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Artigos: Cuba
Otra vez Venecuba o Cubazuela PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 01 de Agosto de 2010 11:13

Por CARLOS ALBERTO MONTANER

En Santa Clara, en la ceremonia del pasado 26 de julio, se escucharon los himnos de Cuba y Venezuela. Todo un símbolo. Otra vez Cubazuela o Venecuba. Chávez y Fidel, con la aceptación a regañadientes de un Raúl que carece de poder para oponerse, aunque está convencido de que Chávez es un cretino medio loquito, y no se explica cómo su hermano lo ama, han retomado la idea de unir a los dos países en una suerte de federación. La hipótesis de ambos, de Hugo y de Fidel, es que las dos revoluciones se necesitan mutuamente para sobrevivir.

Para Chávez, Cuba es una fuente inagotable de inteligencia policiaca, control político y modelo administrativo. Ni siquiera tiene que esforzarse en elaborar un discurso retórico porque ya se lo fabricaron en La Habana hace muchos años sobre un viejo guión marxista-leninista: la agresiva rapiña del imperio yanqui, el horror codicioso de los capitalistas, la miserable indiferencia ante la pobreza que muestra el mercado, la lucha de los oprimidos del mundo contra las oligarquías y el resto de las idioteces ideológicas típicas de la tribu.

A estas alturas, Chávez sabe de sobra que Cuba es un desastre económico y social absoluto del que escapa todo aquel que puede, pero este ``pequeño'' detalle pesa mucho menos que la inmensa capacidad de supervivencia que le aporta ese régimen. Lo que a él le interesa es eternizarse en el poder y esa fórmula no hay duda de que la poseen los Castro. El hecho de la progresiva pauperización de su país carece de importancia si consigue envejecer en la poltrona presidencial. A fin de cuentas, Fidel también ha construido una estrategia infalible para enfrentarse a la catástrofe material: negarla, por una punta, mientras por la otra se alaba la frugalidad y se condena el consumismo. Basta con cerrar los ojos e instalarse cómodamente en un discurso benevolente sobre los niños que se educan y los enfermos que se curan, fustigando simultáneamente la codicia de los países que consumen los escasos recursos del planeta. De pronto, ser y vivir como un pordiosero se convierte en una virtud ejemplar.

Para Fidel, Hugo Chávez y Venezuela son la garantía de que la revolución cubana perdurará tras su muerte. Fidel no confía en las condiciones de Raúl. Sabe que es leal y competente, pero incapaz de soñar en grande. Raúl no es un visionario. No tiene visiones grandiosas ni oye las voces de la historia. Le falta ese glorioso toque megalomaniaco, con acentos paranoicos, que caracteriza a los grandes revolucionarios. Raúl no quiere cambiar el mundo, sino a las vacas. Pretende cosas tan pedestres como que los niños puedan tener acceso a un vaso de leche después de los siete años. Puras ordinarieces.

También, naturalmente, está el argumento de los petrodólares. Venezuela, como antes la URSS, sirve para costear la ineficiencia del sistema. El régimen hoy puede seguir siendo minuciosamente improductivo porque esa incapacidad la subsidian los venezolanos de varias maneras: enviando petróleo que no se cobra nunca, pagando cantidades astronómicas por unos servicios que no se prestan, o que se prestan mal, menos los policíacos, y utilizando a Cuba para triangular las compras. Venezuela, por ejemplo, necesita una perforadora para extraer petróleo o un millón de kilos de leche, y les hace el pedido a unas compañías fantasmas cubanas a un precio descomunal. Estas empresas, a su vez, adquieren los productos en el mercado internacional a costos razonables y dejan las inmensas ganancias en la Isla. En casi todos los países del mundo eso se llama estafa. Para Chávez y para Fidel son sólo muestras de solidaridad internacionalista pagadas por los sufridos venezolanos.

Lo interesante de esta fusión progresiva entre los dos países es que ambos también duplican las zonas de riesgo. Los cubanos saben que el agotado régimen de los Castro pende y depende de un tenue hilo biológico del que cuelgan dos ancianos valetudinarios, mientras los venezolanos no ignoran que Chávez sólo tiene el apoyo firme de un 30% de la población y el creciente rechazo del resto del país, relación de fuerzas que puede desembocar en su salida del poder. Cualquiera de los dos gobiernos que entre en crisis arrastrará al otro hacia su destrucción. Seguro.

 

*www.firmaspress.com



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Última actualización el Domingo, 01 de Agosto de 2010 11:18
 
EL REGRESO DEL FARAON PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Sábado, 31 de Julio de 2010 20:14

Por PEDRO CORZO

Cuando en febrero del 2008, Raúl Castro asumió oficialmente los controles del estado dijo que estaba consciente que "Fidel es insustituible" y que sólo el Partido Comunista de Cuba podía ser digno heredero de su hermano.

Dirigiéndose a la Asamblea expresó que consultaría  a Fidel "las decisiones de especial trascendencia para el futuro de la nación", agregó "asumo la responsabilidad que se me encomienda con la convicción de que, como he afirmado muchas veces, el comandante en jefe de la revolución cubana es uno sólo, Fidel, es Fidel".

Castro fue muy cuidadoso al implementar la Sucesión. La condujo desde su propio lecho, aún al borde de la merecida tumba dispuso de la herencia totalitaria y determinó con eficiencia quienes mantendrían la pax castrista en la isla. Su indiscutible talento para imponer su voluntad y sobrevivir entre sus pares, alcanzó la cota más alta cuando dispuso sin la menor disidencia que su hermano fuera el heredero.

Raúl ha hecho su trabajo. La sucesión  ha sido exitosa en lo más importante, la conservación del poder, pero la nación depende cada día más de la ayuda extranjera, el descontento ciudadano esta en punto critico, y la imagen de la Revolución se ha deteriorado por completo, un conjunto de factores que han activado una alarma que ha obligado al Máximo Líder una salida a escena que en su opinión traerá la calma.

El presente difiere sustancialmente de aquel 31 de julio del 2006. El país se ha hundido aun más en la desesperanza. La crisis del modelo político vigente, que nunca satisfizo a la mayoría de la población, ha aumentado. La corrupción se ha extendido en todos los organismos del estado. La crónica ineficiencia y baja productividad se ha acentuado. El régimen esta agotado lo que puede llevar a una juventud que ha perdido la esperanza de un futuro mejor, asumir el protagonismo que le ha sido negado en las ultimas generaciones.

Todos estos factores nutren la lógica conjetura que al interior de la dictadura hay sectores que promueven cambios graduales que les posibiliten mantener un rol decisivo en el país, situación de la que debe estar consciente Raúl y Fidel Castro y que sin dudas no son de su agrado.

Esa realidad es la que ha determinado el que Raúl, las haga o nó,  haya admitido la necesidad de realizar reformas estructurales en la economía y también avanzar en temas sociales que por décadas han sido postergados.

La obcecación de la aristocracia moncadista dirigida por los Castro impidió que en las perennes crisis del totalitarismo cubano se efectuaran reformas claves en el aspecto económico que hubieran hecho posible una mejor vida ciudadana y el fin de una economía parásita, que en el presente es subsidiada por Venezuela y el exilio.

Por supuesto que los imprescindibles cambios políticos no son considerados. Los  moncadistas los rechazan, sentimiento que comparten con la supuesta corriente reformista. Una cosa es liberar presos y otra erradicar la convicción en la nomenclatura de que el pluralismo político, la libertad de expresión y el respeto a los derechos humanos son fundamentos esenciales de la sociedad moderna.

La visión de todo o nada ha puesto al régimen en el despeñadero. La situación, en extremo delicada, puede facturar el sistema, pero también impulsar  una explosión social de graves consecuencias para el país, y en particular para la dirigencia revolucionaria.

El regreso de Fidel Castro cuatro años después de su ausencia y el hecho de que se haya producido en días próximos del aniversario del ataque al cuartel Moncada implica un mensaje que a la vez que se nutre del mito de la Sierra Maestra, sirve para trasmitir la confianza de que si la situación llega a ser  desesperada el Comandante esta de vuelta para llevar la nave a puerto. Fidel es el emblema del totalitarismo insular, el capataz al que hasta ahora ninguno de sus siervos le ha discutido el mando y personificación precisa que todo sigue igual.

Última actualización el Sábado, 31 de Julio de 2010 21:02
 
El faraón y su guerra atómica PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Sábado, 31 de Julio de 2010 11:29

Por HUBER MATOS ARALUCE

Fidel lo decidía todo en Cuba,  absolutamente todo.  Lo grande y lo pequeño, lo importante y lo banal.  El, siempre él.  Con su criterio inequívoco sobre cualquier tema.  El, el superior en todo.

Pero no solo en Cuba.  Fue el ídolo secreto de muchos políticos latinoamericanos. El epicentro del populismo tercermundista.  La estrella de la prensa occidental y de la  intelectualidad de “avanzada” del planeta.

Pero los “sueños sueños son”. El Tutankamón cubano, hoy en proceso de momificación,  camina dificultosamente  a su pirámide mortual; construida de discursos intrascendentes, promesas incumplidas, crímenes, traiciones y fracasos.

Su deterioro, como el de su antecesor egipcio, ha sido lento. El de la historia antigua necesitaba un bastón, el de la moderna en privado usa una silla de ruedas y en público dos asistentes para evitar una caída.

Es lo que ha quedado después de una enfermedad que en el dialecto cursi de la corte castrista fue, es y sigue siendo un “secreto de estado”.  Recientemente el “semidiós reapareció, plagado de incontrolables mañas físico-motoras y un mensaje apocalíptico: la guerra del fin del mundo.

Su presencia ha sembrado la confusión entre los “cubanólogos”.  ¿Manda o no manda? ¿Frena o no frena?  Pero ¿cómo explicar su silencio sobre tema nacionales?

Cualquiera que lo conozca sabe que, en su sano juicio, nadie le habría impedido opinar y decidir sobre lo que le diera la gana, ni en público ni en privado.  Quizás en algún momento lo convencieron de que en lugar de atender los pequeños problemas de la islita de Cuba el podía encargase de los grandes males del mundo.

Lo aceptó gustoso.  Seguramente sintió que había ganado ese derecho después de una vida de esfuerzos “revolucionarios” y logros históricos.  Cuba y sus pequeñas e insalvables dificultades  no eran suficientes para su talento y responsabilidad.

El le diría al planeta todo lo que tenía que hacer para evitar el desastre. Daría la pauta para resolver el problema energético, evitar el calentamiento global y los derrames de petróleo, en fin, una respuesta para todo.

El Pentágono había encontrado su rival, un verdadero estratega que dictaría cátedra sobre los conflictos de la humanidad, los pasados, los presentes y los del porvenir.

Por eso no es de extrañar que hace unas semanas anunciara con absoluta certeza el inicio de una guerra atómica.  Razón por la cual, según él, los cuartos de final del campeonato mundial de fútbol no se celebrarían.  Hasta fijó una fecha casi exacta del inicio del conflicto.

Debido a la certeza de su pronóstico, se burló públicamente del presidente Obama porque el estadounidense anunció que si el equipo de USA clasificaba, él iría a Suráfrica.  Según Tutankamón, Obama sabía perfectamente que no podría ir porque la guerra atómica lo impediría.

El ridículo fue colosal, como corresponde a todo lo que él diga, haga o pronostique.  Colosales mentiras, vaticinios y pretensiones. La chifladura se podía atenuar con unas visitas debidamente controladas y con apariciones en televisión, pregrabadas y editadas.

Hasta la familia del faraón estaba contenta. Creyeron que volverían a ser importantes y que en el feudo con la familia de Raúl esto equivalía a ganar terreno.

¿Y por qué no enseñarlo? Podía ser útil en los momentos en que la credibilidad del  sucesor y su gobierno de octogenarios está por el suelo. El pueblo y la oposición podría asustarse ante la aparición del coco mete miedos. Los viejos, defraudados y angustiados fidelistas podían estimularse ante su imagen.  Muestra de que en el círculo real las neuronas no son muy abundantes.

 

Última actualización el Sábado, 31 de Julio de 2010 11:31
 
Cuba: de repente en el verano PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Viernes, 30 de Julio de 2010 11:51

Por NORBERTO FUENTES

Uno de los lugares comunes de los que podíamos llamar los «think tanks» cubanos de los años 70 y 80 era que Fidel Castro encontraba siempre su mejor plataforma política cuando actuaba desde la oposición. Era una forma ingeniosa de gobernar a la vez desde la izquierda o la derecha (según viniera al caso) pero conservando el centro firmemente bajo su control. Llamo aquí «think tanks» a los pequeños reductos de pensamiento liberal, entre los que contabas burócratas, embajadores, algunos escritores, oficiales más o menos deslenguados del Ministerio del Interior y viejos comunistas defenestrados. Pero desde que Fidel cedió el poder en 2006 por el grave padecimiento instestinal, e incluso hallarse al borde de la muerte, y de que su hermano Raúl ocupara la presidencia, perdió su equilibrio.

Vistas así las cosas, hoy tenemos la certeza de que todas las energías no comprometidas en su rehabilitación, en estos últimos cuatro años, Fidel las ha dedicado a mantener —a toda costa— su vigencia política. El despliegue de actividades fuera de su confinamiento de los últimos días, más que una muestra de su milagrosa rehabilitación y de la férrea voluntad que lo sostiene, es evidencia de su concentración en el objetivo, y más aún, de que está pujando por el poder. Así pues, mientras Raúl se mandaba a instrumentar unas añoradas medidas de cambios socioeconómicos por las que ha abogado desde los años 60, Fidel reivindicó sus actividades como opositor, pero esta vez sin estar él mismo en el centro ni ocupar los cargos de su otrora investidura.

No fue muy paciente, por cierto. No esperó a que cicatrizaran sus heridas para empezar a torpedear los proyectos de Raúl. La primera gran zancadilla tuvo lugar el 26 de julio de 2007 cuando hizo correr que Carlos Aldana, el antiguo secretario ideológico del Partido, había escrito para Raúl el discurso de tonos reformistas del acto, y a continuación vinculó el resurgimiento de Aldana con la presentación en la tele de otros dos duros de la vieja guardia: José Serguera y Luis Pavón, a los que se identifica como los Torquemada de un supuesto quinquenio gris de la cultura cubana. Desde entonces, esos son los cuatro años de Fidel sin cargos de Gobierno.

Aunque Raúl tampoco se ha quedado tranquilo, y empezó por recortarle la escolta y cambiarle el personal más allegado, que Fidel, por su parte, vuelve a tratar de reclutar. Es una lucha sórdida y sostenida. Pero la última confrontación, la iniciada la semana pasada, es merecedora de mucha mayor atención porque tiene por objetivo librar su batalla más peligrosa desde la época de Bahía de Cochinos o del derrumbe de la Unión Soviética: atajar el buen tono que cada vez con mayor celeridad adquieren las relaciones con los Estados Unidos.

El éxito obtenido por Raúl al negociar con España y la Iglesia la libertad de los presos políticos es solo la puntita de ese iceberg. Fidel emplea para el contragolpe el anuncio de la inminencia de dos guerras nucleares a desatarse a la vez en Irán y Corea del Norte. Entonces deja pasar una semana y, de repente, a oficiar por su cuenta, en un pueblito al oeste de La Habana, su acto por adelantado del 26 de julio, que es la celebración por el asalto al cuartel Moncada. El objetivo ha sido impedir las supuestas medidas de reforma económica. Y aguarle a Raúl su 26 de julio, en la ciudad de Santa Clara, donde se suponía que las iba a proclamar. Para el jaque mate, Fidel desplaza la zona del próximo conflicto hacia la frontera de Colombia con Venezuela. Esta vez no habrá armamento nuclear, pero Chávez —por orientaciones de ustedes ya saben quién— trae en la mano la baraja infalible para que los gringos salten: amenaza con cortarles el suministro de petróleo. Y, desde luego, olvídense de reforma económica. Tal es el dilema. Raúl sabe que esa reforma es imprescindible en orden de sobrevivir. Fidel, por su parte, sabe que, de lograrlo, Raúl no solo va a consolidar su gobierno sino que, de hecho, activa el peligro de barrer con todo vestigio de su legado.

El tiempo apremia. Así, el lunes pasado se apareció por el Memorial a Martí en plena Plaza de la Revolución, y el martes anunció la aparición de un libro sobre el Ejército Rebelde. Y de seguir Fidel en esta terca posición de saboteador, no solo pone en crisis el nuevo liderazgo, sino que él también puede ser la última víctima fatal de su propia torpeza.

Porque cuando no es Fidel haciéndose la oposición a él mismo —como parte de un sistema que es a su vez un todo—, sino a un nuevo y legítimo gobernante, el procedimiento se convierte en quintacolumna. Y por mucho menos que eso, ellos —los dos— han fusilado a mucha gente.

NORBERTO FUENTES ES ESCRITOR

Y PERIODISTA CUBANO

Día 30/07/2010

 

Última actualización el Viernes, 30 de Julio de 2010 11:53
 
Vaticinios fallidos del verano cubano PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Viernes, 30 de Julio de 2010 12:06
Raúl Castro, 'presidente' de Cuba.

Contrario a las esperanzas y vaticinios de analistas y medios políticos dentro y fuera de Cuba, la conmemoración de este 26 de julio concluyó sin el anuncio de las tan esperadas reformas económicas que el país necesita.

(Martí Noticias) - "Proseguiremos con sentido de responsabilidad, paso a paso, al ritmo que determinemos nosotros, sin improvisaciones ni precipitaciones", afirmó el vicepresidente del Consejo de Estado, José Ramón Machado Ventura, mientras el general presidente, Raúl Castro, escuchaba sentado en primera fila junto a invitados extranjeros y a otros altos funcionarios del gobierno.

El discurso principal, tradicionalmente reservado para el jefe de Estado, fue pronunciado esta vez por Machado quien se refirió muy brevemente a las necesarias reformas anunciadas hace ya cuatro años, por Raúl Castro -que no acaban de materializarse-, y dijo que continúan estudiándose esas medidas "sin soluciones populistas, demagógicas o engañosas" y que el gobierno cubano no se conducirá "por campañas de la prensa extranjera".

"Cambiaremos en este momento histórico todo lo que deba ser cambiado, pero sin aceptar presiones externas, ni menoscabos de nuestra soberanía, y sin renunciar a uno solo de nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo", subrayó.

El acto para conmemorar el aniversario 57 del fallido asalto al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba tuvo lugar en la Plaza Ernesto "Che" Guevara de Santa Clara, frente al Mausoleo en el que reposan los restos del guerrillero argentino. No se levantó ninguna tribuna y los asistentes, unos 90,000, según los medios oficiales, permanecieron en su mayoría sentados.

Por lo pronto "todo lo que deba ser cambiado" tiene ahora un nuevo plazo. La esperanza de reformas podría ver su oportunidad cuando la Asamblea Nacional del Poder Popular se reúna a fines de esta semana en la primera de sus dos sesiones ordinarias anuales. Como máximo órgano legislativo, la Asamblea sería la instancia idónea para adoptar los cambios que muchos esperan.

El presidente cubano, Raúl Castro (2i), durante el acto de conmemoración del 26 de Julio, en la ciudad de Santa Clara, en el centro de Cuba. En el acto celebrado ante el mausoleo de Ernesto "Che" Guevara en la que participaron unas 90.000 personas, el general Castro entregó diplomas de reconocimiento a representantes de diferentes provincias del país por el cumplimiento de metas económicas.

"Cuba necesita establecer despaciosamente un modelo capaz de avanzar, mediante fórmulas empresariales y tipos de propiedad que discurran a través de un control racional divorciado de la restricción distorsionadora de la burocracia", se aventuró a publicar el pasado viernes el diario Juventud Rebelde, que abogó "por potenciar el trabajo por cuenta propia y el cooperativo, e incrementar los productores y agricultores individuales, como maneras de liberar las fuerzas productivas",

Sin embargo, según la agenda oficial, la Asamblea se reunirá para discutir los proyectos de ley sobre la reforma de la seguridad en el tráfico vial y la creación de nuevas provincias en el occidente del país, Mayabeque y Artemisa.

El sábado, Fidel Castro se apareció precisamente en la ciudad pinareña de Artemisa, para depositar un ramo de gladiolos en el mausoleo levantado a los jóvenes de ese lugar muertos durante el asalto al Moncada.

Viajó acompañado de los comandantes históricos Ramiro Valdés y Guillermo García. Se puso una chaqueta verde olivo pero no los pantalones. Ni las botas militares. Andaba en tenis y un cómodo pantalón deportivo. Sus asistentes lo protegían del sol con una sombrilla.

Su visita a Artemisa -la sexta aparición pública en los últimos días-, alentó las expectativas de que asistiría al evento en Santa Clara. No fue así.

En Artemisa, Castro leyó un breve comunicado en el que insistió en sus vaticinios de una inminente conflagración mundial, de una hecatombe nuclear, provocada por una hipotética guerra que involucraría a Estados Unidos, Irán, Israel y Corea del Norte.

"Las noticias que se publican cada día, van confirmando nuestras apreciaciones acerca de la gravedad de los peligros que se ciernen sobre la humanidad", afirmó.

Visita realizada por el ex presidente cubano Fidel Castro al pueblo de Artemisa, unos 50 kilómetros al oeste de La Habana. Castro, vestido con una chaqueta verde oliva, estuvo acompañado por los comandantes de la revolución Ramiro Valdés y Guillermo García.

En una serie de artículos publicados a fines de junio, Castro había vaticinado el apocalipsis nuclear. Incluso llegó a ponerle fecha: el 2 de Julio. Por fortuna, sus vaticinios no han resultado ciertos.

Lo cierto es que, como afirma el diario español El Mundo en la calle los cubanos no ocultan sus opiniones ni sobre la situación general ni lo que sucederá en el parlamento. "Hablarán de todo menos de lo que tienen que hablar, que aquí hasta el arroz está desapareciendo a menos que se compre importado", dijo Maria Luisa Santovenia, 44.

"Yo veo las cosas muy malas, casi tan malas como a mediados de los noventa", agrega Ernesto Morales. "Lamentablemente, no veo que las cosas vayan mejorando".

"Para todos los estudiosos y seguidores del tema lo único que se menciona es lo urgente que es una reforma económica. Cuba está en bancarrota y eso lo dice cualquiera: desde un economista cubano hasta un vendedor de arroz", aseguró Antonio Martínez Hernández matemático y economista egresado de la Universidad de La Habana.

Última actualización el Viernes, 30 de Julio de 2010 12:09
 
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