálogo con la nueva presidenta brasileña, Dilma Rousseff, desde que tomó posesión de su cargo hace poco más de dos meses, el 1 de enero.
Lo que más disgusta a Washington es la defensa permanente de Brasil del programa nuclear de Irán, en un momento en que EE.UU. está luchando para poner fin a las actividades de enriquecimiento de uranio para evitar que consiga una gran capacidad armamentística.
El año pasado solo Brasil y Turquía, - de los 15 miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas- , rechazaron la propuesta liderada por EE.UU. para sancionar las violaciones nucleares de Irán.
El propio programa nuclear de Brasil es otro punto de contención. Washington está muy preocupado, no por la perspectiva de Brasil para producir armas, sino por su tibio apoyo al régimen de no proliferación en el mundo.
Hay varios puntos de desencuentro entre Brasil y EEUU. Entre ellos el conflicto entre Israel y Palestina; los vínculos de Brasil con otros adversarios de la Casa Blanca como Cuba y Venezuela; el continuo estancamiento en Honduras; la oposición de Brasilia al acuerdo militar entre EE.UU. y Colombia.
Ninguno de esos temas se resolverán en el viaje de dos días de Obama, ni la política de Brasil va a cambiar drásticamente a corto plazo. Pero con una nueva presidenta en Brasil y el primer viaje de Obama a América del Sur, se presenta una buena oportunidad para que los dos líderes analicen los problemas que afectan a la relación entre sus naciones.
¿Qué quiere entonces Brasil de los Estados Unidos? Sobre todo, que reconozca el nuevo lugar que ocupa a escala mundial y regional.
El punto culminante del viaje puede ser el apoyo público de Obama a la consideración de Brasil como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. Así, un respaldo inequívoco a una vieja aspiración del Planalto de un asiento en el Consejo elevaría la importancia de la gira.
La energía renovable es otra área obvia de la colaboración bilateral. Es complicado comprender por qué los dos países que producen el 90% del etanol del mundo no han sido capaces de construir el tipo de cooperación firme sobre biocombustibles que acordaron hace cuatro años.
EEUU ya anticipó que quiere comprar más petróleo brasileño. Petrobras debe comenzar a extraer toda esa riqueza que encontró en campos mar adentro en la bahía de Santos.
En Santiago, Obama hará hincapié en los grandes logros que ha conseguido Chile en los últimos años, señalando al país como un buen socio de EE.UU. El Tratado de Libre Comercio entre ambos es un ejemplo que volverá a ser destacado.
A lo largo de los últimos 20 años, tras el regreso de la democracia a Chile en 1990, los dos países han tenido una relación cercana y cordial, interrumpida tan solo por un hecho: la oposición de Chile, entonces miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, a la invasión de Irak por parte de EE.UU. en 2003.
El único punto de fricción será el acuerdo de cooperación nuclear que se firmará el viernes en este momento de cuestionamiento mundial a la energía atómica tras el cismo en Japón y la explosión de tres reactores.
Chile analizó la posibilidad de instalar una central nuclear para no depender tanto las importaciones de gas argentino. La característica císmica del país despertó las críticas de la oposición a este proyecto.
Era necesario un viaje como el que Obama a América Latina. La última vez que estuvo fue en 2009, cuando participó en la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago e hizo dos breves visitas a México - una, de camino hacia la Cumbre. Hillary Clinton, en cambio, ha viajado a América Latina más que cualquier otro Secretario de Estado de EE.UU.
Las relaciones de los EE.UU. con América Latina no están en crisis. Estados Unidos goza, en muchos ámbitos, de una situación más favorable y prometedora que hace cuatro o cinco años. La campaña anti-americana desarrollada por la Venezuela de Hugo Chávez y sus aliados bolivarianos se ha debilitado. El giro a la izquierda electoral de mediados de los 2000 no tuvo serias consecuencias para Washington.
En este próximo viaje el presidente Obama visitará dos países gobernados por partidos de centro-izquierda y uno por una coalición de centro-derecha. La mayoría de las naciones de la región se han comprometido a impulsar la democracia y estrategias económicas de mercado.
Sus economías están disfrutando ahora de estabilidad, con un sólido crecimiento y un mayor progreso social que en cualquier otro momento de su historia reciente. En la región, las políticas democráticas son ahora la norma. Están demostrando capacidad de recuperación y sustentabilidad, incluso en lugares donde las instituciones políticas siguen siendo inestables.
Obama recibirá una calurosa bienvenida en los países a los que acuda. Las encuestas muestran que el presidente estadounidense sigue siendo el líder extranjero más popular en cada uno de los tres países de su itinerario. Su visita será un gran éxito para su diplomacia personal tras las críticas que recibió por su pasivo rol en el conflicto de Medio Oriente.