Marina Silva se perfila como un huracán que puede revolucionar la campaña electoral brasileña cuando solo quedan dos meses para las votaciones. Tiene una serie de puntos a su favor que la convierten en favorita para disputar la segunda vuelta a Dilma Rousseff, pero también está lastrada por varios importantes handicaps.
(Especial para Infolatam por Rogelio Núñez)-. Silva llega a la candidatura presidencial respaldada por los excelentes resultados conseguidos en 2010 (20 millones de votos), por su propia trayectoria vital (luchadora en favor del medioambiente) y política (encarna el cambio y el combate contra la corrupción) y hasta incluso por su adscripción religiosa al movimiento evangélico.
Pero a la vez, Marina Silva no tiene partido propio (se le negó a Rede el registro político, a causa de que no poseía la cantidad de firmas suficientes para que se registrara el partido), va en coalición con una fuerza, el PSB, que no es la suya y que la ve con desconfianza, carece de experiencia de gobierno (más allá de haber sido ministra de Medio Ambiente) y de cuadros políticos para gobernar y garantizar la estabilidad.
En primer lugar, Silva reúne tres grandes factores a su favor: encarna el cambio, es un figura simbólica y tiene llegada con el voto evangélico.
Silva encarna el factor cambio
Desde que en 2008 rompió con el oficialista Partido de los Trabajadores en desacuerdo por la estancada legislación sobre protección al medioambiente y posteriormente criticó la creciente corrupción, se transformó para la opinión pública en la voz moral de la política brasileña.
Marina Silva junto a Eduardo Santos
“Si no es posible un nuevo camino, hay que aprender una nueva forma de caminar”, ha sido una de sus frases en las que defiende la introducción de cambios en el sistema político y en la cultura política de los brasileños.
Por eso se salió del PT en 2009, se unió al Partido Verde y ahora impulsa Rede de Sostenibilidade.
Aunque para luchar en la arena política ha debido recurrir a partidos del sistema como el PSB y estar acompañada de figuras como Roberto Freire, del PPS, Eduardo Machado, del PHS, Luciano Bivar, presidente nacional del PSL, Miguel Manso, secretario nacional de Organização del PPL, y del vicepresidente del PRP , Oswaldo Souza
Esta coalición, Unidos pelo Brasil y su lema “Muda Brasil”, busca renovar el sistema político siguiendo las palabras de la propia Marina en 2010: “La gente está cansada de esa dualidad entre PT (Partido de los Trabajadores) y PSDB (Partido Socialdemócrata) basada en la confrontación. Dilma y Serra se han quedado en los ataques personales, en las descalificaciones. Nadie sabe cuál es la visión de país de cada uno, cuál su grado de compromiso ambiental, qué plan tienen para una potencia como Brasil o qué van hacer con la salud y la educación pública. Han perdido una oportunidad de oro para explicarlo”.
Marina Silva: “El combate a la corrupción debe ser implacable. No es que no hiciera nada. Pero lo más importante son las medidas para evitar el daño antes de que se produzca”.
Brasil, y en especial sus clases medias, vienen pidiendo cambios con insistencia y criticando a la clase política. Ni el gobierno (Dilma Rousseff) ni la oposición (Aecio Neves) hasta ahora han sabido canalizar esos deseos, papel que puede cumplir mejor Marina Silva.
Y eso porque ella ha abanderado siempre la lucha contra la corrupción: “El combate a la corrupción debe ser implacable. Los episodios recurrentes fueron suficientes para haber adoptado medidas de prevención, pero se dieron en este Gobierno, en el de Fernando Henrique y en los anteriores. La corrupción forma parte de la política de partidos en Brasil. Lula aumentó de 4.000 a casi 9.000 el número de agentes de investigación federal. No es que no hiciera nada. Pero lo más importante son las medidas para evitar el daño antes de que se produzca”.
Factor simbólico
Marina Silva no es una líder política tradicional. Nació pobre, de familia de seringueiros. Contaminada por mercurio por trabajar con ese metal, hasta hoy tiene secuelas.
La exministra brasileña de Medio Ambiente y excandidata presidencial Marina Silva
Fue empleada doméstica en Rio Branco (1974); fundadora da Central Única dos Trabalhadores (CUT) en Acre (1985) y compañera de luchas del mítico Chico Mendes (1986).
Silva fue concejal en Río Branco, diputada regional del estado de Acre y ocupa un escaño en el Senado desde 1994, cuando fue elegida como la senadora más joven en la historia del país.
Una hoja de vida que le convierte en todo un personaje (solo Lula da Silva puede presumir de tener una historia similar).
Es eso lo que le permite engarzar mejor con la mayoría de la población, la que salió a las calles en la Copa Confederaciones de 2013 y con menor fuerza en el Mundial de fútbol.
“La población brasileña siente que las cosas no van bien. Y buscan cambios que signifiquen mejoras en la calidad de vida. Con un bajo crecimiento y aumento de la inflación y la tasa de interés, se genera una dificultad mucho más grande. Espero que, al final, los brasileños puedan elegir un proyecto capaz de renovar la política que pueda establecer una agenda de mediano y largo plazo con perspectiva de crecimiento, manteniendo las conquistas sociales y con protección ambiental y un cambio en el modelo de desarrollo”, ha llegado a decir Marina Silva.
El factor evangelico
Otra de sus fortalezas es su adscripción a la religión evangélica y dentro de ella a los sectores más conservadores. Brasil es el país con mayor número de evangélicos (35% de la población -más de 40 millones de habitantes).
La ex ministra brasileña de Medio Ambiente Marina Silva
Es por lo tanto un suculento trozo del electorado. De hecho hace una semana la propia Dilma Rousseff salía a la caza de esos votos.
“Feliz la nación cuyo Dios es el Señor”, proclamó la presidenta brasileña, desde un púlpito ante cerca de 7.000 fieles, mayoritariamente mujeres, en un templo neopentecostal de un populoso barrio de Sao Paulo, el mayor colegio electoral del país.
En 2010, Marina, miembro de la Asamblea de Dios, encarnó el discurso verde y el evangélico contrario al aborto y tras acabar tercera dijo: “Estoy muy agradecida por los votos de aquellos que comparten conmigo la fe cristiana evangélica”.
Sus puntos débiles
El problema de Marina Silva es que no tiene un partido propio (Rede de Sostenibilidade no ha sido aún reconocido como partido) por lo que depende de su alianza con el PSB con el cual predomina la desconfianza y diferencias ideológicas y de valores (Silva evangélica vs socialismo laico).
Marina Silva
Por eso va a necesitar un puente con el PSB que puede ser el vice-presidente del PSB Roberto Amaral, ministro da Ciência e Tecnologia con Lula; o el líder do PSB en la Câmara, Beto Albuquerque (RS).
Además, su posible victoria en una segunda vuelta a duras penas garantiza la gobernabilidad.
No tendrá un amplio apoyo en el legislativo, las tensiones entre el PSB y Rede van a ser una constante y las contradicciones entre las aspiraciones de la población y la capacidad del gobierno para cumplirlas provocarían pronto una desilusión de expectativas.
Por no hablar de que Brasil necesita cambios profundos y algunos traumáticos debido al bajo crecimiento de la economía, las tensiones inflacionarias y el alto gasto público. Vienen tiempos de recortes y no de abundancia.
Como señala Eleane Cantanhede en el diario Folha, “evangélica, carismática, con una biografía de romance, Marina acumuló un rico capital de votos en 2010 y tuvo un 27% de intención de voto en abril pasado… Dilma Rousseff y Aécio Neves la temen… Si Marina tiene fuerza electoral, Eduardo Campos era quién tenía el poder político. Ella debe ahora sumar las dos cosas”.
INFOLATAM
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