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Artigos: Cuba
UN ALBAÑIL CONTRA FIDEL CASTRO PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Jueves, 18 de Febrero de 2010 12:29

Por MAITE RICO

El estado de salud del preso político cubano Orlando Zapata, en huelga de hambre desde hace 75 días, se ha deteriorado a tal grado que las autoridades carcelarias decidieron el martes su traslado urgente desde el penal de Camagüey, en el centro del país, a un hospital de La Habana. Según la información recabada por la familia, su situación es crítica. Zapata, albañil de 42 años, es uno de los 75 disidentes detenidos en la Primavera Negra de 2003, tiene varias condenas que suman 36 años y engrosa la lista de prisioneros de conciencia de Amnistía Internacional.

El disidente había sido trasladado inicialmente desde la cárcel al hospital de Camagüey, donde estaba siendo alimentado contra su voluntad por vía intravenosa. El martes por la mañana, sin embargo, las cosas se complicaron.

"Fue todo sorpresivo. Lo sacaron en camilla, con sueros y oxígeno. No podía hablar", explica vía telefónica desde Cuba su madre, Reina Tamayo. La mujer, una campesina que vive en una aldea de Holguín, en el este del país, había llegado a Camagüey al saber que Orlando estaba peor. "Queríamos verle, tenía vómitos y fiebre, porque lleva 75 días a base de agua y tiene varios órganos afectados. Uno de los médicos le dijo a su hermana que se podía morir en cualquier momento".

Hoy Reina Tamayo intentaba encontrar, en la estación de autobuses de Camagüey, un transporte hasta la capital, a 500 kilómetros de distancia. "Yo les supliqué que me permitieran ir con él en la ambulancia, pero se negaron. La ocuparon toda con hombres armados. Ahora estoy pasando trabajos para poder ir. Pagaremos lo que no tenemos, porque estoy desesperada por llegar a La Habana".

Orlando Zapata es uno de los disidentes más castigados por el régimen castrista. Desde 2002, había sido detenido en varias ocasiones por su activismo en el campo de los derechos humanos. Su última captura se produjo el 20 de marzo de 2003, mientras participaba en un ayuno para pedir la libertad de varios compañeros, entre ellos el médico Óscar Elías Biscet. A la condena inicial a tres años por "desacato a la figura del Comandante [Fidel Castro]" se fueron agregando otras sentencias en cinco procesos judiciales sin garantías, que elevaron la condena a un total de 36 años. Desde entonces, Zapata ha estado sometido a constantes cambios de prisión, palizas y régimen de aislamiento. "Él siempre ha sido muy combativo, muy digno. Ha hecho varias huelgas de hambre y reivindica su condición de preso de conciencia", explica un compañero suyo desde La Habana.

Zapata participó también en el llamado Proyecto Varela, una iniciativa ciudadana para reformar la Constitución e impulsar la apertura democrática -y que acabó con buena parte de los activistas en prisión-. Para su promotor, Oswaldo Payá, premio Sájarov del Parlamento Europeo, el régimen "se ha ensañado con Orlando Zapata porque es negro, por su dignidad y porque mantiene la bandera de los derechos humanos". Payá ha lanzado un llamamiento de solidaridad internacional, "la misma que obtuvo la causa justa de la activista saharaui Aminatu Haidar. Las dictaduras no son ni de izquierda ni de derecha, sino dictaduras".

 

Tomado de EL PAÍS, Madrid - 17/02/2010

Última actualización el Jueves, 18 de Febrero de 2010 12:32
 
BARQUIN: EL CIUDADANO SOLDADO PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Martes, 16 de Febrero de 2010 12:35

Por ALFREDO M. CEPERO

 

El Coronel Ramón Barquín y López falleció el año pasado en su patria adoptiva de Puerto Rico pero nunca dejó de amar y servir a su añorada Cuba. Y aún desde la tumba la sigue sirviendo a través de su libro “Mis Diálogos con Fidel, Raúl, Camilo y el Che”. Una narración analítica y certera sobre la forma de pensar y actuar de los principales actores de la tragedia de medio siglo que ha devastado física y moralmente a la nación cubana. El libro puede ser adquirido en la Librería Universal, en Miami, o a través de Amazon.com .

 

Conocí a Ramón Barquín a principios de 1961 en Miami cuando el coronel se desempeñaba como jefe militar del Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP) que dirigía el Ingeniero Manolo Ray. La organización mantenía un campo de entrenamiento militar en el pueblo de Naranja, cerca de Homestead, en la Florida y allá fuimos a parar Luís Posada y yo que, a la sazón, compartíamos un cuartucho en el desaparecido Hotel Columbia de la ciudad de Miami.

 

En el campamento nos congregamos un abigarrado destacamento de abogados como Jorge Beruff y Sila Cuervo, militares rebeldes como Pepe Perez Alamo y Pepe El Toro, estudiantes como Augusto Maxwell y Ramón Barquín hijo, y campesinos como “El Guajiro Hilario”, de quién nunca llegue a saber el apellido. Así fue como, unidos por el amor a Cuba y por nuestro propósito de contribuir a su libertad, nos integramos mas tarde a la Brigada 2506.

 

Desde un principio Barquín me inspiró simpatía, confianza y respeto. Su hablar pausado, ademanes modestos y habilidad para escuchar a los demás lo sacaban completamente del estereotipo generalizado sobre los militares. Parecía más bien un diplomático que un militar. No en balde su carrera dio un giro inesperado y lo sacó del cuartel para llevarlo a lo más altos niveles de la diplomacia como Agregado Militar de Cuba en Washington y como Vice-director del Estado Mayor Conjunto de la Junta Interamericana de Defensa, durante el gobierno de Carlos Prío Socarras.

 

Cuando se produjo el fatídico golpe de estado del 10 de marzo Barquín se encontraba en Washington y se propuso renunciar a su cargo pero fue convencido por sus amigos de que, dentro del ejército, podría ser más útil a la restauración de la democracia en Cuba. En esa labor fue descubierto el 3 de abril de 1956 en un intento de derrocar la dictadura de Fulgencio Batista que pasó a nuestra historia con el nombre de “Conspiración de los Puros”. Y puros, dignos y patrióticos fueron los esfuerzos de Barquín y una docena de oficiales que se le sumaron a lo que bien podríamos considerar como una versión adelantada de los acontecimientos que tuvieron lugar recientemente en Honduras. El caso insólito en nuestro continente de militares arriesgando la vida no para llenar sus bolsillos sino para servir a su pueblo.

En el curso de su organización de la asonada militar Barquín y sus compañeros  suscribieron un documento que pudo haber sido escrito por patriotas de la estatura moral de Carlos Manuel de Céspedes o Ignacio Agramonte. Después de estipular que su objetivo era formar un gobierno integrado por personalidades civiles y convocar a elecciones en el breve plazo de seis meses, los complotados se comprometieron a no aspirar a posiciones electivas y a presentar la renuncia de sus cargos en las fuerzas armadas. Para desgracia del pueblo cubano la conspiración fue delatada por uno de los participantes y los “puros” fueron a dar a las celdas inmundas de la Cárcel de Isla de Pinos donde cumplieron dos años y medio de privación de libertad.

 

Avanzada la tarde del primero de enero, después de la fuga del dictador, Barquín se presentó en el Campamento Militar de Columbia con el objetivo de mantener el orden y prevenir baños de sangre. Sus palabras recriminatorias al General Eulogio Cantillo merecen ser citadas: “Entiendo que ustedes, los coroneles y generales, tenían que haber derrotado a los guerrilleros fidelistas en nombre del gobierno dictatorial que sostenían, o haber derrocado al dictador en nombre del pueblo que se lo pedía; pero, desgraciadamente no hicieron ni lo uno ni lo otro,  sino lo peor: proteger la fuga de Batista”

 

En ese mismo momento, el dictador sucesor, todavía en Santiago de Cuba, ignoraba las llamadas de Barquín desde la Habana para coordinar las actividades encaminadas a una transición sin violencia. Castro, como sabemos, estaba mas interesado en la consolidación de su poder absoluto que en la paz para el pueblo de Cuba. Por el contrario, declara una huelga general y manda a toda velocidad a Camilo y al Che a tomar Columbia y la Cabaña respectivamente. Ante el hecho consumado, de un Tribunal Supremo que había reconocido a Urrutia como Presidente, la euforia de un pueblo enamorado del “ídolo” y la posibilidad de más derramamientos de sangre, Barquín entrega el mando a Camilo quien había sido nombrado Jefe del Ejército por el nuevo presidente de Cuba.

 

A partir de ese momento, se inician una serie de entrevistas y conversaciones de Barquín con los personajes que aparecen en el título de su libro. Aunque siempre se negó a caer en la trampa de ser nombrado Ministro de Defensa, Barquín puso sus conocimientos al servicio de los líderes de la revolución, principalmente Camilo, en los primeros meses del proceso revolucionario. Sin dudas, con la esperanza de amortiguar el impacto sobre el pueblo de Cuba de la ignorancia, la improvisación y la maldad de los nuevos sátrapas.

 

Y cuando fue obligado a optar entre aceptar una cartera en el gabinete o salir de Cuba Barquín aceptó un cargo diplomático con objeto de sumarse a los esfuerzos que ya se realizaban en el exterior para liberar a Cuba de su nueva dictadura. Sin dudas  tenía presente un encuentro con Fidel donde el tirano le dijo: “Con usted hay que tener mucho cuidado, porque lo van a tratar de utilizar de cabeza de la contrarrevolución”. Sus relaciones con estos delincuentes pueden ser sintetizadas diciendo que mostró cautela ante Fidel, recelo ante Raúl, desprecio hacia Guevara y una cierta simpatía hacia Camilo, a quien Barquín consideró una víctima de su ignorancia y de su admiración por Fidel Castro.

Todavía desde su tumba este cubano ejemplar nos muestra el camino hacia  la creación de una nación donde cada ciudadano asuma la responsabilidad de defender la democracia sin las muletas de falsos líderes. En este sentido, nos dice: “La historia no absolverá a Fidel, pero tenemos que ver como construimos una Cuba nueva donde nunca pueda volver a surgir otro Fidel”. Y describe el papel del ejercito en una democracia diciendo: “Sigo siendo un fervoroso creyente en que las Fuerzas Armadas de una nación tienen que responder y ser obedientes al poder civil que es representativo de la voluntad popular”.

 

Los méritos y la capacidad del Coronel Barquín como militar quedan demostrados por una trayectoria que comenzó como soldado y ascendió a cabo, sargento y oficial por estudios y méritos propios. Pero por muchos que estos sean, las cualidades morales y cívicas de Ramón Barquín son muy superiores y hacen del militar un ciudadano soldado. Un ciudadano que obedece la constitución, defiende  el estado de derechos y pone sus armas al servicio de la democracia. En fin, un ejemplo para enseñarle a nuestras futuras generaciones de militares cubanos que, como dije hace algún tiempo en uno de mis versos, “Hace falta soldados/en la mano el fusil/ y en la mente el concepto de respecto al civil/ hace falta el concepto de ser buen ciudadano/el respeto a la ley y a su guarda el soldado”.

 

Miami, Florida 2-16-2010.

Última actualización el Martes, 16 de Febrero de 2010 12:36
 
LA BARCA CUBANA Y EL ESTADO DE DERECHO PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Lunes, 15 de Febrero de 2010 15:56

Por HUBER MATOS ARALUCE


En su análisis “¿Hacia dónde va la barca a cubana? Una mirada al entorno económico”, Boris Moreno,  presbítero y máster en Ciencias Económicas,  plantea que le gustaría que, con el auspicio de la revista de la Arquidiócesis de la Habana: PalabraNuevaNet,  se pudiera iniciar un debate sobre las medidas que propone.  Lo felicito por su análisis de la realidad cubana y sugiero leer detenidamente su artículo.  Como no comparto algunas de sus recomendaciones, acepto su invitación a discutirlas.

Para enderezar el rumbo de Cuba, dondela desesperanza se ha expandido y el horizonte de un agravamiento de la crisis, atenazada por el entorno internacional, pudiera romper la frágil cohesión social, el Pbro. Moreno divide sus recomendaciones entre las que define como de “mínimo acceso” y otras como de “anestesia general”. Para facilitar la lectura de este artículo enumero en resumen sus propuestas.

Las de mínimo acceso:

a)  Garantías al trabajo por cuenta propia.

b) A futuro una ley que proteja la pequeña y mediana empresa.

c) “Amparo de las actividades comerciales minoristas.”

d) Ampliar el pago por resultado en la fuerza laboral.

e) A futuro “una ley de empresa, de quiebra y de desempleo.”

f) Mayores seguridades para la inversión extranjera.

g) Que el presupuesto se apegue al  principio de subsidiariedad y una contraloría.

Entre las medidas de “anestesia general” propone en primer lugar la que considera más importante: “el compromiso formal del gobierno en reconocer la capacidad de opinar de todos los ciudadanos sin que esto implique represalias de ningún tipo”. Además:

 

a)     “El cambio de la política de sustitución de importaciones por otra de promoción de exportaciones”

 

b)     Darle espacio a la banca internacional.

 

c)      “La unificación de la moneda.”

 

d)      “Una reforma empresarial …potenciando formas complementarias a la empresa estatal.”

 

 

e)     Un cambio de concepción institucional donde los ministerios pasen a ser centros de orientación y regulación en su área.

 

f)        Entrada en la isla de mecanismos internacionales que viabilicen el flujo de recursos financieros frescos.

 

g)      Privilegiar con ofertas de inversión el ingreso de capitales.

 

h)     Constitución de un mercado financiero.

 

En cuanto a las medidas propuestas como de “mínimo acceso”  creo que el régimen castrista pudiera ponerlas en práctica sin arriesgar necesariamente  su monopolio del poder.  Es más, si se hubieran implementado hace tres años, sus resultados habrían ayudado a hacer menos aguda la crisis actual y hoy el castrismo tendría un respiro; en otras palabras, la sucesión de un hermano a otro habría sido más exitosa, en detrimento de un futuro democrático y de un desarrollo económico beneficioso para todos los cubanos.  Estoy seguro de que esto no es lo que desea el Pbro. Moreno, pero por rigor lógico creo necesario señalarlo.

 

Objeto la recomendación de dar mayores seguridades a la inversión extranjera, al mismo tiempo que se propone “para futuro” una ley que proteja a la pequeña y mediana empresa.  El castrismo, consciente del fracaso de la economía estatal, ha pactado con capital extranjero para sostenerse en el poder.  Por esta razón les niega a los cubanos el  derecho a desarrollar empresas privadas, mientras privilegia la inversión extranjera en el turismo, la minería, la exploración petrolera, etc.

 

La mayoría de estos socios capitalistas son los más interesados en que la tiranía se mantenga en el poder, porque ésta les garantiza sus privilegios en la isla.  Caso típico es el de la industria del turismo y otras inversiones españolas en Cuba, y su influencia en la política procastrista del gobierno español.   El capital estadounidense es uno de los factores que ejercen mayor presión en Washington para una normalización de las relaciones entre ambos gobiernos, sin que el respeto a los derechos humanos en Cuba sea una condicionante.

 

Darle ventajas al capital extranjero sin priorizar las medidas que permitan a los cubanos la posibilidad de competir, equivale a seguir entregando nuestro país a las transnacionales y a empresarios extranjeros, socios presentes o futuros del régimen.  También  estoy convencido de que el Pbro. Moreno está muy lejos de desear una Cuba así.

 

En términos generales las recomendaciones de “mínimo acceso” no nos conducirían a un régimen democrático, sino al mantenimiento de un grupo incompetente y corrupto en el poder, que tiene toda la intención de detentarlo hasta sus últimos días y pasarlo a sus herederos como un patrimonio familiar.    Por esa vía, el actual régimen podría convertirse en una hibridocracia, definida por el politólogo Fernando Mires como el régimen dondelos enemigos de la democracia necesitan de la democracia para ocultar, en nombre de la misma democracia, a las más astutas dictaduras”: China, Vietnam, Venezuela.

 

Sobre las recomendaciones de anestesia general” el Pbro. Moreno no se hace ilusiones con la situación política actual, sino todo lo contrario, y por esta razón plantea que la medida más importante de ese segundo grupo de recomendaciones es: “el compromiso formal del gobierno en reconocer la capacidad de opinar de todos los ciudadanos sin que esto implique represalias de ningún tipo”.

 

Esa posibilidad asume  un cambio radical en la voluntad política de la dirigencia en el poder en Cuba, quienquiera que esté al mando, e independiente de la forma en que haya llegado a asumirlo. Podría ser un cambio de táctica o de pensamiento del  actual gobernante, o un cambio por herencia, o por un golpe de estado, o por el triunfo de una revuelta popular.  Si esto es  así, por voluntad de quien esté en el poder, corremos el peligro de que el respeto a las opiniones sea revertido luego por el mismo gobernante que lo permitió, o por el que le siga.  Por estas consideraciones la garantía de libertad de expresión debe estar respaldada, no por un “compromiso formal del gobierno”, sino por una constitución democrática y por un Estado de Derecho.

 

La sugerencia del “cambio de la política de sustitución de importaciones a otra de promoción de exportaciones” no puede ser más acertada.  Su argumento es que las importaciones actuales son completamente necesarias y que hay que pagarlas aumentando las exportaciones.  Esto exige un nivel de eficiencia en la economía cubana que requiere un cambio estructural total, y un cambio político capaz de estimular a la población a participar con entusiasmo en un proceso que va a rendir frutos, pero no de la noche a la mañana.  En los artículos “Cuba: agricultura y desarrollo”, “Cuba: el dinero y la comida” y “Cuba: la importancia del desarrollo agrícola” elaboro sobre el tema.

 

Otro aspecto considerado en las propuestas de Pbro. Moreno, es el de “Una reforma empresarial …potenciando las formas complementarias a la empresa estatal”.  Pienso que en el desarrollo económico sostenido, sostenible y acelerado que requiere nuestro país, la empresa privada debe ser el eje y la empresa estatal debe ser la complementaria.  El  problema a debatir es cuáles empresas estatales deben ser privatizadas, ya sea total o parcialmente, y en qué forma, y cuáles deben quedar como propiedad pública y en qué forma (entes autónomos o directamente bajo el control del Ejecutivo).  Cuanto mayor sea el porcentaje de la economía que quede en manos del Estado, ésta será menos eficiente y mayor el margen de abuso y corrupción.

 

Al mismo tiempo debemos asegurarnos de que las empresas que sean privatizadas no queden en manos del grupo en el poder o de sus socios extranjeros, ni que éstas se vayan a subastar indiscriminadamente sin que los cubanos, en particular quienes hoy viven, trabajan y sufren en la isla, tengan posibilidades de participación presente o futura.  Esto no representa un rechazo a la necesaria inversión extranjera, sino un llamado a crear mecanismos financieros y de inversión que permitan a los cubanos participar efectivamente en la propiedad de las empresas. Está pendiente un ejercicio de creatividad jurídica y económica que permita lograr ese objetivo.

 

En este aspecto debemos traer al debate el asunto de las propiedades confiscadas a estadounidenses o a cubanos.  La forma más acelerada de resolver esos derechos es la de indemnizar a los dueños originales o a sus herederos, sin excluirlos de reclamaciones judiciales como corresponde en un Estado de Derecho.  La indemnización permitiría hacer justicia en el menor tiempo posible y dar inicio al necesario despegue económico de la isla, aunque en algunos casos, técnicamente, puede ser más conveniente para el país la devolución de determinadas empresas.

 

Las propuestas del Pbro. Boris Moreno, como él aclara,  “no son conclusivas ni abarcan todo el entorno económico”, pero sin duda pueden servir como base a un debate en que dejemos de enfocarnos en los fracasos de medio siglo de estatismo totalitario y discutamos sobre el desarrollo de la Nueva República.

 

Veo en las propuestas de “anestesia general” los claros trazos de una economía de mercado insertada en un mundo globalizado y respaldada institucional y legalmente por un Estado de Derecho. Esto debe enfatizarse como condición fundamental para que “la barca cubana” pueda orientarse hacia horizontes de libertad, progreso, justicia y solidaridad que beneficien a todo el pueblo cubano.

 

San José, Costa Rica

 

 

 

Última actualización el Lunes, 15 de Febrero de 2010 15:59
 
2009 El año en que se desvaneció el raulismo PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 14 de Febrero de 2010 15:34

Por RAFAEL ROJAS

2009, año del cincuentenario de la Revolución, fue también el año en que los líderes históricos de aquella gesta confirmaron, con mayor fidelidad, su pertenencia al segmento más conservador de la clase política insular. Un segmento que monopoliza el poder de iniciar el cambio y, a la vez, las mayores resistencias al mismo. Todas y cada una de las expectativas de reforma, generadas por la sucesión de Raúl Castro, entre el verano del 2006, cuando se inició la convalecencia de Fidel, y el verano del 2008, cuando el lenguaje reformista alcanzó sus tonos mayores, fueron desvanecidas por el mismo gobierno que las creó.

El raulismo, esto es, la idea de un gobierno sucesor, encabezado por Raúl Castro, que emprendería limitadas reformas económicas, que reconduciría pragmáticamente las relaciones internacionales de la isla, que facilitaría la renovación generacional de las élites, que flexibilizaría el acceso a algunos derechos civiles, que moderaría la estridencia de los medios de comunicación y que renegociaría su popularidad frente a la población, por medio de una relativa satisfacción de necesidades básicas, evitando así una escalada violenta de desobediencia civil y represión policíaca, nunca fue una realidad. Pero el año pasado dejó de ser una promesa.

Esas expectativas de cambio se difundieron dentro y fuera de la isla, en la propia clase política, en la población insular, en la disidencia interna, en el exilio y en la comunidad internacional. Casi todos los actores políticos involucrados en el proceso cubano concedieron cierto margen de realización a las reformas raulistas. Varias iniciativas de la oposición y el exilio, decenas de congresos académicos y análisis de expertos, movimientos diplomáticos de la Unión Europea, América Latina y hasta el Departamento de Estado, dan fe de una extendida valoración positiva de las posibilidades reformistas del primer gobierno de Raúl.

Muchos dirán ahora que nunca se hicieron ilusiones, pero en aquel momento era difícil no ver la sucesión como antesala de la necesaria transición democrática cubana. El propio Raúl y varios altos funcionarios de su primer gobierno, como Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, propiciaron aquel clima llamando a "cambios estructurales y de concepto", a la derogación de "prohibiciones absurdas", al desarrollo de una diplomacia "pluralista", a un abandono de la retórica de la "batalla de ideas", a una dirección institucional y colectiva, a un ambiente de debate interno y a un cambio en el estilo y el ceremonial del régimen.

Esos líderes, que hablaban hace dos años de reformas, han terminado llamando a la población a no hacerse ilusiones y reprochando a la ciudadanía sus constantes demandas al Estado. Ellos mismos, los principales constructores de un Estado omnipresente, que controla la sociedad y la economía de la isla, se quejan ahora de un paternalismo estatal que limita las iniciativas económicas y civiles de los ciudadanos. La única manera de revertir dicho paternalismo, como sabemos, no es el llamado a la austeridad, sino la liberación de iniciativas ciudadanas por medio de una reforma profunda, de la economía, de la sociedad y también de la política insular.

Las ilusiones perdidas

El año pasado fue la pérdida de aquellas ilusiones. La destitución de Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, acusados de "indignos" por quien los sostuvo en el poder durante más de veinte años, y de otros funcionarios profesionales como José Luis Rodríguez y Fernando Remírez de Estenoz, fue la primera prueba de que la cúpula del régimen no estaba interesada en una renovación o en una "dirección colegiada", como se le llamó alguna vez, entre distintas corrientes del partido y el gobierno. Esas destituciones se produjeron poco después de la depuración de jóvenes "talibanes" y ejecutivos de la "batalla de ideas", dando la falsa impresión de que formaban parte del mismo proceso de reemplazo de "fidelistas" por "raulistas". Como ahora sabemos, se trató, en realidad, de una operación de ambos Castros con el fin de recuperar poderes delegados por ellos mismos.

El anuncio de la postergación indefinida del sexto congreso del Partido Comunista de Cuba fue otra señal del desinterés oficial en un clima de debate "socialista" sobre los graves problemas económicos, sociales y políticos de la isla y, a la vez, de la voluntad de diferir reformas. Dado que entre 2007 y 2008, el gobierno se limitó a liberar tímidamente el consumo y entregar tierras en usufructo a los campesinos, y la Asamblea Nacional del Poder Popular no legisló ninguna reforma de importancia, las expectativas de cambio, dentro de la militancia reformista, se proyectaron sobre el VI congreso. Muchos partidarios de un cambio más profundo, dentro y fuera de la isla, también pusieron esperanzas en ese congreso.

Varios comunistas reformistas, encabezados por el académico Pedro Campos, elaboraron un proyecto de trece propuestas programáticas para transitar hacia un "socialismo participativo y democrático", que aunque no tuvo difusión en ningún medio de la isla, reflejó el horizonte de expectativas del reformismo sistémico. Allí se proponía, por ejemplo, una relativa desestatalización de la economía nacional, por medio de formas cooperativas y autogestionadas de propiedad, y —lo que era más audaz— una reforma de las leyes electorales y del código penal para hacer más representativo y plural el sistema político. Con la postergación del congreso, el gobierno de Raúl dio un portazo, ya no a la oposición, el exilio o la comunidad internacional, sino a muchos socialistas cubanos.

Los llamados al debate y a la pluralidad, que abundaron en los primeros años, fueron apagándose poco a poco, junto con un notable incremento de la represión. Los encarcelamientos de opositores, aunque preventivos y breves, aumentaron durante todo el 2009. Un nuevo blanco de las restricciones a las libertades públicas fueron los blogueros, sometidos a arrestos express y a actos de repudio, como los que sufrieron Yoani Sánchez y Reinaldo Escobar. Tampoco salieron ilesos del rearme autoritario de la "seguridad nacional" algunos jóvenes socialistas, académicos de las ciencias sociales, activistas comunitarios y promotores culturales, que intentaron abrir los estrechos espacios de la sociabilidad estatal.

El aumento de la represión, como solía ocurrir en la primera mitad de esta década, se dio acompañado de una crispación de los medios oficiales de comunicación, similar a la de los peores momentos de la "batalla de ideas". La televisión, la radio, la prensa y, sobre todo, publicaciones electrónicas del gobierno cubano o de sus simpatizantes en la izquierda europea y latinoamericana se llenaron de artículos infamantes contra opositores y blogueros, a quienes, una vez más, se les acusó de "agentes al servicio de una potencia extranjera", por el simple hecho de cuestionar la precariedad de la vida habanera o demandar pacíficamente un cambio político.

Regresión de la política exterior

Todavía en los primeros meses del 2009, el gobierno de Raúl Castro reiteraba su disposición a construir una nueva relación con la administración de Barack Obama. La derogación de las restricciones a viajes y remesas de cubanoamericanos a la isla y el inicio del diálogo migratorio entre ambos gobiernos fueron señales alentadoras. En el segundo semestre del año, aquel clima distendido, al menos al nivel del lenguaje, se fue nublando con un ascenso del discurso antinorteamericano en los medios de comunicación y en los pronunciamientos de los máximos dirigentes de la isla.

Ya entre fines del 2009 y principios del 2010, la posibilidad de una reconducción de las relaciones entre ambos vecinos se desplomó con la agresiva posición de la Habana en las cumbres del ALBA y Copenhague, con la equivocada inclusión, por parte del Departamento de Estado, del cubano en la lista de los gobiernos patrocinadores del terrorismo y con la vuelta de la doctrina de la seguridad nacional "socialista del siglo XXI", según la cual, Cuba, junto con Venezuela, Bolivia y Ecuador, está bajo amenaza de una intervención militar norteamericana.

Tanto el aumento de la represión como la rearticulación de la retórica antiyanqui fueron parte de una regresión de la política exterior de la isla a los últimos años del gobierno de Fidel Castro. Poco antes de su viaje a Brasil, en el 2008, Raúl Castro declaró ser un comunista partidario del pluralismo internacional y aseguró que la relación más importante de Cuba en el hemisferio era con el gobierno de Lula. Ese y otros gestos de sus primeros años como gobernante interino y, luego, como presidente sucesor, fueron interpretados como búsqueda de un esquema diversificado de relaciones internacionales, en las que el vínculo con la Venezuela de Hugo Chávez y el ALBA, aunque no fuera abandonado, se vería compensado por nuevas alianzas regionales y globales.

El segundo semestre de 2009 y, específicamente, la cumbre del ALBA en la Habana, a mediados de diciembre, fue la confirmación de que ni siquiera en política exterior el actual gobierno se distanciaba mínimamente del anterior. Las señales de diversificación diplomática de 2008 facilitaron movimientos favorables a La Habana en Madrid, la Unión Europea y varios países latinoamericanos que, como México y Chile, resintieron sus agendas bilaterales luego de la represión de 2003. En todas esas cancillerías, la firma de los tratados de derechos civiles y políticos de Naciones Unidas y la liberación de algunos opositores pacíficos, injustamente encarcelados hace ya siete años, fueron vistas con buenos ojos. Hoy queda muy poco de aquella esperanza en la mayoría de las diplomacias occidentales.

Los límites de la obediencia

Diplomáticos, académicos, analistas, ciudadanos de la isla y la diáspora tratan de explicarse las razones del desvanecimiento del raulismo. Los más escépticos aseguran que nunca hubo tal proyecto raulista, que siempre Fidel estuvo en control de la situación o que Raúl nunca contempló seriamente reforma alguna y que los gestos tímidamente aperturistas fueron señales de humo, como tantas otras en cincuenta años de socialismo, concebidas para bajar la presión externa y, a la vez, incrementar el control interno. Los que creen posible una reforma desde arriba, optan por la explicación más simple: lo que sucedió fue que Fidel se recuperó y mandó a parar a Raúl.

Lo más triste es que una y otra explicación, aparentemente irreconciliables y que tanto polarizan los debates electrónicos, tienen un trasfondo común: ambas hacen depender todo lo que sucede y sucederá en Cuba de la vida de Fidel Castro. Frente al panorama de un país que pide cambios a gritos, mientras su gobierno pone todas las energías en obstruir esos cambios y no en propiciarlos, a muchos no los queda más alternativa que pensar que con el debilitamiento o la desaparición de Fidel, el gobierno sucesor retomará el camino de las reformas.

Durante medio siglo, el régimen de la isla ha justificado su aparato represivo y su permanencia en el poder con el argumento de que cualquier oposición política puede recurrir, eventualmente, a actos violentos, espontáneos u organizados, que derivarían en una intervención militar de Estados Unidos. Ahora que el propio gobierno tiene la posibilidad de iniciar reformas que impidan cualquier tipo de estallido social o desobediencia civil, se niega a hacerlo, casi, como si probara los límites de la obediencia y el consentimiento de los gobernados.

¿Cuál es la racionalidad que subyace a la negativa a emprender reformas por parte de un gobierno que ha reconocido, él mismo, la necesidad de esas reformas, cuyo carácter limitado, además, no pondría en riesgo su poder en el corto plazo? Es difícil encontrarla, pero una pista podría estar en el deseo de Fidel, Raúl y el círculo conservador que los rodea de mantener intacto el régimen mientras viva el Comandante. Cualquier cambio es visto por ellos y por sus no pocos seguidores acríticos en el mundo como una claudicación y ellos, como el reaccionario De Maistre, piensan que "imaginar cambios es el camino de la derrota".

Esos ancianos siempre han vivido en guerra, real o imaginaria, y sus mentes se han amoldado a la lógica de la confrontación. Como los guerreros que son, han comprendido que las reformas, aunque limitadas y controlables, serán la puerta a un cambio mayor, que ellos no quieren vivir. Cualquier decisión que tomen en política interna o externa, en los próximos años, estará regida por ese cálculo biológico: el tiempo que les quede de vida debe ser invertido en la perpetuación del sistema político, no en su transformación, problema que legan a los jóvenes. Eso es lo que llaman "victoria": morir sin cambiar.

Última actualización el Domingo, 14 de Febrero de 2010 15:36
 
LA MASACRE DE MAZORRA Y OTROS HECHOS PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Jueves, 11 de Febrero de 2010 23:46

Por MARZO FERNÁNDEZ

1.- Wilfredo Castillo. Lic Ivo Noa Gonzales, y Roberto Masa, principales encausados por la masacre del Hospital Siquiátrico de Mazorra, han estado declarando, que ellos no van a ser los "chivos expiatorios" del desastre del sistema de salud cubano. Acusan directamente al Ministro Jose Ramón Balaguer, que según los acusados tenía un informe completo de todas las deficiencias y carencias del hospital, desde los alimentos, material de higiene y limpieza, sabanas , toallas, etc Y lo más importante, de los 325 medicamentos fundamentales que consume el hospital, 92 se encontraban en falta. Esta información la están trasmitiendo los familiares de los acusados, y como dice el cubano, lo que falta. que lo vayan a buscar a Haití, o a Venezuela o a Burkina Faso. Todo para la politica.

2,- Increíble pero cierto, a la familia Ametller, de la provincia de Holguin, zona de Velasco el gobierno cubano le otorgó en usufructo 53 ha, que habían sido confiscadas al padre de la familia por la Ley de Reforma Agraria. Después de estar la tierra ociosa por más de 50 años ya la familia Ametller está cosechando su primera siembra de frijoles negros. Ese es el socialismo.

3, La visita del esbirro disfrazado de electricista a los sitios donde fuera capturado su jefe y maestro, en Bolivia.,estuvo matizada, por la presencia del embajador cubano Rafael Daussá, un caso atípico. Daussá fue sustituido en la purga de embajadores, por su incapacidad total, así lo muestran sus evaluaciones, y que el cargo lo debía a sus subordinación incondicional al difunto Pérez Roque.

Daussá fue reintegrado a su cargo, tras solicitud expresa y personal de Evo Morales a Raúl Castro, en atención a que la asesoría de Daussá resultaba fundamental en la gestión del gobierno boliviano. Cuando a mi me informan estas cosas, yo me resisto a creerlas. Ahora, los que han destruido a Cuba ,son asesores estrellas en otros países. No me creo eso.

5.- Buenas noticias para los cubanos. Granma 5 de Febrero, después de 50 años de racionamiento de leche, sólo a los ninos hasta 7 años, el gobierno ha decidido priorizar la producción, con el objetivo de disminuir las millonarias compras de leche en polvo. Sólo en el trópico, habrá que esperar otros 50 años.

Última actualización el Jueves, 11 de Febrero de 2010 23:55
 
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