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Artigos: Cuba
El Ajedrez de Raúl Castro PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 25 de Mayo de 2012 08:58

Por Jorge Hernández Fonseca.-

Para el mundo fuera de Cuba, “el problema cubano” está fuertemente relacionado a su diferendo con Estados Unidos y no está directamente asociado a la férrea dictadura que padece la isla. Por eso no es difícil conciliar --su hubiera voluntad política en Raúl y sus generales (y parece que la hay)-- un acuerdo para cambios en Cuba, si existiera la promesa de continuación del poder en manos de los hombres de Raúl al frente del gobierno. Cualquier apertura cosmética que Raúl ofrezca hacia el exterior --si EUA accediera a levantar el embargo y permite el turismo norteamericano en la isla (Obama muy probablemente lo haría si fuera electo en la elecciones de fines de este año)-- los actores internacionales --propulsados por los países latinoamericanos y la Iglesia Católica-- estarían en la primera línea de tal “acuerdo histórico”.

 

El Ajedrez de Raúl Castro

Jorge Hernández Fonseca

12 de Mayo de 2012

 

El panorama político dentro de Cuba está completamente distorsionado por la férrea censura impuesta a los medios de información y por la engañosa propaganda que se elabora en los laboratorios de la policía política para crear un estado de opiniones falso. Sin embargo, ciertos acontecimientos denotan una lucha sorda por el poder dentro del partido, que se infiere de hechos relacionados a los “cambios” propuestos por los generales de Raúl, que apenas se arrastran a lo largo del país, detenidos por una fuerza que no puede ser otra que la de su hermano Fidel, inconforme con el papel de líder de una revolución fracasada que estos le dejan.

 

Adicionalmente a este estado de cosas, la grave enfermedad de Hugo Chávez ha recrudecido estas diferencias internas, porque las líneas de comunicación que los hombres de Raúl han conseguido tender, hacia las élites gobernantes norte y suramericana por un lado y hacia Europa por otro --aprovechando el sometimiento de la Iglesia Católica Cubana (apoyado por el propio Papa)-- amenazan con desmembrarse ante la posición cubana dentro de Venezuela.

 

Por las sabidas actitudes condescendientes del presidente Obama hacia La Habana, por un lado, y los incansables esfuerzos de prácticamente toda Latinoamérica por otro, se infiere que hay conversaciones de los hombres de Raúl con estos bloques, en las que han ofrecido --en el medio plazo-- ciertos cambios dentro de la isla --incluso de corte político-- que junto con los esfuerzos de la Iglesia Católica en Europa, han creado una imagen internacional de cambios dentro de la isla, preservando siempre el poder en manos de Raúl y sus generales, lo que a los ojos de EUA evitaría un temido vacío de poder dentro de la isla, y a los ojos de España garantizarían sus intereses económicos existentes, todo con la bendición del Papa y su Iglesia.

 

Para el mundo fuera de Cuba, “el problema cubano” está fuertemente relacionado a su diferendo con Estados Unidos y no está directamente asociado a la férrea dictadura que padece la isla. Por eso no es difícil conciliar --su hubiera voluntad política en Raúl y sus generales (y parece que la hay)-- un acuerdo para cambios en Cuba, si existiera la promesa de continuación del poder en manos de los hombres de Raúl al frente del gobierno. Cualquier apertura cosmética que Raúl ofrezca hacia el exterior --si EUA accediera a levantar el embargo y permite el turismo norteamericano en la isla (Obama muy probablemente lo haría si fuera electo en la elecciones de fines de este año)-- los actores internacionales --propulsados por los países latinoamericanos y la Iglesia Católica-- estarían en la primera línea de tal “acuerdo histórico”.

 

Si algo como lo descrito está en andamiento, serían Fidel y sus hombres dentro de la isla los primeros en torpedearlo. Probablemente la apertura, las conversaciones y las promesas de Raúl hacia el exterior ya se produjeron y lo que vemos internamente como una contradicción raulista con sus propios cambios (el estancamiento, la represión excesiva e innecesaria) no sea más que la acción de los hombres de Fidel torpedeando una solución de la magnitud descrita.

 

En este contexto de luchas internas por la transición raulista en marcha, es que se produce la enfermedad de Hugo Chávez y el peligro de cortarse abruptamente el subsidio venezolano que mantiene al régimen cubano. Para los generales de Raúl, una crisis con la enfermedad de Hugo Chávez pudiera constituirse en parte de la solución y no sería parte del problema, como sí lo sería para los hombre de Fidel. Raúl pudiera haber ´pactado un “paquete completo” de soluciones con sus interlocutores de occidente (la Iglesia Católica, toda Latinoamérica (Brasil sobre todo) y los hombre de Obama) que garanticen una solución estable para Cuba (con los generales de Raúl en el poder, cierta apertura política, pero sobre todo, económica) que incluya en este caso la entrega del poder en Venezuela, si el chavismo pierde las elecciones.

 

Claro que Fidel jamás pactaría un acuerdo de este tipo. Por eso los sucesivos artículos (reflexiones) del viejo dictador, amenazando a Venezuela con “baños de sangre” y prometiendo “nunca entregar el poder”, incluso perdiendo las elecciones. Es parte del enfrentamiento interno Raúl-Fidel, con enfoques diferentes respecto al futuro de Cuba en el contexto actual y el papel que le tocaría jugar a los cubanos en el “río de sangre” que Fidel quisiera para Venezuela.

 

Aparentemente y por los movimientos actuales dentro de Venezuela y las medidas que comienzan a tomarse en el país sudamericano, la variante de entregar el poder al ganador de las elecciones comienza a ganar adeptos, incluso porque EUA tiene intereses directos en ese importante país y ha comenzado a accionar sus influencias para una solución pacífica cuando Chávez salga del panorama político. En ese contexto, la ayuda de los generales de Raúl para una solución pacífica en Venezuela, EUA lo vería con muy buenos ojos, se sumaría como un mérito adicional para el voto de confianza que toda Latinoamérica le pide a EUA sobre Cuba y pudiera constituirse en punto clave para cualquier presidente de EUA que gane las elecciones.

 

Raúl y sus generales claro que no van a desaprovechar una oportunidad de este tipo para consolidar su papel como cabeza de la transición cubana en marcha, aunque tengan que sacrificar parte de su poder político en la isla, compartiéndolo con partidos títeres como los que “espacio laical” ya prometió crear “si fuera necesario” (es decir, por ordenes de Raúl).

 

En este panorama, Fidel debe estar muriéndose de rencor por el camino que toman los acontecimientos y probablemente usa el poco poder que le queda, reprimiendo mujeres indefensas. Su propio hermano labrando el camino de la destrucción de su imagen, que por otro lado el viejo dictador se dedica a cultivar como siendo la peor posible, como lo hizo en su último artículo armamentista pro-ruso y anti-norteamericano radical, añorando la guerra fría.

 

¿Cuál es el papel de la oposición política cubana de dentro y fuera del país ante semejante panorama, es la pregunta obligada que los cubano(a)s digno(a)s nos hacemos?

 

Un problema serio que encontramos es que no hay un reconocimiento de la oposición política cubana en el plano internacional, en parte porque no ha existido una dinámica de voluntad de representatividad unitaria para este momento de la lucha (como si lo supo tejer la oposición venezolana) y en parte porque la dictadura siempre ha actuado infiltrando sus agentes para impedir dar los pasos en el sentido de tener que lidiar con una oposición democrática real.

 

El momento es este, para la oposición cubana dar los pasos en sentido de ganar personalidad internacional, reconocimiento político y representatividad, para el momento de luchas que se avecina. Todos los planes de Raúl nacen del egoísmo de un grupo de poder y sus familias, que han destruido la Nación Cubana en este medio siglo de desmanes sociales, económicos y políticos, por lo que es natural que el talento de sus mejores hijos está todavía a tiempo de ser parte de la solución que ahora se cocina a espaldas de los demócratas de la Nación Cubana.

 

 

Artículos de este autor pueden ser encontrados en http://www.cubalibredigital.com

 
Aclaraciones a un editorial de 'Espacio Laical' PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 25 de Mayo de 2012 09:21

Por Antonio G. Rodiles y Alexis Jardines.-

Primeramente, tenemos que decir que nos parece muy interesante que las circunstancias actuales empujen a los actores políticos a expresar públicamente sus posiciones. Se hace cada vez más difícil actuar "en lo oscurito" en una era donde la información fluye y se filtra con tanta facilidad. Este es un hecho que sin dudas sorprende a quienes se acostumbraron a intervenir tras bambalinas.

Dentro del escenario actual tiene lugar un intenso cabildeo destinado a lograr un relajamiento de la política del gobierno de EE UU hacia el régimen de la Isla. Esta embestida ocurre a través de tres actores diferentes. El primero es el Gobierno cubano, el segundo, la jerarquía de la Iglesia Católica, y el tercero, algunos sectores del exilio. Aunque varios analistas señalan el hecho como una coincidencia de intereses, pensamos que resulta poco casual este frente de acción.

La preocupación de muchos activistas por el papel que está jugando la jerarquía eclesiástica en este ajedrez político, ha ido acompañada de denuncias en diferentes medios de prensa. Estas recriminaciones jamás deben ser tomadas como un intento de golpear a la Iglesia cubana, como se desea hacer ver por ciertos grupos, sino como una llamada de alerta al papel que debe jugar esta institución y la preocupación de que pueda ser convertida en rehén de unos intereses particulares.

El editorial de Espacio Laical no solo ha salido a resarcir varios pasos en falso dados por miembros de su consejo editorial, sino también  "los tropiezos" del cardenal Jaime Ortega en su reciente viaje a EE UU. No debemos perder de vista que ya en días pasados el periódico Granma hacía una defensa del prelado, descalificando las críticas de sus detractores.

El reciente cabildeo tiene un perfil muy bien definido y va destinado a políticos opuestos al embargo, empresarios, grupos de estudio, universidades, entre los que sobresalen Brookings Institution, Council on Foreign Relations, Harvard University y CUNY. Curiosamente han desfilado por los mismos espacios personas ligadas a los tres sectores mencionados. Roberto Veiga, Jaime Ortega, Eusebio Leal, Arturo López Levy, Carlos Saladrigas son algunos de ellos.

Dentro de la Isla no podemos obviar el repudio que generó la conferencia sobre emigración cubana, realizada a principios de mayo y a puertas cerradas, y de la que fueron excluidos activistas católicos como Dagoberto Valdés y Oswaldo Payá, así como el académico Juan Antonio Blanco, actualmente residente en Miami,  a quién el gobierno cubano le anunció que no lo dejaría entrar.

En días recientes un grupo de académicos norteamericanos y cubanos, afiliados a las instituciones oficiales, se han pronunciado por la aplicación de medidas que flexibilicen las relaciones entre ambas naciones. En este escenario  aparece un nuevo grupo llamado CAFE, en el que sobresale Arturo López Levy, al que se le ve, no solo como parte del equipo de Espacio Laical, sino también de las campañas en favor de los cinco espías condenados en EE UU.

Resulta cuando menos sospechoso la sincronización de este frente: Iglesia Católica, Gobierno cubano y emigración complaciente.

Como explicó Carlos Saladrigas en su conferencia realizada en el centro Félix Varela, es casi imposible que se produzca un cambio de política de la administración Obama hacia la Isla en pleno año electoral. Sin embargo, es evidente que esta estrategia apunta a que se produzcan cambios en caso que el actual presidente fuera reelecto.

Como hemos referido anteriormente, el estado ruinoso del país y la incierta situación de Hugo Chávez, entre otros factores adversos, obligan a la elite gobernante a una búsqueda apresurada para solventar su transmutación y en especial garantizar el futuro de sus herederos. La pregunta es: ¿Cómo encaja Jaime Ortega en este plan?

En el editorial publicado por Espacio Laical hay varios aspectos a señalar. El primero que consideramos importante es el protagonismo político que le asigna a la Iglesia, afirmando que ésta ha sido quien ha jugado el papel más activo en la construcción de una visión global para los cambios en Cuba.

Lo que de plano ignora este editorial es que no es a la Iglesia a quien le corresponde construir una alternativa de nación, eso le toca a la sociedad civil. Por lo tanto resulta realmente sorprendente que este grupo desee ocultar el trabajo que por años han realizado tantos actores políticos, llegando a pagar con largas condenas y hasta con su vida el compromiso asumido con la democratización de la Isla. La constante referencia a su propia plataforma a título de solución única es, cuando menos, ofensiva. Pero esto no es todo. ¿Cómo decir que desde la oposición no hay un proyecto de nación? ¿Cómo asegurar que quienes reclaman el fin de una dictadura carecen de legitimidad?

También resulta curiosa la vehemencia con que el Cardenal ha asumido una tarea que le trasciende. Su papel cuando más debe ser el de mediador, en caso de ganarse la confianza y el respeto de las partes en conflicto, y no como activista totalmente parcializado.

El editorial de Espacio Laical pretende obviar un hecho crucial e imposible de eludir y es que en nuestro país vivimos bajo una dictadura que ya cumplió 53 años. Dictadura que ha sido manejada por el mismo grupo desde aquel lejano 1959, dictadura que no admite renovación ninguna y que obliga a su reemplazo por una democracia.

Otro de los argumentos manipuladores del editorial es el relacionado con las sanciones económicas impuestas por el gobierno de EE UU al Gobierno cubano. ¿Por qué tendríamos que repudiar que se sancione a un Gobierno que no manifiesta ningún interés en mejorar las condiciones de sus ciudadanos y en cambio no escatima recursos destinados al aparato represivo?

¿Por qué tendríamos que apoyar que el Gobierno incremente aún más sus deudas, sabiendo de antemano que ese dinero nunca se revertirá en un desarrollo integral del país?

El tema del nacionalismo es otro punto curioso. ¿De qué soberanía hablan cuando la economía actual ha sido mantenida a través de las subvenciones externas y los cubanos hemos sido y seguimos siendo discriminados en nuestra propia tierra?

Si bien, como plantea el editorial, en algún momento el Cardenal tuvo una actitud digna ante injusticias cometidas, ¿por qué no hemos escuchado nuevamente su voz ante las constantes violaciones de los derechos humanos en la Isla? ¿Dónde estuvo cuando el asesinato de los tres jóvenes después de una farsa judicial, cuando murieron Orlando Zapata Tamayo, Wilfredo Soto y Wilman Villar?

¿Dónde estuvo su voz de denuncia durante la ola de arrestos en la reciente visita del Papa a nuestro país? ¿Dónde está cuando se realizan los cotidianos y despreciables actos de repudio en la Cuba actual?

Tenemos que aclararles a los autores de ese texto que hablar sin contorsionismos de la realidad que se ha vivido y se vive en Cuba no es odio. Llamar asesinos a los responsables principales de la muerte de miles de cubanos no es prejuicio y mucho menos falta de inteligencia política.

La inteligencia implica un acercamiento certero a la realidad, y la realidad en Cuba ha sido y es cruda. Si bien el diálogo debe tener toda la prioridad como vía de solución a nuestro prolongado conflicto, la verdad no puede quedar a un lado si deseamos que ese diálogo sea creíble.

La reconciliación no es incompatible con la justicia. Todo lo contrario: para que exista reconciliación debe haber justicia. Eso sí, no una justicia que devenga en circo, sino una justica que respete la condición humana de cada individuo. Si la jerarquía eclesiástica habla tan a la ligera, y con una visión falsa de reconciliación, no se debe esperar otra cosa que el descrédito.

La Iglesia Católica pudiera estar llamada a jugar un papel trascendente en la transición; pero eso solo será posible si se gana el respeto y la confianza de todos aquellos que buscan una nación moderna y democrática.

Tomado del DIAIRO DE CUBA

Última actualización el Viernes, 25 de Mayo de 2012 09:23
 
A LA MUERTE DE CHÁVEZ PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Miércoles, 23 de Mayo de 2012 18:31

Por Huber Matos Araluce.-

Con el agravamiento de su enfermedad aumenta la especulación sobre qué pasará si Hugo Chávez queda descartado del poder en Venezuela.  Hay quienes consideran que la desaparición de Chávez será el fin del chavismo. No tiene que ser necesariamente así; el chavismo puede sobrevivir. El resultado dependerá del papel que jueguen los factores internos y externos, y la casualidad histórica.

Si Fidel Castro hubiera perdido la vida en el ataque al cuartel Moncada en 1953, o en la prisión de Isla de Pinos o si no hubiera sido puesto en libertad por la amnistía decretada por el General Batista, difícilmente Cuba se habría convertido en un satélite aliado de la URSS.

 

Cuba, con un nivel de alfabetización del 76%, con la mortalidad infantil más baja de toda Latinoamérica y la decimotercera en el mundo, y con la tercera producción per cápita de Latinoamérica, pudiera haber continuado su progreso económico.   Seguramente también habría reencontrado el camino hacia la democracia, interrumpida por el golpe de estado de Fulgencio Batista en 1952.

Si Hugo Chávez hubiera muerto durante su intento de golpe de estado, o si el presidente Caldera no lo hubiera  indultado, la historia de Venezuela habría sido completamente diferente.

 

El inesperado cáncer de Chávez es otra contingencia o una decisión de la providencia.  Pueden haber más sorpresas en el futuro venezolano o en el cubano que influirían en el desenlace de los acontecimientos en ambos países.  Pero la muerte de Chávez no tiene necesariamente que provocar el fin del chavismo. Por el contrario, puede ser hasta una oportunidad para su consolidación y permanencia como una fuerza política en Venezuela.

El chavismo no es el Socialismo del Siglo XXI. Son dos cosas que obedecen a circunstancias y necesidades diferentes.  El Socialismo del Siglo XXI es un eco distante y superficial de la fracasada propuesta marxista-leninista de la Guerra Fría del pasado siglo, mezclado con el viejo resentimiento antiyanqui de los latinoamericanos, del Buen Salvaje al Buen Revolucionario de Carlos Rangel.

El presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica, dijo hace poco que cuando su colega venezolano Hugo Chávez “pase” no habrá “construido ningún socialismo”.  Mujica tiene toda la razón. La principal función de esta arenga con rimbombante nombre es darle una razón de ser, un grito de guerra, a la alianza conocida como el ALBA.

El Socialismo del Siglo XXI ha sido la solución semántica a la falta de contenido de un frente político  cuyo único fin ha sido atacar verbalmente a los Estados Unidos mientras se hacían negocios con el mismo país denunciado como el enemigo de la humanidad.

Pero ¿que será del ALBA? es menos importante a la muerte de Chávez que el tema que nos ocupa: ¿que será del chavismo?

El chavismo es el caudillismo histórico arropado de internacionalismo antiyanqui.  Es una vieja estafa maquillada a la última moda para lograr el apoyo de los “desposeídos”.  Esta armado del lenguaje socialista y de toda la parafernalia que permiten los medios de información modernos.   En ninguna forma puede ser  subestimado.   La elite chavista es una clase voraz y destructiva desplazando a otra sin visión política, pero productiva y creativa, que aceptaba el juego democrático y los derechos humanos.

Como el chavismo tiene que destruir la economía privada para eliminar el poder político de la clase que sustituye, no se puede concebir este movimiento sin una generosa industria petrolera, como tampoco podría haber sido posible el proyecto castrista en Cuba sin una formidable subvención externa, primero de la URSS y luego de Hugo Chávez.

Quienes, ante la eventual desaparición de Chávez, vaticinan la segura muerte del chavismo, no le dan mucho peso a las raíces de este fenómeno político. Se inclinan a definirlo como un proyecto disparatado y desordenado dirigido por un imprescindible e insustituible caudillo.  Le dan mucha importancia al aspecto demagógico del dirigente. Resaltan el aspecto teatral de Chávez, sus payasadas, groserías e insolencias.   En realidad estas características le han ayudado a motivar, unir y dar dirección a un porcentaje significativo de venezolanos.

Para ellos Chávez es el látigo de los que tuvieron más en el pasado. Es el dirigente que ayuda a los que tienen menos. El que desplazó a la clase que había sido privilegiada en la Venezuela de los dos grandes partidos tradicionales.  Es el líder mundial que todo pueblo aspira a tener.  Hay una buena dosis de demagogia en todo esto, pero los chavistas creen en la legitimidad de su planteamiento y eso para ellos es lo importante.  El hecho es que cualquiera que sea el porcentaje de simpatizantes que tenga el chavismo, el movimiento chavista ha demostrado que es una fuerza influyente.

No parecería razonable pensar que a la muerte de su dirigente el movimiento se desintegrará y todos se irán a sus casas tranquilamente, renunciando a las posiciones o a las expectativas que han alcanzado o que creen lograrán en la Venezuela del siglo XXI.  El futuro del chavismo dependerá de varios factores, pero entre estos puede ser determinante la facción que se quede con el poder del movimiento.

Hay un sector de chavistas nacionalistas más interesados en los cambios en Venezuela que en seguirle los pasos al comunismo castrista. En realidad no quieren que se repita en Venezuela la experiencia cubana.  Esta actitud es el resultado de algún nivel de información sobre la difícil realidad de la población en la isla.  Lamentablemente no parecen saber cómo el castrismo se transformó, paso a paso, de un movimiento popular en una tiranía totalitaria.

Aunque ellos no lo piensen así, para los chavistas nacionalistas la muerte de Chávez podría ser una verdadera bendición. Chávez va radicalizando un proceso que cada vez se acerca más al seguido por Fidel Castro en Cuba.  Sin Chávez al frente, este sector tendría posibilidades de presionar por una fórmula que les permitiera participación en las decisiones.  Esta es una posibilidad, aunque hay que reconocer que hoy están atrapados entre la demagogia de Chávez y el miedo al enemigo “reaccionario”.

Las aspiraciones de este sector no han podido llegar muy lejos porque Hugo Chávez quiere manejar el proceso como un líder indiscutido. La moderación va en su contra. También va en contra de los intereses del castrismo.  Mientras Chávez viva, serán los radicales -los chavistas castristas- los que controlarán el poder del movimiento chavista en Venezuela.   A su muerte hay la posibilidad de un  reacomodo pero no puede esperarse que esto suceda automáticamente, ni que incluso sea la alternativa con más posibilidades.

Los chavistas nacionalistas pueden ser neutralizados por el aparato cubano y por los chavistas castristas. Si esto no sucediera, el movimiento chavista podría sobrevivir como una fuerza política dentro de un marco democrático. En este escenario incluso la pérdida  de las elecciones no es el fin del chavismo.  Si  aceptaran una eventual  derrota electoral, el chavismo se convertiría en una fuerza legítima en Venezuela.   Eso hicieron los sandinistas a la pérdida de las elecciones en las que triunfó Violeta Chamorro. 

El problema del chavismo es que el movimiento ha sido controlado desde el principio por los chavistas castristas. Un núcleo heterogéneo de demagogos, corruptos, oportunistas, narcotraficantes, empresarios y militares que no están dispuestos a perder el control de Venezuela.   Se han enriquecido bajo el chavismo y disfrutan de la impunidad que les brinda un poder sin frenos.  Hugo Chávez es el principal chavista castrista. Raúl Castro y su élite reaccionaria también lo son.  Están convencidos de que su alianza y los métodos de control copiados de Cuba les garantizarán la inmunidad y el poder en ambos países.

Sin Chávez, este grupo tratará de mantener el poder en Venezuela. Pueden equivocarse en su maniobra y provocar una crisis que pondría en riesgo el control que tienen y la estabilidad del régimen en Cuba. No se sabe cuál puede ser la reacción de la comunidad internacional, de la oposición venezolana, o incluso del sector de chavistas nacionalistas.

Los chavistas nacionalistas no tienen muchas posibilidades de arrebatarles a los chavistas castristas el control del movimiento y del país aunque muera Chávez, a menos que una crisis les brinde la oportunidad.

En realidad,  para los chavistas moderados la forma más fácil de desplazar a los chavistas castristas es perdiendo las elecciones.  Si votan por la oposición democrática o si se abstienen de votar por el candidato oficial provocarían la derrota del castro-chavismo y podrían tomar el control del movimiento encausándolo democráticamente. 

Los Estados Unidos, por ser el principal comprador del petróleo venezolano, y otros países por su prestigio pueden influir en los acontecimientos en Venezuela.  Pueden apelar a los chavistas nacionalistas a tomar el control de su partido eliminando la influencia del castrismo cubano.  Al mismo tiempo deben advertir a los chavistas castristas y al propio régimen de La Habana que el juego sucio en el proceso electoral en Venezuela tiene un precio. Esto dependerá en buena parte del papel que quiera asumir Barack Obama o Mitt Romney.

Los dos argumentos de este comentario se resumen a que si Chávez deja de ser el dirigente del chavismo el futuro en  Venezuela no está escrito piedra y además, que el chavismo no tiene que morir con Chávez.  

El informado escrito de Miguel Arencibia en Cubanalisis: ¡Que viene el Neo chavismo! plantea  una dirección. El compatriota Darsi Ferrer en El jaque mate venezolano sostiene otra. El estudio de Datanalisis: Articulación del Chavismo y Sucesión de Hugo Chávez de María Díaz y Carlos Lagorio nos brinda una visión histórica del chavismo y el posible rol de sus principales personajes.  Recomiendo las lecturas de los tres trabajos.

 

Última actualización el Miércoles, 23 de Mayo de 2012 23:37
 
El jaque mate venezolano PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 21 de Mayo de 2012 18:12
Por Dr. Darsi Ferrer.- 

Existe la posibilidad
cada vez más certera de que el otrora hiperkinético Hugo Chávez no
llegue a la meta de las elecciones para el cargo presidencial. Tal
pronóstico va levantando un muro de sombras en el entrecejo de la
carcomida dictadura totalitaria cubana, su embarcador life-coach. Y
ciertamente no deja de ser sombrío porque no tienen dónde escoger
un continuador de la talla delirante del bolivariano. O, por lo
menos, a la altura de lo que le interesa al régimen militar
antillano. En esa mesiánica Venezuela del Siglo XXI no es fácil
encontrar una similar mezcla de dócil ignorante carismático
asperjada con el extremo caldo de la egolatría. Por suerte, o por
desgracia, según quién mire, no abunda tanto ese fatal coctel.
Empantanados en sus
segundas posiciones tras la aislada sombra del líder en declive por
sus padecimientos de salud, las grises figuras relevistas se remueven
inquietas. Con angustia ven cómo el tiempo va pasando sin que el
empecinado (o sugestionado) Chávez se dé por vencido y ceda el
puesto para que uno de ellos intente salvar el escaso tiempo que
queda hacia la carrera de las elecciones. Y así, aun si se mirara
todo este enojoso asunto con entusiasmo, el que como una dosis de
crack la dictadura cubana se insufla a diario, se enfrentaría un
futuro escenario de imposibles.
El primero, el menos
probable, que Chávez alcance con hálito humano el resultado de lo
que se va a dilucidar el próximo octubre y continúe de pertinaz
presidente-comandante hasta el  2050. El segundo, que  llegue por
propio pie y que, como Filípides en Atenas, tras anunciar la
victoria aquea en Maratón, caiga muerto en el sitio. Tercero, que se
vaya antes de este mundo y en las elecciones, o los turbios tiempos
que seguirán para los malos propósitos, ni sus seguidores, y mucho
menos los angustiados castristas, se acuerden ya de él.  A fin de
cuentas, esta sería la puesta en práctica de la filosofía
tradicional desde la Sierra Maestra: No me digas lo que hiciste; dime
lo que estás haciendo.
En cualquiera de estos
crispados casos, queda el escenario de un jaque pastor para el
régimen cubano. Ninguno de los seguidores de Chávez que alcance el
poder está interesado en mantener ni al oneroso aliado ni a todas
esas falsas estructuras geopolíticas creadas con asesoría de los
manipuladores consiglieris isleños. El ALBA, el CELALC excluyente de
USA y Canadá, el suministro de petróleo regalado, los innecesarios
papeles de intermediario económico asignados a la dictadura cubana,
nada de esto se va a sostener por una masa geopolítica que en
realidad es puro humo. 
El peso real de esas
instituciones con lo único que se puede comparar es con el
inagotable e inútil empeño que le puso Hugo Chávez en crearlas y
sostenerlas. ¿Quién no recuerda los papelones del ALBA intentando
forzar a Honduras a su credo? ¿O pretendiendo sacar provecho del
terremoto haitiano para imponer un régimen de izquierdas? ¿A
Venezuela  intentando denodada, e inútilmente, lograr una
transitoria curul frente a su rival Guatemala en el Consejo de
Seguridad de la ONU? ¿O yendo a darle consejos que no le pidieron, y
sin caso,  a otro mal difunto, Gadafi en Libia? ¿O siquiera el
vergonzoso apoyo, aunque el espaldarazo no levantó ni polvo, que le
brindaron los cancilleres del ALBA a la feroz dictadura de Al Assad
en Siria, mirando hacia otro lado mientras el régimen masacraba
ciudadanos que reclaman libertades?
Más lo peor del derrumbe
de todo este entramado de instituciones políticas creadas con el fin
de establecer un frente “antiimperialista”, será para la víctima
más dolida, la fea verruga cubana. No sólo quedará huérfana, sin
un benévolo socio a toda prueba que sin pestañar les cubra el
desastroso experimento cuartelario con buena parte de la riqueza de
su propio país. También terminarán colgando al desnudo sus
pellejos de extemporaneidad.
Quizás entonces
desaparezca esa veleidosa fascinación que mantienen las élites
políticas y académicas latinoamericanas hacia experimentos
populistas y totalitarismos de izquierda. Léase Socialismo del Siglo
XXI,  Revolución Cubana,  Revolución Sandinista,  Unidad Popular,
aprismo o peronismo, hay algo que los embelesa con estas fútiles
utopías. Tal vez son motivados por algún ardiente anhelo, bien
oculto en las conciencias, de imitarlos no bien caiga la ocasión. Y
no es de extrañar, demostrada la durabilidad que tienen estos
proyectos absolutistas frente a los torvos y mal encavados regímenes
militares de derecha. Proclamar humanismo y supuesta redistribución
de la riqueza nacional siempre es más cool. No importa las
atrocidades que generaron en el pasado siglo y que la Historia se ha
encargado de revelar. Las elites gubernamentales ignoran
olímpicamente los abusos e ilegalidades que acometen estos procesos
antidemocráticos, bien distintos a los fundamentos que les
permitieron a ellos mismos alcanzar el poder en sus naciones.
Por eso las falsas
estructuras regionales, supuestamente creadas para unir
económicamente a la vasta región con nexos culturales de un mismo
origen ibérico, no sólo fueron concebidas en los profundos rincones
donde la dictadura isleña fragua sus fracasados Pinochos políticos.
También las élites latinoamericanas dieron su complaciente
beneplácito. No ocurrió la repulsa de un régimen democrático ante
una tiranía. Se quedaron como de piedra con una larga retahíla de
casos diversos, desde el extremista y bandido primer gobierno de los
sandinistas, pasando por Bishop y la Nueva Joya en Granada, hasta 
recalar en el atónito Allende. Con plena injerencia del gobierno
totalitario cubano, se pretendió conformar un Frankenstein donde
democracia y libertad formales, fácilmente desplazables cada vez que
se requiriera, se ligaran con los peores métodos represivos
heredados, y perfeccionados por el fatídico Campo Socialista. 
Sin embargo, a estas
recientes estructuras fabricadas entre el gobierno chavista y la
inteligencia cubana ya se les ve la corta vida que les queda. Sin
este valladar regional, la dictadura militar cubana quedará más
frágil ante la arremetida de los cambios libertarios que trae
consigo la globalización.  Y aunque parezca imposible para algunos,
mírese para el Medio Oriente. El mundo árabe es un buen ejemplo de
transformaciones que se consideraban  inverosímiles. Aunque aún
mucho mejor referencia lo es la distante Birmania, donde una
dictadura militar, tan brutal y empecinada como la cubana, ha sabido
nadar y guardar los calzoncillos secos, cediendo su mando a los
nuevos protagonistas democráticos, con la reconocida opositora Aung
San Suu Kyi a la cabeza, a cambio de amnistía para sus crímenes.
El gobierno cubano se
niega a hacer lo mismo, ya sea por vejez, temor, arrogancia o falta
de imaginación. Más, los Castro saben muy bien que no pueden
confiar en los cófrades del enfermo gobernante venezolano. Los
apandillados y oportunistas con los que Chávez se ha sabido rodear
en vida, en muerte se lanzarán por el camino más corto y lógico de
la supervivencia: el pacto con la oposición y con el gobierno de los
EEUU. Sabedores que su jefe significa el único valor más o menos
seguro para mantenerse en el poder, y ciertos de que no van a contar
con él cuando pasen unos medulares meses, se remueven inquietos en
sus puestos. Ya deben andar ofreciendo guiños y seguridades a sotto
voce, rozando o transgrediendo hacia la traición a la fanáticamente
ingenua ortodoxia chavista que les hace corros. 
Y en caso de ganar, van a
quitarse el brazo asfixiante de la dictadura cubana que tienen sobre
los hombros. Desembarazados del molesto garrote cubano, propondrán a
la nación un tranquilizante chavismo light. Dejarán de meter ruido
regional o continental y ofrecerán parcelas de poder a sus
adversarios políticos. Si acaso, cuando a la dictadura castrista le
saquen los trapos sucios en los foros internacionales, se mostrarán
levemente indignados y solidarios, pero no irán más allá de un
cariñoso espaldarazo diplomático. A fin de cuentas, eso cuesta bien
poco y deja buen look de progresista. No es difícil reconocer que
librados de los pedigüeños regionales, siempre les quedará más
dinero para redirigirlo a sus bolsillos.
Y en el caso de perder,
que es lo más probable, se sentirán  inspirados por el  viejo
ejemplo de la “piñata sandinista” y el moderno de los viejos
dictadores birmanos. Con esa palanca a mano, se querrán  garantizar
inmunidad y el borrón y cuenta nueva para sus personas.  Para dar fe
de sus nuevos propósitos, garantizarán el desmonte cubano con 
claros y  firmes  pasos.  A cambio pedirán que se archiven las
pistas frescas de todo lo que se robaron en gruesos numerarios
durante el triunfalismo chavista. Saben que, de vencer la oposición,
hay  demasiado por hacer para reordenar el país hacia un cauce más
normal que este carnavalesco período galopante. Fuera de juzgar a
unos cuantos chivos expiatorios entregados por los mismos pactantes
oficialistas en retroceso, no le durará mucho la furibunda
confrontación política al nuevo gobierno. Sería demasiado para una
nación que ha cosechado una amplia sarta de problemas en los últimos
años.
En conclusión, y para lo
que más interesa a los cubanos, la dictadura militar se va a quedar
como el gallo de Morón, sin plumas y cacareando. Perderá la
plataforma económica que los mantiene respirando y la plataforma
política regional que los aupa y legitima. Sus contubernios con
algunos repentinos amigotes emergentes y oportunistas del exilio, la
jerarquía de la iglesia católica en la isla, y algún que otro
aliado solidario desde lugares demasiado distantes, o sólo
moralmente, no le van a llenar el tanque de gratis ni en cantidad
suficiente como para seguir moviendo su destartalado perol. Malos
tiempos se avecinan para ellos y duros, pero definidores, para un
pueblo que sólo está pensando en cuando llegará el pollo a la
bodega, en podrirse en vida contemplando el culebrón brasileño de
turno, o en salir echando por cualquier hueco de la alambrada
frontera. 

La Habana, Cuba. 21 de mayo de 2012.
Última actualización el Lunes, 21 de Mayo de 2012 18:14
 
LA DESCUBANIZACION DE LOS CUBANOS PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 19 de Mayo de 2012 11:48

Por Manuel Cereijo.-

 

Es triste, si, pero es cierto. A los cubanos nos han descubanizado, tanto en Cuba como en el exilio. El fenomeno del exilio cubano, social, politico, economico, que fue sorprendente y ejemplarizante, ya se vizlumbra como algo historico. Desde la musica, la radio, la TV, los medios periodisticos, deportivos, academicos, profesionales, politicos, empresariales, ya somos visto, tratados, como parte de ese conglomerado clasificado como “hispano”, que junto a los “negros”, “asiaticos”, y “anglos”, forman parte de esa mezcla que compone a este pais.

Esto, desde luego, es culpa directa de Castro y su sistema. Nosotros, simple y sencillamente, no tenemos patria en estos momentos. Nos han quitado todo, menos nuestros martires y nuestra dignidad. Y los cubanos en Cuba, han ido sufriendo una metamorfosis social, antropologica, que los ha descubanizado, si tomamos como referencia a lo que ser “cubano” significaba ya desde los 1930s hasta 1959.

Porque el pueblo cubano actual no tiene ni los mismos valores, ni las tradiciones, ni la idiosincracia, que ese “cubano” que podemos tomar como referencia. Tantos años de opresion, de adoctrinamiento, de amoralizacion, de sometimiento diario en todos los aspectos, han tenido un efecto avasallador en la personalidad y caracter del cubano. El cubano no sabe, porque no lo ha vivido, lo que es democracia, division de poderes, prensa libre, capitalismo, derechos, libertad.

El cubano ha sido despojado incluso de clases sociales y economicas. Ya no existe esa clase media que constituye la medula de una sociedad fuerte. No hay roce social. No existe el estimulo, ni el freno. Practicamente Castro ha tratado al pueblo cubano como animales. Los animales carecen de derechos fundamentales. Los derechos o emanan de Dios, o se desarrollan como resultado de un proceso democratico. La mayoria de los derechos estan basados en la habilidad del ser humano de acordar contratos sociales. Los animales no pueden llegar a ningun tipo de acuerdo, como es logico. No pueden respetar el derecho de otros. Asi ha tratado Castro al pueblo cubano.

En el exilio, ya no nos clasifican como exiliados, sino como emigrantes. Nuestra musica ha perdido su identidad. Ya no existe en el exilio una musica cubana sui generis, sino que se ha “hispanizado” como salsa. Y como no tenemos patria, poco puede hacerse. El exito o milagro economico "cubano” es analizado como parte de los logros hispanos. La radio se globaliza, y los programas, los anuncios, se disenan al gusto de los hispanos como grupo.

Esto lo llaman asimilacion, y claro esta, es esencial para la supervivencia de un pais. Se utiliza el concepto de que diversidad cultural no puede confundirse con un parroquialismo etnico rigido. Y desde el punto de vista de interes nacional de los Estados Unidos, tienen razon. O sea, los frijoles negros, la yuca, las masas de puerco, son parte de esa mezcla, como lo es la pizza, o el taco, y no representan una identidad de grupo.

Pero esto no es del interes cubano. La solucion? Alcanzar la libertad de nuestro pais lo antes posible. Poder restablecer nuestra cultura, nuestra historia, nuestras tradiciones en nuestro suelo. Asi unicamente podremos terminar con la descubanizacion del cubano, en Cuba y aqui, antes que se convierta en un proceso irreversible, punto al que ya estamos cerca.

 

 

 

 
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