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Latinoamérica Fidelochavista


Imperialismo cubano en Venezuela PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Jueves, 31 de Enero de 2013 13:33

Por Luis Esteban G. Manrique.-

Un mes después de su entrada triunfal en La Habana, Fidel Castro viajó a Venezuela, que en 1959 inauguraba su flamante democracia. Tras recibir una bienvenida apoteósica en Caracas, pidió hablar con Rómulo Bentancourt, por entonces presidente electo, para pedirle petróleo.

Según un testigo presencial de la cita, Betancourt le respondió que el pueblo venezolano no regalaba el petróleo, lo vendía y que no haría una excepción con Cuba. El encuentro fue áspero y terminó de modo abrupto. Betancourt supo que Castro sería, a partir de entonces, su enemigo mortal. Durante su mandato sofocó veinte conspiraciones militares en su contra y una insurrección armada de la izquierda, activamente apoyada por Cuba.

Castro estaba convencido que las reservas del petróleo venezolano, unido a las guerrillas colombianas, le serviría de palanca para la revolución continental. Los hermanos Castro, el Ché Guevara y Manuel Piñeiro, Barbarroja, responsable de asistir al movimiento revolucionario latinoamericano, no hacían distinciones entre dictadores como Anastasio Somoza y demócratas como Bentacourt. Todos eran, según Fidel, “traidores, vendepatrias, miserables, enemigos de la soberanía de los pueblos”.

Castro se involucró personalmente en los planes para invadir Venezuela con tropas cubanas, enviando a la elite guerrillera del régimen, entre ellos Arnaldo Ochoa, el futuro héroe de África ejecutado en 1989. Pero lo abrupto del terreno, la enérgica respuesta de las fuerzas de seguridad venezolanas, dirigidas por el ministro del Interior, Carlos Andrés Pérez, las pugnas internas de las facciones guerrilleras y el rechazo general de la población condenaron al fracaso la intervención castrista.

En un premonitorio discurso en el aula magna de la Universidad de La Habana, Chávez se dirigió a los congregados llamándoles “compatriotas”....

Pese a la derrota, Castro nunca olvidó a Venezuela, que durante cuatro décadas, entre 1958 y 1998, pareció consolidar su institucionalización democrática a través del llamado pacto de Punto Fijo. Ese sistema, sin embargo, terminó desprestigiándose por el clientelismo financiado por la renta petrolera. Ese proceso de degradación culminó en la brutal represión de la revuelta popular del “caracazo” de 1989, de cuyas cenizas surgió como un ángel exterminador un oficial insurgente de confusa ideología “bolivariana”: Hugo Chávez, que intentó un golpe de Estado de 1992.

En 1994, el mentor de Chávez, Luis Miquilena, envió al ex militar recién liberado de la cárcel a Cuba. Para su sorpresa, cuando aterrizó en La Habana, Castro mismo, su héroe de juventud, lo esperaba al pie del avión, dándole tratamiento de jefe de Estado.

En un premonitorio discurso en el aula magna de la Universidad de La Habana, Chávez se dirigió a los congregados llamándoles “compatriotas” y anunciando un programa político “de un horizonte de 20 a 40 años”. Castro le escuchó con delectación: su nuevo discípulo no tardaría en poner a su disposición el poder petrolero venezolano, el mayor del hemisferio occidental.

Venezuela, protectorado cubano

Hoy la isla cubre el 60% de sus necesidades energéticas con los más de 110.000 barriles diarios de crudo venezolano, financiados a precios preferentes y pagados con los servicios de más de 44.000 cooperantes, médicos, educadores y militares cubanos.

La segunda invasión cubana de Venezuela comenzó en 1998, pero ésta vez pactada entre  Castro y Chávez, que en una entrevista en el Granma calificó al cubano de “maestro de la estrategia perfecta”. Fidel, escarmentado por las sucesivas derrotas de sus aliados en países vecinos, aconsejó a Chávez no acelerar innecesariamente las reformas. Un antiguo miembro del régimen lo explicó claramente: “Fidel no cometerá el mismo error que en Chile: él hará ahora todo de manera legal”.

Desde entonces, el proceso ha seguido fielmente el guión castrista, guardando los formalismos democráticos para hacerse gradualmente con el control de la Asamblea Nacional, las Fuerzas Armadas Nacionales (FAN), la Corte Suprema, la Fiscalía y el Concejo Nacional Electoral. Paralelamente, se creó un nuevo aparato de espionaje, seguridad e inteligencia. Por si fuera poco, asesores cubanos controlan hoy los programas sociales y también el servicio de identificación, notaría y registros y los puertos y aeropuertos del país.

Como dijo uno de los ex guerrilleros, era “el sueño imposible de los sesenta hecho realidad en los comienzos del siglo”. Debido a la enfermedad de Chávez, que pasó 102 días de 2012 en Cuba, La Habana se ha convertido en la capital de facto de Venezuela y, como en los inicios de la revolución castrista, en centro de peregrinaje de líderes latinoamericanos.

Una simbiosis amenazada

Pero esa simbiosis política está amenazada por la salud de sus protagonistas: los Castro son ya ancianos y Chávez se debate entre la vida y la muerte. Aunque sus herederos, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, han pactado en presencia de Raúl Castro una transición para un “chavismo sin Chávez”, ni Fidel ni Raúl pueden poner el fuego en la mano por ninguno de ellos.

Sin Chávez, todo el juego cambia. Según escribe Thays Peñalver en El Universal, lo más probable es que los “comandantes” del chavismo cerrarán filas por un rato, “mientras les dure el miedo a Chávez, pero sin ese miedo, Cabello jamás se subordinará realmente a Maduro”.

Sobre todo, porque el delfín ungido por Chávez heredará de su mentor un inmenso poder hecho a la medida de su creador, no de ninguno de sus potenciales sucesores.

El deterioro de la institucionalidad ha facilitado el surgimiento de organizaciones criminales de todo tipo. No es fácil asegurar hasta qué punto ese proceso ha sido consentido –o alentado– por los cubanos, que posiblemente creen que la delincuencia (Caracas es hoy la capital más violenta del mundo, con 75 homicidios por 100.000 habitantes) contribuye a intimidar a sus enemigos políticos, empujándolos a abandonar el país.

Diosdado Cabello se abraza con Nicoás Maduro tras su elección para la Asamblea

Pero si eso es así, se trata de una apuesta muy peligrosa. Según un cable diplomático de WikiLeaks, Cabello, hoy presidente de la Asamblea Nacional, posee directamente o a través de testaferros, cerca de 2.000 millones de dólares. Además, a diferencia de Maduro, nunca ha sido un asiduo visitante de Cuba, fue militar y tiene fama de arrogante y vengativo.

Por las manos de su hermano, José David Cabello, nombrado en 2008 director del Seniat, el servicio de Impuestos y Aduanas, pasa todo el comercio exterior del país. Las fuentes de las fortunas de los “boligarcas” son numerosas: sobrefacturación en los proyectos de infraestructura del gobierno; comisiones de intermediación; contrabando de armas y drogas; y lavado de dinero a través de negocios intensivos en el uso de efectivo.

El gran interrogante es hasta qué punto los militares están cooptados o dispuestos a tolerar la injerencia cubana en sus estructuras de mando. Militares o ex militares controlan varios ministerios clave, lo que entra y sale por los puertos y aeropuertos, el orden público y 11 gobernaciones. El ministro de Defensa, almirante Diego Molero, ha advertido que “ante una eventual ausencia de nuestro comandante en jefe, las FAN continuarán el camino trazado desde hace 14 años”.

Pero hay pocos antecedentes regionales en que las principales decisiones políticas de un país se tomen en otro, que es además una isla pequeña y en bancarrota. Maduro fue el elegido por su probada lealtad a Chávez y por el beneplácito de Fidel y Raúl Castro con un hombre al que han cultivado desde que en su juventud estudió en La Habana.

Pero su punto débil –que lo es, a su vez, el más fuerte de Cabello– es su escasa influencia entre los militares. De hecho, si hubiese existido un claro consenso sobre la sucesión, Chávez no habría tenido que volar de La Habana a Caracas antes de volver a pasar por el quirófano para hacer explícita su elección ante los venezolanos. La historia latinoamericana enseña que los puñales se afilan más entre quienes hablan exageradamente de concordia y de unión.

Tomado de INFOLATAM

 
Venezuela sin la justicia de Salomón PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 21 de Enero de 2013 13:12

Pedro Corzo.-

La decisión tomada por el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela de posponer la juramentación del presidente, aparte de ser un golpe mortal a la frágil institucionalidad que vive ese país, refleja también las diferencias que existen entre las dos personalidades más reconocidas del chavismo, el canciller vicepresidente Nicolás Maduro y el teniente golpista, ahora legislador, Diosdado Cabello.

La descomposición del chavismo, sin que esto implique que esté próximo su final, está reflejada en la crisis constitucional que concluyó con un zarpazo a la Carta Magna y en un golpe de estado institucional.

Cabello y Maduro burlaron la voluntad de Hugo Chávez, que después de un llamado a fortalecer la unidad, algo innecesario en un poder que decía ser monolítico, enfatizó en relación a su vicepresidente: “No solo debe concluir el período, sino que mi opinión firme, plena, irrevocable, absoluta, total, es que en ese escenario, que obligaría a convocar a nuevas elecciones, ustedes elegirían a Nicolás Maduro como Presidente de la República”.

La voluntad del Caudillo no fue respetada y en un acuerdo entre lobos, el TSJ ante el peligro de tomar una decisión que podía terminar con el bienestar de todos los que usufructúan el poder, pretendió actuar con más sabiduría, sin lograrlo, que el rey Salomón, porque postergó, para satisfacer a ambas partes, una decisión clave que hubiera llevado a la presidencia a uno de los dos rivales.

La sentencia del Tribunal permite que el heredero designado, Maduro, y el aspirante a sustituirlo, Cabello, sigan compartiendo escenario y poder, hasta que por las causas que sean, llegue el impostergable momento en el que tengan que zanjar sus diferencias, o un Chávez reciclado pueda retomar el poder.

Los magistrados demostraron ampliamente que para ellos no es fundamental la legitimidad del gobernante, sino impedir un conflicto en el que los intereses de todo el entramado oficialista pudieran resultar afectados.

El Tribunal que responde a los intereses del oficialismo fue renovado parcialmente en el 2010 por la chavista Asamblea Legislativa que designó a nueve magistrados principales y 32 suplentes. Entre los magistrados fueron nombrados cinco diputados del gobierno.

Es importante destacar que el pasado mes de diciembre, cuando ya se vislumbraba que el TSJ tendría que tomar decisiones claves en relación a la salud del Presidente, siete magistrados fueron relevados de sus funciones porque no ofrecían garantías de legitimar con sus decisiones las ilegalidades que podrían producirse. Una parcialidad que solo se puede apreciar en las dictaduras.

En base a la dictadura institucional que Hugo Chávez estableció de forma escalonada, la separación entre los poderes del Estado es inexistente y el resultado es que cada una de las cinco ramas de gobierno actúa para apoyarse recíprocamente.

El régimen legal esta prejuiciado políticamente, en consecuencia, sus funcionarios pueden actuar contra los detractores, imponer controles a los medios de información y tomar decisiones jurídicas que limitan la legitimidad de las protestas de la oposición, sin correr el riesgo de enfrentar sanciones internacionales que amenacen su viabilidad.

Si se analiza la conducta de cada uno de los poderes del Estado es fácil apreciar que prácticamente el 100 por ciento de sus decisiones favorecen la voluntad del poder ejecutivo y cuando esto no ocurre los cambios en esa rama del Estado no se hacen esperar.

Un ejemplo que demuestra que en Venezuela hace muchos años las instituciones responden al ejecutivo y que hay mucho de ficción cuando una persona o entidad confía en que pueda tener lugar una decisión ajustada a derecho la expone en una entrevista la ex magistrada del Tribunal Supremo de Justicia, Blanca Rosa Mármol de León.

Dijo la ex magistrada: “Una situación que se originó en una decisión que se tomó en relación a los sucesos del 11 de abril de 2002, cuando el TSJ estableció que no hubo golpe de Estado y que no había pena asignada a la acusación hecha contra cuatro militares por el ministerio público. Como en esa oportunidad la decisión no favoreció al Ejecutivo, pues la votación fue de 11 a nueve entre 20 magistrados, decidieron nombrar 12 magistrados más para no volver a perder una votación en relación a una decisión en la que tuviera interés el Gobierno. Se llegó entonces a la enorme cantidad de 32 magistrados en el TSJ y desde entonces todas las decisiones han favorecido al Ejecutivo”.

Un informe de Human Rights Watch del 2008 señalaba la concentración y abuso de poder en Venezuela. Observaba que el ejecutivo había tomado el control del Tribunal Supremo de Justicia y que la Asamblea Nacional sancionaba leyes que ampliaban las facultades del gobierno. El informe refería que el TSJ “ha rechazado expresamente el principio de que el poder judicial debería actuar como un control independiente del poder presidencial y, junto con el presidente, desestima la autoridad del sistema interamericano de derechos humanos”.

¿Hay espacio para dudar de que en Venezuela rige un régimen de facto?

 
Del 10 de enero y más allá: Hacia el Abismo Político PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 11 de Enero de 2013 10:54

Por Leonardo V. Vera.-

Quien desee entender el abismo político al que se dirige Venezuela en los próximos días debe, a nuestro juicio, revisar primeramente las clausulas constitucionales referidas a la toma de posesión presidencial para cada período así como aquellas referidas a las causales de faltas absolutas y temporales. Por eso este artículo ofrece al lector, en su sección final, el texto de los artículos pertinentes. Conviene desde luego señalar que el chavismo, que es el movimiento que ha tomado la pauta en esta coyuntura, se encuentra, tanto como el país, en una difícil encrucijada.

Ante lo que parece una inevitable ausencia del Presidente para el día 10 de enero, desesperadamente se ha amarrado a dos tesis, una de ellas por cierto, muy temeraria. La primera es la flexibilización de la fecha de toma de posesión y el establecimiento de una nueva fecha, una atribución que por cierto no se sabe en manos de quien recae y que, en última instancia, no está siquiera definida en el texto constitucional. Se buscaron a un jurista afamado pero acomodaticio, Herman Escarrá, para suscribir una interpretación espúrea del artículo 231. La segunda, es la tesis de la continuidad. Se afirma, que dado que el Presidente elegido es el mismo Presidente saliente, pues no hace falta un acto protocolar como la juramentación y por lo tanto, Chávez es automáticamente el Presidente en ejercicio el 10 de enero.

Esta segunda tesis es absurda. La reelección es un mecanismo contemplado en la constitución y aún así, el texto fija una fecha precisa para la toma del cargo y sin este acto no se puede ejercer. No hay ningún artículo en la constitución que hable de continuidad, pero hay un artículo, el 231, que es muy claro. El candidato elegido debe tomar posesión.

Sobre la flexibilidad de la fecha. Ese es otro invento. El artículo 231, ofrece una contingencia para el lugar pero no para la fecha. No son dos ideas separadas como afirma el abogado Escarrá. Es una sola idea que precisa cuando y donde toma posesión el presidente electo ¿Cuando? El 10 de enero ¿Dónde? En la Asamblea Nacional ó, ante cualquier contingencia, por ejemplo, un tumulto en la Asamblea; ante el Tribunal Supremo. Si el legislador hubiera estado pensando en fechas flexibles, pues habría redactado otro artículo, o de seguidas, habría señalando la contingencia.

Ahora bien, ¿cómo se pone de manifiesto la inmadurez del chavismo? Este es el punto sobre el que queremos llamar la atención del lector. Si el Presidente Chávez no se presenta el día 10, la constitución no señala que esto constituya automáticamente una falta absoluta. Lo que eventualmente constituiría una falta absoluta es la incapacidad física para ejercer, pero para eso se requieren tres extremos: una junta médica que así lo declare, una aprobación de esa junta médica por parte del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y otra aprobación de la Asamblea Nacional (AN).

Vale precisar, que las faltas absolutas son explícitas en el texto constitucional y para algunas de ellas se requiere la acción de la AN y/o del TSJ. Las faltas absolutas que no requieren el concurso de estos órganos son: muerte, renuncia y revocación de mandato. Las otras, destitución, incapacidad física y abandono del cargo requieren el concurso de la AN y el TSJ. El problema es que los enanos no están ganados para declarar la incapacidad física. Eso sería una ofensa al padre (y el padre es la encarnación del pueblo). Tiene que ser padre quien se declare incapaz. Ahora bien, al parecer papá está entubado y sin habla (según unos) ó jugando dominó con Fidel (según otros). En ninguna de esas circunstancias el padre va a declararse incapaz. Así que dado que el asunto no tiene solución constitucional, pues entonces debe pasar del terreno jurídico al terreno político. Aquí es donde se le exige madurez a los enanos.

Hay una situación crítica no contemplada en la constitución y ella debe ser motivo de conversación entre las partes. Conversación y acuerdo entre los 98 escaños del chavismo y los 67 escaños de la oposición. Lamentablemente, el acto de sectarismo y burla sañosa que hoy vimos por parte de los enanos en la AN, de tomar todos los cargos directivos usando su mayoría, no contribuye a generar ese ambiente. Es una lástima, pero por el momento los enanos no quieren madurar.

Artículo 231 – El candidato elegido o candidata elegida tomará posesión del cargo de Presidente o Presidenta de la República el diez de enero del primer año de su período constitucional, mediante juramento ante la Asamblea Nacional. Si por cualquier motivo sobrevenido el Presidente o Presidenta de la República no pudiese tomar posesión ante la Asamblea Nacional, lo hará ante el Tribunal Supremo de Justicia.

Artículo 233 – Serán faltas absolutas del Presidente o Presidenta de la República: su muerte, su renuncia, o su destitución decretada por sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, su incapacidad física o mental permanente certificada por una junta médica designada por el Tribunal Supremo de Justicia y con aprobación de la Asamblea Nacional, el abandono del cargo, declarado como tal por la Asamblea Nacional, así como la revocación popular de su mandato. Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo o Presidenta electa antes de tomar posesión, se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente o la nueva Presidenta, se encargará de la Presidencia de la República el Presidente o Presidenta de la Asamblea Nacional. Si la falta absoluta del Presidente o Presidenta de la República se produce durante los primeros cuatro años del período constitucional, se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente o la nueva Presidenta, se encargará de la Presidencia de la República el Vicepresidente Ejecutivo o la Vicepresidenta Ejecutiva. En los casos anteriores, el nuevo Presidente o Presidenta completará el período constitucional correspondiente. Si la falta absoluta se produce durante los últimos dos años del período constitucional, el Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva asumirá la Presidencia de la República hasta completar dicho período.

Tomado de INFOLATAM

 
Venezuela: ¿Se Repetirán los “Golpes” de Honduras y Paraguay? PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 05 de Enero de 2013 13:06

Por Jorge Hernández Fonseca.-


Aparentemente la muerte del “benefactor” de los hermanos Castro está próxima. Sólo falta que suceda, o si ya sucedió, sólo falta anunciarlo, para lo cual Maduro debe “ablandar” la posición de Cabello, de manera que la lucha por el poder en Venezuela no dé al traste con las ventajas castristas.


Venezuela, 10 de Enero de 1013:

¿Se Repetirán los “Golpes Blancos” de Honduras y Paraguay?

Jorge Hernández Fonseca

02 de Enero de 2013

Se aproxima aceleradamente una nueva crisis política latinoamericana. Una facción del chavismo se apresura a pasar por alto la Constitución del país, en lo concerniente a la fecha de la toma de posesión presidencial y argumenta copiosamente sobre el “derecho del pueblo” que eligió a Chávez para su tercer mandato, por encima de lo que la Constitución establece.

Como parte de la lucha por el poder, iniciada por Diosdado Cabello al cuestionar públicamente el postulado constitucional de llamar a nuevas elecciones si Chávez no se presentaba a su toma de posesión el próximo 10 de Enero, el vice-presidente actual, Nicolás Maduro --designado por el propio Chávez como su sucesor en caso de contratiempos-- hubo de ripostar a la propuesta de Cabello diciendo que Chávez había dejado “instrucciones públicas” en ese caso, que implicaban que se hicieran elecciones (como reza la Constitución) y lo eligieran a él.

Cabello afirma que la Constitución venezolana establece --efectivamente-- la fecha del 10 de Enero para la toma de posesión del presidente electo ante el Congreso, pero añade que, a continuación, la propia Constitución expresa que “en el caso que no pueda haber toma de posesión del presidente ante el Congreso, lo haría ante la Corte Suprema de Justicia”, añadiendo Cabello la frase: “¿donde? no dice, ¿cuando? no dice…” conformando un silogismo para confundir. La Constitución no dice “donde” debe tomar posesión el presidente electo cuando su juramento sea ante el máximo representante de la Justicia venezolana, pero está claro que sí dice “cuando”, porque el párrafo constitucional que Cabello enarbola está a continuación de la definición de la fecha, 10 de Enero. Una definición a continuación de la otra.

Así las cosas apareció un duro artículo del ideólogo del “socialismo del Siglo XXI”, Heinz Dietrich, acusando a Cabello de “desobedecer” a Chávez y pretender tirar del poder a Maduro cuando se produjera la muerte de Chávez. Antes que la “sangre llegara al río”, la Habana hubo de llamar a Nicolás Maduro (su candidato) a Cuba para establecer las negociaciones de rigor, relacionadas con la futura falta permanente del caudillo venezolano y los procedimientos en su lucha contra Cabello, y de paso, informarlo de primera mano del grave estado real de Chávez.

Aparentemente la muerte del “benefactor” de los hermanos Castro está próxima. Sólo falta que suceda, o si ya sucedió, sólo falta anunciarlo, para lo cual Maduro debe “ablandar” la posición de Cabello, de manera que la lucha por el poder en Venezuela no dé al traste con las ventajas castristas. Aparentemente en este caso la Habana procura la convocación a nuevas elecciones, habidas cuentas que el propio Chávez designó a Maduro (el candidato castrista) como su sucesor y pidió a sus simpatizantes “elegir a Maduro como presidente”. La línea de Cabello, su oponente, aparentemente saldrá derrotada. Brasil también ha dado señales en ese sentido.

En cualquier caso, son solamente conjeturas. Habrá que esperar el resultado de las gestiones de Maduro ante Cabello y sus seguidores, para entonces anunciar el fallecimiento de Chávez y dar paso a lo que establece la Constitución: elecciones en 30 días, a partir de ese momento. Es lógico que la dictadura cubana dilatará el anuncio, con vistas a organizar sus huestes.

No obstante lo anterior, Latinoamérica enfrenta ahora lo que pudiéramos denominar “el momento de Paraguay” o “el momento de Honduras”. Nada menos que el chavismo, en la persona del presidente del Congreso nacional venezolano, Diosdado Cabello, propugnando por una salida que lo beneficie, aunque viola de plano la Constitución. Habría que esperar el resultado de la lucha interna Cabello vs. Maduro. De resultar triunfante Cabello, Paraguay podría proponer la expulsión de Venezuela del Mercosur, como ya se hizo por razones similares con Paraguay, o como mínimo, que Brasil refugie en su embajada en Caracas a Maduro.

Artículos de este autor pueden ser encontrados en http://www.cubalibredigital.com

 
Venezuela, 10 de Enero de 2013 PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Miércoles, 02 de Enero de 2013 18:21

Venezuela, 10 de Enero de 1013:

¿Se Repetirán los “Golpes Blancos” de Honduras y Paraguay?

Jorge Hernández Fonseca

02 de Enero de 2013

Se aproxima aceleradamente una nueva crisis política latinoamericana. Una facción del chavismo se apresura a pasar por alto la Constitución del país, en lo concerniente a la fecha de la toma de posesión presidencial y argumenta copiosamente sobre el “derecho del pueblo” que eligió a Chávez para su tercer mandato, por encima de lo que la Constitución establece.

Como parte de la lucha por el poder, iniciada por Diosdado Cabello al cuestionar públicamente el postulado constitucional de llamar a nuevas elecciones si Chávez no se presentaba a su toma de posesión el próximo 10 de Enero, el vice-presidente actual, Nicolás Maduro --designado por el propio Chávez como su sucesor en caso de contratiempos-- hubo de ripostar a la propuesta de Cabello diciendo que Chávez había dejado “instrucciones públicas” en ese caso, que implicaban que se hicieran elecciones (como reza la Constitución) y lo eligieran a él.

Cabello afirma que la Constitución venezolana establece --efectivamente-- la fecha del 10 de Enero para la toma de posesión del presidente electo ante el Congreso, pero añade que, a continuación, la propia Constitución expresa que “en el caso que no pueda haber toma de posesión del presidente ante el Congreso, lo haría ante la Corte Suprema de Justicia”, añadiendo Cabello la frase: “¿donde? no dice, ¿cuando? no dice…” conformando un silogismo para confundir. La Constitución no dice “donde” debe tomar posesión el presidente electo cuando su juramento sea ante el máximo representante de la Justicia venezolana, pero está claro que sí dice “cuando”, porque el párrafo constitucional que Cabello enarbola está a continuación de la definición de la fecha, 10 de Enero. Una definición a continuación de la otra.

Así las cosas apareció un duro artículo del ideólogo del “socialismo del Siglo XXI”, Heinz Dietrich, acusando a Cabello de “desobedecer” a Chávez y pretender tirar del poder a Maduro cuando se produjera la muerte de Chávez. Antes que la “sangre llegara al río”, la Habana hubo de llamar a Nicolás Maduro (su candidato) a Cuba para establecer las negociaciones de rigor, relacionadas con la futura falta permanente del caudillo venezolano y los procedimientos en su lucha contra Cabello, y de paso, informarlo de primera mano del grave estado real de Chávez.

Aparentemente la muerte del “benefactor” de los hermanos Castro está próxima. Sólo falta que suceda, o si ya sucedió, sólo falta anunciarlo, para lo cual Maduro debe “ablandar” la posición de Cabello, de manera que la lucha por el poder en Venezuela no dé al traste con las ventajas castristas. Aparentemente en este caso la Habana procura la convocación a nuevas elecciones, habidas cuentas que el propio Chávez designó a Maduro (el candidato castrista) como su sucesor y pidió a sus simpatizantes “elegir a Maduro como presidente”. La línea de Cabello, su oponente, aparentemente saldrá derrotada. Brasil también ha dado señales en ese sentido.

En cualquier caso, son solamente conjeturas. Habrá que esperar el resultado de las gestiones de Maduro ante Cabello y sus seguidores, para entonces anunciar el fallecimiento de Chávez y dar paso a lo que establece la Constitución: elecciones en 30 días, a partir de ese momento. Es lógico que la dictadura cubana dilatará el anuncio, con vistas a organizar sus huestes.

No obstante lo anterior, Latinoamérica enfrenta ahora lo que pudiéramos denominar “el momento de Paraguay” o “el momento de Honduras”. Nada menos que el chavismo, en la persona del presidente del Congreso nacional venezolano, Diosdado Cabello, propugnando por una salida que lo beneficie, aunque viola de plano la Constitución. Habría que esperar el resultado de la lucha interna Cabello vs. Maduro. De resultar triunfante Cabello, Paraguay podría proponer la expulsión de Venezuela del Mercosur, como ya se hizo por razones similares con Paraguay, o como mínimo, que Brasil refugie en su embajada en Caracas a Maduro.

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