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Artigos: Cuba
¡Menos filósofos, más ingenieros! PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 18 de Noviembre de 2012 10:55

Por Andrés Oppenheimer.-

Cuando Xi Jinping fue designado nuevo líder de China las semana pasada, una de las cosas que más me llamó la atención de su currículo es que es ingeniero. Más exactamente, es un ingeniero que ha reemplazado a otro ingeniero como líder del país más poblado del mundo.

En Occidente, la mayoría de los presidentes son abogados, que en casi todos los casos hablan bonito. El presidente de Estados Unidos es un abogado graduado en Harvard, quien recientemente fue reelecto tras derrotar a Mitt Romney, otro abogado graduado en Harvard. El presidente mexicano Felipe Calderón es abogado, y será reemplazado el 1 de diciembre por Enrique Peña Nieto, otro abogado.

España también está gobernada por un abogado que reemplazó a otro abogado. En Sudamérica, aunque hay un número creciente de economistas, militares retirados y ex guerrilleros en la presidencia, la mayoría de los palacios presidenciales han sido habitados desde hace mucho tiempo por abogados.

El nuevo líder chino, Xi, es un ingeniero químico que fue designado por el Congreso Nacional del Partido Comunista para reemplazar a Hu Jintao, un ingeniero hidráulico, que a su vez reemplazó al presidente Jiang Zemin, un ingeniero eléctrico.

¿Por qué es interesante todo esto? No se trata de que los ingenieros sean mejores gobernantes (no siempre lo son) ni de incurrir en generalizaciones —como que los ingenieros solucionan problemas, mientras que los abogados viven de los problemas — sino de reflejar el hecho de que la ingeniería es mucho más popular en China y otros países asiáticos que en Occidente.Eso es importante porque estamos viviendo en una economía global basada en el conocimiento, en la que las patentes de nuevas invenciones —producidas en general por ingenieros, científicos y técnicos— generan a las naciones mucho más riqueza que las materias primas. Los ingenieros y científicos que desarrollan nuevos productos están en mayor demanda que nunca.

El mes pasado, durante un viaje a China, visité la Universidad Tsinghua de Pekín, una de las más prestigiosas de China, y me enteré de que el 72 por ciento de sus estudiantes de licenciatura, maestrías y doctorados están inscriptos en las escuelas de ingeniería y ciencias duras, mientras que tan sólo el 28 por ciento estudia humanidades o ciencias sociales.

Según datos de la Fundación Nacional de la Ciencia de Estados Unidos, mientras el 31 por ciento de todos los graduados universitarios de China se especializan en ingeniería, la cifra comparativa en nuestro país es tan sólo del 5 por ciento.

En la mayoría de los países latinoamericanos, la primacía de las humanidades y ciencias sociales sobre la ingeniería y las ciencias duras es aún mayor. Nuestras universidades producen demasiados filósofos y psicólogos, y demasiado pocos ingenieros.

La última vez que miré las cifras de la Universidad de Buenos Aires, una de las más grandes de Latinoamérica, tenía 29,000 estudiantes de psicología y 8,000 estudiantes de ingeniería, lo que equivale a producir tres psicólogos para curar los problemas de cada ingeniero.

“En Occidente, los jóvenes prefieren ir al dentista antes que estudiar ingeniería”, bromea David E. Goldberg, profesor emérito de ingeniería de la Universidad de Illinois, y fundador de un movimiento para modernizar la enseñanza de ingeniería. “Abogacía, administración de empresas y medicina —casi cualquier cosa antes que ingeniería— parecen ser las carreras preferidas de los jóvenes de hoy”.

La receta de Goldberg: hacer el estudio de la ingeniería más divertido, y más creativo. “En lugar de empezar la carrera de ingeniería con la parte creativa, estamos empezándola con matemáticas, ciencia y toda la parte abstracta, y eso hace que deserte casi el 50 por ciento de los alumnos”, me comentó Goldberg.

Mi opinión: cada vez que escribo que deberíamos producir más ingenieros y científicos —y tal vez menos filósofos — muchos lectores me señalan que en sus países no hay salida laboral para los jóvenes ingenieros. “¿Para qué sacrificarse con un estudio tan difícil y terminar manejando una taxi?”, me dicen.

Pero en la mayoría de los casos eso no es cierto. Cada vez mas empresas se quejan de la escasez de ingenieros bien preparados en sus países.

Y la experiencia de China, India, Taiwán y otros países asiáticos revela que la producción masiva de ingenieros da buenos resultados: muchos de esos países empezaron a producir grandes números de ingenieros sin preocuparse demasiado si conseguirían empleo, y los empleos aparecieron después. Las empresas multinacionales llegaron al poco tiempo para aprovechar la gran masa de graduados en ingeniería.

No creo que debamos ver a Xi ni a la dictadura china como modelos políticos. Pero el hecho de que China esté gobernada por ingenieros y de que los estudiantes chinos se vuelquen masivamente a la ingeniería debería servirnos de recordatorio de la necesidad de producir mas ingenieros, y de hacer que la ingeniería sea un estudio más divertido.


Read more here: http://www.elnuevoherald.com/2012/11/17/v-fullstory/1346560/menos-filosofos-mas-ingenieros.html#storylink=cpy

Cuando Xi Jinping fue designado nuevo líder de China las semana pasada, una de las cosas que más me llamó la atención de su currículo es que es ingeniero. Más exactamente, es un ingeniero que ha reemplazado a otro ingeniero como líder del país más poblado del mundo.

En Occidente, la mayoría de los presidentes son abogados, que en casi todos los casos hablan bonito. El presidente de Estados Unidos es un abogado graduado en Harvard, quien recientemente fue reelecto tras derrotar a Mitt Romney, otro abogado graduado en Harvard. El presidente mexicano Felipe Calderón es abogado, y será reemplazado el 1 de diciembre por Enrique Peña Nieto, otro abogado.

España también está gobernada por un abogado que reemplazó a otro abogado. En Sudamérica, aunque hay un número creciente de economistas, militares retirados y ex guerrilleros en la presidencia, la mayoría de los palacios presidenciales han sido habitados desde hace mucho tiempo por abogados.

El nuevo líder chino, Xi, es un ingeniero químico que fue designado por el Congreso Nacional del Partido Comunista para reemplazar a Hu Jintao, un ingeniero hidráulico, que a su vez reemplazó al presidente Jiang Zemin, un ingeniero eléctrico.

¿Por qué es interesante todo esto? No se trata de que los ingenieros sean mejores gobernantes (no siempre lo son) ni de incurrir en generalizaciones —como que los ingenieros solucionan problemas, mientras que los abogados viven de los problemas — sino de reflejar el hecho de que la ingeniería es mucho más popular en China y otros países asiáticos que en Occidente.Eso es importante porque estamos viviendo en una economía global basada en el conocimiento, en la que las patentes de nuevas invenciones —producidas en general por ingenieros, científicos y técnicos— generan a las naciones mucho más riqueza que las materias primas. Los ingenieros y científicos que desarrollan nuevos productos están en mayor demanda que nunca.

El mes pasado, durante un viaje a China, visité la Universidad Tsinghua de Pekín, una de las más prestigiosas de China, y me enteré de que el 72 por ciento de sus estudiantes de licenciatura, maestrías y doctorados están inscriptos en las escuelas de ingeniería y ciencias duras, mientras que tan sólo el 28 por ciento estudia humanidades o ciencias sociales.

Según datos de la Fundación Nacional de la Ciencia de Estados Unidos, mientras el 31 por ciento de todos los graduados universitarios de China se especializan en ingeniería, la cifra comparativa en nuestro país es tan sólo del 5 por ciento.

En la mayoría de los países latinoamericanos, la primacía de las humanidades y ciencias sociales sobre la ingeniería y las ciencias duras es aún mayor. Nuestras universidades producen demasiados filósofos y psicólogos, y demasiado pocos ingenieros.

La última vez que miré las cifras de la Universidad de Buenos Aires, una de las más grandes de Latinoamérica, tenía 29,000 estudiantes de psicología y 8,000 estudiantes de ingeniería, lo que equivale a producir tres psicólogos para curar los problemas de cada ingeniero.

“En Occidente, los jóvenes prefieren ir al dentista antes que estudiar ingeniería”, bromea David E. Goldberg, profesor emérito de ingeniería de la Universidad de Illinois, y fundador de un movimiento para modernizar la enseñanza de ingeniería. “Abogacía, administración de empresas y medicina —casi cualquier cosa antes que ingeniería— parecen ser las carreras preferidas de los jóvenes de hoy”.

La receta de Goldberg: hacer el estudio de la ingeniería más divertido, y más creativo. “En lugar de empezar la carrera de ingeniería con la parte creativa, estamos empezándola con matemáticas, ciencia y toda la parte abstracta, y eso hace que deserte casi el 50 por ciento de los alumnos”, me comentó Goldberg.

Mi opinión: cada vez que escribo que deberíamos producir más ingenieros y científicos —y tal vez menos filósofos — muchos lectores me señalan que en sus países no hay salida laboral para los jóvenes ingenieros. “¿Para qué sacrificarse con un estudio tan difícil y terminar manejando una taxi?”, me dicen.

Pero en la mayoría de los casos eso no es cierto. Cada vez mas empresas se quejan de la escasez de ingenieros bien preparados en sus países.

Y la experiencia de China, India, Taiwán y otros países asiáticos revela que la producción masiva de ingenieros da buenos resultados: muchos de esos países empezaron a producir grandes números de ingenieros sin preocuparse demasiado si conseguirían empleo, y los empleos aparecieron después. Las empresas multinacionales llegaron al poco tiempo para aprovechar la gran masa de graduados en ingeniería.

No creo que debamos ver a Xi ni a la dictadura china como modelos políticos. Pero el hecho de que China esté gobernada por ingenieros y de que los estudiantes chinos se vuelquen masivamente a la ingeniería debería servirnos de recordatorio de la necesidad de producir mas ingenieros, y de hacer que la ingeniería sea un estudio más divertido.


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EL Castrochavismo: fortalezas y debilidades (I) PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 17 de Noviembre de 2012 19:47

Por Huber Matos Araluce.-

Fortalezas

El futuro de Cuba y Venezuela quedó sellado hace mucho tiempo con la alianza entre Hugo Chávez y Fidel Castro.  Del lado chavista se aportaron al proyecto los inmensos recursos energéticos que Venezuela tiene, su ubicación estratégica y sangre nueva para la causa común.

Del lado castrista estaba la experiencia política, la mano de obra especializada y la representación histórica  de la lucha contra los Estados Unidos, el capitalismo y todo lo que se puede atribuir al “imperialismo”.

Esas eran y son las fortalezas de la alianza, que también tiene sus debilidades.

El primer objetivo en ambos países era consolidar sus élites gobernantes. El segundo es ampliar su esfera de influencia en Latinoamérica y en el mundo.

Venezuela

Si había chavistas con dudas sobre la dependencia, admiración, o como se le quiera llamar de Hugo Chávez hacia Fidel Castro, después de la reciente elección en Venezuela deben estar tranquilos. Hugo Chávez tenía toda la razón de apostarle a Castro y a su versión de Cuba.

Por los próximos seis años al chavista que le vuelvan esas dudas o al que le nazcan por primera vez va a tener que contentarse con tragárselas.  No le convendrá expresarlas.

El triunfo del chavismo ha cambiado la correlación de fuerzas en Venezuela.  También  entre el pueblo cubano y el castrismo, y entre éste y el mundo.  Parecen malas noticias para los cubanos y  venezolanos demócratas, y lo son.  Por lo menos a corto plazo.

Cuba

La dictadura en Cuba ha logrado por primera vez consolidar un socio/satélite en Latinoamérica.  El que tiene las mayores reservas de petróleo del continente.

Esto representa para el régimen una gran tranquilidad y una gran oportunidad.  Sin la subvención venezolana, la dictadura en Cuba no tenía muchas posibilidades de sobrevivir. Sin Chávez en el poder, la economía de Cuba habría colapsado.

El peligro de protestas populares, la huida masiva de turistas de los hoteles en la isla ante estos actos de violencia y el crecimiento de la oposición eran un escenario esperado y posible.

Para evitar un desenlace funesto sin el petróleo venezolano el castrismo necesitaba las inversiones de los Estados Unidos y el turismo estadounidense.  Esto  solo se podía alcanzar cediendo espacios políticos a la oposición democrática en la isla.

Ante la alternativa de perder el poder, Raúl y sus acólitos  habrían negociado un acuerdo con la idea de cumplirlo a medias. Hacia ese fin estuvieron tratando de persuadir al gobierno de Obama por bastante tiempo. El Cardenal Jaime Ortega  y la Iglesia Católica eran parte de la estrategia. Pero ya eso es historia.

El próximo paso: ampliar la influencia en el mundo

Chávez está consolidado y el  castrismo es el copropietario del petróleo venezolano.  Ahora necesitan neutralizar el aislamiento y el descrédito internacional del régimen en Cuba.

Por esa razón se ha intensificado, desde el triunfo de Chávez, la actividad de la tiranía cubana en el campo de las relaciones públicas.

Entre estos pasos se han anunciado reformas migratorias y otras medidas internas que han sido circuladas por la prensa internacional como pruebas de los cambios que se operan en Cuba.

Con el triunfo de Chávez en Venezuela y la evidente influencia castrista en ese país, los gobiernos de la región quieren tener buenas relaciones con Raúl Castro.

Presidentes,  partidos políticos y empresarios saben que es difícil que se decida algo en Caracas sin el visto bueno de La Habana.

El 22 de octubre se informó que Cuba y México están negociando un aumento del comercio bilateral.  Entre el 2000 y el 2011 éste creció un 40%.  Las exportaciones mexicanas a la isla aumentaron un 49% mientras que las cubanas a México bajaron un 39%. Casi en ese mismo período las inversiones mexicanas en Cuba han alcanzado 730 millones de dólares.

Juan Manuel Santos se dio cuenta a buen tiempo de que le convenía tener excelentes relaciones con Caracas y con La Habana. Su reelección podría depender de esa amistad. Para conversar con los  guerrilleros colombianos tenía primero que negociar con sus padrinos: Castro y Chávez.

Brasil lo vio todo primero que nadie. Además del agradecimiento de Lula por la ayuda económica que le brindaron desde Cuba en el pasado. Al gobierno brasileño le interesan los negocios por encima del respeto a los derechos humanos.

Su estrecha vinculación con el castrochavismo no deja de beneficiarlo internacionalmente pues Brasil es una potencia emergente, independiente, que se presenta a su conveniencia como amiga o distante de los Estados Unidos.

El gobierno de los Estados Unidos no parece preocuparse por la situación en Cuba o en Venezuela.  El pasado 10 de julio el presidente Obama dijo que Hugo Chávez en Venezuela no ha representado un peligro de seguridad nacional para su país.  Mucho menos lo presenta el castrismo con sus tanques del siglo pasado y aviones y helicópteros soviéticos obsoletos.

Para el Pentágono, el FBI y la CIA  las estrechas relaciones de Cuba y Venezuela con Irán no son un problema. Quizás hasta sean una ventaja.

El castrismo le puede asegurar, o le ha  asegurado ya a Washington, que no tiene que preocuparse por ataques terroristas desde Latinoamérica.   Ellos se encargarán de cooperar en ese asunto.

Sin duda, el servicio de inteligencia castrista debe ser de los mejor informados de los movimientos y actividades de árabes e iraníes en Latinoamérica.

Recordemos el compromiso y agradecimiento del gobierno español al cubano.  La isla ha sido una especie de casa por cárcel para los miembros de la ETA.

En marzo pasado el presidente Obama le susurró al presidente Dimitri Medvedev –sin darse cuenta de que había un micrófono activado- que si él ganaba la reelección seria más flexible en su relación con el gobierno ruso.  Ante esta afirmación, Medvedev le dijo que se lo haría saber a Vladimir Putin.

¿Por qué no habría de hacerlo  también con el castrochavismo? Todo depende del compromiso que Hugo Chávez y Raúl Castro hagan con los Estados Unidos.

Ante este panorama, el futuro de la democracia en Cuba y en Venezuela es incierto. El poder de sus regímenes no debe subestimarse.

Tampoco se debe descartar la influencia de los demás satélites y simpatizantes del castrochavismo en Latinoamérica y en otras partes del mundo.

Además, muchos medios de prensa todavía tienen la tendencia a aceptar como verdades que no  es necesario cuestionar las declaraciones y medidas anunciadas por el régimen castrista.  Esta deferencia o cooperación es, desde el punto de vista publicitario, una ventaja importante.

Por último, el poder del  negocio del narcotráfico es impresionante, y ni Hugo Chávez ni Raúl Castro van a renunciar a ese vínculo ni a las ganancias de diversa naturaleza que éste proporciona.

Debilidades

El eje castrochavista tiene fortalezas y también debilidades.

Hugo Chávez está enfermo, Raúl Castro tiene 81 años y no tiene buena salud.  Las economías de ambos países dependen de los altos precios del petróleo y la economía cubana es un verdadero desastre.  De estas y otras vulnerabilidades comentaremos.  Quizás el futuro de Venezuela se decida en Cuba más que en Caracas…

Continuará…

 
La urna a noventa millas PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 12 de Noviembre de 2012 15:38

Por Yoani Sánchez.-

El viernes, la prensa cubana se lanzó, con una nota agresiva del Ministerio de Relaciones Exteriores, contra la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana (SINA). A la tradicional escalada verbal hacia el vecino del norte, le acompañaba esta vez una diatriba sobre el funcionamiento en su sede consular de una sala de Internet abierta al público. El lugar existe desde hace varios años y es visitado por disímiles personas: desde estudiantes que realizan investigaciones, pasando por periodistas independientes necesitados de publicar sus noticias, hasta familiares de exiliados que quieren contactarlos vía correo electrónico. En un país donde el acceso al ciberespacio es un lujo que disfrutan unos pocos, las largas filas para acceder al centro de Internet de la SINA molestan al gobierno.

Sin embargo, después de leer la altisonante declaración, una interrogante salta sobre cualquier otra: ¿por qué ahora? Si esas salas con servicio web funcionan desde casi una década ¿por qué aparecen en este momento en la portada del periódico Granma? La respuesta apunta hacia lo ocurrido este martes en las urnas norteamericanas. Se trata evidentemente de una jugada que se adelantaba a las elecciones en Estados Unidos. El margen entre Barack Obama y Mitt Romney era estrecho y el gobierno de Raúl Castro bien que lo sabía. De manera que, desde hace meses, había comenzado a ajustar los proyectiles verbales tanto contra un candidato como contra el otro. Para la propaganda oficial, el reelecto presidente estadounidense es el hombre que “ha recrudecido el bloqueo imperialista”, mientras que su contrincante republicano representa “la política anticubana”. De mal en peor, nos había advertido machaconamente.

Las miradas dentro de la Isla se dirigían, entonces, con curiosidad y expectación hacia las elecciones en el vecino del Norte. Había demasiadas cosas en juego al otro lado del Estrecho de La Florida. La política de la Plaza de la Revolución se define a partir de llevarle la contraria a Washington, lo cual establece una manera muy peculiar de dependencia. Raúl Castro lanza una apocada reforma migratoria y explica que no se pudo ir más allá porque somos una plaza sitiada por el Imperio. El permiso para legalizar otros partidos tampoco puede otorgarse porque “el Tío Sam acecha”, mientras el acceso a Internet tiene que hacerse paulatino y selectivo, para que “la guerra mediática del Pentágono” no nos afecte en demasía. Si se analiza esta perenne rivalidad, habría que concluir que nunca los destinos de los cubanos han dependido tanto de Estados Unidos como ahora. Jamás nuestra cotidianidad ha estado tan sujeta a lo que decida el inquilino de la oficina oval.

El acérrimo discurso antiimperialista del gobierno cubano ha concluido por morderse la cola. Durante semanas, en los medios oficiales se ha hablado más de los comicios estadounidenses que acerca de nuestras elecciones del Poder Popular. Abocados a sacar las aristas negativas de las presidenciales norteamericanas, los comentaristas televisivos han olvidado la máxima de que “nada hay más atractivo que lo prohibido”. Y así cada adjetivo agresivo, cada burla, cada diatriba contra Obama y Romney, provocaron una expectación inusual en torno a este primer martes de noviembre.

Todo esto marcado, además, por la progresiva pérdida de importancia de Cuba en la política de Estados Unidos. Por la marcada irrelevancia de esta Isla que ha quedado en evidencia durante la actual campaña presidencial, en la que apenas se le ha dedicado atención. Lejos ha quedado aquel octubre de 1962 cuando los cohetes nucleares obligaron al mundo a  estar atento de la mayor de las Antillas. Ahora la mirada de Obama se dirige hacia otros lugares y en su segundo mandato se profundizará esa tendencia. Tendrá que atender en primer lugar los problemas de la economía interna de Estados Unidos e intentar sanear sus finanzas. La crisis en Europa ocupará una buena parte de su atención y también la situación de Irak, Afganistán, Irán y ahora Siria.

Raúl Castro necesita volver a ganar protagonismo en la agenda de su eterno enemigo, pues le va el poder en ello. Su discurso hacia dentro y hacia fuera se basa en esa rivalidad, no puede existir sin ella. Por eso ya empiezan los síntomas de una escalada diplomática que obligará a un posicionamiento del recién ratificado presidente norteamericano. Al lenguaje político se le saca filo, a los insultos se les da lustre y se hunde el aguijón de la confrontación para que el mandatario reaccione. Son tiempos de tratar de colarse entre las prioridades del vecino del norte, cueste lo que cueste… pero esa estrategia ya no funciona.

Tomado de EL PAÍS; MADRID; ESPAÑA

 
El Post Castrismo según Alfredo PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 10 de Noviembre de 2012 23:25

Por Pedro Corzo.-

Hace unos días Alfredo Elías, uno de esos hombres que honra el gentilicio de cualquier país, comentaba que una de las penosas herencias del totalitarismo insular podría ser una heterogénea fuerza política de carácter populista, capaz de albergar en su seno diversas personalidades, opiniones y estrategias, con el único objetivo de controlar el poder para satisfacer sus intereses y hacer ingobernable el país cuando no tuvieran el control.

La hipótesis es valida. Argentina ha padecido en los últimos 60 años una corriente política que aglutina personas de diferentes ideas, valores e intereses, pero que se identifican, a pesar de promover en numerosas ocasiones doctrinas y proyectos contrapuestos, con los postulados que personificó Juan Domingo Perón.

Perón fue un caudillo populista que tuvo la habilidad de comunicarse con las clases populares y hacerles creer, no solo una vez, sino en tres ocasiones, que solo él era capaz de resolver los problemas de la nación.

El Peronismo o Justicialismo trascendió a su fundador. Sus seguidores heredaron un movimiento con fuerte base popular y con un prontuario de promesas y oportunidades tan amplias que ha permitido a un amplio sector de más de tres generaciones de argentinos llamarse peronistas, cuando en realidad algunas de las corrientes que integran el movimiento son tan contrarias que es de suponer que la convivencia partidaria sea muy difícil.

Esta afirmación tiene fácil comprobación cuando apreciamos que el presidente Carlos Saúl Menen se dice Peronista y otro tanto afirmaba Néstor Kirchner y continúa alegando su viuda, la presidente Cristina Fernández.

Peronista también fueron grupos terroristas y  facciones insurgentes dadas a la violencia extrema, como  Los Montoneros y las FAP, Fuerzas Armadas Peronistas.

De igual manera se identificaban movimientos sociales que recurren a la desestabilización cuando los intereses de su clase dirigente son afectados en alguna medida por las disposiciones del gobierno, sea este de la corriente peronista o no.

Es posible  que muchos de los principales promotores del Peronismo ignoren en que consisten o consistieron las propuestas del militar y político,  y solo usan al caudillo populista como un icono en el cual amparan sus ambiciones de poder y no pocos de enriquecimiento ilícito, porque son conscientes que la memoria colectiva de la nación argentina valora la herencia del justicialismo de manera positiva, lo que no se ajusta con la verdad histórica, cuando se estudian con detenimiento los logros de los gobiernos Juan Domingo Perón.

Lo que acontece en la Argentina, según Alfredo Elías, puede ocurrir en Cuba, llámese Castrismo o Fidelismo. En la isla se pueden reeditar los patrones del  justicialismo, con el agregado de que podría ser un proyecto de carácter internacional, si se tiene en cuenta la visión imperialista que Fidel y Raúl Castro proyectaron mientras les fue posible.

El legado castrista podría se capaz de aglutinar a personas de diferentes intereses, ideas y valores, pero identificadas en un discurso y quehacer político sustentado en la promesa de crear una sociedad justa, aunque en la práctica, como ha ocurrido hasta el presente, se violen todos los derechos ciudadanos, sin procurar la justicia y equidad publica ofrecida.

El castro fidelismo tiene más posibilidades para sobrevivir que el justicialismo peronista. El poder totalitario confiere muchas más capacidades de penetración social y manipulación política que cualquier otra forma de gobierno.

Durante décadas el estado benefactor ha controlado la educación y la información,  lo que le ha permitido adoctrinar a la sociedad a la vez que entre muchos ciudadanos se ha creado un espíritu de dependencia que hace factible que cuando desaparezca el actual liderazgo castrista un sector de la población, como ha ocurrido en Argentina, tienda a mitificar la supuesta justicia social que la Revolución implicó pasando por alto las múltiples violaciones de los derechos ciudadanos y el fracaso económico del proyecto.

El castro fidelismo puede ser el modelo al que recurran los nostálgicos de la época en la que Cuba retaba el sentido común y hundía a la nación interviniendo en todos los países de América Latina, Asia y África, también puede reunir un número importante de teóricos que especulando sobre los errores y abusos de la Revolución y de Fidel Castro, propongan una nueva utopía y por supuesto los resentidos sociales, los que fracasaron en todos sus empeños, los envidiosos de oficio, los frustrados en sus proyectos que usan la política para trepar y depredar.



Pedro Corzo

Última actualización el Sábado, 10 de Noviembre de 2012 23:29
 
Elecciones presidenciales en los EUA: Un Análisis PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Miércoles, 07 de Noviembre de 2012 14:28

Por Jorge Hernández Fonseca.-

Probablemente nunca antes la elección del presidente norteamericano estuvo revestida de los fuertes tintes ideológicos, que la disputa que acaba de finalizar, dando una clara victoria al candidato demócrata Barack Obama, válida para su reelección.


Elecciones Presidenciales en Estados Unidos 2012: Un Análisis

Jorge Hernández Fonseca

07 de Septiembre de 2012

La elección presidencial norteamericana se presentó como una disyuntiva importante de los rumbos políticos, económicos y sobre todo sociales, que tomará la nación Norteamericana futuramente. La disputa entre Mitt Romney y Barack Obama se proyectó más allá de una batalla por el sillón presidencial estadounidense, escenificándose como un verdadero embate ideológico entre dos formas diferentes de sociedades, en un país que representa el mayor marco cultural, civilizatorio y tecnológico de la actualidad.

Probablemente nunca antes la elección del presidente norteamericano estuvo revestida de los fuertes tintes ideológicos, que la disputa que acaba de finalizar, dando una clara victoria al candidato demócrata Barack Obama, válida para su reelección. El candidato victorioso ganó la elección en el colegio electoral, como la ley manda, y también en el llamado voto popular, obteniendo la mayoría absoluta del universo de votantes que comparecieron a las urnas.

Obama se alza con la victoria a pesar del pésimo estado de la economía del país que él había encabezado los últimos cuatro años, factor que siempre pesó en la decisiones anteriores ante las urnas norteamericanas, lo que califica adicionalmente el éxito alcanzado y de alguna manera revaloriza su posición en la disputa ideológica escenificada en la campaña electoral.

Por un lado, Mitt Romney propugnaba un “retorno a los valores conservadores tradicionales” norteamericanos, que según su razonamiento, había llevado al país a los niveles de éxito y liderazgo mundial en los aspectos sociales, económicos, políticos y militares, convirtiéndolo en la primera potencia mundial. Por su parte, Obama mostraba un camino de cambios en el conservadurismo tradicional de la sociedad, apoyando leyes de corte “progresista”, así como un sistema de asistencia social universal, todo asociado a cierta renuncia a continuar con el papel rector unilateral de EUA en el plano internacional.

La posición de Romney propugnaba el retorno de EUA a las posiciones que le permitirían re-asumir su condición de líder mundial, mientras que Obama defendía el cambio de visión hacia una sociedad más solidaria socialmente, sin una excesiva acción exterior unilateral. Se trató de una diputa relativa al papel futuro de la Nación Norteamericana en los dos aspectos principales de su accionar político: internamente, la participación del estado para el apoyo solidario social y en el aspecto exterior, el papel norteamericano en el mundo actual compartiendo el liderazgo.

Históricamente toda la sociedad humana fue creciendo paulatinamente impulsada por una mezcla de talento individual con organización colectiva del hombre, agrupándose en pueblos, ciudades, países y naciones, que por sus grados de desarrollo cultural y material general devinieron en estados de diversos tipos: algunos consiguieron crear riquezas y se convirtieron en estados fuertes y poderosos, otros menos desarrollados y por eso menos poderosos, al relacionarse con los estados ricos se convertían en dominados de diversas formas.

La historia mundial revela la sucesión de imperios dominadores, con el grupo de países y etnias dominadas. Desde el inicio de la civilización en la Mesopotamia, con sus diversas etnias que dieron lugar a los primeros imperios con dominadores y dominados, pasando por el imperio egipcio y su esplendor, los diversos imperios persas, las dinastías chinas, el imperio griego de Alejandro el Magno, el imperio romano, de varios siglos de duración y así sucesivamente hasta hoy, que se considera a EUA como el país líder mundial, o “el imperio”.

De manera que, desde que el mundo civilizado existe, hay países dominadores y dominados, lo que nos llega hasta hoy con la misma connotación de la antigüedad, denominándose “imperios” a aquellos países desarrollados que ejercen su papel de líderes mundiales. Tal es el caso de los Estados Unidos, que recibe esta denominación heredada de la guerra fría, escenificada por los dos “imperios” de la época: el imperio soviético, materializado como una falsa “unión de repúblicas” (dominador y dominados juntos en un solo “país” artificial) y los Estados Unidos, denominado por los soviéticos --y la izquierda mundial-- como “el imperio norteamericano”.

Fuera de la diputa territorial escenificada entre EUA y la antigua Unión Soviética, existía un fondo ideológico entre ambos contendientes; se trataba de dos visiones diferentes de sociedades: por un lado, EUA propugnaba un sociedad democrática, libre política y económicamente, donde el ser humano tuviera responsabilidades individuales con su futuro y la visión soviética, socializante, donde la libertad se subordinaba a los intereses colectivos, estableciéndose una dictadura política, con la finalidad de recibir ventajas sociales colectivas.

La Unión Soviética desapareció por implosión interna, debido a que su sistema dictatorial no funcionó, ni en el aspecto social ni en el económico y el campo democrático, liderado por EUA, quedó como líder unilateral del llamado “mundo libre”, junto a los países de Europa agrupados en la Unión Europea. Este campo democrático caminó rápidamente hacia un crisis financiera de grandes proporciones y colocó sobre el tapete la discusión sobre el exceso de liberalismo de los sistema económicos-financieros por un lado, trayendo a remolque la discusión sobre los “beneficios sociales” y su conveniencia como potenciales causantes, en Europa, de la crisis.

Como que la crisis financiera golpeó por igual a Europa y Estados Unidos, se infiere que la manera de enfrentar los aspectos sociales en la Unión Europea no han sido los causantes directos de la crisis, ya que EUA había tenido hasta ese momento una manera totalmente diferente de enfocar estos beneficios y en este país la crisis ha sido igualmente profunda. En esta constatación encontró Obama el argumento básico para insistir en la necesidad de más beneficios sociales adicionales para los norteamericanos.

La indiscutible victoria de Obama apunta en dos direcciones: una dirección interna, para continuar con el establecimiento de un sistema social más parecido con el europeo --criticado por los republicanos-- y otra dirección, para detener la excesiva intervención externa unilateral de los Estados Unidos en asuntos de terceros países. Las grande preguntas para ambas direcciones serían: ¿el sistema de protección social europeo causaría un excesivo daño al papel individual que cada persona debe tener en la sociedad norteamericana como parte de su iniciativa? y ¿sería estratégicamente conveniente para EUA que abandonara voluntariamente su papel de líder mundial, sabiendo que el vacío de poder siempre es foco de la ambición de otros aspirantes, como lo demuestra la historia “desde que el mundo es mundo”?

Es claro que ambas preguntas deben ser respondidas sólo por los norteamericanos y no por el resto del mundo, que de alguna manera “observa los toros desde la barrera”, y carece de los elementos y la responsabilidad implícita en aquellos que viven en el seno de la sociedad de más alto grado de desarrollo entre las potencias mundiales actuales. Es de destacar que muchas de las actuales potencias son países “venidos a menos”, por haber sido en otros tiempos “el imperio”, sin que en ningún caso este haya sido objeto de renuncia voluntaria por parte de quienes lo ejercieron, la mayoría de las veces de manera cruel y sangrienta.

Artículos de este autor pueden ser encontrados en http://www.cubalibredigital.com

Última actualización el Jueves, 08 de Noviembre de 2012 08:41
 
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