La candidata que quiere Lula para sucederle en el “trono” de la República de Brasil se llama Dilma Rousseff, es también del Partido de los Trabajadores (PT), fue ministra en sus dos gobiernos y, aunque empezó con mal pie, los últimos sondeos la sitúan cada vez más cerca de la victoria.

Impuesta por Lula a su partido hace más de un año, Rousseff veía hasta el pasado mes de abril cómo la intención de voto de los brasileños se inclinaba más, con una diferencia de hasta nueve puntos, por el candidato opositor, el ex-gobernador del estado de Sao Paulo José Serrá, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), formación que busca regresar al poder tras los ocho años de gobierno “petista”.

Pero los últimos sondeos divulgados en la prensa brasileña revelan que, a cuatro meses de las elecciones de octubre y cuando todavía ni ha empezado oficialmente la campaña, Rousseff ganaría por una ligera ventaja o estaría empatada con Serra, ambos muy por delante de la también ex ministra de Lula Marina Silva, del Partido de los Verdes.

En los sondeos divulgados por el instituto Vox Populi y Sensus, la candidata oficialista obtendría el 38 y el 35,7 por ciento de los votos frente al 35 y el 33,2 de Serra, respectivamente, mientras que el de Datafolha daba un empate técnico al 37 por ciento entre los dos contrincantes.

“No creo que podamos tomar una encuesta y decir: ‘Gané las elecciones’. Sólo se ganan las elecciones el día que tienen lugar”, dijo Rousseff con prudencia al ser preguntada por los resultados. “Es importante haber salido de una posición muy modesta y hoy estar en un nivel significativo”, añadió.

Por su parte Serra, que aspira a devolver a su partido al poder en Brasil tras los dos gobiernos pre-Lula de Fernando Henrique Cardoso, restó importancia a estos nuevos resultados.

“Los sondeos van y vienen. Es una fotografía variable. La campaña sólo va a empezar después de la Copa del Mundo de Sudáfrica. Estuve prácticamente siempre por delante siempre y ahora empaté. Más adelante vamos a desempatar. El sondeo que importa es el de la urna el día del voto”.

A nadie se le escapa que el ascenso en las encuestas de la candidata oficialista es directamente proporcional a la magnitud del esfuerzo propagandístico que hace por ella Lula, un líder que cuenta con un apoyo popular de más de un 80 por ciento además de un creciente prestigio internacional.

“Dilma es la candidata del gobierno y el gobierno tiene una aprobación positiva. Las condiciones económicas son favorables a la población. A medida que se la identifica con Lula, sus resultados van subiendo”, explicó Ricardo Senzo, del Instituto Senzo.

Tanto es así, que Lula ya se ha ganado cuatro multas por hacer proselitismo a favor de su candidata utilizando la estructura del gobierno antes de que empiece la campaña electoral, que en Brasil es oficialmente 90 días antes.

La última de ellas por haber participado junto a Rousseff en una visita oficial a una comunidad pobre de Río de Janeiro.

Pero circulan rumores en Brasil que atribuyen una secreta intención a tanto apoyo: Lula, siempre partidario de no ampliar el número de mandatos presidenciales por no convertir a los presidentes en “dictadorcitos”, podría haber pactado con Dilma volver al poder en 2014, a cambio su apoyo incondicional que la podría hacer presidenta los próximos cuatro años.

Por Jordi Miró
Vía DPA