Artigos: Mundo
El momento de dominio de Xi Jinping no puede ocultar su debilidad PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 17 de Octubre de 2022 19:27

Por  Ishaan Tharoor.-

Piense en el XX Congreso Nacional del Partido Comunista Chino, que se celebra en Beijing, como la versión marxista-leninista de un cónclave papal.

El jefe de estado chino Xi Jinping asiste a la ceremonia de apertura del XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China, en el Gran Salón del Pueblo en Beijing, este 16 de octubre de 2022 (Reuters)

Si se prescinde de las vestimentas de los cardenales y de la ceremonia vaticana, se sigue teniendo un mundo envuelto en la opacidad y el misterio, conformado por las maniobras de los inexpresivos funcionarios y por los imperativos de un régimen ungido que siempre se muestra receloso de perder su control sobre los fieles.

Última actualización el Sábado, 17 de Diciembre de 2022 18:40
 
Gorbachov: el hombre que detestaba la violencia PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 05 de Septiembre de 2022 18:53

Por CARLOS ALBERTO MONTANER.-

Mijail Gorbachov murió a los 91 años. No está mal. La esperanza de vida de los rusos, para 2019, justo antes de la pandemia, era ocho años menos que el promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Mijaíl Gorbachov y Aleksander Yakovlev. Querían convencer a sus adversarios, no vencerlos. (Archivo)

Si usted decide ser coreano, país miembro de la institución, le aconsejo que nazca en el sur, rabiosamente capitalista, y no en el norte, gloriosamente socialista. Como promedio vivirá 12 años más (80,5 frente a 68,8) y tendrá más de tres centímetros de estatura (168,6 frente a 165,6). Pero quiero escribir sobre Gorbachov, "Gorbi" para sus amigos, que no tenía demasiados en Rusia.

Última actualización el Sábado, 01 de Octubre de 2022 16:47
 
Biden, al borde del abismo, y EE UU se resiste a seguirle PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Miércoles, 17 de Noviembre de 2021 04:31

Video: Joe Biden es captado durmiendo en la COP26

Por Jorge Díaz-Cardiel.- 

Los demócratas están al borde del precipicio”, dijo en la CNN el analista demócrata y exasesor de Barack Obama Van Jones, tras la pérdida de elecciones de su partido en noviembre, en Virginia y en Nueva Jersey. Poco antes, Kamala Harris, vicepresidenta, había advertido: “Lo que suceda en estas elecciones afectará en 2022 y en 2024”. En 2022 hay elecciones legislativas de mitad de mandato y en 2024, las presidenciales. Estas futuras elecciones son el abismo al que se refería Van Jones. Como le sucedió a Obama en las elecciones de 2010, en que el Partido Demócrata cosechó su peor resultado desde 1938. Entonces, Barack, más sabio y humilde que Biden, reconoció que había sufrido un “shellacking” (aplastante derrota).

Obama y Clinton fueron grandes presidentes que han pasado a la historia con derrotas, sí, pero también con logros: Obama rescató la economía de la Gran Recesión de 2008 y Clinton presidió el período de crecimiento económico y creación de empleo más fuertes en un siglo, gracias a la explosión de las tecnológicas, el ordenador conectado a internet y a fuertes aumentos de productividad y competitividad empresariales, como demostró el Nobel de economía Robert Solow.

Biden no es Obama ni Clinton, que cambiaron el rumbo al centro y recuperaron el electorado. Biden no sabe dónde está. Donna Brazile, expresidenta del Partido Demócrata y asesora de los Clinton durante décadas, afirma que “los demócratas no deberían prestar atención al ala más izquierdista del partido”, que representan Ocasio Cortez y Bernie Sanders. “El partido se ha olvidado de las zonas rurales y del sur”, dijo Brazile en la CBS el día 9. Ese es el dilema que Biden no sabe ni puede resolver: la tensión entre la mayoría demócrata, que es centrista, y la minoría de izquierdas, que no ha recorrido América para saber cómo es realmente. Biden escucha al último que le visita en la Casa Blanca y se ha convertido en una veleta que cambia de opinión frecuentemente.

Si Kamala Harris acierta y las recientes elecciones perdidas por los demócratas son antesala de lo que pasará en las elecciones de medio mandato en noviembre de 2022 y en las presidenciales de 2024, todo apuntaría a que los demócratas obtendrán otro shellacking. El índice de aprobación de la gestión de Biden va de mal en peor desde agosto.

La desastrosa salida de Afganistán y la incapacidad para encontrar una solución a la inmigración ilegal en la frontera con México erosionaron la imagen de Biden: se suponía que se le había elegido para resolver los problemas de Trump, pero su indecisión, cambios de criterio y decisiones erróneas le han granjeado en noviembre peores números que los de su predecesor: 42,2% aprueban la gestión de Biden como presidente; 52,4% la desaprueban. El saldo neto, a día 11, es desfavorable para Biden: -10,2%. Estos datos son fruto de una media obtenida de 100 encuestas publicadas en medios de comunicación. Y Biden ha mejorado porque, tras las elecciones de Virginia y Nueva Jersey, su saldo neto negativo llegaba al -16%. Lo peor es la tendencia, persistentemente negativa en agosto, septiembre, octubre y noviembre. No es un mal dato puntual, sino muestra de la desconexión profunda de los líderes demócratas con su electorado.

El candidato demócrata a gobernador de Virginia, Terry McAuliffe (multimillonario procedente de la banca de inversión, que perdió las elecciones) dijo que “los padres no tienen nada que decir sobre la educación de sus hijos. Eso es cuestión de la escuela y el Estado”; confundió Virginia con China, por falta de conocimientos de geografía y, por tanto, mala educación. Y los medios de comunicación de izquierdas (New York Times, Washington Post, CNN, MSNBC, Bloomberg) le pusieron de vuelta y media, porque en la otra punta del país, en California, los demócratas están aplicando esas políticas en educación con consecuencias desastrosas para los alumnos y el consiguiente enfado de los padres, que no quieren llevar a sus hijos al colegio.

Y, con la educación, la inmigración ilegal: el apoyo de los hispanos a los demócratas ha caído 20 puntos, del 60% al 40%. Los latinos establecidos legalmente no quieren fronteras abiertas. Prueba del desgaste de Biden es el estancamiento de su agenda legislativa, aunque tiene magras mayorías en la Cámara de Representantes y el Senado: ha tenido que dividir en dos la ley de infraestructuras y la legislación social y contra el cambio climático, para conseguir aprobar la ley de infraestructuras, de 1,2 billones de dólares (puentes, carreteras, internet de banda ancha en zonas rurales, despliegue del 5G, etc.; ley que vendrá bien a empresas españolas, como Ferrovial, Abertis, ACS, Sacyr, Acciona, Cellnex Telecom, etc., por la licitación de contratos públicos en sus sectores).

La otra ley, que incluye un programa social que va mucho más allá de lo que hizo Roosevelt con el New Deal, tendrá que esperar. A Biden no lo salva la economía, donde le suspenden los americanos, con un 54% que desaprueba su gestión. La inflación, del 6,2% en octubre, no ayuda: es la más alta desde 1990.

¿Es Kamala Harris alternativa a Biden? Hoy, no: un 40,6% aprueba su gestión, frente a un 50,8% que la desaprueba; es un saldo neto negativo del -10,2%. Para rematar la crisis del Partido Demócrata, Andrew Yang, candidato a la presidencia en 2020, acaba de abandonarlo para fundar un tercero alternativo, llamado Forward (Adelante).

Forward, sí, pero, hacia… ¿dónde? Habrá que leer su nuevo libro, para enterarse, porque tiene el mismo título…

Jorge Díaz Cardiel es socio director de Advice Strategic Consultants y autor de El New Deal de Biden-Harris

MSN.COM

Última actualización el Sábado, 11 de Diciembre de 2021 21:18
 
El macartismo se volvió de izquierda: pensamiento único en nombre de la diversidad PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 05 de Septiembre de 2021 22:38

Por Claudia Peiró.- 

No es nuevo el autoritarismo de izquierda, pero antes estaba acantonado en regímenes de cuño soviético. Hoy, despojado ya de su contenido de clase, el credo de los grupos progresistas se ha vuelto oficial: es la ultracorrección política, adoptada por el propio “sistema”, que sabe que no lo pone en jaque, sino todo lo contrario: desvía las energías hacia combates contra enemigos imaginarios y produce divisiones que favorecen a los que quieren reinar..

El macartismo se volvió de izquierda: pensamiento único en nombre de la  diversidad - Infobae

Hace 70 años, el senador estadounidense Joseph McCarthy lanzaba una campaña de depuración ideológica contra todo aquel que hubiera esbozado alguna vez una mínima simpatía por las ideas comunistas. Los “señalados” eran investigados, procesados, obligados a la delación y a un humillante mea culpa público. La alternativa era la muerte civil: la estigmatización y la exclusión de sus círculos de pertenencia.

Última actualización el Domingo, 17 de Octubre de 2021 16:18
 
¿Es el marxismo cultural la nueva ideología principal de Estados Unidos? PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 04 de Julio de 2021 14:17

Por Antony P. Mueller.- 

Liderados por Lenin, los perpetradores de la revolución consideraron su victoria en Rusia solo como el primer paso hacia la revolución mundial. La Revolución Rusa no fue ni rusa ni proletaria. En 1917, los trabajadores industriales en Rusia representaban solo una pequeña parte de la fuerza laboral, que consistía principalmente en campesinos. La Revolución Rusa no fue el resultado de un movimiento obrero sino de un grupo de revolucionarios profesionales. Una mirada más cercana a la composición del partido bolchevique y de los primeros gobiernos del Estado soviético y su aparato represivo revela el verdadero carácter de la revolución soviética como un proyecto que no tenía como objetivo liberar al pueblo ruso del yugo zarista sino que era servir como la plataforma de lanzamiento para la revolución mundial.

¿Es el marxismo cultural la nueva ideología principal de Estados Unidos?

 

 

Otro nombre para el neo-marxismo de la creciente popularidad en los Estados Unidos es el "marxismo cultural". Esta teoría dice que la fuerza impulsora detrás de la revolución socialista no es el proletariado, sino los intelectuales. Si bien el marxismo ha desaparecido en gran medida del movimiento obrero, la teoría marxista florece hoy en día en las instituciones culturales, en el mundo académico y en los medios de comunicación. Este "marxismo cultural" se remonta a Antonio Gramsci (1891-1937) y la Escuela de Fráncfort. Los teóricos del marxismo reconocieron que el proletariado no jugaría el papel histórico esperado como un "sujeto revolucionario". Por lo tanto, para que la revolución suceda, el movimiento debe depender de los líderes culturales para destruir la cultura y la moral existentes, principalmente cristianas y luego conducir a las masas desorientadas al comunismo como su nuevo credo. El objetivo de este movimiento es establecer un gobierno mundial en el que los intelectuales marxistas tengan la última palabra. En este sentido, los marxistas culturales son la continuación de lo que comenzó con la revolución rusa.

Lenin y los soviéticos

Liderados por Lenin, los perpetradores de la revolución consideraron su victoria en Rusia solo como el primer paso hacia la revolución mundial. La Revolución Rusa no fue ni rusa ni proletaria. En 1917, los trabajadores industriales en Rusia representaban solo una pequeña parte de la fuerza laboral, que consistía principalmente en campesinos. La Revolución Rusa no fue el resultado de un movimiento obrero sino de un grupo de revolucionarios profesionales. Una mirada más cercana a la composición del partido bolchevique y de los primeros gobiernos del Estado soviético y su aparato represivo revela el verdadero carácter de la revolución soviética como un proyecto que no tenía como objetivo liberar al pueblo ruso del yugo zarista sino que era servir como la plataforma de lanzamiento para la revolución mundial.

La experiencia de la Primera Guerra Mundial y sus consecuencias mostraron que el concepto marxista del "proletariado" como una fuerza revolucionaria era una ilusión. En el ejemplo de la Unión Soviética, también se podría ver que el socialismo no podría funcionar sin una dictadura. Estas consideraciones llevaron a los principales pensadores marxistas a la conclusión de que se necesitaría una estrategia diferente para establecer el socialismo. Los autores comunistas difundieron la idea de que la dictadura socialista debe venir disfrazada. Antes de que el socialismo pueda tener éxito, la cultura existente debe cambiar. El control de la cultura debe preceder al control político.

El control cultural se eleva a la par con el control político

Ayudar a los neo-marxistas fue el hecho de que muchos de sus esfuerzos para tomar el control de la cultura sucedieron paralelamente a la invasión del Estado en las libertades individuales. En las últimas décadas, al mismo tiempo que la supuesta corrección política ha ido en aumento, el gobierno estadounidense obtuvo un vasto arsenal de instrumentos represivos. Pocos estadounidenses parecen saber que EE. UU. todavía está bajo una ley de emergencia que ha estado vigente desde que George W. Bush utilizó el privilegio ejecutivo para declarar el estado de emergencia nacional en 2001. En el mismo año, el 11 de septiembre abrió también el camino para empujar a través de la Ley Patriótica. Desde un puntaje de alrededor de 95 puntos, el "Índice Agregado de Libertad" de la Casa de la Libertad de los Estados Unidos ha caído a 86 puntos en 2018.

Corrupción moral

El camino hacia el gobierno de los marxistas culturales es la corrupción moral del pueblo. Para lograr esto, los medios de comunicación y la educación pública no deben iluminar sino confundir y engañar. Los medios de comunicación y el establecimiento educativo trabajan para poner una parte de la sociedad en contra de la otra parte. Mientras que las identidades grupales se vuelven más específicas, el catálogo de victimización y la historia de la opresión se vuelven más detallados. Convertirse en una víctima reconocida de la supresión es la forma de obtener estatus social y de obtener el derecho a asistencia especial, respeto e inclusión social.

La demanda de justicia social crea un flujo interminable de gastos que se consideran esenciales: para la salud, la educación, la vejez y para todas aquellas personas que están "necesitadas", "perseguidas" y "oprimidas", ya sea real o imaginaria. La inundación de gastos interminables en estas áreas corrompe las finanzas del Estado y produce crisis fiscales. Esto ayuda a los neomarxistas a acusar al "capitalismo" de todos los males cuando, de hecho, es el Estado regulador el que provoca las fallas sistémicas y cuando el exceso de deuda pública es lo que causa la fragilidad financiera.

La política, los medios de comunicación y el poder judicial nunca se detienen a librar las nuevas guerras interminables: la guerra contra las drogas o contra la presión arterial alta o las campañas que afirman la lucha interminable contra la grasa y la obesidad. La lista de los enemigos crece cada día, ya sea racismo, xenofobia y anti-islamismo. El epítome de este movimiento es la corrección política, la guerra contra la propia opinión. Mientras que el público tolera exposiciones de comportamiento repugnantes, particularmente bajo el culto de las artes, la lista de palabras y opiniones prohibidas crece diariamente. La opinión pública no debe ir más allá de las pocas posiciones aceptadas. Sin embargo, mientras el debate público empobrece, la diversidad de la opinión radical florece en lo oculto.

Los marxistas culturales conducen moralmente a la sociedad a una crisis de identidad a través de los falsos estándares de una ética hipócrita. El objetivo ya no es la "dictadura del proletariado", porque este proyecto ha fracasado, sino la "dictadura de la corrección política", cuya autoridad suprema está en manos de los marxistas culturales. Como una nueva clase de sacerdotes, los guardianes de la nueva ortodoxia gobiernan las instituciones cuyo poder tratan de extender sobre todas las partes de la sociedad. La destrucción moral del individuo es un paso necesario para lograr la victoria final.

Opio de los intelectuales

Los creyentes del neomarxismo son principalmente intelectuales. Los trabajadores, después de todo, son parte de la realidad económica del proceso de producción y saben que las promesas socialistas son basura. En ninguna parte se estableció el socialismo como resultado de un movimiento obrero. Los trabajadores nunca han sido los perpetradores del socialismo, sino siempre su víctima. Los líderes de la revolución han sido intelectuales políticos y militares. Depende de los escritores y artistas ocultar la brutalidad de los regímenes socialistas a través de artículos y libros, de películas, música y pinturas, y darle al socialismo una apariencia científico-intelectual, estética y moral. En la propaganda socialista, el nuevo sistema parece ser justo y productivo.

Los marxistas culturales creen que algún día serán los únicos titulares del poder y podrán dictar a las masas cómo vivir y qué pensar. Sin embargo, los intelectuales neomarxistas se sorprenden. Cuando llegue el socialismo, la "dictadura de los intelectuales" será cualquier cosa menos benigna, y no muy diferente de lo que sucedió después de que los soviéticos tomaron el poder. Los intelectuales estarán entre las víctimas. Este fue, después de todo, el camino como había ocurrido en la Revolución Francesa, que fue el primer intento de una revolución por parte de los intelectuales. Muchas de las víctimas de la guillotina eran intelectuales prominentes que habían apoyado anteriormente la revolución, entre ellos Robespierre.

En su obra sobre "La muerte de Danton", el dramaturgo Georg Büchner hizo que una persona dijera: "Al igual que Saturno, la revolución devora a sus propios hijos". Aún más apropiadamente, uno debería decir que la revolución se come a sus padres espirituales. Los mismos intelectuales que hoy en día promueven el marxismo cultural serán los primeros en la línea si su proyecto de conquista tiene éxito.

Conclusión

Contrariamente a lo que Marx creía, la historia no está predeterminada. La marcha a través de las instituciones ha ido lejos, pero aún no ha habido una toma de posesión completa. Todavía hay tiempo para cambiar de rumbo. Para contrarrestar el movimiento, hay que notar la debilidad inherente del marxismo cultural. En la medida en que los neomarxistas alteraron el marxismo clásico y eliminaron sus principios básicos (profundización de la proletarización, determinismo histórico, colapso total del capitalismo), el movimiento se ha vuelto incluso más utópico de lo que nunca fue el socialismo.

Como los sucesores de la Nueva Izquierda, los "socialistas democráticos" de la actualidad propagan un montón de posiciones contradictorias. Debido al carácter de este movimiento como promotor del conflicto grupal, el neo-marxismo es ineficaz para servir como un instrumento para obtener un poder político coherente como lo era necesario para una dictadura. Sin embargo, esto no significa que el movimiento neomarxista no tenga impacto. Por el contrario: debido a sus contradicciones inherentes, la ideología del marxismo cultural es la fuente principal de la profunda confusión que ha arrebatado a casi todos los segmentos de las sociedades occidentales modernas y que está a punto de crecer en proporciones aún más peligrosas.

Author:

Antony P. Mueller

Dr. Antony P. Mueller is a German professor of economics who currently teaches in Brazil. Write an  Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla . See his website and blog.

 

Tomado de MISES.ORG

Última actualización el Sábado, 28 de Agosto de 2021 12:23
 
«InicioPrev12345678910PróximoFin»

Página 1 de 45