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Cuba


El precio de la represión PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 20 de Marzo de 2011 13:44

Por HUBER MATOS ARALUCE

Cuando el régimen castrista arrestó a 75 disidentes en el 2003 no imaginó las consecuencias de esos arrestos.   Mucho menos el precio que  tendría que pagar por las condenas arbitrarias a que fueron sentenciados este grupo de opositores pacíficos.

 

Han pasado ocho años de aquellos momentos dramáticos y dolorosos para los presos y sus familiares.  Algunos, por cierto, realmente desgarradores.   Pero el saldo final es negativo para la dictadura.

 

Una vez más la oposición ha triunfado.  En la primavera de 2003, todavía no se conocía en el mundo cuán extenso era el movimiento disidente en la isla.  Aquel arresto múltiple se transformó en un dedo acusador.

 

La careta “revolucionaria” de la tiranía se encogió un poco más y el  rostro grotesco del “castrismo” se perfiló con claridad.   Con cada año de aquellas condenas injustas e inaceptables se hizo más difícil en el exterior defender los “logros de la revolución”.

 

Ellos estaban presos y la tiranía en el poder, pero era un combate que el régimen perdía con el tiempo.   De víctimas aparentemente neutralizadas,  los 75 condenados convirtieron sus celdas en trincheras de lucha.  Ni se rindieron ni desertaron.

 

Muy lejos de haberle dado un golpe mortal al movimiento disidente, el castrismo tuvo que seguir enfrentando a la oposición.  Nuevos luchadores ocuparon el lugar de los detenidos. La oposición democrática cubana volvió a tomar fuerzas.

 

Si por años los pelotones de fusilamiento no habían podido  apagar  el amor a la libertad, ejecutando a miles de cubanos que denunciaron al comunismo como un fracaso y una injusticia, la Primavera Negra de 2003 tampoco pudo lograrlo.

 

El asesinato del mártir Orlando Zapata y los acontecimientos que su muerte desataron, obligaron al régimen a intentar lavarse el rostro que la comunidad internacional y una buena parte del mundo había finalmente descubierto.

 

En una jugada, falta de imaginación y experiencia, los Castro creyeron que soltando a los presos del grupo de los 75 que todavía estaban en prisión y deportándolos a España, mejorarían su imagen internacional.

 

Creyeron que la presencia en España de los presos liberados le daría fuerza a su socio, el gobierno español, para que éste tuviera posibilidades de éxito en sus fracasados intentos de modificar la exigente posición de la Unión Europea respecto al régimen de La Habana.  Fracasaron.

 

En España, los ex presos relataron ante una audiencia internacional las injusticias y los horrores de su prisión.  Denunciaron los atropellos del régimen a la población y a la oposición.   Pidieron a la Unión Europea que no flexibilizara su política conocida como Posición Común hacia la tiranía.

 

En España  ganaron  la batalla que comenzaron contra la dictadura el día de sus arrestos en 2003.   Triunfaron en el lugar y en el momento más crítico para la tiranía.

 

El precio humano ha sido terrible; ellos y sus familiares lo han pagado con estoicismo.  Todavía en ese destierro forzado por la tiranía y ante la insensibilidad y falta de cumplimiento de los compromisos del gobierno español,  siguen pasando dificultades que no merecen.

 

Estos compatriotas han escrito páginas inolvidables en la historia de Cuba.   Son motivo de orgullo para nosotros y un estímulo a las futuras generaciones de cubanos.   No capitularon.   Tienen derecho a  decir: “Nosotros somos espuela, látigo, realidad, vigía, consuelo. Nosotros unimos lo que otros dividen. Nosotros no morimos. ¡Nosotros somos las reservas de la patria!” *

 

* Final del discurso en conmemoración del 10 de Octubre de 1868, en el Masonic Temple, Nueva York, 10 de octubre de 1888 [No dice de quien es el discurso....]

 

 

 
PEQUEÑA SERENATA NOCTURNA PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 20 de Marzo de 2011 12:54

Por José Antonio Gutiérrez Caballero

 

(De un poeta exiliado cubano a un furibundo y malgastado trovador burgués)

 

Malgastado trovador, Silvio --El Lejano--, nos topamos y conversamos más de una vez, en la sitiada y citada isla de Cuba, por nuestro amigo mutuo, el cantante Augusto Blanca, pero la primera presentación ocurrió, entrada la década de los ochenta, mientras éste preparaba su disco Puñado de semillas, un tiempo después de haber tenido tú un concierto, en el Teatro Carlos Marx, donde te indispusiste, con algunos espectadores, quienes, mientras cantabas la “Canción del Pequeño Burgués”, te gritaron: “Silvio, predica con el ejemplo”, y tú montaste en cólera, lanzando un vaso de ron, que tenías bien cerca de tu amargo corazón, y dejaste de cantar, diciendo algunas groserías e improperios al público presente, que en verdad nunca lo mereció.

Algo parecido te ocurrió hace unos años, pero en aquel caso, sucedió como en un castillo de naipes. El cubano de a pie era quien arañaba y ensuciaba tu auto, dicho por ti mismo a nuestro amigo, e incluso, el Granma te solicitó pedir una disculpa al pueblo, y tuviste que retractarte públicamente, en una carta, que debe andar, por uno de los mohosos ejemplares de dicho diario, en la Biblioteca Nacional “José Martí”, si nuestra Polilla Cubana, no ha logrado desaparecerlo aún.

Incidentes casuales, que se vuelven causales, cuando apenas sabía yo, que el tiempo y las circunstancias nos distanciarían tanto, sin embargo, ahora estamos bien lejos, desde todos los puntos de vista, pero ello no me exonera de plantearte algunas censuras e ideas, sobre lo que vienes manifestando, en especial, cuando dijiste, va a hacer ya un año exactamente:

 

“Silvio Rodríguez: Preguntas de un trovador que sueña

Si el flautista de Hamelín partiera con todos nuestros hijos ¿comprenderíamos que se nos va el futuro?

Si ese futuro que se nos va supiera adónde lo lleva el flautista de Hamelín ¿partiría con él?”

En este proemio de tu poema, publicado el 30 de marzo del 2010, en el Blog Kaos en la Red (leído igualmente por ti, durante el Concierto por la Patria, del pasado 10 de abril), y en donde increpas a Carlos Alberto Montaner, expusiste tu soterrada alegoría del Flautista de Hamelín, con la Generación Peter Pan, que seguramente muchos jóvenes de la Cuba actual no conocen, como tampoco llegué a saberla yo, sino cuando salí de la isla, sin dejar “enterrado mi corazón”, que siempre ha sido libre, porque he bebido, en Martí, que la “Patria es Humanidad”, e incluso, para mí es mucho más que eso, por tanto, creo que “soy un puerto del paisaje, donde ataca el universo”.

 

LA PARABOLA DEL HORTELANO

De modo que el futuro nunca parte, si nosotros mismos no condicionamos nuestro presente, o lo hacemos posible, con certezas de otra índole, sin encantadores de serpientes, flautistas de Hamelín o La Habana…Qué más da el sitio, si luego de encandilar a las ratas, los Fidelistas-Raulistas la han emprendido con la infancia y la juventud, hace unas cuantas décadas sin cuenta, tras una doctrina, que nos cuesta aprehender, cuando crecemos y abrimos los ojos, como el archiconocido cuento popular de los gatitos comunistas.

Y yo podría hablarte igualmente de la parábola del Hortelano, que come, pero no nos deja comer (suficiente, quiero decir), de la Cárcel de Pandora, donde el cruel Cronos consumió antes a sus hijos, cual generaciones enteras de cubanos, mientras esperaban por el Zeus, que los devolviera a la vida, en medio de tanta incertidumbre y desesperación, cuando resulta que éste se nos aparece, con cara de Raulismo nepotista, en realidad, un perro peor que su amo hortelano, quien tampoco nos ha dado o dejado mucho de comer y componer.

Para fabular estamos los poetas y los trovadores, depende de cómo, por, para qué y para quién queramos cantar, porque hace un tiempo que me he percatado que ya no cantas para ti, para tu pueblo, sino que eres cuasi el perro de ese Hortelano, que también come y no nos da de comer, por eso, no sé si sabes que cuando dijiste “¿Zapata o Zapatero?”, yo entendí lo que quisiste decir…Y nosotros te respondemos, igualmente, con “Zapata Vive”, nuestra consigna plural, por estos días, porque el nombre de Orlando significa “la espada que representa a un país, o quien otorga gloria a su patria”.

Hasta tu propio hijo, Silvito (El Libre), es la respuesta más contundente a tu condena, pues sus textos no serán tan poéticos ni densos, como los tuyos, pero al ser directos, van al corazón de un pueblo, cuya mayor necesidad es ésa, que se ocupen de ellos, que los tomen en cuenta y les canten, con sus propias palabras y lamentos, sobre todo en este tiempo.

¿No has escuchado bien, o transcripto, la letra de la canción “Héroe”, de 2009, que interpreta Silvito, junto a Al2, de Los Aldeanos, en su propuesta de KbaYros (Caballeros)? Te propongo que lo hagas, leyéndolo entre líneas, por supuesto.

Con semejante discurso, de una generación que nos sucede a ambos, con creces, no habría que decir más, pues en sus palabras, ya está denunciado todo, mas como las diatribas y conciertos van y vienen, en este falso intercambio cultural, entre Cuba y los Estados Unidos, me parece que lo importante aquí es que los presos y huelguistas quedan en su lugar, mientras nosotros nos debatimos, como si hubiera demasiado tiempo, y ni siquiera existe ese “tempo” hipotético, para detenerlo todo, como en los cuentos de hadas, estilo Flautista de Hamelín, en que de un tirón llevas a las ratas, hasta un río o el mar, para que se ahoguen, a cambio de una cierta suma de dinero. Y luego, por venganza, llegas cualquier 23 de junio, tres días antes de que tenga lugar la verdadera historia del Flautista Cazador, a llevarte algunos sueños de infancia y juventud (nunca los míos), por unos míseros reales, que nuestras generaciones de Cuba jamás recibirán, ni un porcentaje ínfimo.

LOS VIVIDORES DE FAMELIN

Aquí no estamos hablando de remesas, ni de bloqueo. Sin y con embargo, eso es lucrar, amigo trovador, convertido en burgués socio-capitalista. Eso es aprovecharse de la nostalgia y la añoranza de aquellos que te siguen, aún después de todo lo que has manifestado acá, acullá, por éste, otros días o años.

Igualmente, al retomar los temas cubanos, te devuelves a una dicotomía, que consume a muchos intelectuales vividores de la isla, verdaderos “Raulistas de Famelín”, como tú, quienes no reconocen las monstruosidades de un sistema, que se está extinguiendo a sí mismo, y anda devorándolos a todos, por su necedad de no evolucionar, ni entregar el poder, para que se realicen elecciones libres y se constituya una verdadera transición a la democracia, con los derechos y libertades necesarios, en el marco de una independencia plena, revestida de principios y valores universales, con gente nueva y capaz, cuyos ejemplos son ya visibles dentro del país igualmente, aunque no reconozcan a esta pujante oposición interna.

Claro, ya la verdad no se puede tapar, con una canción protesta, menos con una trova de las de ahora, en una isla cárcel, que tiene más de una centena de cárceles, entre correccionales o prisiones de mayor y menor rigor, respectivamente, en donde se encuentran todavía recluidos una centena de seres humanos, tan sólo por oponerse al régimen opresivo y represivo de los Hermanos Castro, mientras ya han excarcelado a más de cincuenta prisioneros, con la condena de un destierro forzoso, noticia que no te puede causar ningún susto, dada tu condición de embajador del régimen y de una Asamblea Nacional, que sólo da de comer “ideologemas” al pueblo, en su inaguantable Mesa Redonda, cuando la cesta básica de alimentos no cubre los mercados, ni las barrigas populares.

Es que no tienen, Silvio --El Vivo--, ese futuro del que ahora tú hablas, por si se aparece de nuevo el Flautista de Hamelín, una parábola muy justa, en muchos sentidos, que se cumplió, en parte, cuando la oleada de los Peter Pan arribaba a Miami, siguiendo las pautas o los “sol-nidos” del padre Bryan Walsh, estratégica maniobra, coordinada entre el Gobierno Federal de los Estados Unidos, la Iglesia Católica y los cubanos exiliados, por la cual más de 14,000 niños fueron llevados, de Cuba a los Estados Unidos, durante los primeros años de esa Revolución de la que aún tú, nefasto Silvio –El Cuervo--, te vanaglorias.

UN LIDER QUE HACE PROMESAS IRRESPONSABLES

Por eso pienso, Silvio --El Listo--, que luego de haberte yo colocado el epíteto de El Raulista de Famelín, me he quedado corto, porque hubiera sido preferible aprovechar el término de Pied Piper, por cuanto, según asegura Martín Auza: “tanto en inglés como en alemán, también ha sido muy usado en sentido figurado, y presenta connotaciones antagónicas y a su vez ambiguas. Al igual que en la leyenda, en donde su personaje ambivalente puede ser visto como ángel o demonio, metafóricamente hablando, se le llama ‘Pied Piper’ a una persona que induce a los demás a imitar su ejemplo, un hombre persuasivo, un líder que hace promesas irresponsables”.

Realmente tú, Silvio --El Cuerdo--, luego de tantas diatribas y tribulaciones, en las que te hemos escuchado o visto participar, para mí has perdido la credibilidad suficiente, que me instan a creerte un falso profeta, el viejo cantautor de un régimen, que se está cayendo a “trovazos”, cercenador de la buena poesía y la espiritualidad de su pueblo, a quien no podemos seguir, ni como Flautista, ni como Raulista, pues en ambas historias hemos sido defraudados ampliamente, con una parábola que no se cierra ella misma, impidiéndonos llegar a su propio fin, negándose a morir, cuando esto sucedió hace ya tanto tiempo.

Es como el llamado “territorio minado”, del que hablan los historiadores mexicanos, e incluso tú, cuando mencionas lo de la socorrida “evolución”, preconizando algo que no es un veredicto en ti, ni un ultimátum para la Patria nuestra , sino el incipiente despertar de una conciencia colectiva, que se yergue magnífica, por entre los muros y barrotes de una isla, que dejará de ser cárcel, verdaderamente el día, en que todos cantemos “la libertad en una sola voz”, como ha dicho Mike Pourcel, el cercano trovador que nos acompaña, olvidado por ustedes, mientras canta a las “Damas del Cambio”, como parte de un exilio, alzado cual diáspora fecunda, por encima de dos orillas de un mismo mar, que antes nos devoraba, pero que ahora nos reúne, con su esperanza humana y salobre, para comenzar la única --definitiva-- libertad y democracia en Cuba Ya.

Agradecido, Silvio --El Viejo--, por permitirme expresar y encauzar las inquietudes de una generación, que nunca te siguió (aunque te escuchó), sino que recibió el caldo de cultivo de la tuya, pero creando sus propias expectativas y códigos, más allá de las conquistas de unos falsos reyes magos, que pretendieron quitarnos todo, sin sustitución. Ya me siento más libre cada vez, como tu hijo Silvito, porque de esa carga, tanto como de la música y las imágenes --junto con esa ideología cargante y gravosa, que nos impusieron desde 1959-- debemos desprendernos y exorcizarnos todos los cubanos, para vivir completamente contentos, en paz con ustedes y con nosotros mismos, sin tener que cambiar la frase conocida, por una más latente, o casi otra analogía por oposición (“Cría Ojos y te sacarán el Cuervo”), que es lo que está sucediendo hoy, en realidad, dentro de nuestro país y en nuestro pueblo.

Por eso, hoy puedo decirte, con tus propias palabras, que: “Soy feliz, soy un hombre feliz, y quiero que me perdone(s), por este día”, por ser uno de “(los) muertos de mi felicidad”.

Cierro mis palabras, con el emblemático acróstico, que hice para ti, y que ahora comparto con ustedes:


EL RAULISTA DE FAMELIN

Sabes que nuestro pueblo conoce tu leyenda:

Inventado unicornio que nunca volverá;

Los niños no te siguen, la juventud se irá

Volteando con sus cantos, entre turbas horrendas,

Instadas por las hieles de fieles que huirán,

O quedarán inermes sobre esta componenda:

Raulista tribulando con finadas refrendas,

Olvídate de trovas, que en trabas marcharán,

Dardos de tu opulencia, por la isla famélica,

Roído entre las ratas, que te siguen el rastro,

Imaginando el mito perdido de los Castro,

Ganado por la Nada, de una mentira bélica:

Unidos para el hambre, que posa, psicodélica,

En la boca del Morro. Sin embargo, los pillos,

Zánganos de Su Era, se llenan los bolsillos.

 

Acróstico de José Antonio Gutiérrez Caballero

Afiches del artista gráfico cubano Rolando Pulido.

Última actualización el Domingo, 20 de Marzo de 2011 23:24
 
Las primaveras llegan solas PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 20 de Marzo de 2011 12:01

Por RAUL RIVERO

Madrid -- El gesto arrogante, severo y desproporcionado que llevó --hace ocho años-- a 75 periodistas independientes, bibliotecarios y activistas de derechos humanos a las cárceles de Cuba no consiguió acabar con la oposición pacífica. No se pudo borrar con ese trallazo los brotes de la verdadera sociedad civil criolla.

La ola represiva de marzo de 2003 creó, eso sí, una sensación momentánea de parálisis, le dio un cambio a la velocidad del trabajo de la disidencia y le permitió el acceso a una presencia internacional que el gobierno no calculó a la hora de firmar las órdenes de arresto.

Desde esta otra estación, vestida (por el momento) nada más que por sus colores naturales, no es necesario hacer un balance definitivo de esa etapa. Hay que tener un acercamiento sereno porque de aquel grupo original han muerto dos prisioneros: Orlando Zapata Tamayo y Miguel Valdés Tamayo. Y otros dos, José Daniel Ferrer y Félix Navarro, siguen ahora mismo encerrados en una galera.

Tampoco hay máquinas o dispositivos de tecnología de punta para medir el sufrimiento humano. La sabiduría de los científicos no ha encontrado aún la fórmula para evaluar las sesiones de agonía de algunos presos, como Ariel Sigler Amaya, Normando Hernández o Julio Valdés Guevara, que sufrieron graves enfermedades durante años detrás de las rejas.

Desde los primeros momentos de la razia, enseguida que los prisioneros fueron dispersados por celdas de castigos de toda la geografía de la isla, comenzó a levantarse un sentimiento de solidaridad y de apoyo. Dentro del país, ese movimiento desembocó en la Asociación Damas de Blanco, una agrupación de familiares que, de repente, sacó a las calles la protesta y el mensaje de lucha de toda la oposición.

Ellas abrieron espacios en una sociedad cerrada a la verdad. Con su resistencia y tenacidad, bajo amenazas, golpizas e insultos le pusieron voz a sus padres, hijos, esposos o hermanos condenados. Con sus caminatas y sus oraciones dominicales y sus tertulias literarias le enseñaron al mundo el escenario ruinoso y cautivo de un país que estaba oculto por la propaganda y por los estrictos controles estatales.

Por otra parte, continuaron su trabajo los grupos de opositores, los periodistas independientes y, en un proceso gradual y discreto, comenzaron a crecer.

En ese periodo, algunos activistas destacados y veteranos líderes de la disidencia le dieron su timbre personal a una oposición que, en el laberinto de una represión creciente, variada y constante, no ha dejado de expresar su rebeldía.

En este punto, hay que darle un espacio al surgimiento del movimiento de blogueros y periodistas jóvenes, así como a una nueva generación de artistas (músicos, escritores y pintores) que han encontrado en los nuevas vías para proponer cambios profundos en la nación.

Han pasado ocho años. Y mañana empieza otra primavera.

 
Del totalitarismo carismático al burocrático PDF Imprimir E-mail
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Viernes, 18 de Marzo de 2011 14:41

Por PEDRO CORZO

Por más de cinco décadas Cuba ha estado sometida a un régimen totalitario muy singular y es que Fidel Castro, aunque le impuso a su gobierno las características de su personalidad agresiva e intolerante, también vinculó su gestión a su capacidad de atracción, eso que algunos definen como carisma.

Castro, como hubiese escrito Anatole France, es un demiurgo a toda ley. Un seductor por excelencia, como habría dicho William Shakespeare si le hubiese tocado escribir este periodo de la historia de Cuba. Un ilusionista excepcional para conservar la confianza de sus partidarios a pesar de fracasos, mentiras y traiciones.

Su liderazgo ha estado sostenido sobre las bayonetas y su talento, pero también, y quizás en una dimensión superior, a su habilidad para inspirar confianza a la textura recia y violenta de sus agallas.

El Faraón insular generó desde el periodo insurreccional un discreto culto a su persona y cuando llegó al poder fue capaz de que la masa y cierto sector de la clase dirigente se convencieran que estaban frente a un hombre que sintetizaba los mejores intereses de Cuba y sus ciudadanos.

En un santiamén una humilde isla del Caribe tuvo su propio Dios, profeta y espada de una religión que instauró su propio Satán en la tierra: Estados Unidos, su principal carta de triunfo ante una opinión pública mundial que no era exactamente pro norteamericana.

El faraón extendió su influencia más allá de las fronteras de su reino y no pocos fariseos y gentiles le apoyaron para que iniciara una cruzada en busca de una utopía en la que un hombre nuevo avergonzaría por sus virtudes al más íntegro de sus antepasados.

Castro tuvo la oportunidad de escribir sus propias realizaciones, fue el ineficiente mayoral de una finca de más 100,000 kilómetros cuadrados, involucró en los conflictos cubanos a las potencias atómicas y miles de sus partidarios murieron en tierras extranjeras para cumplir su sueño de catequizar a los herejes.

Se creyó tanto su divinidad, su utopía que todo lo podía, que no se percató de que el tiempo se le acababa, y lo peor, que a pesar de lo mucho que había bregado se extinguirían en la misma orilla del poder que había asumido en 1959, con el agravante que dejaba el templo sin paredes ni techos y a los fieles sin fe, confundidos y aletargados.

La épica, la lírica revolucionaria la personificó Fidel Castro. Hizo creer en la epopeya de la Sierra Maestra y en la pureza ideológica de Revolución, fue el estandarte de su propio proyecto, el jinete que con más suerte que virtudes defendió su utopía en numerosos escenarios.

La tramoya sobre la que gobernó Fidel se sostenía sobre una cruel y ruda carpintería, una labor lenta, minuciosa, de hormiga o abeja, que no llama la atención pero que cuando uno se da cuenta ha construido un andamiaje.

Ese laborante dedicado fue su hermano Raúl. Un hombre discreto que no ama el espectáculo pero que no duda en hacer lo necesario para que la ``colonia'' esté bajo control. No es ingenioso ni capaz de seducir a su interlocutor, pero sí puede, como eficiente burócrata, conducir el totalitarismo todo el tiempo que el pueblo sometido sea capaz de soportar.

Al parecer llegaron al poder los que hicieron posible que Fidel, más allá de sus peculiares atributos, gobernara por casi medio siglo. Los discursos agresivos, las marchas fastuosas y las declaraciones imperiales desaparecieron ante una riada de circulares y disposiciones que determinan la vida del ciudadano. Es, en la medida de lo posible, una especie de retorno al mundo soviético previo a la perestroika, una forma de agotamiento del fidelocastrismo que tal vez genere espacios para una transición dentro de la sucesión más allá de la voluntad del nuevo Jefe.

sperar que Raúl promueva libertades que superen a las de los animales de corral tiene mucho de quimera, porque los burócratas siempre piensan y proyectan en el marco de lo que conocen y el hermano ignora lo que es la libertad. Quizás busque vías para alimentar mejor a corderos y lobos, pero bajo su égida Cuba continúa siendo un gigantesco campo de concentración, que aunque posiblemente más confortable, siempre estará bajo el control de severos guardianes que tendrán un garrote a mano para aplastar a los herejes.

Periodista de Radio Martí.

 
El ocaso de los caudillos carismáticos y las vanguardias revolucionarias PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Viernes, 18 de Marzo de 2011 11:12

Por Dr. Darsi Ferrer

 

De repente, los viejos y seguros métodos de llegar al poder, meterlo en férreo puño y ahí envejecer y hasta donarlo como herencia familiar se han vuelto quebradizos, incluso pueden convertirse en la vía de terminar en el banquillo de los acusados de un tribunal.

 

Si alguien debe aprender algo sombrío de la alucinante rebelión popular que recorre el mundo árabe, son los déspotas y los que aspiraban a serlo en esta y otras áreas geopolíticas cuyo nombre no requiere pronunciarse. En los últimos meses se les puso el dado malo a esa corriente de exaltados oportunistas, caudillos carismáticos que realmente lo tuvieron fácil durante el siglo XX, en el que se reprodujeron hasta la saciedad. Esos que a nombre de una mítica “vanguardia revolucionaria” lo que buscan es entontecer a los pueblos, atrapar el poder y no soltarlo por el resto de sus vidas y, siempre en pos de la utopía, huir continua y tozudamente hacia delante por la estrecha y horrorosa vía de la ingeniería social.

 

En Túnez y Egipto les liquidaron las perspectivas vigentes y futuras a los indeseables dictadores. Los pueblos, hasta los más pobres y olvidados, les están arrancando la patente de la revolución que creían tan suya como los monarcas el derecho divino a regir. Los medios modernos de comunicación brindan las llaves para la emancipación. Horrorizados, los sátrapas que aún tienen su empleo descubren que Internet, las redes sociales, la TV por cable y los celulares, que ya forman parte inevitable de la fisonomía popular, no pueden ser controlados como querían. Y lo peor, según su cuenta, es que trasmiten el virus de la libertad y la democracia a una velocidad que espanta.

 

Si alguna vez la tan apurada frase “el final de la Historia” ha tenido un sentido palpablemente real e irrevocable, es en este presente donde la Humanidad toma realmente el destino en sus manos. Ya ningún pueblo tendrá como única opción aceptar como sus representantes a “vanguardias” ni caudillos iluminados con la “verdad” que arteramente se ofrezcan para sacarles las castañas del fuego. La modernidad les ha dado los instrumentos para lograrlo por sí mismos, y su buen sentido para elegir la democracia y las libertades, y no el totalitarismo y la intolerancia.

La Habana, Cuba. 15 de marzo de 2011.

 

 
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