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Latinoamérica Fidelochavista


La Victoria de Chávez: Un Análisis PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 09 de Octubre de 2012 11:02
Por Jorge Hernández Fonseca.- 

El “socialismo del siglo XXI” acaba de obtener en Venezuela un triunfo
electoral. Lo hizo contra una oposición por primera vez unida en torno a un
político joven y carismático, Henrique Capriles. Para los que conocemos de
cerca los diversos subterfugios con que cuenta el arsenal marxista cubano
venezolano actual, las dudas sobre la honestidad de la consulta es obligada.
Sin embargo, no voy a referirme a esa posibilidad por una razón básica: los
opositores venezolanos aceptaron los resultados --por las razones que
fueran-- y eso debemos respetarlo para el análisis.


La victoria de Chávez sin embargo no fue total. Por primera vez hay una
segunda fuerza política considerable en el país: el 45% del electorado que
votó –más de 6 millones cien mil votos válidos-- significa el fin de la
hegemonía chavista en la vida política venezolana. Pero no sólo eso, sino
que adicionalmente, de mantenerse esta unidad opositora en torno a Capriles,
no hay un segundo hombre en Venezuela --descontando a Chávez-- capaz de
derrotar a Henrique Capriles en las urnas, cosa poco despreciable por el
delicado estado de salud del caudillo venezolano.


Las leyes de Venezuela establecen que el presidente indica su
vice-presidente, por lo que, en este caso específico, el chavismo va a tener
un cuidado máximo al definir esta figura, porque estas mismas leyes
venezolanas establecen que, en caso de la desaparición física del
presidente, en un tiempo prudencial hay que convocar elecciones
presidenciales para cubrir, con el voto en las urnas la presidencia vacante.
El vice-presidente que Chávez indique será el adversario de Capriles en las
próximas elecciones venezolanas, en una especie de “ballotage”.


No se trata de desear la muerte de Chávez. Su enfermedad, mantenida en
secreto y muy poco explicada, obedece a estrictas razones de salud, la cual
nadie está exento de sufrir o experimentar, sobre todo cuando se está cerca
de la tercera edad, como es el caso del caudillo venezolano.


De manera que el análisis de una próxima elección presidencial y del
nombramiento del vice-presidente designado, es totalmente válido en un país
donde el vice no es electo en las urnas, por lo cual debe someterse, de ser
nombrado candidato por su partido, al proceso electoral.


Claro que en Venezuela existe una polarización grande, lo que hace pensar en
que cualquier candidato designado por Chávez pudiera disfrutar de esa
polarización, atesorando los votos del actual caudillo. Sin embargo, los
resultados electorales de hoy favorable a Chávez, no auguran una ventaja tan
grande como para pensar en un repase total de los votos de Chávez a otro
candidato menos conocido. La ventaja de Chávez en la pasada elección, será
desventaja en la elección venidera, porque el caudillismo chavista es
personal y difícilmente transferible 100%.


Para la Cuba castrista, la victoria electoral de Chávez tiene una lectura
adicional --asociada a sobrevida de la dictadura-- que continuará
disfrutando de los subsidios venezolanos mientras Chávez sea presidente. Sin
embargo, como la isla de los hermanos Castro es dependiente del exterior, la
atención pasa ahora de Caracas a Washington, donde se juega otra elección
presidencial clave para el futuro del castrismo en la isla. El subsidio de
Chávez se ha mostrado insuficiente para garantizar la continuidad del poder
en manos de la familia Castro, por lo que la dictadura necesita
desesperadamente un acercamiento a EUA, sobre todo económico.


Las tibias reformas de Raúl dentro de la isla no han podido mitigar el
estancamiento endémico cubano producto de la aplicación de los principios
socialistas, demostradamente ineficientes y poco productivos, de manera que
los comunistas cubanos necesitan del turismo, el comercio y los créditos
norteamericanos, como tabla de salvación para la continuidad de la dinastía
Castro.


Como el triunfo de Chávez potencia los planes hegemónicos de los hermanos
Castro para Cuba, esta verdad pudiera ser efímera, si la salud de Hugo
Chávez viniera a deteriorarse, provocando nuevas elecciones venezolanas; si
el triunfo de Obama (más proclive que Romney a pactar con Raúl) no se
concretara; o si las condiciones que impondría el presidente electo en EUA
--sea cual fuere-- no fueran del “agrado” de la dictadura castrista para dar
continuidad a su poder. Las anteriores condicionantes. todas reales, cubren
con un manto de dudas el futuro político del castrismo en la isla, donde la
“vida miserable” de los cubanos ya lo ha derrotado.


Las elecciones venezolanas que acaban de terminar eran cruciales para el
futuro de Cuba en particular y para Latinoamérica en general. Respecto a la
isla, hay otras elecciones (en EUA) cuyo resultado influiría en su futuro,
como ya hemos analizado. Para Latinoamérica, la lección unitaria que dio la
oposición venezolana, consolidándola como una fuerza política considerable,
es una señal excelente para el grupo de países sometidos a la influencia
castro-chavista.


La aparición en Cuba de la ideología comunista, consolidada como mecanismo
de solución de los problemas del Tercer Mundo en general, y de Latinoamérica
en particular --que hizo metástasis en Venezuela, Nicaragua, Bolivia y
Ecuador, conformando un campo fidelo-chavista-- con esta elección en
Venezuela comienza a desmontarse con la aparición de una oposición
democrática, unida también en torno a principios de justicia social, lo que
augura similares mecanismos en países de la órbita chavista cuando marquen
sus elecciones presidenciales.


Venezuela por su parte entra ahora en un compás de espera, dependiente de
las deteriorada salud de Chávez y del nombramiento de su vice-presidente.
Cuba a su vez, depende --además de este último factor asociado a la salud de
Chávez-- del resultado de las elecciones norteamericanas y de la voluntad
del presidente electo para aceptarlo como socio sin exigirle un mínimo de
garantías democráticas, las que serían el principio del fin del castrismo en
la isla, porque si bien Chávez todavía tiene arraigo popular en Venezuela,
ni Fidel ni Raúl lo tienen en Cuba.


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Triunfa Chávez y se consolida Capriles PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 08 de Octubre de 2012 15:41

Por Carlos Alberto Montaner.-

¿Por qué ganó Chávez pese a su lamentable labor como gobernante? Hubo cuatro factores decisivos.

Me tocó pasar la jornada electoral en un popular restaurante de Miami rodeado de venezolanos convocados por Alexis Ortiz y Pedro Mena, dos líderes del exilio representantes de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), quienes hicieron una espléndida labor en los comicios recientes. Me tocó, también, ver a muchos venezolanos que lloraban ante el triunfo de Chávez, pues algunos encuestadores esta vez los habían convencido de que la oposición conseguiría derrotarlo. Hasta media hora antes de conocerse los datos oficiales, circulaba la información de que varias encuestas al pie de urna le daban la victoria a Capriles.

¿Por qué ganó Chávez pese a su lamentable labor como gobernante? Vladimir Gessen, un notable psicólogo y político venezolano, supone que Henrique Capriles perdió las elecciones porque no supo o quiso mantener la sensación de unidad nacional con la que ganó las primarias. Debió hacer la campaña —escribió— junto al resto de los líderes a los que derrotó en las elecciones internas convocadas por la MUD.

Sin rechazar esa hipótesis, mi impresión es que hubo otros cuatro factores decisivos:

· Chávez, con su característico estilo de caudillo latinoamericano, ha conectado emocionalmente con una parte sustancial de los venezolanos. Fuera de ese ambiente puede resultar un tipo ridículo, incluso cómico, pero en esa atmósfera mucha gente lo percibe como un fenómeno casi religioso.

· Ha creado una fuerte relación clientelista con una parte del electorado venezolano perteneciente a los copiosos sectores D y E del país. Como el argentino Perón y el PRI mexicano demostraron, se puede gobernar mal durante mucho tiempo y seguir siendo popular y exitoso. Los niveles sociales bajos conforman las dos terceras partes del electorado venezolano. Ésa es su cantera de votos y lo será mientras esperen dádivas del pintoresco líder.

· Las inmensas ventajas preelectorales de Chávez hacen muy difícil derrotarlo. Es el amo de la televisión y la radio, medios a los que encadena cada vez que desea. Por cada minuto de televisión al alcance de Capriles, Chávez disponía de cincuenta.

· Chávez poseía y utilizaba los recursos ilimitados que le proporciona el petróleo por medio de PDVSA, su gran financista, más todos los instrumentos del Estado.

En esas circunstancias, lo asombroso es que un joven político latinoamericano, con mínimos recursos y en una clarísima desventaja, Henrique Capriles Radonski, alcanzara prácticamente el 45 por ciento del voto popular, algo más de seis millones de venezolanos, convirtiéndose en el adversario, hasta ahora, que más respaldo ha suscitado entre sus compatriotas y en la cabeza de una oposición mucho mejor vertebrada.

Si la MUD consigue mantener la unidad de los demócratas, y Capriles logra  vencer la desmoralización que usualmente generan estas derrotas y persuade a los venezolanos de que ha sido una proeza reunir a casi la mitad del país tras la causa democrática, ésa es la fuerza política que gobernará a Venezuela en un mediano plazo.

La próxima cita electoral es en diciembre próximo. En esa fecha se discutirán las gobernaciones de los estados regionales y la composición de los parlamentos de estas entidades federales. Para la oposición es muy importante mantener algunas de la zonas de poder que ya controlan e incrementar la autoridad sobre nuevos espacios geográficos, mientras se preparan para el día en que puedan conquistar la presidencia. Henrique Capriles, que hoy es inmensamente conocido, popular y respetado en el país, haría muy bien en continuar la campaña por toda la geografía en beneficio de los candidatos de la oposición, para ayudarlos a triunfar y para mantener la vigencia de su liderazgo.

¿Cuándo será ese día del gran triunfo? No está lejos. Con la oposición con un 45 por ciento del voto, es solo cuestión de tiempo. Esa es casi la mitad del país. No obstante, a corto plazo depende del grave cáncer que padece Hugo Chávez. Cuando Franco, ya muy viejo, agonizaba, los españoles hablaban de "la solución biológica". En Venezuela acaso suceda algo parecido. No sé si será la solución, pero probablemente será el punto de partida del fin del chavismo. El caudillo se llevará a la tumba su legado.

Tomado de DIARIO DE CUBA

 
EL DISCURSO DE CAPRILES PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 06 de Octubre de 2012 15:03

Por Fernando Mires.-

La candidatura de Henrique Capriles Radonski ha logrado unificar dos dimensiones que en la historia reciente de Venezuela estaban separadas. Una es la lucha por las libertades democráticas. Otra, la lucha por la justicia social. Esa es la razón por la cual la de HCR no sólo es una candidatura.


Además, es –o ha llegado a ser- un movimiento nacional, político y social a la vez.

No toda candidatura posee esa doble dimensión. Si analizamos elecciones recientes en América Latina, veremos que las que dieron como vencedoras a Dilma Rousseff y a Cristina Fernández corresponden con una fuerte demanda social iniciada durante los gobiernos de Lula y Kirchner respectivamente.

La elección que llevó a José Mujica al gobierno uruguayo fue también más social que política pues las libertades democráticas estaban, antes de la elección, plenamente garantizadas.

La elección que dio triunfador a Humala en la segunda vuelta fue, en cambio, más política que social puesto que para los partidos que lo apoyaron se trataba de evitar lo que ellos consideraban un “mal peor” (retorno del fujimorismo). A su vez, la elección que dio como vencedor al PRI de Peña Nieto, corresponde más bien al modelo clásico mediante el cual diversas opciones compiten entre sí, sin que ninguna logre perfilar una dirección muy distinta a las demás.

En fin, en pocas elecciones la dimensión política y la social han estado tan unidas como en la candidatura del HCR.

Esa es quizás una de las razones que explican por qué Capriles ya es considerado, y no por pocos, como probable vencedor en las elecciones que tendrán lugar el 7-O.

Estamos sin dudas frente a un nuevo fenómeno político.

Para entender el nuevo fenómeno político hay que tomar en cuenta que en todas las elecciones habidas durante su mandato, Chávez, elevado a la categoría de campeón de la justicia social, pudo imponerse sobre una oposición que si bien ha logrado erigirse como defensora de las libertades políticas, no estaba todavía en condiciones de representar los intereses de los sectores sociales más desposeídos,  eximio populista, ayudado por la evidente desvinculación entre “lo social” y “lo político” que caracterizó a la democracia pre-chavista, logró crear la imagen simbólica, todavía arraigada, de una oposición “burguesa y oligárquica” opuesta a los intereses del pueblo, frente a la cual, él, supremo justiciero, se erige como histórico vengador.

No importaba que gran parte del contingente chavista no proviniera de ninguna izquierda social, sino de grupos de aventureros sin pasado político, fragmentos adecos y masistas y, no por último, de los más oscuros cuarteles.

No importaba tampoco que en la oposición se encontraran destacados luchadores sociales, partidos socialdemócratas, dirigentes obreros y hasta antiguos guerrilleros. Mediante su demagogia, más el uso de dádivas, misiones y concejos comunales, Chávez logró estatizar a diversas organizaciones sociales, dando forma a un sistema corporativo que le permitió aparecer, en el interior y en el exterior de la nación, como líder revolucionario de un pueblo políticamente organizado.

De esa falsa imagen ha vivido hasta ahora el chavismo.

Fue así que Capriles, entre otros, entendió que Chávez no podía ser más enfrentado oponiendo el principio de libertad al de necesidad.

Así también lo entendieron los electores de las primarias al elegir a Capriles como su abanderado.

Capriles, siguiendo ese mandato, decidió desafiar a Chávez en los que se creía eran sus reductos inexpugnables: las aldeas y pueblos: allí donde viven los pobres, los abandonados, los humillados y los ofendidos.

Falta de hospitales, de escuelas, de caminos, de agua, casas de cartones, inseguridad, predios abandonados, ausencia de ayuda estatal, solo una que otra misión donde son repartidos regalos en épocas electorales a cambio de llevar una franela roja.

En fin, la revolución social de Chávez nunca había tenido lugar.

De todos los escándalos que ha vivido la Venezuela chavista quizás no hay ninguno más grande que el de la revolución. Porque ni siquiera en términos antimperiales ha realizado Chávez una revolución.

Al contrario, Venezuela –víctima del deterioro del aparato productivo- ha llegado a ser uno de los países más dependientes de las importaciones norteamericanas de todo el continente.

De las exportaciones, ni hablar.

La independencia económica no sólo no ha tenido lugar sino, además, ha sido fortalecida, y todo eso, a costa de los productores y trabajadores venezolanos.

Ese hecho, el escándalo de una revolución que nunca fue, ha sido denunciado sistemáticamente en el discurso político de Capriles.

Analizando videos de las masivas manifestaciones que se desatan en todos los lugares donde aparece Capriles, es posible advertir que su discurso emerge de un encuentro entre el candidato y la realidad que lo circunda.

Es por eso que, en primer lugar, el de Capriles es un discurso descriptivo. Eso quiere decir que no es un discurso ideológico. En ninguna de sus intervenciones vamos a encontrar frases dedicadas al capitalismo, al comunismo, a la izquierda o a la derecha, al bien o al mal.

Capriles no habla de cambiar el orden económico mundial, ni de salvar al planeta, ni de guerras en contra del imperio. Pero sí de construcción de caminos y puentes, de escuelas y hospitales, en fin, de los temas de la vida cotidiana. Y la gente así lo entiende y así lo siente.

En cierto sentido podríamos decir que Capriles está contribuyendo a des-ideologizar el idioma político venezolano.

¿Será esa una de las razones por las cuales sus enemigos dicen que es un mal orador? Sobre ese punto vale la pena detenerse un instante.

Antes que nada debe ser aclarado qué es lo que se entiende por oratoria política. Se trata de algo muy simple: La oratoria política consiste en decir las palabras precisas, en el momento preciso y en el lugar preciso. Luego, el orador político debe ser antes que nada un expositor.

Y Capriles lo es.

Ahora, desde ese punto de vista, y a diferencia de lo que muchos creen, Chávez es un pésimo orador político. Chávez –eso es muy diferente- es un excelente predicador. Es por esa razón que, cuando Chávez habla, su oratoria adquiere el carácter de una prédica evangélica.>>> Chávez grita, gesticula, ríe y hace reír, llora y hace llorar a los suyos. Sus fieles son transportados a una suerte de catarsis en esas misas profanas en que convierte cada una de sus apariciones públicas. En ese sentido Chávez apela al inconsciente religioso e incluso mágico de su pueblo.

Su mensaje, por lo mismo, no es político.

Es, en gran medida, anti-político.

No así el de Capriles. Pues la política vive de los problemas concretos de la polis, aunque esa polis no sea más que un poblado perdido entre los montes.

Decir las palabras precisas en el momento y en el lugar preciso requiere de un arte que no domina Chávez: el de la brevedad. Capriles, por su lado, sin aspavientos, ha sabido marcar con frases muy breves su trayectoria electoral.

“Yo no vengo aquí a quedarme para siempre”;

“Mi gobierno tendrá plazo de vencimiento”;

“El proyecto que lidero no es contra nadie, es a favor de todos ustedes”;

“Con los recursos que tiene Venezuela es imperdonable que haya ciudadanos que padecen hambre”.

Cada una de esas frases impregna la mente ciudadana de un modo mucho más profundo que un discurso de tres horas, chistes viejos, canciones y bailoteos incluido.

Hay, además, otro punto que debe ser remarcado en la sintaxis política de Capriles. En cada lugar que visita no sólo él hace uso de la palabra.

La “sociedad” a través de sus representantes también habla con Capriles y al hablar se articula consigo misma.

Capriles hace entonces lo que Chávez nunca ha sabido hacer: escucha.

Luego, sobre la base de lo escuchado, Capriles interviene y expone.

Su discurso entonces no surge de una simple subjetividad narcisista.

Es una respuesta “al otro”. O dicho así: El discurso de Capriles -a diferencias de el de Chávez que es monológico- es dialógico.

De este modo la política recupera una de las características sin la cual nunca habría nacido: la dialogicidad, única posibilidad del humano para ser lo que bajo el imperio del monólogo es imposible: un sujeto de sí mismo a través del espejo de los otros. Que el discurso de Capriles sea dialógico no excluye por cierto el antagonismo con el adversario.

Antagonismo que al ser político no recurre al lenguaje de la guerra el que a través de insultos innombrables maneja a la perfección Chávez.

“Yo no vengo a pelear aquí con nadie”- dice Capriles. Pero sí, interpela directamente a Chávez. Por ejemplo, cuando comenzó su campaña se refería sólo a “este gobierno”. Mas, poco a poco Capriles ha personalizado sus ataques. Ahora habla de “el otro candidato”, o de “el candidato del gobierno”; y más aún: de “el candidato del pasado”.

A veces, sin mencionar a Chávez, lo descoloca por completo.

“Yo quiero ser el presidente de todos los venezolanos, incluyendo a los rojos”. O cuando refiriéndose a la gloriosa frase: “quien no es chavista no es venezolano” responde de modo fulminante: “No es el presidente quien decide quien es venezolano. Son los venezolanos quienes deciden quien es el presidente”.

O también cuando denuncia sin nombrarlas, las subvenciones de Chávez al corrupto régimen cubano: “Venezuela no regalará una gota de petróleo más a nadie”. Frases cortas, directas, muy claras. En breve: frases políticas. No deja de llamar la atención que Capriles, el candidato de la derecha según Chávez, recurre a temas que tradicionalmente han sido patrimonio de las izquierdas socialistas. En cambio, los de Chávez son más bien propios a las más rancias derechas del continente.

Así, mientras Capriles habla del progreso, Chávez habla del pasado.

Mientras Capriles habla al  pueblo multicolor, Chávez se enreda en una racista discusión en torno al rostro de Bolívar.

Mientras Capriles habla de la modernización económica, Chávez habla de las glorias militares de la nación.

¿Serán esas las razones por las cuales las marchas populares de Capriles han despertado tanto entusiasmo?

La palabra “entusiasmo” significaba para los griegos antiguos “llevar a un dios dentro de sí”. Traducido al lenguaje moderno, entusiasmo significa transportar el principio de la vida, principio representado en lo nuevo, en lo que aparece y no en lo que perece.

Eso no tiene nada que ver con el cuerpo –enfermo o sano- de Chávez. Tiene que ver sí, con un espíritu que ya no es de este tiempo, con un pasado que no volverá, con una ideología que ya está muerta.

Capriles, en cambio, ha llegado a convertirse en el significante personificado de un vasto movimiento social y político que, mientras más se articula consigo mismo, más desarticula al discurso adversario.

Para decirlo todo en una sola frase: Venezuela se encuentra al borde de un nuevo comienzo.

Última actualización el Sábado, 06 de Octubre de 2012 15:25
 
Venezuela, la hora 25 PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 30 de Septiembre de 2012 12:15

Por Pedro Corzo.-

El Libertador, Simón Bolívar, llevó la independencia a varios países del hemisferio, pero también enseñó a los pueblos donde no combatió que la libertad puede germinar cuando hay ciudadanos prestos a correr los riesgos necesarios para difundirla.

Un siglo después, otro ilustre venezolano, Rómulo Betancourt, siguiendo el ejemplo de Bolívar, estableció la doctrina que lleva su nombre, en la que se apunta “solicitaremos cooperación de otros gobiernos democráticos de América para pedir unidos, que la OEA, excluya de su seno a los países dictatoriales… regímenes que no respeten los derechos humanos, que conculquen las libertades de sus ciudadanos y los tiranice con respaldo de las políticas totalitarias, deben ser sometidos a riguroso cordón sanitario y erradicados mediante la acción pacífica colectiva de la comunidad jurídica internacional”.

Contrario a los valores morales de sus predecesores, Hugo Chávez, en el siglo XXI, después de asumir la conducción del país, impuso una autocracia e inició con los petrodólares de la nación un proceso de exportación de dictaduras, en esta ocasión institucionales, más exitoso que el de su admirado Fidel Castro, que a pesar del terrorismo y la guerrilla que subvencionaba la Unión Soviética, no logró sus objetivos.

El gobierno de Chávez ha sido nefasto para Venezuela. Existe una aguda crispación social, en la que los odios, resentimientos y frustraciones, son promovidos por el alto gobierno. La corrupción se ha generalizado. La inseguridad pública ha alcanzado niveles sin precedentes. Los derechos de los ciudadanos han sido conculcados, en particular los de información y expresión.

La educación, al igual que la gestión económica, está bajo permanente amenaza de la intervención estatal. La pobreza se ha incrementado. La inflación es elevada, la mayor del continente en el sector alimenticio. Las Fuerzas Armadas, al menos en la voluntad chavista, responden a la ideología del gobierno y no al estado. La industria petrolera, orgullo del país, ha sido virtualmente destruida.

El gobierno de Chávez ha fortalecido sus relaciones con países que tienen como denominador común la falta de democracia y respeto a la dignidad humana. En el hemisferio su mejor aliado es la Cuba de los Castro, en el resto del mundo se enorgullece de sus estrechas relaciones con Irán, Siria, China y Bielorrusia.

En América, el comandante Hugo Chávez ha promovido a líderes populistas y favorecido crisis políticas en diferentes países para que sus aliados conquisten el poder. Subsidia regímenes como los de Nicaragua y Cuba, y apoya políticas de aislamiento para aquellos gobiernos que no responden a sus intereses.

Por vocación libertaria la mayoría de los venezolanos no se han dejado entrampar. Llevan años enfrentando cívicamente el despotismo chavista. Han trabajado con dedicación para que la democracia regrese al país y el ejemplo más meritorio ha sido la constitución de la Mesa de la Unidad Democrática, que por encima de las diferencias naturales entre los partidos y las personas, decidió elegir un candidato único para enfrentar al caudillo.

La MUD ha laborado con claridad, equidad y firmeza, en Venezuela y en el exterior. No obstante, los que van a definir el resultado de ese trabajo son los electores, así que independientemente de las dudas que se puedan tener sobre si el gobierno respetará o no la voluntad popular, es de extrema importancia concurrir a las urnas, porque lo contrario haría mucho más fácil el temido fraude.

El presidente Chávez ha invocado el fantasma de una guerra civil si pierde el poder, una situación que la mayoría de los analistas descarta. Sin embargo, no hay dudas de que en un nuevo mandato el comandante-presidente acometerá reformas institucionales que le perpetuarán en el poder, causando una mayor destrucción material y moral de la nación.

Hay que votar si se tiene la oportunidad. La abstención favorece a los enemigos de la libertad y Hugo Chávez está entre ellos.

Los derechos y las libertades en Venezuela están en conteo regresivo hacia la Hora 25. Tal vez estén enfrentando la última oportunidad constitucional para impedir que el modelo castrista, con las modalidades del siglo XXI, se imponga por largos años en Venezuela y se extienda con todo su poder hacia el resto del hemisferio. El próximo 7 de octubre a los venezolanos, al menos en teoría, se les presenta una nueva oportunidad de exportar la libertad y los derechos ciudadanos, porque la derrota de Hugo Chávez significa el fin del Socialismo del Siglo XXI, y en consecuencia de aquellos gobiernos que han reproducido sus estrategias de control institucional y de prácticas electorales manipuladas y sometidas a la voluntad de los caudillos.

Periodista de Radio Martí.

Tomado de EL NUEVO HERALD


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/2012/09/28/v-fullstory/1309954/pedro-corzo-venezuela-la-hora.html#storylink=cpy
 
¿Y si se niega a entregar? PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Miércoles, 26 de Septiembre de 2012 09:03
Por ADOLFO R. TAYLHARDAT.-

Esta pregunta me la hacen con frecuencia muchos amigos que están decididos a votar por Henrique Capriles. La misma pregunta se la hacen muchos venezolanos igualmente claros en cuanto a cómo votarán el 7 de octubre, pero temerosos de que el saliente candidato perdedor pudiera intentar desconocer los resultados.


EL UNIVERSAL; miércoles 26 de septiembre de 2012
12:00 AM
En varias ocasiones él ha asegurado que entregará el poder si pierde las elecciones, pero sabemos que su palabra no vale nada porque miente constantemente.

Desde hace años viene advirtiendo que las suya es "una revolución armada" que cuenta con armas, cañones, tanques de guerra, aviones, que tiene armas escondidas en cuevas regadas por todo el país. Además, cuenta con una milicia que obedece a su única autoridad. Para completar el cuadro, en diversas oportunidades él y altos oficiales de su entorno han advertido que si no es reelegido se desatará en el país una guerra civil.


En ese mismo contexto se inscriben las afirmaciones del propio presidente saliente-candidato perdedor en el sentido de que la oposición intentará desconocer los resultados de los comicios. Tan recientemente como el pasado domingo 23 el conductor de la Cancillería aseguró en un programa de televisión que la oposición ha hecho "una campaña electoral para crear las condiciones en función de desconocer el resultado e iniciar un proceso de desestabilización donde creen contar con respaldo internacional para ir a un proceso de búsqueda de poder por otras vías".  Aseguró que el Gobierno y sus seguidores "cuentan ya con la experiencia de haber sufrido todo tipo de golpes de Estado, sabotajes" y otros ataques, lo que les permite tener "la certeza" de que derrotarán cualquier plan desestabilizador". "Hay una vacuna que es el plan CH (de Chávez). Todas las instituciones y nuestro pueblo preparados para que prevalezca la verdad, se respete la Constitución, se respeten los resultados y, con la Constitución en la mano, hacer valer la paz y la tranquilidad de nuestro pueblo".


A estas advertencias hay que sumar que el tema ha tomado nueva relevancia a partir de la publicación en el diario español
ABC (edición del pasado sábado 22) de un reportaje extenso, pormenorizado, supuestamente basado en documentos internos del régimen, según el cual el presidente saliente cuenta con redes de comandos armadas (redes de movilización inmediata REMI) para rechazar cualquier resultado adverso en la elección del 7 de octubre. Esas redes tendrían como tarea abortar concentraciones de la oposición celebrativas del triunfo antes de que tomen cuerpo, detención de dirigentes opositores, organización de movilizaciones de calle y de resistencia y control territorial. El reportaje se refiere a una fuente militar no identificada según la cual, desde junio pasado, comenzaron a repartir unos 8.000 fusiles AK-103.  Según el reportaje "Es difícil no ver en las REMI un propósito que va mas allá de garantizar la jornada electoral" que es la función que le atribuye el régimen. "No tienen ninguna institucionalidad que las retenga. Si matan civiles será un acto de civiles contra civiles y el Gobierno no tendría que responsabilizarse ante requerimientos internacionales". 

Todo esto pueden ser simples "trapos rojos" para atemorizar. Pero lamentablemente no falta quien se deje invadir por el miedo. Sobre todo porque se trata de un personaje cruel, perverso, despiadado como ha quedado demostrado en los casos de los comisarios de la Policía Metropolitana y de la jueza Afiuni, entre otros. El sujeto es capaz de cualquier atrocidad para mantenerse en el sillón presidencial al cual se considera atornillado de por vida. Es capaz de imitar a su papá putativo, Fidel, y a sus hermanos del alma, Hussein, Gadafi y Al Assad, que no vacilaron en sacrificar a sus pueblos con tal de permanecer en el poder.


Resulta interesante e importante lo que ha dicho Jesús Urdaneta Hernández, excompañero del saliente y cómplice en la fallida asonada militar de febrero de 1992. Afirma que el candidato perdedor intentará desconocer su derrota, pero que las Fuerzas Armadas harán respetar el resultado. "Pero una cosa es intentar y otra lograrlo, pues la FAN es institucional y hará respetar el resultado" dice Urdaneta, y agrega: "Aquí no hay condiciones para una guerra civil... eso está en la mente de Chávez. Chávez es un operador sicológico, eso es un recurso utilizado con la única intención de provocar miedo".


Por su parte, Henrique Capriles oportunamente le ha salido al paso a ese tejemaneje de amedrentamiento. El pasado domingo dijo que ha visto con preocupación algunas informaciones según las cuales el Gobierno pretendería activar algún plan para desconocer la voluntad de nuestro pueblo". Advirtió que el pueblo saldrá a la calle si el Gobierno desconoce su triunfo. Aseguró que si eso ocurre "va a haber un pueblo en la calle" para exigir respeto. "Si el Gobierno se atreve a alguna aventura o a darle una patada a la mesa para desconocer la voluntad de nuestro pueblo, ahí va a haber un pueblo en la calle para exigir respeto a la voluntad que se va a expresar el 7 de octubre". Señaló que ha visto con preocupación algunas informaciones según las cuales el Gobierno: "Así como el Gobierno dice que la voluntad de nuestro pueblo es sagrada, yo también le recuerdo al Gobierno que la voluntad de nuestro pueblo es sagrada, para mí la voluntad del pueblo es sagrada y yo siempre la he respetado", apuntó.


Todo esto tiene una sola respuesta: hay que dejar el miedo e ir a votar. Y votar bien. Mientras más amplia sea la diferencia a favor de Henrique, menos posibilidades de intentar una nueva aventura tendrá el maniático alienado de Miraflores. Esta vez no será "por ahora" sino por siempre.


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