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Artigos: Mundo
En Libia se redefine Occidente PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Viernes, 11 de Marzo de 2011 11:34

Por HUBER MATOS ARALUCE

Si en los días pasados usted, el lector, hubiera estado luchando en  Az Zawiyah, o cualquier otro pueblo libio, contra las incursiones del ejército de Gadafi, es muy probable que pensara que los  políticos del occidente democrático son una casta de indiferentes.

 

Estos políticos hablan hoy contra el Gadafi que ayer fue su aliado, pero no actúan para frenar los crímenes que comete contra un pueblo que, con inferioridad de armamentos, lucha por su libertad.

 

Parece que a los dirigentes de Occidente les importa un comino lo que piensen los  libios.  Son políticos pragmáticos y se preocupan por quienes votan por ellos.   No les interesa ganar la voluntad de los jóvenes  árabes que les piden ayuda.

 

Hasta ahora parece que les ha sido más práctico pasar por alto o apoyar a los dictadores.  Los dictadores se  compran.  Los dictadores protegen las inversiones extranjeras.  Ellos hacen y deshacen las leyes.  En el Oriente Medio los “hombres fuertes” han asegurado el flujo de petróleo.

 

Que las naciones democráticas hayan firmado la Declaración  Universal de los Derechos Humanos no parece que siempre sea  tomado al pie de la letra ni muy en serio.    Los políticos de nuestros tiempos hacen lo que les conviene en este momento y mañana que se las entiendan los que sigan de turno.

 

Pero toda contradicción tiene  su precio.  Si el Occidente democrático no es consecuente con sus principios de defensa de la libertad y de respeto a los derechos humanos en el mundo, crea resentimientos que son el caldo de cultivo del radicalismo y la violencia.   Lo han hecho ya por demasiado tiempo.

 

Los pueblos esclavizados por dictaduras  y los pueblos que pasan hambre necesitan ayuda.  Unos para lograr su libertad,  otros para sobrevivir  las enfermedades y la miseria.  Occidente tiene que redefinirse claramente o pagar las consecuencias.

 

Los Estados Unidos han demostrado su decisión de defender la libertad en el mundo. Lo hicieron en las dos guerras mundiales del siglo pasado.  Lo hicieron por su propia seguridad y por sus principios.

 

La supervivencia de los  Estados Unidos se debió en gran parte a la ayuda decisiva con que Francia apoyó su guerra de independencia.  La participación francesa fue decisiva  en la derrota de Yorktown y el rendimiento de Lord Cornwallis.

 

Sin la ayuda de Francia, en hombres y pertrechos, la guerra de independencia de los Estados Unidos pudo haber sido más prolongada y sangrienta.  Francia ha sido el primer país en reconocer al gobierno provisional que en Libia lucha contra Gadafi.

 

Hoy los libios  piden y piden ayuda a un Occidente que le da largas al asunto.   Como si no estuvieran obligados por sus propias palabras y principios.

 

Hoy será por ellos.  Mañana por el pueblo que lo necesite.   Hasta que nunca más un pretendiente a tirano sobre la faz de la tierra se atreva intentar tomar el poder por la fuerza y mantenerlo a sangre y fuego sin que la comunidad internacional se lo impida.

 
LIBIA: HEROICA Y REBELDE PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Jueves, 10 de Marzo de 2011 10:48

Por Gabriel Astengo
EEUU: TIMORATO Y DEMAGOGO
EUROPA: HIPOCRITA Y COMPLICE

Mientras el heroico pueblo libio se enfrenta con inigualable coraje a las brutales embestidas de una dictadura desesperada y criminal, esta al consumarse uno de los capitulos mas vergonzosos de este siglo que comienza. Las traiciones del titulado "mundo libre" con Budapest y Bahia de Cochinos en el recien pasado siglo, hoy estan a punto de repetirse con Libia. Da profunda pena e indignacion, ver tanta cobardia e inaccion por parte de Occidente hacia el regimen asesino de Moamar el Kadafi.


En Washington, el gobierno del presidente Barack Obama dijo este miércoles "que todavía no ha decidido una estrategia a seguir frente a la crisis libia", y se defendió de las críticas que le acusan de lentitud para enfrentar la represión del gobierno de Kadafi contra los rebeldes.

¡Hay que tener muy dura, durisima la cara, para hacer publica esta declaracion, despues de varios dias de total inoperancia por parte de esta administracion, mientras que el dictador libio, masacra y bombardea inmisericordemente a la poblacion civil de ese pais! 

Pero no seria justo acusar solamente al gobierno de EEUU de esta bochornosa inactividad ¡por supuesto que no! tambien el resto de los gobiernos de Occidente llevan dias "discutiendo" opciones, sin decidirse por ninguna. Tal parece que tanto los gobiernos de EEUU y Europa, esperasen a que los rebeldes libios agoten sus municiones y su energia contra un enemigo superiormente armado y con las arcas llenas de petro-dolares, las que en buena parte son utilizadas para alquilar mercenarios de diversos paises.

Cada dia que pasa, miles de personas huyen del conflicto y mas inocentes mueren masacrados en el Magreb. Sin embargo, salvando el honor nacional, cientos de exilados libios viajan clandestinamente a Libia y se incorporan a la lucha armada en contra de Kadafi y su espurio regimen.

¿Que se esta estudiando una zona de exclusion aerea? ¿que se le han "congelado" fondos al dictador? ¿que la Interpol emitio una alerta contra Kadafi? ¡Puras "pamplinas"! Kadafi continua atesorando recursos inmensos en el Banco Central de Libia y los amorales capitalistas extranjeros continuan negociando bochornosamente con este genocida. Para ellos lo que cuenta es el "cash".

Quiera Dios que el brazo solidario le llegue al pueblo libio antes que sea demasiado tarde. Si no fuese asi, Occidente en pleno seria tan culpable como Kadafi.

Un democrata deberia de dolerle la bofetada que se le da a otro democrata en cualquier rincon del mundo. Los comunistas y fascistas, eran mas solidarios con sus compinches totalitarios en todo el planeta. No hay duda que las grandes potencias no tienen amigos, solo intereses, y eso es sumamente triste.

 
La política global y la ola democratizadora PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Viernes, 04 de Marzo de 2011 11:00

Por DARSI FERRER

 

Los valores democráticos occidentales están triunfando de la manera  menos prevista: por medio de la espontánea voluntad popular. ¡Y nada menos que en el mundo musulmán, donde politólogos, académicos y especialistas de inteligencia nos daban por verdad inamovible que éstas eran sociedades oscurantistas, limitadas por una fe religiosa totalmente lanzada a la intolerancia y la conquista de Occidente por vía violenta, en una especie de yihad eterna!

 

Toda esa visión de choque de las civilizaciones ha sido literalmente arrasada por una población islámica que, contra todas las apuestas de los expertos, piden democracia y libertades. Para nada demandan un régimen teocrático, una panda de ayatolas o una Ley de Sharia. No es la cerrazón social lo que reclaman, hartos de tanta que han tragado a pulso. Quieren la modernidad que propugna la cultura occidental.

 

En este contexto, los Estados Unidos, y en específico la Administración Obama, como nación líder de todo lo que esos pueblos en revolución espontánea exigen con su determinada presencia en las calles, deben emprender una política exterior decididamente guiada por la ética. Aún está presente el peligro de que los asesores e ingenieros políticos que tanto abundan desde que surgiera la Guerra Fría, emponzoñen las decisiones radicales que puedan tomarse ante una situación que se ha revelado como un auténtico viraje de la Humanidad hacia el progreso.

 

Aquí no han sido políticas gubernamentales, ni trabajos secretos de agencias de espionaje o el peso abrumador de un poder militar de gran potencia los que han decidido la transformación de una zona atrasada, reprimida por perennes gobiernos autoritarios y totalitarios, en un área donde se ha asomado la esperanza real de una vida mejor. Son los pueblos los que de manera relampagueante y decidida, poniendo los muertos y heridos, firmes ante amenazas, detenciones y represalias, están logrando ese verdadero portento de imponer la libertad y la soberanía popular convocados mediante un uso vibrante de las modernas tecnologías de comunicación.

 

El actual gobierno de los Estados Unidos debe tener muy presente ahora mismo que resultaría contraproducente reaccionar con vacilaciones ante esta nueva era liberadora. Lamentables ejemplos en el pasado demuestran las consecuencias nefastas de las perezas o cálculos cínicos ante episodios históricos que podían haberle dado un temprano vuelco al sufrimiento y represión de tantos millones de personas, como fueron el abandono del pueblo húngaro en 1956 y de Checoslovaquia en 1968, que les dio alas a los tanques soviéticos que aplastaron cruelmente la voluntad popular en ambas naciones.

 

También la comunidad internacional carga con el recuerdo de la masacre cometida por las autoridades de Beijing cuando sofocaron las protestas en la Plaza de Tiananmen en 1989, donde los tanques y tropas del ejército chino dispararon a mansalva contra una multitud de estudiantes y obreros desarmados que reclamaban mejoras de vida. Más recientemente, en 1994, ante los ojos del mundo ocurrió el genocidio en Ruanda, donde facciones de la etnia hutus asesinaron alrededor de medio millón de ruandeses tutsis y hutus moderados, mientras las fuerzas militares de la ONU se mantenían inmutables. Algo parecido sucedió en la antigua Yugoslavia a manos del ex presidente serbio Slobodan Milosevic, quien fuera apodado como el Carnicero de los Balcanes, por la limpieza étnica que protagonizó hasta que fue frenado por la tardía intervención militar de la OTAN.

 

Incluso durante el 2009, cuando el pueblo y las instituciones hondureñas decidieron firmemente defender su democracia de una insolente invasión institucional del derrocado gobernante Manuel Zelaya, incentivado por el engendro subversivo de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), la administración de los Estados Unidos se dejó imponer la visión de esa pandilla y de entrada se sumó al aislamiento del pequeño país centroamericano que sólo defendía los mismos valores que hacen envidiable a la nación norteamericana. Por suerte, la sociedad hondureña soportó con firmeza la embestida internacional y logró por sí sola salvaguardar el Estado de Derecho.

 

Luego del reciente terremoto en Haití, otra vez las naciones integrantes del ALBA forcejearon  para imponer allí el mismo patrón autoritario y destructor de los mecanismos democráticos que preconizan en sus países. La acción decidida de los EEUU mediante el despliegue de sus marines impidió que esos gobernantes liderados por el venezolano Hugo Chávez pudieran aprovecharse de la desgracia que asoló al empobrecido país caribeño, lo que fue un sano giro hacia la defensa de los valores institucionales que son los fundamentos de la cultura occidental.

 

Similar de cuestionable fue la pobre reacción internacional ante la represión del régimen teocrático de Irán que sofocó mediante el uso indiscriminado de la fuerza las masivas protestas ocurridas en junio del 2009, provocadas por el fraude en las elecciones presidenciales. Miles de iraníes se lanzaron a las calles para reclamar de modo pacífico la anulación del resultado oficial que dio como ganador a Mahmoud Ahmadinejad, mientras reconocían vencedor al candidato de la oposición Mir-Hossein Mousavi. La policía y grupos de paramilitares reprimieron sin contemplaciones y se calcula en varias decenas los muertos, además de miles los detenidos y agredidos físicamente en esas acciones.

 

El caso más notorio por estos días es la situación en Libia, donde los disturbios generados en contra del régimen propiciaron que el coronel Muammar al-Gaddafi intentara aplastarlos ordenando el bombardeo indiscriminado de la población civil y contratando tropas de mercenarios que, junto a efectivos de sus fuerzas militares, han masacrado a miles de manifestantes. Los EEUU y algunos países europeos condenan el abominable genocidio y optan por la imposición de fuertes sanciones económicas, políticas y militares, en lo que países como Rusia y China apelan a la increíble sugerencia de una solución negociada sin la intervención de la comunidad internacional y llaman a la no injerencia. La dictadura de los Castro llega al punto de rechazar la expulsión del régimen libio del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

 

Ante los hechos que ocurren en las naciones árabes y su más que probable impacto en otras regiones geográficas, entre las que se encuentra Cuba y su impresentable régimen totalitario, los Estados Unidos deben desestimar toda toxina remanente de la perjudicial real politik que pueda quedar en sus cadenas ejecutivas y apostar por la voluntad libremente expresada por los pueblos, en todos los ámbitos donde surjan las mismas auténticas reclamaciones.

 

En este sentido, el discurso pronunciado hace unos días por la Secretaria Hillary Clinton es un hito muy alentador. Si el triunfo de la voluntad popular en Túnez y Egipto ha sido tan electrizante y estimulador en otros pueblos oprimidos como para hacerles tomar sus destinos en sus manos defendiendo los valores democráticos, como sucede hoy en Libia y otros países de la región islámica, el apoyo a esos pueblos debe concentrarse en darle los instrumentos tecnológicos que permitan que esa voluntad se vuelva más presente en cada minuto, y que reciban el decisivo apoyo de la comunidad internacional. Además, se debe conjugar la adopción de condenas y la aplicación de acciones que impidan la masacre de civiles indefensos.

 

A la luz de la guerra de Irak y Afganistán,  y los significativos gastos en vidas y recursos que ha contraído la nación norteamericana por defender y consolidar el régimen democrático en esos países, la apuesta por fortalecer la sociedad civil mediante el inestimable apoyo tecnológico resultaría muy efectivo, menos costoso y más expresivo de la indiscutible voluntad popular para forjar nuevas realidades en las naciones no democráticas y deseosas de libertad.

 

Si hay algo que están demostrando los acontecimientos del Próximo y Medio Oriente es que los pueblos lo que más necesitan es de herramientas potenciadoras de la globalización para aspirar a modelos de democracia y plena soberanía. En manos del Occidente desarrollado está el satisfacer esos requerimientos.

La Habana, Cuba. 2 de marzo de 2011.

 

 

Observatorio de Análisis Político, afiliado a la plataforma Consenso Cívico.

 

 

Última actualización el Viernes, 11 de Marzo de 2011 11:39
 
Otra vez el fin de la historia PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 27 de Febrero de 2011 19:40

Por CARLOS ALBERTO MONTANER

Medio mundo árabe anda a la greña. Ciertos pueblos quieren cambiar el mundo en el que viven. ¿Por cuál? Lo más razonable sería que se acercaran a las naciones exitosas que han conseguido un grado razonable de estabilidad y prosperidad, para tratar de averiguar por qué han logrado prevalecer y triunfar en la historia.

En 1783, cuando Inglaterra reconoce a Estados Unidos, ningún poder europeo pensaba que la débil estructura republicana de la joven nación podría mantener la estabilidad en medio de los celos y las fricciones que tensaban las relaciones entre las antiguas 13 colonias de la Unión. Leer los informes de los diplomáticos de entonces --un viejo precedente de los WikiLeaks-- demuestra el pesimismo de los expertos de fines del siglo XVIII: ¿cómo iba a perdurar una entidad regida por 13 constituciones y dirigida por una cabeza rotativa auxiliada por decenas de legisladores localmente escogidos por medio del sufragio?

Pero duró. Dura hasta hoy. ¿Qué pasó? Ocurrió que ese Estado experimental diseñado por los ``padres fundadores'', desde el principio sirvió los intereses de los individuos que formaban la clase dirigente, pero con dos características básicas: podía transmitir la autoridad de manera organizada y pacífica por medio de elecciones periódicas, mientras acomodaba flexiblemente a un número creciente de personas capaces de tomar decisiones o influir en ellas, formando y absorbiendo los enormes niveles sociales medios que generaba progresivamente el eficiente aparato productivo, incluidos los afroamericanos y las mujeres, quienes estuvieron ausentes en el restringido proyecto original de la nación americana.

¿Por qué no ha habido revoluciones en Estados Unidos? Porque no han sido necesarias. Porque la sociedad creó y ha mantenido unas porosas instituciones capaces de asimilar los cambios sin violencia. Es realmente prodigioso (y admirable) que el mismo Estado que en 1789 eligió a George Washington como su primer presidente, un agrimensor convertido en militar triunfante y luego en rico hacendado esclavista, hoy sea dirigido por Barack Obama, un abogado mestizo de clase media, hijo de un africano y de una norteamericana blanca carente de la menor relevancia social o económica.

Y lo que es verdad en el terreno político y social tiene su equivalencia en el campo económico. El mercado abierto y la meritocracia hicieron posible que una república en la que el poder económico estaba en las manos de una pequeña minoría de plantadores y comerciantes con fuertes lazos con las autoridades coloniales británicas, se transformara pacíficamente en un enorme tejido empresarial plural y fluctuante, integrado por centenares de miles de compañías, en el que constantemente surgen y desaparecen agentes económicos que innovan y cambian la realidad material del país a una velocidad sorprendente, sin que nadie planifique la producción o escoja a los triunfadores o a los fracasados, rol que le corresponde desempeñar al consumidor soberano.

Ese elástico ``modelo americano'', integrado por un Estado definido como democracia liberal y un sistema económico regido por el mercado y la existencia de propiedad privada, acabó siendo el paradigma por el que, paulatinamente, se fueron inclinando las otras naciones punteras del planeta, hasta que, a principios de la década de los noventa del siglo pasado, tras el hundimiento de la opción marxista-leninista, Francis Fukuyama advirtió, con una frase generalmente incomprendida, que habíamos llegado ``al fin de la historia''.

Fukuyama no quería decir que no ocurrirían hechos dramáticos o contramarchas, o que nunca más un sujeto terco podría insistir en revivir el comunismo o cualquier otra variante fracasada de colectivismo estatista, sino que parecía evidente que los beneficios de la convivencia armónica, el cambio pacífico y la estabilidad institucional se lograban por medio de la democracia liberal, con todo lo que eso implica, mientras que al progreso y a la prosperidad se accedía por el mercado y por la existencia de propiedad privada.

¿Entenderán esta lección las naciones que abandonan las autocracias árabes de derecha e izquierda? No lo sabemos, porque es muy difícil predecir un futuro incubado en confusos motines callejeros, pero hay varios precedentes alentadores: Taiwan y Corea del Sur evolucionaron triunfalmente en esa dirección después de padecer gobiernos de mano dura. Casi todos los ex satélites europeos de la URSS, alentados por la UE, asumieron la democracia liberal y el mercado tras el fin de la etapa comunista y, fundamentalmente, acertaron con la decisión tomada.

¿Qué harán países como Egipto, Libia o Túnez? ¿Insistir en el desastroso modelo del socialismo árabe militarista inaugurado por Nasser en 1954 que ahora ha entrado en crisis? ¿Erigir una teocracia fundamentalista como la iraní? Lo inteligente sería que imitaran a las sociedades más ricas y felices del planeta. Lamentablemente, los rebeldes no siempre suelen acertar cuando llegan al poder. No saben muy bien qué es lo que quieren.

www.firmaspress.com

 
¿Revueltas Árabes o Iluminismo Musulmán? PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Sábado, 26 de Febrero de 2011 14:29

Por Jorge Hernández Fonseca

 

El Mundo Árabe está en efervescencia. Pero probablemente las revueltas sean algo más que reacciones populares en países árabes; pudiera tratarse de profundos cambios en el Mundo Musulmán. Las protestas en Irán --que no es un país árabe, es persa (pero musulmán)-- lo demuestra. No se trata solamente de reclamos políticos, asociados a la peculiar forma de gobernarse mediante semi-dictadores (o dictadores sin el semi), casi siempre militares, al estilo del profeta de su religión, que concentró en su persona la autoridad civil, militar y religiosa, el Mundo Musulmán probablemente quiere Libertad, Igualdad y Democracia, así como valores que dignifiquen sus mujeres. Mi óptica es que las revueltas en el Mundo Musulmán, muestran que la aplicación práctica de la religión musulmana en sus sociedades, comenzó a modernizarse.

 

Sabemos que el llamado Mundo Occidental es el resultado de la imbricación de la cultura greco-romana y el cristianismo, los que sumado al aporte cultural del resto de las sociedades europeas del primer milenio después de la caída del Imperio Romano de Occidente, cristalizaron lo que hoy llamamos Mundo Occidental (al occidente de la Grecia originaria). Estos factores formaron nuestra sociedad occidental, intelectual y materialmente, avanzando a lo largo de pacientes y minúsculas transformaciones hasta nuestros días. La religión fundada por Jesús Cristo fue fuente fundamental de principios para la amalgama de la cultura occidental.

 

Por eso, la religión predominante en el Mundo Occidental es la cristiana. Como sabemos, todas las sectas cristianas parten de un tronco común – el tronco Católico-- que se dividió en múltiples manifestaciones, pero preservando siempre la esencia filosófica y doctrinal. Actualmente vemos que existe en la sociedad occidental una separación entre la vida religiosa y el mundo laico. No siempre fue así. En sus orígenes, la religión cristiana era parte importante de la vida social y política del mundo europeo de la Edad Media. Algo similar a lo que sucede en el Mundo Musulmán actual. Religión, sociedad civil y organización política, tienden a confundirse en las sociedades musulmanas, a pesar de los esfuerzos de algunas sociedades empeñadas en separar el campo político y la sociedad civil (estado laico), de la religión, como en Turquía.

 

En el seno de la sociedad europea y al cabo de más de mil años de obscurantismo medieval, surgió una corriente de pensamiento conocido como “el iluminismo”. Los más brillantes escritores, filósofos, astrónomos científicos (incipientes) y pensadores en general, dieron forma con sus obras a lo que actualmente es un logro de la cultura occidental: el mundo laico. El iluminismo generó una fuerza sin precedentes en la historia humana: la ciencia y su hermana aplicada, la tecnología, que llegan hasta hoy con sus realizaciones materiales indiscutibles.

 

El parto del iluminismo fue largo y sufrido. Contó con la condena a la hoguera de Galileo Galilei, uno de los fundadores de la ciencia moderna, así como el ostracismo de innumerables filósofos y astrónomos, a partir de la fuerza obscurantista (disfrazada de religión) que se opuso tenazmente al triunfo del desarrollo del Mundo Occidental, que nos llega hasta hoy.

 

Además de la lucha del iluminismo contra el obscurantismo religioso del Medioevo, el Mundo Occidental tuvo también partos políticos dolorosos. La Revolución Francesa fue la culminación del iluminismo en los planos político y económico, con la proclamación en Francia de los principios democráticos: Libertad, Igualdad y Fraternidad, que fueron seguidos ejemplarmente en la Norteamérica de las 13 colonias, después de su independencia de la Inglaterra colonial.

 

En el Mundo Musulmán todavía no ha habido un equivalente a la revolución iluminista de la sociedad occidental. Siendo una religión que tiene orígenes judeocristiano, la religión musulmana fue extendida al resto del mundo de la época, cuando la expansión árabe de la mitad del primer milenio después de Cristo. Reconocen a Jesús como un gran profeta, así como a todos sus antecesores recogidos en el Antiguo Testamento, pero establece “El Corán” (y no la Biblia) como su libro sagrado, escrito por El Profeta Mahoma a dictados del Arcángel Gabriel.

 

La globalización en todos los órdenes ha llevado al Mundo Musulmán actual su mensaje laico, democrático y libertador procedente del Mundo Occidental, con valores probados por siglos de éxitos, lo cual constituye un ejemplo de cómo podrían ir las cosas en sus sociedades sometidas, sin necesariamente tener que renunciar a la religión musulmana, repleta de postulados nobles.

 

Lo que vemos suceder en el Mundo Árabe hoy, según la óptica que se defiende en este análisis, no es más que la re-edición de la lucha del equivalente musulmán del iluminismo, dentro de la sociedad musulmana (musulmana más que árabe) con sus características propias. Difícilmente la sociedad occidental pueda entender cabalmente lo que sucede en la sociedad civil de estos países, donde una mitad de la población (las mujeres) vive sometida a la más medieval de las limitaciones y arbitrariedades en pleno siglo XXI, de Internet y Facebook.

 

El Mundo Musulmán no necesita de iluministas, ya ellos existieron y crearon el mundo laico, la democracia política, la ciencia y la tecnología, que nos llegan hasta hoy con realizaciones universales y una filosofía de vida liberal y responsable. Habrá intelectuales musulmanes que se encargarán de dar la línea de conducta adaptada a sus respetables códigos morales específicos, que como el de cualquier otra religión, prima por el bien, la bondad y la tolerancia.

 

Las revoluciones actuales en el Mundo Musulmán son re-ediciones de la Revolución Francesa, que traerá el valor político de la democracia de manera generalizada, barriendo toda especie de dictadores solapados bajo el manto de jefes militares y monarquías arbitrarias, que similarmente como sucedió en la Europa de los siglo XVII, XVIII y XIX, se adaptarán a la corriente democrática con sus formas de ver la vida, pero con valores universales reconocidos.

 

Las pretensiones de establecer un emirato en Córdoba, de reconquistar Europa y destruir a los Estados Unidos, propugnado por la organización de Bin Ladem, fue el acicate que occidente para hacerles una guerra obligada por la barbarie del 11 de Septiembre. La guerra de Afganistán, de alguna manera se extendió (con o sin razones) hasta Irak y ahora llega a las sociedades musulmanas desde adentro, por sentirse carentes de los principales valores básicos que rechazaban de occidente: Libertad, Igualdad y Fraternidad. Ha sido un boomerang.

 

Pero la lucha por la creación de la sociedad occidental duró varios siglos. Desde que Copérnico expusiera sus teorías sobre la mecánica del Universo hasta el establecimiento de la mecánica universal, por Issac Newton, --y su posterior transformación por Albert Einstein-- transcurrieron centenas de años. Desde la patente original de la máquina de vapor en Inglaterra, y la Revolución Industrial que ella provocó, hasta el establecimiento de la Internet, se sucedieron también varios siglos de arduo trabajo y sucesivos logros. Desde el estallido de la Revolución Francesa, hasta el reconocimiento de sus valores de manera universal, también se pasaron cientos de años. Algo similar sucederá en el Mundo Musulmán, que comienza ahora un largo y doloroso camino para, sin renunciar para nada a su religión, erigirse en sociedades plenamente integradas al mundo contemporáneo, donde sus hombres y mujeres aspiran a vivir.

 

Israel, en el plano filosófico-religioso, es un ejemplo de lo que expuesto antes. Sin profesar la religión cristiana (el cristianismo se basa en la religión judaica) su sociedad ha sabido absorber los valores creados por la sociedad occidental (muchos de los cuales se deben a trabajos de judíos europeos) sin necesidad de por ello tener que cambiar para nada su religión, sus creencias y sus vivencias en el mundo espiritual e íntimo de cada hombre o mujer.

 

Al mirar al actual “conflicto árabe”, debemos saber que estamos ante una transformación que desborda el plano exclusivamente político. El deber de occidente es apoyar el establecimiento de esa especie de “nuevo iluminismo progresista musulmán”, respetando sus particularidades y ayudándolos en su empeño libertario para acceder a una vida a la altura del Siglo XXI.

25 de Febrero de 2011

 

 

Artículos de este autor pueden ser consultados en http://www.cubalibredigital.com

 

 
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