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Cuba


Cuba: 109 años de Independencia de la Colonia, pero ¿cuantos de Libertad y Democracia? PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Sábado, 21 de Mayo de 2011 23:28

Por Raúl Fernández Rivero

El 20 de Mayo de 1902, tras dos guerras sangrientas y crueles, se izó por primera vez la bandera de la Estrella Solitaria en edificios oficiales, con el rigor y el honor de ser el emblema patrio.

La bandera que el Gral. Venezolano Narciso López enarbolara en su esfuerzo, dolorosamente fallido, de incluir a Cuba a las naciones libres, la que recorriera los campos cubanos en manos de las valientes mambises, salpicada de sangre y sudor de los combatientes por la libertad, ascendía en emocionante celebración en los mástiles de oficinas y cuarteles, sustituyendo a la de las tropas vencedoras de la guerra Hispanoamericana.

La Segunda Guerra de Independencia había sido más corta pero mucho más cruel. Weyler * y su reconcentración, tenía al pueblo de campos y aldeas en la mayor miseria, calculándose en 300,000 las víctimas de tal política.  El ejército Libertador Cubano era señor de los campos, pero se le imposibilitaba el acceso a las ciudades y poblaciones mayores. Combatía en medio de una extrema pobreza de medios, frente al mayor ejército que España usara en Colonia alguna durante las Guerras de Independencia.+  El valor estratégico de Cuba en el Caribe como llave del paso hacia México y Centro América, hacia Suramérica y le sur de USA, la convertía en una posesión importante. El Gobierno Español había declarado defenderla “hasta el último soldado y la última peseta”. Pero la intención de los EE.UU. era clara. Como potencia emergente carecían de bases fuera de sus territorios, no habían participado en la repartición africana ni en la del pacífico y sus necesidades de desarrollo e influencia colocaban al ingente y potente país en minusvalía frente a las otras potencias mundiales. Esto llevó por caminos que no son del caso relatar, en un enfrentamiento con España, muy debilitada militar y económicamente, con colonias de gran valor económico y estratégico. La guerra cubana era  muy criticada en los corrillos mundiales por su crueldad;  su proximidad a USA, la convertían en el bocado ideal. La controvertida explosión del acorazado Maine en el puerto Habanero, sirvió de escusa al ultimátum que USA envío al gobierno Español. Se exigía la independencia de Cuba y la retirada inmediata de las tropas hispanas. España se negó a tal ultimátum y comenzó la guerra  que sería breve y muy condicionada por las derrotas navales de Santiago de Cuba y Cavite. España entregó a Cuba, Puerto Rico, Las Filipinas y Guam. Las fuerzas del ejército libertador participaron activamente en la guerra terrestre conocedoras que el protocolo llevado al senado americano imponía la independencia cubana, mas no las de las otras posesiones adquiridas. Así efectivamente 4 años después, en la fecha hoy conmemorada, se le entregó el poder a Don Tomás Estrada Palma ganador de las elecciones libres que se habían efectuado. La Constitución de 1901 fue la base jurídica a la cual se añadió la Enmienda Platt que daba a Estados Unidos el derecho a intervenir en los asuntos cubanos y que fue aceptada por los independentistas como un mal menor después de encendidas polémicas. La Enmienda Platt estuvo vigente hasta el año 1934 cuando fue abolida mediante el Tratado Permanente de París. En 1906 se produce la primera intervención americana solicitada por Don Tomás Estrada, como resultado del malestar y las rebeliones que se producen a consecuencia de su impopular y fraudulenta reelección. Como vemos la reelección tiene una tétrica historia desde el siglo pasado. Así pues tuvimos 4 años de gobierno legal y después una pérdida de la independencia y la democracia. En 1909 es elegido El Mayor Gral. José Miguel Gómez como presidente, cuyo gobierno aunque manchado por la corrupción -le decían “el Tiburón” – normalizó el sistema democrático, creó las Granjas Escuelas, pavimentó la capital y construyó alcantarillados y se preocupó por el saneamiento del país. Las insurrecciones de “las sociedades de gente de color” provocaron que  se produjera una nueva intervención de USA en 1912 para “garantizar la vida y propiedades de los ciudadanos americanos”. Gómez renuncia y es electo por dos períodos consecutivos (1913-1917 y 1917-1921)  Mario García Menocal, el más joven de los Mayores Generales Cubanos. Durante su gobierno hubo dos nuevas intervenciones de los EE.UU. en 1917 y entre 1919 y 1924. Si sumamos hasta aquí vemos de real independencia muy poco que contar, 4 años de Estrada unos 3 de de Gómez  y unos pocos de García Menocal. Habían pasado los primeros 22 años de república y solo unos 10 de independencia.  Sin embargo se fueron creando instituciones y las bases de un sistema democrático. Cuesta arriba fue el esfuerzo, torpedeado por la corrupción y los conflictos del caudillismo de los Generales del Ejército Libertador y los pretendientes del poder y las regalías que de él derivaban. Ente 1903 y 1924 se triplicó el ingreso de la nación, este se fortaleció con la 1ª Guerra Mundial. Y Cuba se convirtió en potencia en la producción azucarera y el ganado multiplicó por 4 su número.  Una parte importante de la industria azucarera y de las plantaciones de caña de azúcar estaban en manos de compañías norteamericanas y los principales centros de comercio en manos de españoles, los cubanos solo manejan los hilos de la política, que se convierte en fuente de ingresos  y no son pocas las voces que se van alzando contra la irregular situación.

Alfredo Zayas y Alfonso fue electo presidente entre 1921 y 1925, no pertenecía mundo militar, sino era un reconocido jurista, orador y poeta. Hombre culto y de principios, opositor ingente a la enmienda Platt y claro defensor de los derechos ciudadanos y de la búsqueda de mejores condiciones para los cubanos de todo nivel. Fue el primer presidente que permitió la libertad de prensa sin censura. Negoció con USA  el regreso a la soberanía cubana de la Isla de Pinos, que permanecía ocupada por fuerzas militares desde la Guerra Hispano-Americana. Y defendió los derechos de la mujer, que incluyeron el derecho al voto. Hombre de temperamento paciente, y conciliador no pudo controlar la corrupción que seguía siendo la forma de vida de los que concurrían al mundo político y de los veteranos muchas veces desplazados por extranjeros de la participación en los negocios.

El 20 de Mayo de 1925 accede al poder por elecciones el Gral. Gerardo Machado y Morales. Su campaña muy moderna y de tinte popular tenía el eslogan “agua, caminos y escuelas” Su mandato se caracterizó por la bonanza económica. Destacan la construcción del Capitolio de la Habana, la Carretera Central, la ampliación de la Universidad Central, Centros Sanitarios y otros importantes logros. Era reconocido como hombre integro y honrado, con un importante reconocimiento popular, que le cegó y lo llevó a violar la constitución que señalaba claramente la no reelección. (Sigue siendo un tema candente la dichosa reelección). Machado fuerza los términos y en evidente golpe institucional se reelige. El malestar genera represión, censura, desconocimiento de las instituciones y una insurrección de los Jefes militares y  de la Organización ABC constituida por núcleos celulares e integrada por elementos de disipares y de múltiples posiciones. La debilidad institucional, la poca experiencia y cultura democrática, el caudillismo, la tendencia al militarismo y el crash económico de 1929, fueron la base para un caos sistémico que afectó al país con sus  errores y malos hábitos y su desprecio democrático, por numerosos años. El tema democrático pasó a ser solo eslogan del discurso  político hasta nuestros días.

A Gerardo Machado le sucede en 1933 como presidente provisional Carlos Manuel de Céspedes (hijo del legendario primer presidente de la República en Armas) que tiene que renunciar también cuando en septiembre del mismo año de 1933 Fulgencio Batista encabeza una revuelta en el ejército (conocida como la Revuelta de los Sargentos) que logran las destitución de los coroneles y que pronto toma el control del país. Se inicia entonces el Gobierno de los 100 Días con Ramón Grau San Martín como presidente y Antonio Guiteras como vice-presidente, que a pesar de su corta duración introdujo cambios radicales en la sociedad cubana. Entre ellos la autonomía universitaria, el voto universal y secreto, y un decreto de carácter anti latifundista.

En enero de 1934 Fulgencio Batista, que ascendió vertiginosamente de sargento a coronel y jefe del Ejército, provoca la caída del gobierno revolucionario de Grau San Martín-Guiteras. Desde ese momento y hasta 1940, Batista controla el poder y nombra a los presidentes Carlos Mendieta (1934-1935), Miguel Mariano Gómez (1936) y Federico Laredo Brú (1936-1940). Durante 1934 también se logra un acuerdo con los Estados Unidos por medio del cual se pone término a la Enmienda Platt, la nación del norte conserva la Base Naval de Guantánamo. Han pasado tristemente 11 penosos años, entre golpes civiles y  militares, golpes de Coroneles y de sargentos a los coroneles. Gobiernos de 100 días y mandos cortísimos de presidentes provisionales (Carlos Mendieta (1934-1935), Miguel Mariano Gómez (1936) y Federico Laredo Brú (1936-1940),  bajo el control de los militares. El daño creado a la incipiente democracia y  la república precaria mediatizada por la amenaza de la enmienda Platt, garante e impositora de varias intervenciones, ha dejado una seria fisura  en la cultura y la tradición democrática cubana, en 38 años de independencia, los malos gobiernos, el afán por la reelección y los golpes militares cívico-militares, han dejado poco espacio al desarrollo de la participación política, creando grupos políticos gansteriles, que existieron hasta después del triunfo de la insurrección en el 59; una desconfianza general en la sociedad hacia las soluciones democráticas, y una corrupta forma de actuar “voto por el que me de algo”. La acción democrática institucional se desprestigió, los sargentos políticos eran compradores de votos, como mercancía de oferta y demanda, las instituciones a pesar de los esfuerzos de Grau y antes de Menocal no tenían ni el soporte ni la firmeza necesaria. Y fueron infiltradas por una secta de jóvenes guiados por viejos veteranos de la Guerra que exigían cuotas de poder muy lejanas a la condición elemental de bases partidista de fuerza militante.

Unos vientos renovadores surgieron en 1940, los mas preclaros miembros de la incipiente sociedad civil, clamaron con vigor por una nueva constitución. Una constitución moderna de fuertes bases democráticas, con contenido social, que proclamara la igualdad de derechos y de oportunidades, era la base necesaria para reconstruir el país. Esta constitución de 1940 es -en su momento- una de las más progresistas del mundo.

Se inicia entonces un período de sucesión democrática de gobiernos que duraría 12 años, el más largo de nuestra historia. Período que se caracterizó en parte, por la corrupción política imperante y el gansterismo de corte político, la economía de la isla, sin embargo, va en aumento. La primera elección enfrentó a Grau y a Batista. Éste desde el poder, tenía ingentes medios que sobrepasaban la popularidad de Grau San Martín, la legalidad puesta en duda por muchos de esa elección, fue superada por la decisión de Bastita de entregar al ganador de la próxima elección 4 años después que ganó ampliamente Grau. Y el profesor de Fisiología, gloria médica además de política, usó sus dotes de conciliador y negociador para ir ajustando los resortes de una incipiente democracia, que había perdido sus orígenes en las conflictivas aguas de los primeros 40 años de república. Grau termina su mandato y es sucedido por Carlos Prío Socarás, quien estuvo rodeado de elementos de esa cuasi mafia “revolucionaria” de poco respaldo político y mucho actuar gansteril. En esa mafia algunos de los actuales líderes de la mal llamada “Revolución Cubana”, fueron factores claros y conocidos.

El gobierno de Prío, muy censurado por la corrupción imperante, que incluía a su hermano, y a otros conocidos funcionarios de su gobierno, fue altamente cuestionado. Surge así otra vez la candidatura de Fulgencio Batista ahora como militar retirado, con partido y disimiles apoyos, que proclama una regeneración del actuar y una limpieza a fondo de la corrupción. La maquinaria que lo mueve y los afectos a su lado, hacen pensar que es poco sería tal promesa.

Frente a él se alza, escoba en mano como símbolo de su política de limpieza y con su grito de lucha “Vergüenza contra Dinero” el senador Eduardo Chibás y Ribás. Al ser candidato a la presidencia, Chibás había dejado de ser senador. Pero debido a la muerte de Alemán, senador por La Habana, se presentó  la plaza vacante suya y se decidió postular a Chibás para llenar ese cargo en las elecciones parciales de 1950. Eduardo Chibás salió triunfador en esta contienda y continuó batallando por la erradicación del peculado en la hacienda pública cubana. Todas las encuestas que se hicieron en esta época daban como triunfador a Chibás en las próximas elecciones de 1952. A pesar de estas indicaciones y de la enorme audiencia de su hora dominical, Eduardo Chibás consideró que su reiterado llamado a la conciencia cubana no llegaba con toda la intensidad por él deseada. Tomó una decisión que fue fatal para el pueblo cubano, pues él era su esperanza, ya que a lo largo de toda su vida había combatido el peor mal de la política cubana, que era aprovecharse de una posición de confianza para enriquecerse con el dinero de la nación. Con gran claridad siempre llamó por su nombre al deshonesto, fuera quien fuera, botellero, senador o presidente. El término para identificar al que robaba era de ladrón, y así siempre lo identificó poniendo en riesgo su vida en varias ocasiones.

Una noche, el 5 de agosto de 1951, se presentó en su programa de radio planteando que como no había podido probar ante el pueblo una denuncia que había formulado, daba una señal, un aldabonazo, con un disparo que después le causaría la muerte.

Pero Batista no estaba interesado en concurrir a unas elecciones que tenía perdidas. Así que amparándose en la lucha a la corrupción, de la cual bien se había beneficiado él y sus amigos, decide dar un golpe militar y asumir el poder, cortando ya definitivamente la historia democrática de cuba y las aspiración de libertad e independencia del pueblo de Cuba. Ese golpe quebró las única salida posible a la democracia, con vicios, con defectos, con malas mañas, pero que democracia al fin era perfectible. Corría el año 1952, habían transcurrido 50 años de la proclamación de la independencia. Cuba no había tenido tiempo de construir un historia democrática, de formar una cultura de la democracia, más allá del voto cada cuatro años, cuando esto ocurrió. Habíamos sido de los últimos en ser independientes y a esa independencia le pusieron cerrojos marca Platt. Empezamos a crear nuestra tradición de participación, de líderes representativos y gobiernos electos democráticamente y que actuaron acorde a ello. La ambición de poder, el caudillismo, la política como vía para enriquecerse, la pesada carga de los veteranos generales reclamando sus derechos a gobernar así fuera en un municipio, desvirtuaron y colapsaron la creación de una cultura democrática. En 1944 se celebró la última elección limpia en Cuba. Jamás se ha vuelto a elegir un presidente por voto directo o unas asambleístas en voto directo, en 109 años ni una tercera parte de los gobiernos –los pocos que hubo- dejaron un rastro histórico de democracia.  52 años han pasado desde 1959, cuando el pueblo se emocionó con el triunfo en las montañas, de un grupo de rebeldes que querían “pan con libertad.” De un montón de barbudos mal vestidos y peludos, que decían “se salvó la patria”, habrá reforma agraria -pedida por 60 años-, habrá justicia social y justicia civil, Trabajo para todos, y una nación verdaderamente democrática e independiente. Poco después oímos aquello de “elecciones para que.” Y vivimos castigar con furia a Hubert Matos por criticar la influencia de los comunistas-que NO SON demócratas- en los campos de la función administrativa y sindical. Después vino la represión, tener opinión propia divergente era delito, pensar distinto grave y oponerse al marxismo soviético y al Estalinismo como forma de gobierno traición a la patria.

Celebrar no se qué. No creo en síndrome de Estocolmo posible. Eso no es una situación colectiva, es muy individual, persona a persona y requiere interacción.

Nuestro problema real, es que no existe una sociedad civil, porque nunca hubo una nacional consistente y formalizada; es que no existe una tradición realmente democrática, ni una experiencia feliz en la historia. Somos fruto del militarismo, del caudillismo, de la corrupción directa o indirecta, de las destrucción de valores, que ni siguiera estaban bien enraizados. Llegamos tarde a la independencia, y no tuvimos tiempo de crear lo que otros países lograron.

Quizás la conclusión es que debemos a todo evento instalar una sociedad civil basada en principios y valores, crear desde pequeñas experiencias democráticas una historia y tradición. Y creer en que somos capaces de levantar una nación independiente, plural, tolerante, dialogante e inclusiva, Donde por principios y valores se cree una aspiración a la libertad total sin censura y sin represión, donde todos puedan vivir con todos. Y las discrepancias solo sean razón para estudiar lo que el otro piensa y saber encontrar mis razones y no mis gritos o mi furor para enfrentar sus ideas.

 

*Valeriano Weyler y Nicolaus, Marqués de Tenerife y Duque de Rubí, Capitán General de Cuba desde Febrero de 1896 y Octubre de 1897

+ 240,000 tropas regulares y 60,000 voluntarios residentes en Cuba

Raúl Fernández Rivero

20 de mayo 20011

 

 
La Cuba de Raúl y la Hoja de Ruta china PDF Imprimir E-mail
Escrito por Tomado de INFOBAE   
Lunes, 16 de Mayo de 2011 13:40

Por Jorge Hernández Fonseca

Es una verdadera tristeza para los cubanos contemplar como el futuro de Cuba se delinea a partir del criterio de quienes han hundido la isla en el fondo de un abismo, deportando, fusilando y encarcelando a lo mejor de la sociedad cubana de los últimos 50 años.


La Cuba de Raúl y la “Hoja de Ruta” china

Jorge Hernández Fonseca


15 de Mayo de 2011


Se especula en medios académicos que los “cambios” que patrocina Raúl van en la misma dirección que los efectuados antes en China. A pesar de las diferencias entre ambos países --y sobre todo-- de ambas economías, Cuba y China tienen en común el punto de partida para efectuar los cambios: el marxismo. Esto nos da una pista de cuál sería su futuro y de cuales serían las probables etapas a ser recorridas en este camino iniciado por el raulato, que no solamente implicará mejoras económicas, sino también en los traumas sucesorios de un gobierno ilegítimo que ha declarado: “lo que tomamos por la fuerza, por la fuerza tienen que quitárnoslo”. Resulta interesante estudiar el contexto en el que Raúl promueve sus cambios.


El presidente norteamericano Barack Obama --envuelto en el inicio de una campaña para su reelección-- acaba de calificar de “insuficientes” los cambios patrocinados por Raúl. Sin embargo, este calificativo incluyó algunas consideraciones de las que se desprende que el ejecutivo estadounidense espera mejores momentos para “retomar” las relaciones con la isla.


Efectivamente, ni Europa (léase España) ni Estados Unidos --por razones diferentes-- quieren ahora un cambio de gobierno en Cuba, aunque desearían un mayor respeto por los Derechos Humanos, mejora democrática en los asuntos del gobierno, así como mayores libertades civiles, pero sin traumas que afecten el estatus migratorio actual con EUA, o los negocios con España.


Europa en general –y España en particular-- atraviesan un momento complicado desde el punto de vista económico. Cualquier movimiento en Cuba que implique la pérdida de los intereses españoles en la isla --actualmente en sociedad con los hermanos Castro-- agravaría la precaria situación económica ibérica, cosa poco conveniente para los Estados Unidos, también en situación de recuperación económico-financiera, porque de alguna manera la retomada europea forma parte de los planes de recuperación norteamericana, por su fuerte relación comercial.


Con relación a China y sus cambios, igual que hizo Raúl ahora, juró que los mismos se restringirían a la esfera económica, y solamente en aquellos campos en los que no pudiera afectar la “conciencia comunista” de su sociedad. En realidad China ha atravesado tres grandes etapas desde entonces: primero, introdujo reformas tímidas en los sectores económicos que no consideraba ‘estratégicos’; segundo, admitió plenamente el capitalismo en toda su economía y tercero, admitió a los capitalistas dentro del partido, renunciando al marxismo. Cada una de las etapas ha sido producto de los éxitos de la etapa anterior, que no fueron programadas de esa manera. Hoy día China planea enfoques democráticos dentro de sus estructuras de gobierno.


El futuro de los cambios en la isla pudiera seguir el mismo patrón chino, aunque es importante analizar algunas características diferenciales. En China, el empeño para mantener el gobierno en manos del actual partido tiene bases asociadas a la importancia que China tiene hoy en el concierto de las naciones y no es basado en preceptos marxistas, ya derrotados. En Cuba, las razones que se argumentan para mantener el poder en manos del partido comunista están fuertemente relacionadas con los postulados marxistas-leninistas (el “retroceso al pasado”) y de un enfermizo sentimiento anti-norteamericano que ya la población cubana actual no comparte.


Otra diferencia importante en la dinámica que seguirá la sociedad cubana actual, comparándola con la china, es que en el caso asiático el peso de la oposición política a la dictadura quedó focalizado en la isla de Taiwán, sin representantes internos de peso. En Cuba, con más de 20% de la población exiliada y con una representación opositora notable dentro de la isla, renacida ahora con el martirologio de Orlando Zapata primero y de Juan Wilfredo Soto recientemente.


Las exiguas perspectivas de desarrollo dentro de los cambios implantados por Raúl ahora, tomará un impulso a la muerte de Fidel, tal y como sucedió en China a la muerte de Mao. Sin embargo, la lucha por el poder entre las distintas facciones chinas posteriores a la desaparición física del “gran timonel” --que pudieron ser sorteadas en el gigante asiático de manera poco traumática-- tendrá una dinámica diferente en Cuba. La lucha por el poder en la isla tendrá más posibilidades de convertirse en una guerra civil entre facciones, de imprevisibles consecuencias.


Los grupos principales en lucha por el poder dentro de Cuba no representan más que cultos a las personalidades de sus líderes. No hay como en China las pugnas entre los que representan los intereses de los capitalistas emergentes y su clase media empresarial, y los que representan los intereses de los millones de campesinos miserables procedentes del interior del país, usados como mano de obra barata dentro de las grandes ciudades ahora industrializadas.


La lucha en Cuba será de los hombres de Raúl contra los hombres de Fidel, lucha que ya comenzó con las bajas a lo largo de estos años de los jóvenes (y viejos) reclutados por el mayor de los Castro con el objetivo de substituirlo. Los hombres de Raúl han actuado de manera radical y no se espera que hagan menos cuando el mayor de los Castro haga mutis definitivo del panorama político cubano. Si en China fue relativamente fácil neutralizar a “la banda de los cuatro”, en Cuba las cosas pueden tomar un cariz que llevaría a la ingobernabilidad.


Sin embargo, si bien es verdad que a la muerte de Fidel pudiera pensarse en una situación más o menos caótica, también es real que la larga enfermedad del mayor de los Castro ha posibilitado a Raúl tomar posiciones de manera efectiva en todo este tiempo, lo que pudiera sortear este momento a favor suyo y sin mayores traumas. No obstante, a la muerte de Raúl, por las condiciones de su sucesión, sí que sería inevitable una catástrofe entre los muchos pretendientes a sucederle.


El gran reformador de la sociedad china, Deng Tsiao Ping, supo imponer un mecanismo administrativo eficiente en la alta dirección del partido, del cual surgieron secretarios generales eficientes y poco endiosados, que se sucedieron de manera efectiva sin traumas políticos o deseos de retorno. Raúl hasta ahora no ha procedido de igual manera. Por lo que se percibe, además de sus seguidores incondicionales, los generales de su ejército, no hay señalización más que hacia la vieja guardia “de la sierra”, cosa que podría estar siendo impuesta por Fidel. Por otro lado, Raúl nunca tuvo dotes de gran reformador y no va a ser ahora que los descubra.


Desde el punto de vista internacional, EUA no quiere cambios drásticos que creen en Cuba un vacío de poder por miedo a una ola migratoria y/o a la toma de posiciones del narcotráfico en la isla. España por su parte rechaza cualquier cambio que implique poner en peligros sus intereses económicos (turísticos) compartidos en sociedad con los hermanos Castro.


Asemejando a lo sucedido en China, pudiera esperarse estabilidad dentro de la isla con cierta mejora económica hasta la muerte de Fidel, cuando habrá traumas más o menos serios. En secuencia, si la muerte de Raúl se produce en un plazo corto después de faltar Fidel, ahí sí pudiera sellarse una crisis que decretaría el fin de la dictadura, quiera EUA o no, quiéralo España y/o la Unión Europea o no, con la probable intervención de fuerzas “de paz” extranjeras.


Es una verdadera tristeza para los cubanos contemplar como el futuro de Cuba se delinea a partir del criterio de quienes han hundido la isla en el fondo de un abismo, deportando, fusilando y encarcelando a lo mejor de la sociedad cubana de los últimos 50 años. Pero es más triste todavía contemplar como nuestros aliados democráticos naturales (EUA y España) nos dan la espalda en este postrer momento por razones asociadas a sus (legítimos?) intereses pero que ahora nos sitúan en lados opuestos de la lucha política dentro e la isla, porque el castrismo en cualquiera de sus formas, es inaceptable para cualquier cubano digno que se respete.


Artículos de este autor pueden ser consultados en http://www.cubalibredigital.com

Última actualización el Lunes, 23 de Abril de 2012 19:37
 
Obama se mudó a Miami PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 15 de Mayo de 2011 18:11

Por HUBER MATOS ARALUCE

Las recientes declaraciones del presidente Barak Obama  sobre los cambios que tendrían que hacerse Cuba para que su gobierno normalice las relaciones con el castrista son lógicas.  Prueban que Obama ya está en campaña electoral.  Es el mensaje que él cree que quieren oír los votantes cubanoamericanos.

 

¿Y que propone Obama?: esperar

¿Por qué?: porque a él le conviene.

 

Obama tiene la actitud de la “Calendas griegas”, la espera eterna. Ha declarado que: “Para que tengamos el tipo de relaciones normales que tenemos con otros países debemos ver cambios significativos de parte del gobierno cubano y no hemos visto eso hasta ahora”… “Le daría la bienvenida a un cambio real de parte del gobierno de Cuba”.

Pasará el tiempo de aquí hasta la reelección y Obama seguirá esperando por la decisión de Raúl Castro, como lo ha hecho desde que llegó a la Casa Blanca.  Si Raúl hace reformas bien y si no las hace hay que tener paciencia. Esperar es menos riesgoso que ayudar a los que luchan para que las cosas pasen.

 

Obama no quiere conflictos con Raúl Castro en este periodo preelectoral en los Estados Unidos.  No le convienen disturbios entre el pueblo cubano y la tiranía.  Si el pueblo cubano se tira a las calles, puede haber  muertos y heridos.  Si Obama no los apoya como hizo en Egipto o en Libia, le costará muchos votos en la Florida.  Un estado muy importante en las elecciones presidenciales.

 

Si en el caso de una revuelta en Cuba Obama apoya al pueblo tendría que estar dispuesto a  tomar una acción.  Esto le costaría votos entre los estadounidenses que no quieren que su país se involucre en ningún otro conflicto.   Además, tendría que enfrentar las acusaciones de Hugo Chávez, Ortega, Evo, Cristina, Lula y quien sabe quien más en Latinoamérica.

 

No podemos olvidar que la tiranía castrista tiene a un rehén estadounidense, el Ingeniero Alan Gross.  Una ficha que la dictadura puede usar para obligar a Obama y a su gobierno a portarse bien o para otras cosas.

 

Por todas estas razones en los próximos dos años, lo que el gobierno de Obama quiere en Cuba es paz.   Hará todo lo necesario para que así sea.  Los Estados Unidos no van a ayudar a ningún grupo cubano que pueda crear una situación explosiva en Cuba.  Ningún grupo o todos los grupos, unidos o divididos, tendrán ayuda verdadera.  Quizás apoye a quien se comprometa a no crear problemas y de esa forma parezca que hace lo que no quiere hacer y no está haciendo.

 

Pero no esperemos que se le permita a Carlos Alberto Montaner y a Huber Matos tener un programa en Radio Martí desde el cual le hablen al pueblo cubano y lo hagan sentir que tiene futuro si reclama sus derechos. Eso no pasará.

 

Obama no es indiferente a los sufrimientos del pueblo cubano y a las necesidades de la oposición.  Es un presidente estadounidense en periodo de reelección.   Los cubanoamericanos tienen la palabra.  La palabra y el voto.  Hay que valorar su mensaje con sus acciones pasadas y lo que ahora propone.

 
Cuba: Ayer, hoy y mañana (III) PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Jueves, 12 de Mayo de 2011 11:12

Por HUBER MATOS ARALUCE

“madre…piensa que nacen entre espinas flores”

 

Podemos resumir la historia de la lucha de los cubanos demócratas contra el castrismo  con un refrán chocante pero certero.  Los cubanos han sido el “mono amarrado contra el tigre suelto”.  El resultado de esta situación durante medio siglo de tiranía totalitaria ha sido sicológicamente devastador.

 

Primero los golpeó Fidel Castro con la traición a los ideales democráticos de la revolución cubana, apoyándose en todo el respaldo del imperio soviético.  El objetivo inmediato del comunismo castrista fue destruir la sociedad civil.  Esta se había ido forjando por varias generaciones de cubanos idealistas guiados por el pensamiento de José Martí.  La temática de la guerra de clases sustituyó la Cuba de “con todos y para el bien de todos”.  El plan se llevó a cabo al tambor de la propaganda,  del odio, de los fusilamientos, de la prisión y del éxodo.

 

En esa primera etapa del conflicto (en 1961) una mini invasión de cubanos demócratas fue enviada a Cuba por los Estados Unidos y abandonada a su suerte en una playa de la costa sur.  Como consecuencia de aquel fracaso la oposición democrática dentro y fuera de la isla quedó desmoralizada y desorganizada.  Los Estados Unidos le dieron a la tiranía una victoria que consolidó su poder en Cuba.   Los fidelistas quisieron creerse que habían derrotado al poder del imperialismo yanqui.

 

Luego, durante cinco décadas,  la falta de solidaridad de las naciones democráticas, más la favorable actitud hacia el castrismo de la prensa internacional y de buena parte de la intelectualidad mundial, debilitaron sin  tregua la moral de los demócratas cubanos.  Cuando algún grupo de cubanos demócratas logró apoyo de algún país, Washington lo toleró mientras no se le fuera de control en su influencia en los acontecimientos en Cuba. Fue el caso del CID.

 

Los que siguieron al castrismo en su proyecto marxista-leninista también terminaron frustrados.   Ante los fracasos del sistema fueron poco a poco apartándose con amargura.   Habían perdido lo mejor de sus vidas luchando por un espejismo inalcanzable.  En el proceso habían atropellado a muchos de sus compatriotas.  Su vieja militancia castrista los hacía sentir en un callejón sin salida.  La dictadura se encargó de alimentar ese miedo.

 

Mientras tanto, la nueva generación de cubanos crecía distante de un sistema político que no le daba oportunidades ni espacios.  Este sector de la población se mantuvo alejado de la oposición.  El precio de involucrarse en ella se pagaba con represión.  Además, no veían ninguna posibilidad tangible de victoria. El “hombre nuevo” de la revolución fue un producto apolítico, sin ilusiones de futuro en su país. Para ellos Cuba es un cementerio.  Si no huyes, te entierran en él.

 

Este coctel de factores negativos contribuyó a que un pueblo trabajador, alegre y confiado, que ama su patria y su historia, perdiera  la fe en su destino.  La esperanza quedó en las manos de una minoría de demócratas de la oposición en la isla y en el exilio.

 

A la dictadura no le fue mejor.  El pueblo aceptaba el yugo y la propaganda, marchaba en los desfiles y agitaba banderitas, pero no trabajaba.  Su sueño era huir del paraíso socialista.  Mientras tanto participaba, como los miembros de la nomenclatura, en la repartición de los bienes del Estado y de la subvención  extranjera que era el verdadero motor del sistema.

 

Hace algunos años para Cuba todo parecía perdido. Entonces el escenario político castrista comenzó a cambiar y un rayo de esperanza apareció.

 

José Martí tenía razón cuando muy joven, desde presidio, consolaba a su madre escribiéndole: “madre…piensa que nacen entre espinas flores”.

Continuará…

Mírame, madre, y por tu amor no llores:

Si esclavo de mi edad y mis doctrinas,

Tu mártir corazón llené de espinas,

Piensa que nacen entre espinas flores.

José Martí

Presidio, 28 de agosto de 1870

 

 
Dos escenarios y un viajero extraviado PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 08 de Mayo de 2011 22:40

Por Raúl Rivero

Madrid – Ahora que el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba es sólo un murmullo desacompasado, los cubanos viven la realidad de que los cambios anunciados durante meses con maracas y corneta china tienen que ver, exclusivamente, con los métodos que se utilizan desde el poder para convencer de que un concubinato grosero –la represión y el fracaso económico– conseguirá que el porvenir sea una aparición que llega una mañana con unas maletas llenas de regalos y fotos de gente muy querida que pernocta lejos.

La verdad es que en cuanto los mil delegados recogieron a toda prisa los bolígrafos y las carpetas que usaron para darle formalidad a la reunión, la existencia cotidiana se recompuso, y regresó con otros elementos esperanzadores para que el tiempo deje de ser, como dijo alguien, un centinela insobornable, y se convierta en un aliado dócil de los grupos que no se quieren abandonar los puestos de mando.

Cerca del sitio donde un grupo de graves expertos debatía sobre el derecho a que –en pleno siglo XXI– se autorizara a los cubanos a vender y comprar casas y automóviles, la policía política reprimía a la activista de derechos humanos Sara Martha Fonseca y a su familia.

El episodio policial pertenece a al escenario permanente, anterior a la cita de los dirigentes comunistas. Pero el eventual permiso para que se pueda para hacer un negocio con una vivienda o un carro, le pone al escenario un elemento de natural interés en medio de aquella situación económica, que tiene la intención de que la carga contra la señora Fonseca y cualquier acción violenta se pierda en el olvido.

Se desarrolló el Congreso y sigue ahora una campaña acerca de las bondades de las medidas que permitirán que los cubanos puedan ganarse la vida como reparadores de fosforeras desechables, profesores de mecanografía, masajistas y cuidadores de baños públicos.

Esa propuesta patética, así como la anuencia para que se abran restaurantes particulares y la proclamada de entrega de tierras a personas que la trabajen después que la rescaten de los marabuzales, son las otras perlas que la sociedad cubana tiene que admitir como novedad. Aunque todos sepan que son sólo unos complementos que les impone la vida, la pobreza, la ineptitud de los funcionarios y las sumisiones de un sistema que lo único que ha logrado sistematizar es el fracaso.

Las semanas que han seguido al encuentro de los ancianos y su servidumbre afianzan la realidad de intolerancia y violencia contra quienes quieren transformaciones verdaderas. Ahí están las imágenes de las golpizas al ex preso de conciencia Ángel Moya y a su esposa, la dama de blanco Berta Soler.

Se intensifica la persecución al periodismo independiente y a los jóvenes que buscan espacios para expresarse mediante nuevos soportes técnicos. Se usa la quincalla política (el desfile del primero de mayo, por ejemplo) como si el tiempo estuviera enterrado debajo de una palma.

La oposición pacífica y los grandes sectores de esa sociedad que conocen las honduras de los baches y la falsedad de los espejismos, quieren evoluciones palpables en materia de leyes, aperturas para agrupaciones políticas de cualquier signo y libertad de prensa.

Ellos saben que el futuro no llega un día cualquiera como un viajero rico y desprevenido. Y, en medio de esa atmósfera pantanosa y llena de trampas que diseña el gobierno, no dejan de salir a buscarlo.

Última actualización el Domingo, 08 de Mayo de 2011 22:45
 
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