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Artigos: Cuba
Fidel Castro se despide de su amigo Hugo Chávez PDF Imprimir E-mail
Escrito por Tomado de INFOBAE   
Domingo, 23 de Diciembre de 2012 11:41

Por Carlos Alberto Montaner.-

Hay fricciones serias en el ámbito chavista.

Diosdado Cabello quiere aplazar la toma de posesión de Chávez. Aparentemente, su propósito es darle tiempo a que se cure. Gente del entorno chavista opina que quiere darle tiempo a que se muera. Para él es más fácil maniobrar sin Chávez que con el caudillo respirando.

Es el escenario temido en La Habana. Fidel Castro, que sabe más que nadie de la salud de Hugo Chávez, el 15 de diciembre, en un breve texto construido dentro de la estructura de un obituario convencional, despidió en vida a su discípulo y les mandó un mensaje a los chavistas.

Así concluyó su escrito el viejo Comandante: “Tengo la seguridad de que ustedes con él, y aún por dolorosa que fuese la ausencia de él, serían capaces de continuar su obra”.

Esta es la parte clave del comunicado. El resto es un cortés e intrascendente relleno.

Poco después de escrita esta nota se anunció que el presidente venezolano había tenido una insuficiencia respiratoria que los médicos habían conseguido aliviar. Antes, durante la operación, lograron controlar un peligroso sangramiento que lo puso al borde de la muerte.

En todo caso, el pronóstico es que Chávez, salvo que suceda algún milagro, hasta que expire, sufrirá frecuentes y crecientes problemas derivados de la debilidad general de su organismo, como cualquier enfermo de cáncer en la fase final de la enfermedad. Paradójicamente, la quimioterapia, que a veces contribuye a curar el mal, otras parece acelerarlo.

¿Tendrá razón Fidel Castro y los chavistas podrán continuar la obra del líder de la revolución bolivariana? Pero, ¿cuál es, en realidad, la obra de Chávez?

En estos catorce años, este militar ha construido el estado más corrupto de América Latina. Según Transparency International ocupa el número 166 de un total de 176 países escrutados en el planeta.

Caracas, con 130 asesinatos por 100 000 habitantes, es la segunda ciudad más peligrosa del mundo. (Chicago, que es el matadero de Estados Unidos, apenas alcanza los 19).

El nivel venezolano de inflación anual, 29%, es el más alto de América Latina y uno de los peores del globo.

De ser un país receptor de inmigrantes, ha pasado a ser una insensible maquinaria de expulsión de venezolanos educados y emprendedores. Se estima en unos 500 000 los que se han radicado en el exterior, 200 000 mil de ellos en Estados Unidos. Se van con sus conocimientos y, cuando pueden, con sus capitales, hacia otros destinos más prometedores. Ésa es una incalculable sangria.

No obstante ser el país peor gobernado de América Latina, que ha visto cerrar 107.000 empresas durante el chavismo (de un total de 600.000), un 55% de los venezolanos votó por esa ríspida y empobrecedora manera de organizar la convivencia en las elecciones del pasado 7 de octubre.

¿Por qué? Porque el gobierno utiliza una parte sustancial de sus ingresos en lo que llaman “gasto social”. Unas treinta “misiones” se ocupan de instruir, subsidiar el consumo, curar enfermos y distribuir recursos de una manera terriblemente ineficaz, pero suficiente para comprar voluntades y generar una enorme red de clientes políticos y estómagos agradecidos.

¿Seguirá Nicolás Maduro, el heredero designado por Chávez, ese modelo de gerencia disparatada y corrupta, lenguaje incendiario, lucha de clases, antiamericanismo estridente, creciente estatismo, destrucción del tejido empresarial productivo y abundante e incosteable asistencialismo, fomentador de la dependencia y la irresponsabilidad ciudadana?

¿Es ese barullo revolucionario lo que Fidel Castro desea preservar, o son los diez mil millones de dólares anuales que Cuba recibe del gobierno de Venezuela por diversos conceptos, cifra publicada por el Instituto de Estudios Cubanos de la Universidad de Miami, incluidos 115 000 barriles diarios de petróleo?

Francamente, es difícil que el heredero de Chávez, quienquiera que sea, continúe por la senda trazada por el caudillo bolivariano. La deuda del país ha pasado del 35% del PIB en 1998 al 71% en el 2012. Una caída de los precios del petróleo generaría una catástrofe tremenda.

Obviamente, ya hay síntomas de que en el velorio del Caudillo comenzará una seria crisis entre sus delfines. No hay consenso en quién debe ser el heredero o en qué consiste el engendro legado por Chávez. Lo que todos saben, tirios y troyanos, es que el país va por muy mal camino.

 
El bautizo de Miami PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 22 de Diciembre de 2012 14:35

Por Jorge Ramos Ávalos.-

Llevo casi un cuarto de siglo viviendo en Miami y sé que cuando alguien llega a esta ciudad lo más probable es que sea sometido a un simple pero feroz interrogatorio: ¿estás a favor de la dictadura castrista o en su contra? La respuesta, inmediatamente, te clasificará como un amigo o un enemigo del exilio cubano. Este ritual es lo que yo llamo el bautizo de Miami.

Nadie importante se escapa. Políticos, diplomáticos, deportistas y artistas pasan por este "bautizo". Una vez que pisan tierra miamense, un periodista o un exiliado se encargará de hacerles la pregunta. Y está prohibido responder "no sé" o "déjame pensarlo un poquito más".

Es una cuestión de sobrevivencia. Se trata de definir quién está contigo y quién en contra. En esta comunidad hay mucho dolor y resentimiento; cientos de miles huyeron de la dictadura comunista y lo perdieron todo. Esa pregunta busca, al mismo tiempo, concientizar sobre el brutal régimen y crear alianzas para su inevitable y futura desaparición.

No hay castrismo sin Fidel y Raúl Castro, y los dos líderes están a punto de pasar la hoja. Basta ver su edad. Son una desgraciada excepción frente a los movimientos mundiales contra caudillos y tiranos. Su sangrienta dictadura de 53 años se ha caracterizado por la represión, la falta de libertad y la absoluta ausencia de democracia multipartidista. Dos tipos han decidido por décadas el destino de millones y eso no se vale.

Ozzie Guillén, el mánager venezolano del equipo de beisbol de los Marlins debió saber sobre este bautizo de Miami antes de decirle a la revista Time que amaba y admiraba a Fidel Castro. Es imposible decir una estupidez así sin ofender a la ciudad que te da de comer y que pagó millones de dólares de impuestos para construir un estadio que no se necesitaba.

Los cubanos de Miami son implacables con este tema y tienen toda la razón. Hay que criticar y denunciar las dictaduras en todo momento, sin tregua. Elie Wiesel, el premio Nobel de la Paz y sobreviviente del holocausto, lo dijo mejor que nadie: "Hay que tomar partido. La neutralidad ayuda al opresor, nunca a la víctima. La acción es el único remedio contra la indiferencia".

No se puede ni se debe ser neutral ante Fidel y Raúl Castro. Son vergonzosas las imágenes del Papa Benedicto XVI de la mano, literalmente, con Fidel. El Papa prefirió al opresor que a las víctimas y -al igual que el presidente de México, Felipe Calderón, durante su reciente visita a la Habana- se rehusó a reunirse por un minuto con las Damas de Blanco y otros disidentes. El Papa y Calderón tomaron partido con los que matan y reprimen, no con los que buscan un cambio democrático.

Estas son las cosas que molestan tanto en Miami. El exilio cubano, correcta y tristemente, sabe que lo han dejado solo en su lucha contra la dictadura castrista. Cada visita en la Habana, cada foto con un sonriente Fidel, cada vez que un presidente o político se rehúsa a llamar tirano a quien gobierna a dedo y a fusil, los cubanos de Miami reafirman su convicción de que el mundo le ha dado la espalda a su tragedia.

Miami ha crecido mucho pero aún tiene ese aire de que todo es transitorio. Estamos, parecen decir los cubanos, pero solo hasta que Cuba sea libre. La sensación de temporalidad de la ciudad se reforzó con la llegada de los nicaragüenses huyendo de los sandinistas, y de los colombianos de la violencia, y de los venezolanos de Hugo Chávez. Cada crisis latinoamericana significa más renta de apartamentos en Brickell y Miami Beach y de casas en Hialeah y Kendall.

Miami es un refugio; un lugar donde se espera el cambio, donde se curan las heridas y donde se prepara el regreso. Pero en el caso de los cubanos, ese posible regreso se ha postergado por más de medio siglo y aún no hay fecha.

Se derrumbó el muro de Berlín y el bloque socialista, y en Cuba no pasó nada. La primavera árabe se enfrió en la isla. Y esa frustración de que cualquier intento de apertura, hasta la internet, se estrella con el malecón de la Habana, se siente en carne viva en Miami.

Por eso, lo que le queda a esta comunidad es mantener con dignidad y firmeza su oposición al régimen de la Habana. Y eso implica criticar y denunciar a cualquiera que intente ocultar la desgracia que se vive en Cuba.

Ozzie Guillén pidió "perdón con el corazón en la mano, de rodillas" tras declarar su amor por Fidel. El puede decir lo que quiera. La primera enmienda de la constitución lo protege. Pero el problema es que tocó donde más duele. Las palabras importan. Los Marlins, protegiendo su inversión, lo suspendieron por cinco juegos; los cubanos, en el fondo, ya lo poncharon de por vida.

Mis dos hijos llevan sangre cubana y estoy muy orgulloso de eso. No puedo dejar de pensar que si hubieran nacido en Cuba hoy serían esclavos de un sistema, su vida dependería de dos ancianos y no podrían decir, ni siquiera, "abajo el comunismo" (como el hombre que fue arrestado tras gritarlo en la misa del Papa en Santiago). Ellos y yo sabemos la enorme bendición que fue el que nacieran en Miami.

El bautizo de Miami es un ritual al que me he acostumbrado y que entiendo a la perfección. Pone en un lado a los que están por la libertad y del otro a los que no tienen el valor de llamarle dictador al dictador.

Twitter: @jorgeramosnews


15 Abr. 12

 
Oraciones y piñata PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 22 de Diciembre de 2012 14:15

Por Raúl Rivero.-

En esta hora de confusión y sobresaltos, cuando el presidente Hugo Chávez está lejos y a la espera de que la muerte le dé razones sobre el famoso túnel resplandeciente, mucha gente en Venezuela se pregunta qué grado de intensidad tendrá la rebatiña entre los altos jefes por el dinero extraviado o escondido del petróleo de los venezolanos.

Hay una bronca pública aplazada por el sillón de Miraflores y por el poder político en la que participarán Elías Jaua, Adán Chávez y Diosdado Cabello, los herederos desahuciados por la selección de Nicolás Maduro, y el importante escuadrón de militares que se tapa los galones con trajes caros y ha guardado las gorras que cubren sus cabezas en forma de plato. Pero la confrontación por el dinero es subterránea.

La lucha por el control del país va a comenzar con los últimos padrenuestros y avemarías por el alma de Chávez. Esta otra guerra está en plena ebullición y es un combate silencioso de alto nivel profesional entre expertos formados en la rigurosa escuela del país más corrupto de América Latina.

Durante años se han denunciado en Venezuela miles de casos de corrupción de funcionarios, desde alcaldes, gobernadores y ministros hasta jefes de organismos estatales o tarugos y entusiastas animadores del socialismo del siglo XXI y de la eliminación de la pobreza. La de ellos en primer lugar.

Para el experto Gustavo Coronel una nueva y corrupta clase social actúa en Venezuela y está conformada por contratistas del Estado, familiares y amigos de los jefes, oficiales de las fuerzas armadas y miembros de la burocracia estatal.

Ese es el grupo que se bate sin banda sonora en los pasillos del palacio presidencial y en otros sitios en los que se manejan los dólares de la nación.

En estos días revueltos por el enigma de los movimientos sutiles de los corruptos se recuerda que la familia del presidente, donde hay verdaderos peritos en la materia, pasó de vivir en una casa que le entregó el gobierno de Raúl Leoni a los pobres y tener un pequeño pedazo de tierra, a poseer ahora unas 17 fincas con más de 45 mil hectáreas.

Chávez ha socializado y bendecido la corrupción a favor del populismo, de los parientes, los cómplices y los sirvientes. Ya, a estas alturas, debe saber que la riqueza y el poderío pueden ser un poco de aire puro y un minuto más.

Tomado del DIARIO DE CUBA

 
El Reguetón de los hermanos Castro PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 09 de Diciembre de 2012 23:07

Por Jorge Hernández Fonseca.-

Nada más parecido a la letra de cualquier Reguetón que las consignas creadas por el castrismo para ser proferidas por los policías de civil en los actos de repudios contra los opositores pacíficos o las Damas de Blanco

 

El Reguetón de los hermanos Castro

Jorge Hernández Fonseca

1 de Diciembre de 2012

La dictadura castrista acaba de anunciar --con frases altisonantes, dignas de la Academia de la Lengua Española-- que el “Reguetón”, manifestación reciente (y decadente) de la música popular cubana, será prohibido. ¡Nada tan insensato! Un amigo mío, cubano de pura cepa, diría: “perro huevero, aunque le quemen el hocico”. En efecto, ese método de prohibición, del que usa y abusa el castrismo, no es la solución.  “Aquellos vientos trajeron estas tempestades”.

Le guste al castrismo o no, nos guste a nosotros o no, el Reguetón --chabacano y grosero-- es una manifestación musical de la cultura popular generada por el castrismo de hoy. De eso no tengo ninguna duda, porque ni siquiera el vocero de la dictadura, entrevistado por Granma para dar el veredicto sobre el tema (el recadero de Raúl) ha podido acusar –como es usual-- a los reguetoneros, de “asalariados del imperialismo”, simplemente porque el Reguetón es popular.

Nada más parecido a la letra de cualquier Reguetón que las consignas creadas por el castrismo para ser proferidas por los policías de civil en los actos de repudios contra los opositores pacíficos o las Damas de Blanco: lenguaje soez, chabacanería, gestualización centrada en los genitales, entre otros ingredientes “populares”, como manera de manifestarse creada por la revolución castrista para atacar a sus “enemigos internos” y darle la respuesta que “merecen”.

Siendo así, ¿cuál es el trauma oficial con la adopción de similar mecanismo que el “orientado” para los actos de repudio, a la hora de hacer música popular y de bailar de manera también popular? Lo que se puede hacer en los actos de repudio, como es una representación teatral --con guión “popular”-- ¿no puede ser parte de la cultura popular real en la música y el baile?

Cultura es toda manifestación trascendente de un grupo social. Si ese grupo social son las clases menos favorecidas dentro del castrismo --aquellas que crean, disfrutan y vitalizan esta manifestación musical llamada “Reguetón”-- entonces estamos ante una “cultura popular” real. Que a los jerarcas del régimen cubano “no les guste”, porque sus letras reflejan el descontento generalizado con la dictadura y además usa un lenguaje soez, diferente al de la tradicional cultura popular en el área de la música cubana de la era pre revolucionaria, cuando la isla no era segundo de nadie en el mundo anterior a Castro-- no es prohibiéndolo como se enfrenta.

En tiempos de globalización las influencias se expanden y lo que en la Cuba oficial se entendía como una “manifestación de protesta” de las “clases oprimidas”, cuando surgió con fuerzas el “Rap” en las entrañas de EUA, ahora, “nacionalizado” por los “pobres” de Cuba, la dictadura quiere satanizarlo, borrarlo, prohibirlo. En el Brasil donde vivo surgió hace unos 10 años una manifestación popular muy parecida al Reguetón, también con influencia del “Rap”, con letras bastante directas y danza gestual provocante y explícita, que muy rápidamente se hizo moda en toda la sociedad brasileña conocido como “Fanky”. Hoy, 10 años después, sin prohibirla, el Fanky es una manifestación musical bailable, restricta a puntos de fiesta de barrios marginales.

El funcionario cubano, dirigente del organismo oficial “encargado” de controlar la música cubana (¡nada tan disparatado!) entrevistado por el periódico Granma dijo que el Reguetón “no había surgido de la política cultural cubana” en el entendimiento lamentable y equivocado de que la cultura popular puede ser controlada por una “política”; peor todavía, política cultural restrictiva como la castrista. La cultura popular nunca es dirigida, brota de las entrañas del grupo social, aunque puede ser inducida por las costumbres (groseras) del contexto, como lo es el Reguetón.

La decisión de Raúl de “enfrentar” una cultura que nació en Cuba, provocada precisamente por la manera que la dirigencia comunista de la isla difundió como válida para darse el certificado de “popular”, usando lenguaje soez, grosero y chabacano, ha sido adoptado por esas mismas “clases populares” como base para su Reguetón. La danza gestual centrada en los genitales, en nada se diferencia de los gestos que los policías de civil hacen contra las Damas de Blanco durante los actos de repudio oficialistas, ni las letras del Reguetón se diferencian de las consignas chabacanas que se profieren contra mujeres opositoras, pacíficas e indefensas.

La llamada “revolución” cubana desde sus inicios, centró su “popularidad” en el lenguaje grosero (recordemos el primer discurso del Fidel Castro en Columbia, al entrar en la Habana, repleto de malas palabras) método que se cultivó con esmero en estos más de medio siglo de chabacanerías, supuestamente para “llegar” a los “desfavorecidos”. Ahí tenemos los resultados.

La cultura musical cubana es creadora fecunda de excelente música popular --comenzando en el Siglo XIX con la contradanza y el danzón, continuando en el Siglo XX con el son, el bolero, la guaracha, la rumba, el mambo, el cha-cha-cha, entre otras manifestaciones de música popular cubana de la primera mitad del siglo pasado-- fue un proceso cercenado por el advenimiento de la imposición comunista castrista y se debate ahora ante la decisión de prohibir la manifestación más emblemática surgida de la cultura inducida por el mismo castrismo, en el entendimiento que “popular” es sinónimo de grosería, chabacanería, gestos y movimientos obscenos.

Con esta decisión, el Reguetón cubano pasa a ser una víctima más de la dictadura castrista y como tal, pasa a engrosar una larga lista de víctimas de la desidia oficial por puro capricho. Llegarán los días –si acaso el castrismo se perpetúa dinásticamente, como pretende-- que los sucesores de Raúl decretarán la “amnistía” para el Reguetón y los reguetoneros y recordarán esta decisión de Raúl como siendo “otro” quinquenio gris para la cultura popular cubana.

La única solución viable para Cuba y los cubanos es la supresión total de la dictadura castrista y sus alabarderos. Es la única solución, no sólo para dejar tranquilos a los reguetoneros y sus seguidores, como para dejar en paz al pueblo de Cuba con su futuro. Este episodio lamentable es una muestra, en el aspecto cultural, de la enorme cicatriz que el castrismo deja enquistada en la sociedad cubana actual, en un área que no es precisamente la más afectada, porque además de distorsionar la cultura popular cubana, el castrismo afectó letalmente la cultura general del pueblo cubano, llevándola al abismo junto con su economía, su convivio social, su política (de ordeno y mando) y sus sistemas de valores morales, hoy casi totalmente destruidos.

Esta nueva escena castrista con el Reguetón es una muestra de lo duro que habrá que trabajar en todos los terrenos cuando finalmente la dictadura castrista deje de existir en la tierra cubana y los reguetoneros, rodeados de una cultura asociada a valores y no a políticos chabacanos comprometidos con lo peor de la isla, continúe su curso lógico de moda pasajera, que lamentablemente, con esta persecución, calará adicionalmente en el seno la cultura popular cubana como toda manifestación injustamente prohibida.

Artículos de este autor pueden ser encontrados en http://www.cubalibredigital.com

 
La muerte amarrada PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 15 de Diciembre de 2012 10:58

Por Raúl Rivero.-

Los cubanos que veían alelados el capitulo de una telenovela brasileña el pasado 8 de diciembre tuvieron que interrumpir el seguimiento de la historia porque un locutor, más serio que una tusa, se asomó a la pantalla y anunció una información en vivo desde Caracas. Y apareció Hugo Chávez con un avance del culebrón de su enfermedad, una superproducción cubano-venezolana llena de intrigas, sobresaltos y secretos.

El novelón comenzó en el verano de 2011 con la primera operación quirúrgica que se le hizo al presidente de Venezuela en un hospital de La Habana. Desde entonces el tema aparece con tonos dramáticos, reaparece con oleadas de optimismo y fe en la recuperación de la salud del dirigente, se pierde en los mundos misteriosos que preparan los equipos de guionistas estatales y se administra a conveniencia para que no baje la tensión.

Los grandes sectores de los habitantes de ese país, en el que las altas esferas solían presentar a Chávez con el rango de otro presidente (como si no bastaran los dos que llevan más de medio siglo) tienen una visión del líder extranjero en la que se mezclan el rechazo y la indiferencia. Si bien es cierto que nadie va a celebrar su muerte con una fiesta, tampoco habrá sesiones tormentosas de llantos y lamentos. Allá adentro hay lutos propios.

Para la gente de la calle y de las bicicletas chinas, el venezolano es un amigo fiel, un cómplice y proveedor del grupo de poder. Un señor que, con el petróleo y otros recursos de su patria, sacó al régimen de la ruina en la que lo dejó el fin del campo socialista. Y lo mantiene a flote. En la Cuba profunda lo único que en realidad preocupa es que cuando se cierre la telenovela se pase de esa pobreza fija sin libertad y sin porvenir que facilita el chavismo a la miseria pura y el hambre que dejó la viudez de los hermanos soviéticos.

La verdad es que quienes le han hecho apuntes al guión en el borde de las hojas clínicas tuvieron tiempo de amarrar bien las cosas, como dicen los viejos cuadros del Partido Comunista. Y en los capítulos que vienen después de su desaparición física, la presencia de Chávez tiene un tiempo de garantía en Cuba y en Venezuela. Está en el libreto escrito para el sucesor Nicolás Maduro, un hombre obediente que usa en Caracas sombrero de guano cuando hay sol en La Habana.

Tomado del DIARIO DE CUBA

 
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