COLUMNA DEL DIRECTOR Jorge H Fonseca |
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Martes, 12 de Junio de 2012 09:14 |
La Iglesia Católica Cubana y la Dictadura Castrista.-
La Iglesia Católica Cubana está dividida: una parte mayoritaria se siente víctima de los excesos del castrismo; la otra parte, menor, está asociada a los servicios de inteligencia castrista que la ha penetrado, se empeña en unirse a lo peor de la sociedad cubana actual, defendiendo a capa y espada la dictadura, sus planes y sus métodos ética y moralmente indefendibles antes, ahora y en el futuro previsible.
La Iglesia Católica Cubana y la Dictadura Castrista
Jorge Hernández Fonseca
8 de Junio de 2012
La Iglesia Católica Cubana actual está visiblemente dividida: una parte mayoritaria se siente víctima --como todos los cubanos-- de los excesos totalitarios del castrismo, víctima doblemente porque el gobierno profesa una doctrina atea y notablemente anti-religiosa, por lo que rechaza en su fuero interno la continuidad del régimen. La otra parte, insignificante numéricamente, pero dirigente y asociada a los servicios de inteligencia castrista que la ha penetrado, se empeña en unirse a lo peor de la sociedad cubana actual, defendiendo a capa y espada la dictadura, sus planes y sus métodos ética y moralmente indefendibles antes, ahora y en el futuro previsible.
La parte sana de la Iglesia --la mayoritaria-- tiene un mérito inmenso en esta hora final del castrismo, porque acoge y alimenta --de cuerpo y alma-- una considerable parte del desamparo nacional, sobre todo en el interior del país. La parte insana de ese Iglesia, la Iglesia Católica Castrista, lucha a brazo partido en todos los campos utilizando la misma demagogia de sus homólogos gobernantes, lanzando una ofensiva propagandística que es necesario desentrañar.
Los cubanos nos preguntamos ¿cómo es posible que algunos sacerdotes, obispos y hasta cardenales, se hayan dejado engañar por una filosofía política desterrada en el Mundo todo, porque ya fracasó en los 4 confines del globo, e insistan en promover el retraso para su país?
En primer lugar, ya se puede afirmar --como lo he hecho en los párrafos anteriores-- que los simpatizantes del régimen castrista dentro de Cuba resultan una parcela minoritaria de la población cubana. Una encuesta reciente publicada a en todos los medios de prensa libre del mundo afuera –menos en la isla-- corroboran este punto. Si los castristas y los pocos admiradores católicos marxistas que les quedan tienen dudas, podrían convidar empresas especializadas (hay muchas en cada país) para que las repitan dentro de la isla, con libertad.
Si del universo nacional, una aplastante mayoría del 70% quiere un cambio de sistema político (tal y como lo arrojó la encuesta), dentro de la Iglesia Católica los números probablemente serían mayores contra la dictadura --o como mínimo-- iguales a los arrojados nacionalmente. Siendo esto así, salta la pregunta obligada, ¿por qué el Cardenal Ortega y sus laicos ayudantes insisten en defender un régimen condenado en Cuba, dentro y fuera de la Iglesia? No es en el exilio donde tienen que venir a dar “su batalla”, es dentro de la isla donde 70 % quiere cambios reales de sistema político, como ha quedado dicho hasta que no se demuestre lo contrario.
El Cardenal Ortega ha lanzado una ofensiva de opinión dentro y fuera de la isla defendiendo sus puntos de vista, argumentando que hay una “campaña difamatoria” en su contra y colocándose como promotor del “diálogo”. Personalmente carezco de elementos para creer que semejante campaña exista, aunque es posible. Lo que sucede es que sus hombres organizan en la Habana un evento para tratar “la metodología del diálogo” (es un error propio de legos hablar del ‘diálogo’ como siendo una ‘metodología’ en sí; el diálogo es un ‘método’, que siguiendo determinado ‘modelo’, junto a otras ‘técnicas’ y ‘herramientas’, encaminadas todas a un fin específico, se constituyen en ‘metodología’); continuando la idea, se organiza un evento para el supuesto ‘diálogo’, que resultó excluyente para los opositores internos. Eso es una barbaridad, porque si en Cuba debe existir un diálogo, es entre la dictadura y la oposición política y no entre la Iglesia Católica Castrista y los simpatizantes del castrismo en el exterior.
Lo que existe dentro de Cuba es una lucha por encabezar la transición necesaria desde la dictadura actual, a una sociedad libre y democrática. Por un lado, Raúl y sus generales, herederos de lo peor de la sociedad cubana (su obra ha sido la destrucción física, económica, social y moral de la Nación Cubana, por lo que no se califican como probables dirigentes de una Nueva República) y por otro, un torrente de opositores pacíficos de dentro y fuera de la isla.
¿Cuál es el mérito que el Cardenal Ortega y sus ayudantes ven en el equipo gobernante actual, que no sea por un compromiso asociado al mantenimiento de la falta de valores vigentes? Hay un argumento asociado a la no violencia durante el cambio hacia la democracia. Es real, pero hay que considerar que hasta hoy la dictadura ha ejercido esa violencia de manera masiva y expresa, por lo que no hay garantías de que en la transición no actúe de igual manera. Adicionalmente, los hombres de Fidel primero y de Raúl después, han resultado hartamente incompetentes y corruptos en el manejo de la cosa pública, lo cual hoy los deslegitimiza.
Hay un grupo de intelectuales y analistas políticos cubanos fuera de la isla que apoyan la posición mantenida por el Cardenal Ortega y la parte minoritaria (pero dirigente) de la Iglesia Católica Castrista. Se han unido a la campaña de apoyo a Ortega y sus ayudantes, pero intentando re-hacer la historia con omisiones imperdonables (pero interesadas) sobre todo en lo relacionado a la libertad de los presos políticos, los 75 de la primavera negra. En honor a la verdad quiero decir que la liberación de los presos políticos en el año 2010, no se debió solamente a la gestión del Cardenal Ortega. Una secuencia de hechos notables previos fue lo que motivó que Raúl Castro se dispusiera a convocar al Cardenal Ortega para el diálogo y no vice-versa, como nos quieren ahora hacer ver los amigos de la yunta Raúl-Ortega.
La secuencia que realmente motivó a Raúl a liberar los presos políticos en 2010, referida antes, comenzó con el martirologio (o el asesinato) dentro de las cárceles castristas de Orlando Zapata Tamayo. Esta muerte innecesaria causó una verdadera conmoción mundial, porque periodistas brasileños presentes en la Habana para la visita del entonces presidente de Brasil, Lula da Silva, propalaron inmediatamente la magnitud de esta noticia al mundo: “Un albañil negro y pobre, había muerto en huelga de hambre en las cárceles castristas”. Acto seguido, entró en huelga de hambre el disidente y opositor cubano Guillermo Fariñas, huelga que fue ampliamente noticiada en todos los confines del globo, pidiendo precisamente la libertad de los presos políticos del grupo de los 75, asociados a la primavera negra. Como si todo esto fuera poco, las Damas de Blanco escenificaron una semana completa de caminatas, todos los días y por diversos lugares de la Habana pidiendo la libertad de sus familiares injustamente encarcelados, lo cual impactó directamente, nacional e internacionalmente, en el curso de los acontecimientos.
La dictadura no tenía como responder adecuadamente estos sucesos conocidos mundialmente. Fariñas moría lentamente en un hospital y se negaba a ingerir alimentos hasta que no tuviera certeza de la liberación de sus compañeros opositores, hasta que la dictadura cedió, convocando al Cardenal Ortega para una reunión, que dio inicio al diálogo de que se habla.
Es verdad que el cardenal Ortega, en ese período, había conseguido de Raúl Castro, antes de convocar este al diálogo de que hablamos antes, que las Damas de Blanco no fueran hostilizadas a la salida de la iglesia de Santa Rita en sus paseos dominicales, logrando un compromiso de Raúl para no “soltarles los perros” los domingos, en Santa Rita. Así las cosas, hay méritos compartidos, incluso desigualmente entre las gestiones de Ortega y los hechos de la oposición cubana, que obligaron a Raúl a negociar con Ortega. Es triste leer en el texto de un intelectual cubano una versión de la historia calcada de la hecha en los laboratorios de la policía política castrista, sin mencionar a Zapata, Fariñas o las Damas de Blanco.
¿Cuál es el objetivo de toda esta campaña de desinformación con lo realmente sucedido en torno a los presos políticos y los méritos reales de Ortega en este período? Si Raúl Castro quiere encabezar un proceso de transición a la democracia a la muerte de Fidel, que lo diga directamente y se siente a una mesa de negociaciones con la oposición política sin intermediarios, como lo es Ortega, que ya ha declarado que apoya a Raúl. ¿Por qué descalificar a los que quieren un cambio total del equipo de los políticos gobernantes actuales, si ellos han sido notoriamente incompetentes, sabidamente elitistas dentro de su partido único y marxistamente insensibles a la libertad, la democracia y el respeto a los derechos humanos de sus hermanos cubanos? El mismo derecho que tiene Ortega a ser castrista, tenemos la mayoría de cubanos (el 70% dentro de Cuba) a querer un cambio radical de hombres y de sistema político. Las encuestas de opinión lo han confirmado.
La dictadura siempre ha inventado “enemigos” que hacen “campañas” contra los “sagrados intereses” de la revolución. Ahora --y de manera poco creativa-- Ortega también inventa campañas inexistentes, usando la misma fraseología de los albarderos del apoyo a Raúl en sus pretensiones continuistas. La única razón que tienen Raúl Castro y su partido comunista, así como el Cardenal Ortega y su Iglesia Católica Castrista, en su esmerado empeño pro Raúl, es de tipo elitista, hegemónico y desvinculado de los anhelos de libertad, democracia y vida nueva, válido para todos los cubanos de dentro y fuera de la isla, y ¡también para ellos!
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Última actualización el Martes, 12 de Junio de 2012 09:17 |
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Sábado, 12 de Mayo de 2012 22:10 |
El Ajedrez de Raúl Castro
Para el mundo fuera de Cuba, “el problema cubano” está fuertemente relacionado a su diferendo con Estados Unidos y no está directamente asociado a la férrea dictadura que padece la isla. Por eso no es difícil conciliar --su hubiera voluntad política en Raúl y sus generales (y parece que la hay)-- un acuerdo para cambios en Cuba, si existiera la promesa de continuación del poder en manos de los hombres de Raúl al frente del gobierno. Cualquier apertura cosmética que Raúl ofrezca hacia el exterior --si EUA accediera a levantar el embargo y permite el turismo norteamericano en la isla (Obama muy probablemente lo haría si fuera electo en la elecciones de fines de este año)-- los actores internacionales --propulsados por los países latinoamericanos y la Iglesia Católica-- estarían en la primera línea de tal “acuerdo histórico”.
El Ajedrez de Raúl Castro
Jorge Hernández Fonseca
12 de Mayo de 2012
El panorama político dentro de Cuba está completamente distorsionado por la férrea censura impuesta a los medios de información y por la engañosa propaganda que se elabora en los laboratorios de la policía política para crear un estado de opiniones falso. Sin embargo, ciertos acontecimientos denotan una lucha sorda por el poder dentro del partido, que se infiere de hechos relacionados a los “cambios” propuestos por los generales de Raúl, que apenas se arrastran a lo largo del país, detenidos por una fuerza que no puede ser otra que la de su hermano Fidel, inconforme con el papel de líder de una revolución fracasada que estos le dejan.
Adicionalmente a este estado de cosas, la grave enfermedad de Hugo Chávez ha recrudecido estas diferencias internas, porque las líneas de comunicación que los hombres de Raúl han conseguido tender, hacia las élites gobernantes norte y suramericana por un lado y hacia Europa por otro --aprovechando el sometimiento de la Iglesia Católica Cubana (apoyado por el propio Papa)-- amenazan con desmembrarse ante la posición cubana dentro de Venezuela.
Por las sabidas actitudes condescendientes del presidente Obama hacia La Habana, por un lado, y los incansables esfuerzos de prácticamente toda Latinoamérica por otro, se infiere que hay conversaciones de los hombres de Raúl con estos bloques, en las que han ofrecido --en el medio plazo-- ciertos cambios dentro de la isla --incluso de corte político-- que junto con los esfuerzos de la Iglesia Católica en Europa, han creado una imagen internacional de cambios dentro de la isla, preservando siempre el poder en manos de Raúl y sus generales, lo que a los ojos de EUA evitaría un temido vacío de poder dentro de la isla, y a los ojos de España garantizarían sus intereses económicos existentes, todo con la bendición del Papa y su Iglesia.
Para el mundo fuera de Cuba, “el problema cubano” está fuertemente relacionado a su diferendo con Estados Unidos y no está directamente asociado a la férrea dictadura que padece la isla. Por eso no es difícil conciliar --su hubiera voluntad política en Raúl y sus generales (y parece que la hay)-- un acuerdo para cambios en Cuba, si existiera la promesa de continuación del poder en manos de los hombres de Raúl al frente del gobierno. Cualquier apertura cosmética que Raúl ofrezca hacia el exterior --si EUA accediera a levantar el embargo y permite el turismo norteamericano en la isla (Obama muy probablemente lo haría si fuera electo en la elecciones de fines de este año)-- los actores internacionales --propulsados por los países latinoamericanos y la Iglesia Católica-- estarían en la primera línea de tal “acuerdo histórico”.
Si algo como lo descrito está en andamiento, serían Fidel y sus hombres dentro de la isla los primeros en torpedearlo. Probablemente la apertura, las conversaciones y las promesas de Raúl hacia el exterior ya se produjeron y lo que vemos internamente como una contradicción raulista con sus propios cambios (el estancamiento, la represión excesiva e innecesaria) no sea más que la acción de los hombres de Fidel torpedeando una solución de la magnitud descrita.
En este contexto de luchas internas por la transición raulista en marcha, es que se produce la enfermedad de Hugo Chávez y el peligro de cortarse abruptamente el subsidio venezolano que mantiene al régimen cubano. Para los generales de Raúl, una crisis con la enfermedad de Hugo Chávez pudiera constituirse en parte de la solución y no sería parte del problema, como sí lo sería para los hombre de Fidel. Raúl pudiera haber ´pactado un “paquete completo” de soluciones con sus interlocutores de occidente (la Iglesia Católica, toda Latinoamérica (Brasil sobre todo) y los hombre de Obama) que garanticen una solución estable para Cuba (con los generales de Raúl en el poder, cierta apertura política, pero sobre todo, económica) que incluya en este caso la entrega del poder en Venezuela, si el chavismo pierde las elecciones.
Claro que Fidel jamás pactaría un acuerdo de este tipo. Por eso los sucesivos artículos (reflexiones) del viejo dictador, amenazando a Venezuela con “baños de sangre” y prometiendo “nunca entregar el poder”, incluso perdiendo las elecciones. Es parte del enfrentamiento interno Raúl-Fidel, con enfoques diferentes respecto al futuro de Cuba en el contexto actual y el papel que le tocaría jugar a los cubanos en el “río de sangre” que Fidel quisiera para Venezuela.
Aparentemente y por los movimientos actuales dentro de Venezuela y las medidas que comienzan a tomarse en el país sudamericano, la variante de entregar el poder al ganador de las elecciones comienza a ganar adeptos, incluso porque EUA tiene intereses directos en ese importante país y ha comenzado a accionar sus influencias para una solución pacífica cuando Chávez salga del panorama político. En ese contexto, la ayuda de los generales de Raúl para una solución pacífica en Venezuela, EUA lo vería con muy buenos ojos, se sumaría como un mérito adicional para el voto de confianza que toda Latinoamérica le pide a EUA sobre Cuba y pudiera constituirse en punto clave para cualquier presidente de EUA que gane las elecciones.
Raúl y sus generales claro que no van a desaprovechar una oportunidad de este tipo para consolidar su papel como cabeza de la transición cubana en marcha, aunque tengan que sacrificar parte de su poder político en la isla, compartiéndolo con partidos títeres como los que “espacio laical” ya prometió crear “si fuera necesario” (es decir, por ordenes de Raúl).
En este panorama, Fidel debe estar muriéndose de rencor por el camino que toman los acontecimientos y probablemente usa el poco poder que le queda, reprimiendo mujeres indefensas. Su propio hermano labrando el camino de la destrucción de su imagen, que por otro lado el viejo dictador se dedica a cultivar como siendo la peor posible, como lo hizo en su último artículo armamentista pro-ruso y anti-norteamericano radical, añorando la guerra fría.
¿Cuál es el papel de la oposición política cubana de dentro y fuera del país ante semejante panorama, es la pregunta obligada que los cubano(a)s digno(a)s nos hacemos?
Un problema serio que encontramos es que no hay un reconocimiento de la oposición política cubana en el plano internacional, en parte porque no ha existido una dinámica de voluntad de representatividad unitaria para este momento de la lucha (como si lo supo tejer la oposición venezolana) y en parte porque la dictadura siempre ha actuado infiltrando sus agentes para impedir dar los pasos en el sentido de tener que lidiar con una oposición democrática real.
El momento es este, para la oposición cubana dar los pasos en sentido de ganar personalidad internacional, reconocimiento político y representatividad, para el momento de luchas que se avecina. Todos los planes de Raúl nacen del egoísmo de un grupo de poder y sus familias, que han destruido la Nación Cubana en este medio siglo de desmanes sociales, económicos y políticos, por lo que es natural que el talento de sus mejores hijos está todavía a tiempo de ser parte de la solución que ahora se cocina a espaldas de los demócratas de la Nación Cubana.
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Última actualización el Miércoles, 16 de Mayo de 2012 14:09 |
COLUMNA DEL DIRECTOR Jorge H Fonseca |
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Escrito por Indicado en la materia
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Martes, 10 de Abril de 2012 09:02 |
La Transición Raulista: Fortalezas y Amenazas
La tesis de que la oposición política cubana es la que realmente debería encabezar el proceso de transición viene dado por dos aspectos que se conjugan sumándose: Primero, la transición Raulista es --como en China-- hacia un sistema capitalista sin libertades políticas, siendo que la oposición política cubana propugna una transición política a la democracia y tomando como base el mercado. Segundo, una transición política y económica ejecutada por los personeros de viejo régimen comunista –como pudieran pretender algunos de los generales de Raúl a su muerte-- pudiera resultar en un régimen capitalista voraz y primitivo en lo económico y el establecimiento de una semi-democracia en lo político, cuyo ejemplo es la Rusia de Putin.
La Transición Raulista: Fortalezas y Amenazas
Jorge Hernández Fonseca
6 de Abril de 2012
No más expresé mi convicción por esta vía de que el general Raúl Castro pretende encabezar una transición al capitalismo --después de haber resultado exitoso en el proceso de sucesión que le precedió-- un articulista de dentro de la isla salió a negar fehacientemente que semejante proceso de transición exista. Es su derecho. El principal argumento para negar la transición raulista es lo dicho por un ministro de la dictadura castrista, Marino Murilo --durante la visita del Papa-- respecto a que “no habría apertura política en Cuba”. Como este argumento es poco convincente (transición al capitalismo ya se hizo en China, sin “apertura política”, encabezada también por un Secretario General del Partido Comunista Chino) continúo creyendo que las pretensiones raulistas van en esa dirección, cooptando el derecho de la oposición cubana.
La tesis de que la oposición política cubana es la que realmente debería encabezar el proceso de transición viene dado por dos aspectos que se conjugan sumándose: Primero, la transición Raulista es --como en China-- hacia un sistema capitalista sin libertades políticas, siendo que la oposición política cubana propugna una transición política a la democracia y tomando como base el mercado. Segundo, una transición política y económica ejecutada por los personeros de viejo régimen comunista –como pudieran pretender algunos de los generales de Raúl a su muerte-- pudiera resultar en un régimen capitalista voraz y primitivo en lo económico y el establecimiento de una semi-democracia en lo político, cuyo ejemplo es la Rusia de Putin.
Las tres etapas en la que el problema cubano está insertado de manera natural (sobre lo cual escribí un artículo anterior titulado “Las Etapas del Raulismo”) tienen puntos fuertes para la dictadura castrista, así como puntos débiles que ponen en peligro sus planes. A continuación, pasaré a analizar cada etapa y los previsibles puntos fuertes y los probables puntos débiles en cada caso, siempre respecto a los intereses de Raúl Castro y sus generales contra la oposición cubana. Como apunté en el artículo anterior ya referido, la primera etapa es la situación actual de tránsito lento hacia una economía cubana capitalista. La segunda etapa sobrevendría a la muerte de Fidel Castro y la tercera etapa vendría con la muerte del propio Raúl Castro.
En la primera etapa, es decir, la situación actual, la dictadura cubana cuenta con varios puntos fuertes, como los siguientes (sin pretender agotar en adelante los puntos expuestos):
- Existe una óptica norteamericana bi-partidista para la solución del problema cubano basado en el mantenimiento de los órganos armados del castrismo, sabidamente poderosos y experimentados, que aleje el peligro de un vacío de poder en la isla durante la transición, lo que probablemente provocaría el tan temido éxodo balsero cubano hacia La Florida --por un lado-- y por otro, el peligro de que el narcotráfico organizado se apodere de las estructuras sociales cubanas y del incipiente gobierno democrático;
- Hay otra óptica, también bi-partidista en España, respecto al trato normal con el gobierno de la dictadura para proteger los intereses económicos comprometidos dentro de la isla con el castrismo, queriendo preservarlos durante el proceso de transición raulista;
- El espaldarazo nacional e internacional que una visita exitosa del Papa significó, sumado a la influencia dentro de Cuba de la alta jerarquía católica y sus voceros, que claman por todos los medios a apoyar una transición pacífica basado en Raúl y sus cambios;
- Una oposición política cubana dentro y fuera de la isla dividida, que se hace escuchar atomizadamente y que todavía no aprendió la lección de su homóloga, --la oposición venezolana a Chávez-- de crear una unión provisional para enfrentar el adversario;
- Un control casi absoluto por parte de las fuerzas represivas dentro de la isla sobre las fuerzas opositoras, como quedó demostrado durante la visita de Benedicto XVI --sólo hubo un intento aislado de protesta-- porque las fuerzas disidentes estaban bajo control;
- Una pasividad cómplice en los países democráticos de América Latina, que para nada alzan sus voces de repulsa a una dictadura de más de medio siglo, sumado al apoyo decidido del frente castrista en Latinoamérica, representado por los países del ALBA, sumado a un apoyo claro de parte de Rusia, China e Irán, entre otros;
Los puntos débiles de esta primera etapa de la transición raulista --la etapa actual-- son:
- La dictadura cubana es mantenida económicamente por el régimen de Hugo Chávez en Venezuela, el que envía 100 mil barriles diarios de petróleo que ahora corren el riego de ser cortados por dos razones que se suman: la enfermedad grave del caudillo venezolano, y las próximas elecciones presidenciales de Octubre. En este caso, habría que ver los resultados de las perforaciones por petróleo que Raúl incentiva en la costa norte cubana y los acuerdos que ha debido firmar, sin haberse hechos públicos;
- La prolongación de la enfermedad de Fidel Castro que lo mantiene con vida y le permite torpedear, en unos casos --y limitar en otros-- las medidas necesarias a tomar dentro del proceso de cambios que ejecutan Raúl y sus generales contra el “modelo” anterior;
- La corrupción rampante existentes dentro de las filas de la dictadura, que amenaza con desintegrar el gobierno desde dentro y que se suma al sentimiento de impunidad de que disfrutan las “primeras familias reales” reforzando el rechazo popular al castrismo;
- El profundo sentimiento de desengaño y reprobación existente en el seno mayoritario de la población cubana, llevándola a la inercia (que la dictadura usa para sus objetivos) pero que pudiera volverse contra la fuerzas represivas cuando menos lo esperen;
La segunda etapa sobrevendría a la muerte del dictador mayor, Fidel Castro. Puntos fuertes:
- La desaparición física del Fidel Castro significaría una liberación para tomar todo tipo de medidas liberalizantes en la economía, ahora dormidas por respeto a la imagen del líder del desastre cubano, lo cual pudiera incrementar el apoyo internacional, sobre todo dentro de EUA, Europa (España incluida) y Brasil, interesados en invertir en Cuba;
- En esta etapa se incrementaría el poder de los generales de Raúl sobre aquellos reductos aún en manos de los hombres de Fidel Castro, ya que aprovecharían para tener el control total de las riendas del gobierno y el estado para sus planes sucesorios;
- Raúl y sus generales pudieran ensayar una tímida apertura política, usando los partidos títeres que la policía política tiene preparados dentro de la isla y los que aceptarían las “limitaciones iniciales” que un “experimento” de ese tipo tiene implícito;
Los puntos débiles de esta segunda etapa, la muerte de Fidel Castro, serían:
- El peligro de una rebelión de los sectores asociados al dictador mayor, muchos de ellos armados –y ahora en desgracia-- lo que pudiera provocar una guerra civil contra la que no había otra opción que la entrada de una fuerza internacional, con EUA al frente;
- La falta de economistas y otros recursos humanos experimentados en la economía de mercado, que China por ejemplo resolvió importando consultores de alto nivel, pudieran retrasar e incluso dar al traste con el empeño de materializar una economía capitalista;
- La falta de carisma de Raúl y sus generales, que restaría la unanimidad de que ahora disfruta la “revolución cubana” en los sectores populares e intelectuales internacionales, que para Raúl y sus generales resultaría muy difícil de ser compensado;
La tercera etapa, la muerte del propio Raúl Castro, tendría los puntos fuertes siguientes:
- Los generales (o el general) de Raúl, que encabece el proceso de sucederlo, al tener las manos libres que lo ataban a los hermanos Castro, tendría una facilidad negociadora --nacional e internacional-- mayor que la disfrutada por los dictadores por más de medio siglo y podría incentivar un “borrón y cuenta nueva” desde el poder, que llevaría la isla a una transición a la democracia por un lado, o a un sistema estilo Rusia, por otro;
- La existencia de esta etapa, implica una solución aceptable y exitosa por parte de Raúl y sus generales en la etapa anterior, lo que significaría un avance por la aceptación de su concurso en el gobierno de la isla, que conllevaría un apoyo internacional importante;
Los puntos débiles de la tercera etapa, a la muerte de Raúl Castro, serían:
- La desaparición física de Raúl podría desatar una lucha por el poder dentro de las fuerzas armadas y el gobierno dictatorial, con más posibilidades de ocurrir que a la muerte de Fidel Castro, lo que va a depender del tiempo que dure la segunda etapa, para Raúl poder neutralizar las diferencias y conseguir un consenso para su sucesión, cosa extremadamente difícil en las circunstancias actuales de pretensiones familiares;
- Un gobierno que quiera ser la continuación del gobierno de Fidel Castro, llegaría a esta etapa desacreditado, con muy pocas posibilidades de estructurar algo creíble;
Repito que no pretendo haber sido totalizador en el análisis y que probablemente algunos puntos han quedado sin ser considerados, aunque considero que lo principal ha sido abordado. Como artículo público, los análisis que se hagan sobre el mismo pudieran ser aprovechados por la oposición democrática en su empeño por una Cuba mejor. Considero adicionalmente que las condiciones actuales favorecen a un esfuerzo unitario de la oposición política cubana, como condición necesaria (aunque no suficiente) para poder luchar con cierta perspectiva de éxito contra los planes raulistas de monopolizar el gobierno a medio plazo.
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Última actualización el Sábado, 28 de Abril de 2012 10:50 |
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Miércoles, 23 de Mayo de 2012 08:43 |
LA RECONCILIACIÓN.-
Cuando el cardenal Ortega habla de reconciliación podría estar mostrando un camino de sometimiento a la oposición política cubana, si no consigue ser públicamente enfático al hablar de reconciliación cuando dialoga con los personeros del régimen, incluso porque esa filosofía forma parte de la doctrina cristiana que defiende y encabeza dentro de la isla. Pero antes de la oposición considerar semejante vía de entendimiento –factible como se ha dicho antes-- habría que pedirle a alguno de los altos dirigentes de la dictadura castrista que hablara de reconciliación en relación a la disidencia o la oposición de dentro y fura de la isla, cosa que no ha sucedido rigurosamente ninguna vez en este más de medio siglo de dictadura pura y dura.
La Reconciliación
Jorge Hernández Fonseca
21 de Mayo de 2012
Aparentemente --y según la línea de pensamiento que defiende el Cardenal Ortega para la solución del “problema cubano”-- el arreglo pasaría por un proceso de ‘reconciliación’. Es sin dudas un camino y podría ser parte de la solución. El problema es que cuando existen dos partes con posiciones tan antagónicas, y una de ellas --la dictadura castrista-- continúa en una posición de fuerza contra la oposición pacífica, hay que caminar varios pasos antes de poder llegar a tal proceso. Sobre todo, es fundamental que ambas partes reconozcan la reconciliación como el inicio de un entendimiento. Reconciliación unilateral de parte de la oposición, hacia una dictadura que no habla de ello y continúa encarcelando y usando la fuerza, es rendición.
Cuando el cardenal Ortega habla de reconciliación podría estar mostrando un camino de sometimiento a la oposición política cubana, si no consigue ser públicamente enfático al hablar de reconciliación cuando dialoga con los personeros del régimen, incluso porque esa filosofía forma parte de la doctrina cristiana que defiende y encabeza dentro de la isla. Pero antes de la oposición considerar semejante vía de entendimiento –factible como se ha dicho antes-- habría que pedirle a alguno de los altos dirigentes de la dictadura castrista que hablara de reconciliación en relación a la disidencia o la oposición de dentro y fuera de la isla, cosa que no ha sucedido rigurosamente ninguna vez en este más de medio siglo de dictadura pura y dura.
El llamado problema cubano tiene características muy peculiares. La dictadura castrista para nada se dispone a reconocer ‘valores’ en la oposición política nacional. El trato que exige siempre el gobierno hacia la oposición es de sumisión total, nunca de reconocimiento de errores --de parte y parte-- o de negociación para compartir civilizadamente el espacio que nos brinda la República. El principio que enarbola la dictadura es: “el gobierno que tomamos por la fuerza, por la fuerza tienen que quitárnoslo”, incitando a un proceso violento, nada conciliatorio.
Por otro lado, vemos como dentro de la propia Iglesia no existe la reconciliación con aquellos católicos que decidieron libremente tomar el camino de la oposición política. Es el caso de Oswaldo Payá y su Movimiento Cristiano de Liberación. ¿Por qué Payá y su movimiento es perseguido y mal visto dentro de la Iglesia? Si hubo diferencias antes, ¿por qué no se ejerce la reconciliación con esos hermanos de religión? ¿por el simple hecho de ser opositores políticos?; si los infiltrados del sistema de espionaje castrista en la Iglesia hablan y defienden la dictadura dentro y fuera de Cuba a nombre de la iglesia, ¿por qué no puede Oswaldo Payá y su Movimiento Cristiano de Liberación hablar contra la dictadura como católicos que son?
Hay muchas preguntas como las anteriores a ser respondidas antes de querer dar lecciones de reconciliación: ¿podrá haber reconciliación unilateral de las Damas de Blanco hacia sus verdugos, que semana tras semana las apalean, apresan y maltratan?; ¿podrá haber reconciliación unilateral de parte de la familia de Orlando Zapata hacia la policía que le negó el agua y lo dejó morir cruelmente?; ¿podrá haber reconciliación unilateral de Andrés Carrión hacia el policía político disfrazado de Cruz Roja que lo golpeó cobardemente, ya dominado?
Hay adicionalmente aspectos del “problema cubano” que son de tipo netamente político. Se sabe que la dictadura castrista ha adoptado la estrategia de confrontar, dentro y fuera de la isla, a los opositores como siendo partes del gobierno norteamericano y no como realmente son, personas libres que quieren una alternativa democrática para el gobierno de la isla. No puede haber reconciliación política con quien no reconoce jurídicamente la independencia de la oposición cubana respecto a gobiernos extranjeros, EUA u otros. La base de la reconciliación debe ser el respeto. Sin respeto y con consignas falaces sobre la oposición cubana, no hay alternativas que no sea la lucha por rescatar, en cualquier campo, la dignidad opositora.
Para la alta jerarquía católica, así como para los laicos pro-castristas infiltrados en la dirección de varios órganos de prensa de la Iglesia y en la dirección de ciertas estructuras laicas católicas cubanas, la dictadura cubana es lo mejor para la sociedad de la isla, como se han cansado de repetir dentro y fuera de Cuba. Pero la oposición no piensa así y junto con ella, una mayoría del pueblo cubano y de los católicos cubanos. El hecho que la Iglesia castrista cubana llame a seguir a Raúl Castro a través de una reconciliación unilateral, no significa que la oposición acepte semejante desvarío, porque en el plano conciliatorio, el castrismo no ha propuesto rigurosamente nada. La oposición continúa así su camino para cumplir su misión de luchar por una Nación libre, democrática e independiente. Lo contrario sería traicionar la patria cubana.
Si existiera buena voluntad, todo es posible. Sobre todo, si ambas partes –oposición y gobierno-- admiten que la reconciliación es el proceso que los llevará a compartir un país más civilizado. Pero continuar pregonando una reconciliación solamente de las víctimas hacia sus victimarios indolentes, de los opositores pacíficos hacia las fuerzas represivas que los apalean, de la oposición hacia una dictadura sin apertura política, es simplemente traicionar lo más sagrado que tenemos los cubanos honestos hoy en día: la dignidad de un pueblo que no se doblega ante la dictadura. Como pregonó el Apóstol, “sin patria pero sin amo”. Para los cubanos de hoy, la dignidad ante la dictadura es más sagrada que la propia religión que pregona lo contrario.
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Última actualización el Miércoles, 06 de Junio de 2012 11:25 |
COLUMNA DEL DIRECTOR Jorge H Fonseca |
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Escrito por Indicado en la materia
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Jueves, 26 de Abril de 2012 01:06 |
La Iglesia Católica Cubana como Brazo del Castrismo
No es una traición a los principios cristianos de libertad para el pueblo cubano oprimido. Es el accionar de marxistas infiltrados en el aparato católico, controlándolo, discursando y llamando a la unión con la dictadura, para “dentro de 5 años tener algo mejor”, como descarnadamente propagandizan en el seno de nuestro exilio, atónico ante una realidad que sobrepasa la imaginación más atrevida: La Iglesia Católica Cubana, ya no está plegada a Raúl Castro, sino, incluida totalmente dentro de la nómina de sus aparatos.
La Iglesia Católica Cubana como Brazo del Castrismo
Jorge Hernández Fonseca
25 de Abril de 2012
Después de la visita del Papa Benedicto XVI a Cuba se ha producido un verdadero asalto a las posiciones opositoras por parte de las huestes de la dictadura cubana usando a la Iglesia Católica como brazo ejecutor. Tal parece como si la visita papal a la isla hubiera dado luz verde para el ataque coordinado en forma de conferencias, eventos y reuniones excluyentes, que han tomado como tema aparente la “reforma migratoria” anunciada por los oficiales castristas, pero lo que en realidad han hecho es dar un recado directo a la oposición: El castrismo raulista será el que encabece la transición a cualquier tipo de sociedad futura, con el apoyo de la Iglesia.
Una sucesión de noticias, frases y posicionamientos surrealistas han corrido a raudales por las páginas de Internet y las cadenas de noticias, pronunciadas en los eventos políticos organizados por la Iglesia dentro y fuera de la isla --controlados por el castrismo y sus colaboradores externos-- donde se han expresado conceptos que van desde afirmar que “la apertura política no es necesaria”, hasta que “Raúl Castro es la persona indicada para encabezar las reformas que la isla necesita”, una verdadera barbaridad para el futuro de Cuba.
Hasta el presente, el esquema de análisis colocaba a la jerarquía de Iglesia Católica Cubana como siendo controlada por personeros afines a negociar con el castrismo un apoyo interno, a cambio de ganar determinado espacio para expandir su credo, en fase a lo que se podría imaginar de una Iglesia que hasta ahora era sometida a un aislamiento limite dentro de la sociedad cubana, donde los valores políticos priman por sobre cualquier tipo de creencias.
La Iglesia Católica Cubana nos ha demostrado en estos días que en realidad el castrismo ha conseguido convertirla en una correa de transmisión más para el control de la sociedad cubana y ahora la lanza al exilio como parte de la campaña de cooptar la oposición externa, basado en que los mensajeros son religiosos y no políticos, ni “del partido”.
La Iglesia Católica Cubana, junto a los Sindicatos, los CDR y las Brigadas de Respuesta Rápida, cumplen su misión dentro de la isla de manera similar, tal es la penetración que los cuerpos de espionaje cubanos han conseguido hacer entre sus laicos y religiosos. No se trata del posicionamiento de grupos o de tendencias de subsistencia lo que se observa. Es un control claro y determinante en cuanto a ideología política, línea de procedimientos y ejecutoria, tratando de minimizar la oposición interna y denigrando al exilio que lucha por la libertad.
No es --como se podría imaginar-- una traición a los principios cristianos de libertad para el pueblo cubano oprimido. Es el accionar de marxistas infiltrados en el aparato religioso, controlándolo, discursando y llamando a la unión con la dictadura, para “dentro de 5 años tener algo mejor”, como descarnadamente propagandizan en el seno de nuestro exilio, atónico ante una realidad que sobrepasa la imaginación más atrevida: La Iglesia Católica Cubana, ya no está plegada a Raúl Castro, sino, incluida totalmente dentro de la nómina de sus aparatos.
Una sucesión de acontecimientos confirman lo dicho: primero, la dictadura anunció la reunión de representantes del régimen con exiliados seleccionados por su comportamiento dócil ante el castrismo, pero antes de producirse, una avalancha organizada por la Iglesia Católica Cubana --asociada al mismo tema-- ejecutó una reunión excluyente y a puertas cerradas dentro de la isla; celebró una conferencia en Nueva York invitando a un vocero de la nueva tendencia castrista de la Iglesia Católica Cubana, que vino al exilio a decirnos algo así como “perded toda esperanza”; hasta que finalmente el Cardenal Ortega en persona viajó a Estados Unidos para pronunciar el “úkase” definitivo: “hay que apoyar a Raúl, con mucha tolerancia y paciencia”.
El descubrimiento ahora es que estamos ante una Iglesia Católica Cubana que actúa como un brazo más del partido comunista de Cuba --ni más ni menos-- basado en la penetración profunda que el aparato de espionaje castrista ha logrado tejer en estos últimos 50 años dentro de sus esquemas jerárquicos y de mando, tanto religiosos como laicos. Todo con vistas a utilizarlo precisamente ahora, cuando es evidente el fracaso socialista. No se trata de una iglesia colaboracionista, se trata de una Iglesia penetrada, que cumple órdenes del partido.
Es la única manera de explicar lo sucedido desde que Raúl se vio en la necesidad e reunirse con la Iglesia como Institución --aparentemente independiente-- para resolver la crisis generada por la muerte del máritr Orlando Zapata, la huelga de hambre de Guillermo Farías y las manifestaciones de las Damas de Blanco. Es la explicación al silencio cómplice por la represión durante la visita del Papa. Es la explicación al espacio limitado que la dictadura ha ido dando a su nueva “organización de masas” y es la explicación más en fase con lo que hemos escuchado y leído en las últimas dos semanas y lo que probablemente todavía falta por escuchar y leer.
Este procedimiento de una dictadura derrotada en el aspecto ideológico, sometiendo a sus órdenes a la dirigencia católica cubana, puede producirse únicamente debido a que todavía mantiene dentro de la isla un control total de la información y los acontecimientos y quiere con esta nueva imagen (del apoyo católico a su régimen) ganar cierta credibilidad, para de esa manera continuar en las riendas del gobierno, que de otra forma sería imposible, en función del descalabro social, político, económico y moral al que ha sometido a la sociedad cubana.
Es posible que exista algún tipo de diferencia aleatoria entre los dirigentes católicos de la Iglesia cubana penetrada y la línea futura determinada por Raúl y sus generales, pero nada diferente a los enfoques diversos que hay entre el propio Raúl y alguno de sus asesores, en cuanto a conveniencias o no de algún aspecto secundario de lo que debe hacerse. Independiente de detalles más o menos importantes, lo cierto es que estamos ante un brazo más de la dictadura que nos oprime desde hace medio siglo y que pretende continuar oprimiéndonos.
De manera que, la Iglesia Católica Cubana ha pasado --debido a su compromiso castrista de dependencia-- a ser una Iglesia apócrifa, no importa el apoyo que el Papa le ha dado recientemente. La dictadura seguramente no tomará decisiones en el aspecto interno doctrinal y probablemente tampoco en cualquier otro aspecto que pueda lesionar la acción católica como comprometida con la religión y al mismo tiempo con los valores comunistas de la dictadura (cosa difícil) pero que en la Iglesia de Cuba no parece serlo, por su compromiso castrista.
Los católicos de dentro de la isla deberían tomar providencias, sabiendo separar los aspectos asociados a la fe y los asociados a los deberes con una patria libre, que en este caso deben estar por encima de cualquier mandato institucional eclesiástico, ya que nunca estará claro el objetivo de cada pronunciamiento que provenga de los dirigentes católicos cubanos de dentro, sean religiosos o laicos, pues este pudiera haber sido elaborado en los laboratorios de la policía política del régimen, para ir llevando el rebaño al matadero. Oswaldo Payá denunció adecuadamente estos procedimientos espurios, pero ahora se trata de algo más serio, la Iglesia Católica Cubana como Institución actúa como brazo de la dictadura en sus planes de dominio.
Dos aspectos quedan claros: primero, Raúl Castro pretende liderar la transición de Cuba hacia el capitalismo que sus generales imaginan (conservando las riendas del poder) y segundo, para esta aventura innoble cuentan con la iglesia Católica Cubana, ya “destapada” como uno de sus “organizaciones de masas”. Lo anterior luce muy bien en el contexto de apoyo latinoamericano y de sectores estadounidenses. Solamente no “cierra” por la oposición monolítica del exilio, de la oposición interna y de los millones de hombres y mujeres dignos dentro y fuera de la isla.
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Última actualización el Sábado, 28 de Abril de 2012 10:51 |
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