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Cuba


Del anonimato al martirologio PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Lunes, 28 de Febrero de 2011 00:43

Por Yoani Sánchez

A veces algunos rostros anónimos se vuelven indispensables en la historia de los pueblos y el más insospechado de los individuos trastoca el curso nacional y cataliza fenómenos, ansias de transformación que estaban aletargadas. Un albañil, proveniente de la zona oriental del país, ha logrado remover en nosotros algo que ya creíamos secuestrado definitivamente por la policía política, esa sensación de que en algún punto tendrá que empezar a cambiar la realidad cubana.

El nombre Orlando Zapata Tamayo se hizo público por primera vez en el año 2002, junto con dos fotos suyas en un libro titulado Los disidentes , dedicado a descalificar a las figuras de la oposición cubana. No obstante, cuando su muerte –tras una huelga de hambre de 85 días– conmovió al mundo, la prensa oficial y hasta el mismísimo presidente de Cuba dijeron que aquel mulato de 42 años solo era un delincuente común y no un prisionero político. Esta versión ha sido repetida hasta el cansancio por nuestras autoridades, sin percatarse –o quizá sin querer recordar– que ellos mismos lo inscribieron en el selecto listado de “los enemigos ideológicos”.

Orlando Zapata fue apresado en marzo de 2003. Su nombre no aparecía ni siquiera en la lista de los 75 opositores que fueron condenados esa primavera negra a penas que oscilaban entre los 15 y 28 años de cárcel, ya que su detención y posterior condena a tres años de privación de la libertad ocurrieron como consecuencia de los actos realizados por él para protestar contra aquella oleada represiva. Una vez en prisión su actitud de permanente rebeldía lo condujo a ser juzgado nuevamente y condenado a casi 30 años de cárcel. Es precisamente bajo esas condiciones como a finales de 2009 se declara en huelga de hambre.

La versión oficial de los hechos argumenta que el reo había tomado esa decisión reclamando privilegios imposibles de complacer y que a pesar de los esfuerzos del personal médico que lo atendió no se le pudo salvar la vida.

La familia y algunos presos atestiguan que, una vez que se declaró en huelga de hambre para quejarse de las condiciones carcelarias y el abuso de que era objeto, sus carceleros lo encerraron en una celda de castigo y le negaron el agua durante 18 días. Cuando fue conducido al hospital, el deterioro de su salud se encontraba ya en un punto de no retorno. Nadie pone en duda el esfuerzo que realizaron los doctores encargados del caso, como tampoco está bajo discusión la crueldad y el desprecio a la vida humana demostrada por sus carceleros, que no han sido juzgado hasta el día de hoy.

A lo largo de los doce meses ya transcurridos, el pequeño cementerio del poblado de Banes en la provincia de Holguín ha sido testigo de numeras pruebas de intolerancia. Allí descansan los restos de Orlando Zapata y en varias ocasiones que su madre, la señora Reina Luisa Tamayo, ha pretendido visitarlo, ha sido impedida de hacerlo, a veces por personas vestidas de civil, otras por hombres y mujeres de uniforme, que forman una cadena humana en medio del camino. Todo esto acompañado de gritos, empujones e insultos contra la familia y los amigos de quien se ha convertido en un símbolo para miles de cubanos dentro y fuera de la isla.

Orlando Zapata Tamayo no era un miembro de la oligarquía que estuviera pretendiendo recuperar sus propiedades, sino un hombre sencillo del pueblo, un obrero mestizo nacido después del triunfo de la revolución. No fue el autor de una plataforma política ni se alzó en armas contra el régimen; fue una persona común y corriente, un cubano de a pie, que un buen día se percató de que carecía de derechos elementales y decidió que valía la pena hacer algo por alcanzarlos.

Muchas veces no es la vida de una persona sino su muerte la que le coloca en un sitial en la historia. Este es el caso de Mohamed Bouazizi, el joven tunecino que se prendió fuego frente a un edificio gubernamental porque la Policía le había confiscado las frutas que vendía en una plaza. Las consecuencias de su inmolación en todo el mundo árabe eran totalmente impredecibles y todavía hoy no se sabe hasta dónde se extenderá lo que se ha dado en llamar “el efecto dominó” desencadenado.

La muerte de este cubano, ocurrida el 23 de febrero de 2010, hace hoy un año, justamente la víspera en que Raúl Castro se aprestaba a celebrar su segundo año al mando de los timones de la nación, ha creado una incómoda efeméride en nuestro almanaque.

Ahora mismo son muchos los que se están preguntando cómo van a conmemorarla, mientras la Policía Política se prepara para contrarrestar las muestras públicas del recordatorio.

Lo que sí es seguro es que a lo largo de esta semana será más evocado el nombre del difunto Zapata Tamayo que el largo epíteto del general Presidente.

Este artículo fue originalmente publicado el miércoles 23 de febrero de 2011 en la edición impresa del diario La Nación de Argentina. http://www.lanacion.com.ar/1352195

Yoani Sánchez es cubana y filóloga. Creó el reconocido blog Generación Y 08:31 a.m. 26/02/2011

 
¿Revueltas Árabes o Iluminismo Musulmán? PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Sábado, 26 de Febrero de 2011 14:26

Por Jorge Hernández Fonseca

 

El Mundo Árabe está en efervescencia. Pero probablemente las revueltas sean algo más que reacciones populares en países árabes; pudiera tratarse de profundos cambios en el Mundo Musulmán. Las protestas en Irán --que no es un país árabe, es persa (pero musulmán)-- lo demuestra. No se trata solamente de reclamos políticos, asociados a la peculiar forma de gobernarse mediante semi-dictadores (o dictadores sin el semi), casi siempre militares, al estilo del profeta de su religión, que concentró en su persona la autoridad civil, militar y religiosa, el Mundo Musulmán probablemente quiere Libertad, Igualdad y Democracia, así como valores que dignifiquen sus mujeres. Mi óptica es que las revueltas en el Mundo Musulmán, muestran que la aplicación práctica de la religión musulmana en sus sociedades, comenzó a modernizarse.

 

Sabemos que el llamado Mundo Occidental es el resultado de la imbricación de la cultura greco-romana y el cristianismo, los que sumado al aporte cultural del resto de las sociedades europeas del primer milenio después de la caída del Imperio Romano de Occidente, cristalizaron lo que hoy llamamos Mundo Occidental (al occidente de la Grecia originaria). Estos factores formaron nuestra sociedad occidental, intelectual y materialmente, avanzando a lo largo de pacientes y minúsculas transformaciones hasta nuestros días. La religión fundada por Jesús Cristo fue fuente fundamental de principios para la amalgama de la cultura occidental.

 

Por eso, la religión predominante en el Mundo Occidental es la cristiana. Como sabemos, todas las sectas cristianas parten de un tronco común – el tronco Católico-- que se dividió en múltiples manifestaciones, pero preservando siempre la esencia filosófica y doctrinal. Actualmente vemos que existe en la sociedad occidental una separación entre la vida religiosa y el mundo laico. No siempre fue así. En sus orígenes, la religión cristiana era parte importante de la vida social y política del mundo europeo de la Edad Media. Algo similar a lo que sucede en el Mundo Musulmán actual. Religión, sociedad civil y organización política, tienden a confundirse en las sociedades musulmanas, a pesar de los esfuerzos de algunas sociedades empeñadas en separar el campo político y la sociedad civil (estado laico), de la religión, como en Turquía.

 

En el seno de la sociedad europea y al cabo de más de mil años de obscurantismo medieval, surgió una corriente de pensamiento conocido como “el iluminismo”. Los más brillantes escritores, filósofos, astrónomos científicos (incipientes) y pensadores en general, dieron forma con sus obras a lo que actualmente es un logro de la cultura occidental: el mundo laico. El iluminismo generó una fuerza sin precedentes en la historia humana: la ciencia y su hermana aplicada, la tecnología, que llegan hasta hoy con sus realizaciones materiales indiscutibles.

 

El parto del iluminismo fue largo y sufrido. Contó con la condena a la hoguera de Galileo Galilei, uno de los fundadores de la ciencia moderna, así como el ostracismo de innumerables filósofos y astrónomos, a partir de la fuerza obscurantista (disfrazada de religión) que se opuso tenazmente al triunfo del desarrollo del Mundo Occidental, que nos llega hasta hoy.

 

Además de la lucha del iluminismo contra el obscurantismo religioso del Medioevo, el Mundo Occidental tuvo también partos políticos dolorosos. La Revolución Francesa fue la culminación del iluminismo en los planos político y económico, con la proclamación en Francia de los principios democráticos: Libertad, Igualdad y Fraternidad, que fueron seguidos ejemplarmente en la Norteamérica de las 13 colonias, después de su independencia de la Inglaterra colonial.

 

En el Mundo Musulmán todavía no ha habido un equivalente a la revolución iluminista de la sociedad occidental. Siendo una religión que tiene orígenes judeocristiano, la religión musulmana fue extendida al resto del mundo de la época, cuando la expansión árabe de la mitad del primer milenio después de Cristo. Reconocen a Jesús como un gran profeta, así como a todos sus antecesores recogidos en el Antiguo Testamento, pero establece “El Corán” (y no la Biblia) como su libro sagrado, escrito por El Profeta Mahoma a dictados del Arcángel Gabriel.

 

La globalización en todos los órdenes ha llevado al Mundo Musulmán actual su mensaje laico, democrático y libertador procedente del Mundo Occidental, con valores probados por siglos de éxitos, lo cual constituye un ejemplo de cómo podrían ir las cosas en sus sociedades sometidas, sin necesariamente tener que renunciar a la religión musulmana, repleta de postulados nobles.

 

Lo que vemos suceder en el Mundo Árabe hoy, según la óptica que se defiende en este análisis, no es más que la re-edición de la lucha del equivalente musulmán del iluminismo, dentro de la sociedad musulmana (musulmana más que árabe) con sus características propias. Difícilmente la sociedad occidental pueda entender cabalmente lo que sucede en la sociedad civil de estos países, donde una mitad de la población (las mujeres) vive sometida a la más medieval de las limitaciones y arbitrariedades en pleno siglo XXI, de Internet y Facebook.

 

El Mundo Musulmán no necesita de iluministas, ya ellos existieron y crearon el mundo laico, la democracia política, la ciencia y la tecnología, que nos llegan hasta hoy con realizaciones universales y una filosofía de vida liberal y responsable. Habrá intelectuales musulmanes que se encargarán de dar la línea de conducta adaptada a sus respetables códigos morales específicos, que como el de cualquier otra religión, prima por el bien, la bondad y la tolerancia.

 

Las revoluciones actuales en el Mundo Musulmán son re-ediciones de la Revolución Francesa, que traerá el valor político de la democracia de manera generalizada, barriendo toda especie de dictadores solapados bajo el manto de jefes militares y monarquías arbitrarias, que similarmente como sucedió en la Europa de los siglo XVII, XVIII y XIX, se adaptarán a la corriente democrática con sus formas de ver la vida, pero con valores universales reconocidos.

 

Las pretensiones de establecer un emirato en Córdoba, de reconquistar Europa y destruir a los Estados Unidos, propugnado por la organización de Bin Ladem, fue el acicate que occidente para hacerles una guerra obligada por la barbarie del 11 de Septiembre. La guerra de Afganistán, de alguna manera se extendió (con o sin razones) hasta Irak y ahora llega a las sociedades musulmanas desde adentro, por sentirse carentes de los principales valores básicos que rechazaban de occidente: Libertad, Igualdad y Fraternidad. Ha sido un boomerang.

 

Pero la lucha por la creación de la sociedad occidental duró varios siglos. Desde que Copérnico expusiera sus teorías sobre la mecánica del Universo hasta el establecimiento de la mecánica universal, por Issac Newton, --y su posterior transformación por Albert Einstein-- transcurrieron centenas de años. Desde la patente original de la máquina de vapor en Inglaterra, y la Revolución Industrial que ella provocó, hasta el establecimiento de la Internet, se sucedieron también varios siglos de arduo trabajo y sucesivos logros. Desde el estallido de la Revolución Francesa, hasta el reconocimiento de sus valores de manera universal, también se pasaron cientos de años. Algo similar sucederá en el Mundo Musulmán, que comienza ahora un largo y doloroso camino para, sin renunciar para nada a su religión, erigirse en sociedades plenamente integradas al mundo contemporáneo, donde sus hombres y mujeres aspiran a vivir.

 

Israel, en el plano filosófico-religioso, es un ejemplo de lo que expuesto antes. Sin profesar la religión cristiana (el cristianismo se basa en la religión judaica) su sociedad ha sabido absorber los valores creados por la sociedad occidental (muchos de los cuales se deben a trabajos de judíos europeos) sin necesidad de por ello tener que cambiar para nada su religión, sus creencias y sus vivencias en el mundo espiritual e íntimo de cada hombre o mujer.

 

Al mirar al actual “conflicto árabe”, debemos saber que estamos ante una transformación que desborda el plano exclusivamente político. El deber de occidente es apoyar el establecimiento de esa especie de “nuevo iluminismo progresista musulmán”, respetando sus particularidades y ayudándolos en su empeño libertario para acceder a una vida a la altura del Siglo XXI.

25 de Febrero de 2011

 

 

Artículos de este autor pueden ser consultados en http://www.cubalibredigital.com

 

 
Libia, una vergüenza para el mundo libre PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Viernes, 25 de Febrero de 2011 19:57

Por Huber Matos Araluce

Esta revolución está demostrando al mundo occidental que haber tratado a la mafia familiar  de Kadafi,  de “tú a tú”, le brindó  una credibilidad de la que más de una nación democrática tiene hoy que sentirse avergonzada.

 

¿Por qué lo hicieron?  Unos por conveniencia estratégica y otros por dinero, pero lo hicieron.  La idea de que los Estados Unidos o la Unión Europea no tenían y no tienen ninguna influencia con este régimen es debatible y en última instancia es falsa.

 

Kadafi era un terrorista con dinero, pero era un terrorista, y lo trataron con la condescendencia que no se merecía; con excepción de Ronald Reagan, que ordenó un bombardeo para liquidarlo.

 

En Europa y en los Estados Unidos se sienten alarmados por la disposición al genocidio que ha demostrado  Kadafi, y por las evidencias de asesinatos de civiles indefensos. Alarmarse y limitarse a declaraciones  de rechazo es moralmente inaceptable.

 

Hasta ahora ni la Unión Europea ni los Estados Unidos han hecho nada  concreto por evitar este genocidio.  Responsabilidad  de  un demente al que le compran petróleo.  Lo menos que podían haber hecho ya es anunciar que se negarán a comprarlo hasta que se respeten los derecho de la población.

 

Arabia Saudita puede fácilmente suplir el necesario para evitar una crisis y el mundo libre podría, si es el caso,  ajustarse los pantalones un poco para evitar que la masacre continúe en Libia.

 

Occidente podía haber advertido a los responsables del genocidio, y a los ejecutores que cumplen  sus órdenes, que serán llevados antes un tribunal internacional  desde donde quiera que se escondan.

 

Suiza por lo menos ha congelado los activos del dictador y suponemos que también los de su familia.  Pero todo el mundo democrático debía haber  actuado con rapidez y tomar acciones efectivas.

 

El New York Times ha sugerido que los Estados Unidos interfieran las comunicaciones  militares y junto con la Unión Europea se anuncie un embargo de armas  y se imponga una prohibición de viajes a los colaboradores de Kadafi.

 

No puede nadie excusarse en la diplomacia o en las grandes concepciones estratégicas para dejar de asumir una posición moral  ante las acciones del Kadafi contra su pueblo.  Nadie puede dejar de ser consecuente en palabras y hechos.

 

El mundo está en la presencia de otro Hitler y no puede ahora, como hizo en la Segunda Guerra mundial, argumentar ignorancia de lo que está sucediendo en Libia.   La posibilidad de una masacre de miles de personas puede ser cuestión de horas o de días.

 

Los días de Kadafi parecen estar contados. La solidaridad internacional  está una vez más a prueba.  Es la que puede evitar que se sigan masacrando civiles que protestan pacíficamente y se continué sacando personas de sus casas y ejecutándolas en las calles.

 

Trípoli seguramente  será tomada por los rebeldes, pero la asistencia exterior  puede frenar  los asesinatos antes que despues.  Hoy será por el pueblo libio, mañana  por los venezolanos y por los cubanos.

 

 

 

 
LA CHOCHOCRACIA PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Viernes, 25 de Febrero de 2011 11:53

Por Raúl Fernández Rivero

 

Hace 52 años un grupo de jóvenes cubanos de diversas procedencias geográficas y medio social, desde universitarios y profesionales hasta simples trabajadores, se nuclearon alrededor de un joven abogado, dirigente del Partido Ortodoxo  llamado Fidel Alejandro Castro Ruiz, para enfrentar con las armas al General(ascendido desde Sargento taquígrafo) Fulgencio Batista y Zaldívar, quien había dado un golpe militar y tomado el poder en compañía de sus seguidores dentro del ejército y la policía, e instaurado un régimen dictatorial. Estos jóvenes escogen el día 26 de Julio de 1953 para efectuar un asalto a dos cuarteles en el Oriente del país, uno en Bayano y otro en Santiago de Cuba.

Los resultados fueron desastrosos, con muertos y muchos prisioneros entre los asaltantes y un fracaso operacional, que da inicio, no obstante, a un gran movimiento insurreccional llamado M-26-7, que luego de un fallido desembarco de exilados dirigidos por el Dr. Castro Ruz y varios de los asaltantes de los cuarteles de Oriente -que habían sido presos y después amnistiados por Batista- comienza una  muy mitificada guerra de guerrillas en la Sierra Maestra. El 1º de Enero de 1959 el dictador Batista abandona la Isla de Cuba  en compañía de su familia y muchos de sus compañeros de armas y tiranía, dando paso a la toma del poder por los jóvenes insurrectos. La etapa insurreccional ha terminado y Fidel Castro reconocido por las masas como líder del triunfo, asume en definitiva todos los poderes después de -con harta profusión de actos demagógicos- desprenderse de todos los controles de la democracia, congreso, contraloría, Tribunal Supremo y la crítica de otros participantes en el proceso insurreccional

De esta manera comienza la etapa llamada revolucionaria, donde excusándose en un provocado enfrentamiento con los EE.UU, el régimen militar autor del golpe institucional del 59, va introduciendo, a pesar de sus negativas de ser comunista, un régimen de dictadura de partido.

Estos jóvenes como resultado del proceso natural van envejeciendo y 52 años más tarde después de haberse ido rotando por ministerios, jefaturas de cooperativas, industrias intervenidas y burocráticos puestos, se convierten en una rara legión de ancianos que se aferran al poder y  llenan la dirección de la economía y la política de errores,  fruto primero de la inexperiencia, después de la búsquedas de soluciones a un sistema que no funciona y luego,  simplemente, de cómo seguir disfrutando de las comodidades de poder absoluto. Hoy los jóvenes insurrectos se han transformado en viejos chochos, que mal mastican frases y se reinventan en funciones y cargos.

La república de Cuba pasó de ser una payasada a una chochocracia.

Sin embargo el país es muy joven. Durante los primeros cinco o seis años, acosados por sus errores económicos y reprimiendo a un alto costo la resistencia armada de una parte de la población, que le enfrentó con el triste saldo de 10.000 fusilados y 250,000 prisioneros políticos, millones de exilados y una desconocida cifra de desaparecidos en el mar y en las sierras del Escambray y Pinar del Río  y con la imposición por el gobierno de racionamientos a los alimentos, ropas, zapatos y demás enseres fundamentales de la vida, situación agravada por un embargo –hoy prácticamente teórico-  impuesto por USA, se convirtió el país en una farsa de Isla Paradisiaca. El mal vivir llevó  a disminuir el índice de nacimientos por familia, debido a las dificultades para encontrar alimentos infantiles, pañales y demás enseres necesarios. Era difícil que una familia tuviera más de dos hijos. La población disminuyó en términos reales al sumarse la salida, en ocasiones masiva, de ciudadanos. Poco después, al incrementarse el subsidio soviético a Cuba, las cosas mejoraron algo y se aumentó el promedio de nacimientos, que ha vuelto a caer después del derrumbe del muro de Berlín y la consiguiente desaparición del mundo comunista europeo.

Por tanto, hubo un envejecimiento de la población y el nacimiento de una nueva generación, que el Che Guevara esperaba estuviera formada por el Hombre Nuevo, socialista, anticapitalista, anti imperialista, ajeno al consumismo, y solidario y fiel a la revolución.

Guevara se salvó al ser asesinado después de rendirse a los soldados bolivianos. Pero sería otro chochócrata de estar vivo. Pero el hombre nuevo no ha sido la criatura que él esperaba. Los jóvenes cubanos están filosófica y realísticamente muy lejos de ese sueño. Han aprendido, con mucho trabajo e inventiva, a usar la tecnología, aún en contra de los obstáculos puestos por los viejos y achacosos gobernantes. Y han salido respondones. El intento del General Castro -un chochócrata heredero real de su majestad Fidel I – de abrir un espacio para la búsqueda de soluciones a un país en quiebra, tenía que comenzar por la abierta reflexión sobre los errores cometidos y repetidos por la chochoburocracia y desembocó en múltiples críticas que motivaron su suspensión y  el control de la llamada crítica interna. La juventud cubana se ve hoy en los blogueros y en quienes participan en sus foros de discusión. En los profesionales que huyen al primer chance del régimen envejecido y sin respuestas. Médicos, odontólogos y enfermeras, deportistas, y técnicos saturan la lista de desertores. Sangre joven, formada y ansiosa de crecer personal y espiritualmente.

La pregunta de rigor es si esta chochocracia es eterna. Nada es eterno. Ni los Faraones, ni los Reyes europeos absolutistas, ni quienes les sucedieron. Tampoco  el entramado demagógico de Lenin y las repúblicas populares de la Europa del este. Ni el comunismo chino que es hoy “capital comunismo”. Ni es eterno el gran payaso del discurso incansable, ni sus chochócratas. La tumba, ese irremediable final a la vida terrenal, o el desespero  de los cubanos por sus derechos humanos y la satisfacción de sus necesidades urgentes y vitales  amenazan a la chochocracia. Compiten en la solución final, las funerarias y las marchas multitudinarias.

Porque hay que tener más valor para tomar un bote  precario o una balsa imposible y cruzar la mar bravía, que para pararse el lunes en una esquina y decir ¡fuera la chochocracia!

Los chochócratas del mundo tiemblan, por el Parkinson y por el miedo. Los pueblos están cansados de los gobiernos de decenas de años, que repiten promesas a las dos manos y han envuelto a sus terrícolas y jóvenes hijos en una vida de 40% de pobreza, con la mitad de las tierras cultivables llenas de mala hierba y la familias desesperadas buscando ayuda del emigrante o robando lo que pueden al gobierno todo poderoso. Ya no hay justificación, ni bloqueos, ni ciclones, ni el imperialismo… Es la chochocracia el único culpable. Y ellos crearon una juventud rebelde con causa y con destino manifiesto. Y esa juventud dará la respuesta. Sólo ellos la tienen y solo ellos la pueden aplicar. En ellos, los jóvenes, la humanidad confía y espera.

*chocho, -cha
adjetivo
1 [persona] Que tiene debilitadas o disminuidas las facultades mentales a causa de la avanzada edad: el abuelo ya está un poco chocho y se enternece con cualquier cosa.

Chochocracia

1- Por extensión gobierno de las personas chochas



Raúl Fernández Rivero

Última actualización el Miércoles, 09 de Marzo de 2011 12:14
 
Es hora de que el castrismo pase a la historia PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Jueves, 24 de Febrero de 2011 10:03

Por Fernando Ruiz

Las revueltas populares contra las dictaduras en el norte de África son una ola que genera una esperanza mundial. Por supuesto que el futuro en esos países está lleno de incertidumbres, pero hay algo seguro: las dictaduras en Túnez y Egipto terminaron, y otras están hoy heridas de muerte. Quizás en pocas horas enterremos alguna más.

 

En Cuba el descontento de la ciudadanía es pavoroso, donde resulta evidente que entre la propia clase gobernante no hay ninguna fe en que el régimen pueda democratizarse, y ya no tienen un Bush para enfrentarse sino un Obama. Sólo falta que se cruce el umbral de la protesta masiva.

 

Como ocurrió en 1989 en Europa del Este y ahora en África del Norte, las dictaduras caen cuando se rompe el miedo a la protesta en la calle, cuando el descontento individual se organiza colectivamente pues se pierde el temor a identificarse como un opositor. Es en ese momento cuando se ponen a prueba las dos instituciones de control principales de la dictadura: las fuerzas armadas y los medios de comunicación oficiales.

 

Si comienzan las protestas en Cuba, la primera línea represiva del régimen serán los cuadros partidarios y la policía política, tratando de evitar la presencia directa de los militares en la calle frente al pueblo. Si las protestas adquieren entidad, es decir, si la gente va rompiendo ese miedo a revelar en público su disidencia vital con el régimen, en algún momento los militares van a tener que decidir utilizar o no la fuerza. Pueden elegir la opción de China, de Burma o de Libia, y disparar contra los civiles desarmados, o pueden elegir la opción de los militares egipcios y no hacerlo.

 

En apariencia, los militares serían el sector del régimen más respetado por la población, pero frente a las protestas masivas deberán elegir defender o no a la dictadura, de la que son obviamente los principales beneficiarios.

 

El otro sector clave del Estado son los medios de comunicación, en especial la televisión pública. Cualquier fisura en el monopolio discursivo del régimen alentará la revuelta, y la nacionalizará. La caída de Honecker en Alemania Oriental, de Ceaucescu en Rumania, y la resistencia frente al golpe contra Gorbachov, tuvieron en la televisión un actor central. También el intento de golpe en España, hace treinta años, fue detenido entre otras cosas por la valentía de los empleados de la televisión pública española. Las revoluciones democráticas triunfantes son capaces de penetrar el espacio mediático audiovisual, que es actualmente el principal lugar de encuentro del pueblo en un país. Los corresponsales internacionales basados en Cuba están relativamente controlados por el castrismo pero frente a un torbellino de acontecimientos seguramente no dejarán de cubrirlo. De hecho, llevan décadas esperando poder hacerlo.

 

En abril próximo el Partido Comunista realizará su VI Congreso. Dado que es muy improbable una revuelta de dirigentes partidarios, nada cambiará demasiado, nos dice la historia, pero está sirviendo para contener las protestas, argumentando que ya el Partido va a instrumentar un cambio desde arriba. El problema adicional que tiene la democracia cubana es que gran parte del establishment mundial prefiere un lento cambio desde arriba a una incierta insurrección desde abajo que pueda generar una situación de gran inestabilidad, incluso violencia, y un fuerte golpe migratorio sobre los Estados Unidos.

 

Ben Ali gobernó Túnez desde 1975 y Hosni Mubarak también desde ese año. Eran dictaduras personalistas de casi treinta años. Los Castro en Cuba reinan desde hace más de cincuenta años. La transición a la democracia será mucho mejor y más genuina si la iniciativa del cambio viene desde el pueblo, desde la calle, y no desde negociaciones en el interior del régimen o con factores de poder internacionales. La trampa del régimen es que las protestas sean violentas. Pero en el pueblo cubano hay una historia de disidencia heroica y no violenta contra el régimen desde hace cuarenta años, desde que comenzaron a hacer seminarios de derechos humanos a fines de los sesenta. Este es el momento de que esa tradición disidente se encuentre con el pueblo masivamente en las calles. Así, todos los gobernantes de América Latina serían electos por sus pueblos, por primera vez en su historia.

 
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