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Artigos: Cuba
Tres lecciones de la lucha venezolana para la oposición cubana PDF Imprimir E-mail
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Miércoles, 06 de Marzo de 2019 09:32

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Por Jorge Hernández Fonseca.- 

Tres lecciones importantes --entre otras-- pueden extraerse como experiencia para la oposición política cubana enfrascada en similar lucha que la del pueblo venezolano por su libertad.


Tres lecciones de la lucha venezolana para la oposición cubana

Jorge Hernández Fonseca

6 Marzo de 2019


La lucha del pueblo venezolano para liberarse del yugo castro-comunista ha tomado el rumbo definitivo de la victoria. La secuencia de acontecimientos que ha llegado hasta hoy encierra lecciones importantes para la lucha del pueblo cubano, por la razón fundamental de ser los castristas los principales asesores políticos de la dictadura venezolana, y los que la dirigen.


Tres lecciones importantes --entre otras-- pueden extraerse como experiencia para la oposición política cubana enfrascada en similar lucha que la del pueblo venezolano por su libertad.


Una primera lección está relacionada con el peso que ha tenido en esta lucha el respaldo internacional para reconocer, apoyar e incentivar a los demócratas venezolanos en su empeño, sobre todo, el apoyo casi total e incondicional que ha brindado Estados Unidos de América. Para la lucha del pueblo cubano esto es muy importante, porque sectores opositores cubanos insisten en guardar distancias del apoyo de EUA, para evitar la inevitable y manida propaganda comunista contra la oposición cubana. Ser apoyado por EUA no significa ser títeres de EUA.


La segunda lección que los cubanos debemos aprender es la importancia del exilio en la lucha por la libertad. Se sabe que la dictadura castrista siempre ha sembrado la cizaña de la división entre “cubanos de dentro y cubanos de fuera”, cizaña que ha sido asimilada en parte por sectores opositores de dentro de la isla. Si en el caso de la Venezuela chavista hay un monolítico apoyo externo, es en buena medida resultado del trabajo del exilio venezolano.


Hay una tercera lección que se aplica al caso cubano, cada vez más clara en el caso venezolano. A pesar de que toda Latinoamérica insiste en descartar una solución militar externa, los cubanos sabemos que Maduro no entregará el poder si no es forzado a hacerlo por la vía de la fuerza. Fidel Castro en vida acunó una frase que es válida también en Venezuela: “lo que obtuvimos por la fuerza, por la fuerza tienen que quitárnoslo”. En Venezuela se trata que la fuerza sea el propio ejército venezolano, pero de no ser posible, será fuerza externa.


Adicionalmente, el apoyo a la lucha actual del pueblo venezolano democrático se debe en buena medida al trabajo de congresistas norteamericanos de origen cubano, como Marco Rubio y Miguel Díaz Balart, entre otros funcionarios cubano-americanos, que han aportado elementos de decisión a la presidencia de los Estados Unidos, conminándola a tomar acciones decisivas en favor de la democracia y la libertad de la Venezuela oprimida y necesitada, incluso de ayuda humanitaria. Los luchadores venezolanos dentro del país, sienten agradecimiento a sus hermanos latinoamericanos en posiciones claves dentro de la administración estadounidense, sin sentirse acomplejados por semejante apoyo, desinteresado y solidario por ser latinos.


En el caso cubano ha habido bastante división por estos tres temas, puestos ahora sobre la mesa de discusiones y resaltados en la lucha del pueblo venezolano. La dictadura de Maduro, al igual que la dictadura castrista, insiste en colocar la dicotomía del contradictorio entre el chavismo y EUA, copiando el esquema castrista, el cual repite que el contradictorio cubano no es entre el pueblo oprimido de la isla y la dictadura opresora, sino entre “La revolución (jinetera) y EUA”. Nadie dentro de Venezuela rechaza el apoyo internacional y mucho menos rechaza la colaboración de Estados Unidos contra Maduro. Los cubanos debemos aprender esa lección.



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Última actualización el Jueves, 14 de Marzo de 2019 12:06
 
Brasil: ¿Por qué no apoya con más fuerza la democratización de Venezuela? PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 04 de Marzo de 2019 05:34

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Por Jorge Hernández Fonseca.- 

Jair Bolsonaro, durante su campaña electoral a la presidencia de Brasil, se mostró mucho más agresivo contra la dictadura venezolana que lo demostrado una vez en el gobierno. Eso tiene una causa, que trataré de exponer en adelante, basado en informaciones directas desde Brasil.


Brasil: ¿Por qué no apoya con más fuerza la democratización de Venezuela?

Jorge Hernández Fonseca

28 de Febrero de 2019

Jair Bolsonaro, durante su campaña electoral a la presidencia de Brasil, se mostró mucho más agresivo contra la dictadura venezolana que lo demostrado una vez en el gobierno. Eso tiene una causa, que trataré de exponer en adelante, basado en informaciones directas desde Brasil.

El gobierno de Bolsonaro tiene una base ideológica fuerte, basada en los preceptos de un filósofo brasileño, Olavo de Carvalho, muy relacionado con tres de los hijos de Bolsonaro, los cuales son políticos recién elegidos a sus cargos de senador, diputado federal y vereador (consejal). Ellos han ejercido fuerte influencia dentro del gobierno, ya que el presidente electo estuvo fuera del comando por razones de salud poco después de la toma de posesión. Esta influencia no ha sido bien vista por el ala militar del gobierno, que es muy fuerte, tiene varios ministros y el propio vice-presidente, lo que ha provocado la división del equipo de gobierno.

Esta división, y errores propios de un partido pequeño, carente de experiencia y recursos, en el seno del cual fue elegido Bolsonaro a la presidencia, cobraron ya la primera gran pérdida al verse Bolsonaro obligado a sustituir de sus cargos a su segundo hombre al mando, su ministro de la presidencia y ex presidente del partido de gobierno. Esta división ha debilitado el inicio del proceso de gobernar, a lo que se suma un delicado proceso judicial en andamiento relacionado con uno de los tres hijos de Bolsonaro. Todo se suma a la falta de personas con experiencia en el comando del país, a los problemas de salud y a la formación de un equipo que nunca antes había trabajado junto. Todo sumado es la causa de que la política exterior se haya descuidado.

Adicionalmente, el nuevo canciller de Brasil, Ernesto Araujo, es de la línea dura contra la dictadura de Venezuela, pero los diplomáticos de su cancillería, celosos por el nombramiento de un canciller “indeseado”, por estar asociado a la filosofía de Olavo de Carvalho, no ven con buenos ojos una probable intervención militar en Venezuela. Además, el vice-presidente y general, Hamilton Mourón, del ala militar del gobierno, ve con sospechas la presencia de una política agresiva contra Venezuela, donde fue agregado militar. Esto ha provocado que, en entrevistas a periodistas extranjeros, el vice-presidente se haya pronunciado para aplicar una línea más pacífica en las relaciones con Venezuela. Así las cosas, no ha habido una política coherente con Venezuela. Resultado, no hubo nadie del gobierno en la frontera con Venezuela el día que se debería haber entrado la ayuda humanitaria, siendo que allí hubo varios muertos.

El problema del presidente Bolsonaro con el proceso no resuelto de su hijo, la ausencia por enfermedad durante un buen tiempo al inicio de su gobierno, el tener que estructurar una filosofía de trabajo en un equipo que no había trabajado junto nunca antes, el rechazo del ala militar al ala de los hijos del presidente (lo cual ha atado las manos del flamante canciller brasileño) y la necesidad de sustituir de inicio al segundo hombre en el comando del gobierno, ha sido motivo más que suficiente para que la importante política de Brasil hacia la Venezuela de Maduro no haya sido suficientemente debatida y aceptada por todos los entes relacionados.

Son estas las complicadas circunstancias con las que hoy Bolsonaro recibe a Juan Guaidó.

Última actualización el Martes, 12 de Marzo de 2019 06:26
 
Los dos príncipes: Jair Bolsonaro y López Obrador PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 02 de Diciembre de 2018 02:47

 

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Por Jorge Hernández Fonseca.- 

Al final de período de cuatro años podremos comparar el estado socio económico de México y Brasil para hacer un juicio de valor respecto a los gobiernos de izquierda y derecha. Con independencia de lo que ocurra con los regímenes izquierdistas ya existentes, la competencia entre el México de AMLO y el Brasil de Jair Bolsonaro emergerá como una demostración respecto a cuál de los sistemas político-económico más se aviene al objetivo de desarrollo para Nuestra América.


Los dos príncipes: Jair Bolsonaro y López Obrador

Jorge Hernández Fonseca

1 de Diciembre de 2018

En épocas de derrotas socialistas a lo largo y ancho de Nuestra América, surge una victoria electoral inobjetable de la izquierda en México: el triunfo y la toma de posesión como presidente de ese país, de Andrés Manuel López Obrador, AMLO, que anuncia un “cambio de régimen” desde el viejo y esperpéntico capitalismo mexicano, hacia el socialismo de su partido MORENA. Algo así ya lo habíamos visto en la Venezuela de Hugo Chávez, en el Brasil de Lula da Silva y en la Nicaragua de Daniel Ortega, para no hablar de la decrépita dictadura de los Castro.


Dentro de un mes exactamente toma posesión en Brasil Jair Bolsonaro, impulsado por otra inobjetable victoria electoral, en este caso contra la izquierda local, el cual anuncia un gobierno “de derechas”, liberal capitalista en la economía y conservador en el aspecto de la cultura y los valores de la sociedad brasileña. Este contraste servirá como “experimento” socio-político-económico, para definir --sino científicamente, al menos en igualdad de condiciones-- cual de ambos lados del espectro político tiene mejores resultados globales: la derecha o la izquierda.


No soy neutral en esta competencia, apuesto a mi “caballo ganador”: Jair Bolsonaro. En su discurso de toma de posesión, AMLO ya preanunció el inicio del desastre populista de izquierda que tomará cuenta de México por desgracia los próximos seis años. Aumentos de los valores que se usarán en el sistema de retiro de los mexicanos, y otros gastos “sociales”, sin decirnos de donde salen los recursos financieros para esos gastos, fuera de lo que la izquierda denomina como “justicia social”. No es que no haya injusticias, es que los gastos no pueden ser mayores que los ingresos. Ese desbalance es el origen inequívoco del desastre económico.


No importa que México exhiba de entrada una sociedad bien afinada económicamente con el país más poderoso del Mundo, los EUA. Acaba de firmarse en Buenos Aires la continuación del NAFTA, una sociedad México-Canadá-EUA en el área económica. Brasil por su parte inicia desde cero la posibilidad de una alianza política con los EUA, que hasta el presente no tiene visos de alianza económica, pero si tiene prenuncios de una fuerte alianza política y “militar”.


Adicionalmente, ya AMLO comenzó a enseñar las uñas. Seguramente dará apoyo a Maduro en Venezuela, a Ortega en Nicaragua y a Raúl Castro en Cuba, mientras que por otro lado se consolida la alianza EUA-Brasil-Colombia, que finalmente extirpará parcialmente el cáncer dictatorial en Latinoamérica. En ese sentido, México, fuera del apoyo político en organizaciones internacionales, podrá hacer muy poco para preservar lo más rancio de los regímenes de izquierda latinoamericana. Lo que todavía no queda claro es la solución de la dictadura cubana.


El período presidencial en México es de seis años, en Brasil es de cuatro años. Al final de período de cuatro años podremos comparar el estado socio económico de México y Brasil para hacer un juicio de valor respecto a los gobiernos de izquierda y derecha. Con independencia de lo que ocurra con los regímenes izquierdistas ya existentes, la competencia entre el México de AMLO y el Brasil de Jair Bolsonaro emergerá como una demostración respecto a cuál de los sistemas político-económico más se aviene al objetivo de desarrollo para Nuestra América.


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Última actualización el Sábado, 08 de Diciembre de 2018 02:14
 
La victoria de Bolsonaro en Brasil es mucho más que la derrota de la izquierda política PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 28 de Octubre de 2018 16:07

 

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Por Jorge Hernández Fonseca.- 

Bolsonaro ha derrotado en Brasil no sólo a la nefasta política cleptómana del mayor partido marxista de América Latina, sino también, y sobre todo, al marxismo 2.0 que le era adyacente, con la defensa que quiso imponer de lo "politicamente correcto".


La victoria de Bolsonaro en Brasil es mucho más que la derrota de la izquierda política

Jorge Hernández Fonseca

28 de Octubre de 2018

La sociedad occidental actual está sólidamente marcada por la derrota política del marxismo en el terreno político, tan fuertemente como por la bien sucedida influencia del marxismo en la ideología social --el “marxismo cultural”-- llamado aquí marxismo 2.0. Esta ideología fue desarrollada por los pensadores de la “Escuela de Frankfurt”, sumando los trabajos del italiano Antonio Gramsci. El marxismo 2.0 propugna penetrar la civilización occidental cuestionando sus bases religiosas, filosóficas y culturales, para debilitarla, con vistas a --ya que fueron derrotados en el campo político-- subvertir sus valores básicos y así asestarle una derrota revanchista.


Bolsonaro ha derrotado en Brasil no sólo a la nefasta política cleptómana del mayor partido marxista de América Latina, sino también, y sobre todo, al marxismo 2.0 que le era adyacente, con la defensa que quiso imponer con la llamada “ideología de género”, el matrimonio homosexual, los dogmas sobre el “medio ambiente”, la lucha de la mujer contra el hombre, entre otras causas propias de las minorías que la defienden, que si bien juegan un papel importante dentro de la cultura occidental, no dejan de ser minorías que quieren imponer sus puntos de vista a los sectores mayoritarios. En síntesis, imponer lo “políticamente correcto”.


Muchos más que su programa político, Bolsonaro ha sabido hacer una lucha frontal --y hasta irreverente-- contra lo llamado “políticamente correcto”, que es la manera en que el marxismo 2.0 se ha impuesto en nuestra cultura occidental para apoderarse de “la” verdad, imponiendo lo que sería la visión “correcta” (se le agrega lo de políticamente, para defender la izquierda política que lo sustenta desde su base marxista) de manera a dominar desde la cultura y la filosofía social, lo que no pudieron en el aspecto político, en el que fueron derrotados.


Si el marxismo desde el poder --detentado en decenas de países durante decenas de años-- no consiguió generar desarrollo económico y por tanto sólo consiguió retraso en las sociedades donde fue implantado, el actual marxismo 2.0, con su impronta cultural anti-ética, con su filosofía relativista y cuestionadora de nuestras bases cristianas, mucho menos conseguirá hacer triunfar semejante filosofía del ateísmo, el relativismo moral y la imposición dogmática de principios que afrontan la exitosa sociedad occidental, incubada en largos siglos de desarrollo.


Pocos en Brasil saben del programa político que Bolsonaro aplicará, lo que si saben muy bien cuál es su filosofía social, de corte netamente occidental: la sociedad debe incentivar un espíritu religioso sobre la filosofía relativista despojada de espiritualidad; el estado tiene que apoyar a las víctimas, no a los delincuentes, como lo hace la izquierda local; el estado tiene que proteger la familia, no su destrucción, como incentiva la izquierda; el estado tiene que incentivar la disciplina individual, no el desorden, invasiones de tierras y edificios, que propugna la izquierda brasileña; condenar fuertemente el estupro, el robo, el latrocinio y otras manifestaciones de las cuales la izquierda brasileña ha sido más que connivente, cómplice en muchos de los casos.


Así, la victoria de Donald Trump en Estados Unidos es algo más que la victoria de un conservador contra un “progresista”; el triunfo del Guiseppe Conte en Italia es más que el retorno de la derecha al gobierno; el acceso al poder de Mateusz Morawiecki en Polonia es mucho más que la reacción derechista de los polacos; la victoria del llamado BREXIT en Inglaterra, es bastante más que el triunfo del aislacionismo derechista de los ingleses, y así un largo y extenso etcétera, que significa el retroceso del marxismo 2.0 en nuestras sociedades.


De manera que, el triunfo de Bolsonaro en Brasil no es la victoria de un “ultraderechista”, como lo califica la izquierda derrotada. Es el triunfo de la sociedad occidental contra el retroceso revanchista que significa la filosofía de lo “políticamente correcto” sobre nuestros preceptos éticos y morales, procedentes de la fe cristiana y de la filosofía greco romana que nos ha hecho grandes, no sólo en la economía --que los marxistas cuestionaron equivocadamente-- sino también en el terreno de los conceptos filosóficos, éticos y morales que nos han hecho grandes.


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Última actualización el Miércoles, 21 de Noviembre de 2018 12:24
 
Médicos cubanos en Brasil: Esclavos de Bata Blanca PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Jueves, 15 de Noviembre de 2018 05:25

Por Jorge Hernández Fonseca.-

Cuando la prensa brasileña habla de “médicos cubanos contratados en régimen de esclavitud” no están hablando de “propaganda anti-cubana”, como lo caracteriza el castrismo internacional, ni siquiera de figuras literarias del Siglo XIX ya desaparecidas, sino de la caracterización real de lo que el contrato formal de trabajo a que son sometidos los médicos cubanos en las eufemísticamente llamadas (por la isla) “misiones internacionalistas”.


Médicos cubanos: Esclavos de Bata Blanca

Jorge Hernández Fonseca

23 de Agosto de 2013

Brasil, igual que Cuba, ya tuvo un sistema de producción rural basado en la esclavitud --básicamente de negros-- literalmente cazados en África como animales y traídos a América para largas horas de trabajo obligado en el campo. Cuba por su parte fue un país en el qué, producto de sus guerras de independencia, el negro esclavo asumió en su momento un papel ciudadano sumándose como soldado --y a veces como jefe-- a las tropas independentistas cubanas.

De esa manera, el negro cubano se igualó al blanco en coraje y sacrificio de guerra. Muchos negros comandaron las tropas cubanas en sus esfuerzos bélicos, siendo su general más insigne el general Antonio Maceo, un negro en toda la línea. Así, los negros cubanos surgieron de la guerra contra España igualándose socialmente al resto de la población blanca, aunque subsistió --y todavía subsiste en Cuba-- cierto grado de discriminación por el color de la piel.

Como Brasil no tuvo la experiencia de guerra por su independencia, sus negros esclavos ganaron la libertad de manera burocrática y formal. No existen héroes negros en el gigante sudamericano, como sí existen muchos en Cuba. Parcialmente por eso, la discriminación en Brasil con sus antiguos esclavos, además de racial, es de tipo social.

La producción esclavista era mayoritariamente rural, por lo que mucho después de la proclamación de la libertad para todos los esclavos en Brasil, una gran mayoría de ellos continuaron viviendo en sus barracones tradicionales y continuaron trabajando para sus antiguos amos de una manera muy similar a como lo hacían cuando eran esclavos.

En las grandes haciendas brasileñas la costumbre traspasó el siglo XIX y entró en el siglo XX con un sistema de relaciones en el campo muy similar a la esclavitud. De hecho, en las zonas rurales del Brasil profundo actual, subsisten hasta hoy formas de producción agrícola de tipo esclavista, contra lo cual todavía se lucha en ese enorme país.

Debido a lo anterior, aparecen continuamente en la prensa del coloso  sudamericano noticias de “liberación de trabajadores agrícolas sometidos a régimen de esclavitud” en algunas de las grandes haciendas del norte amazónico del país donde hoy se desbrava todavía la selva virgen en lugares apartados.

En función de lo anterior, para la opinión pública brasileña la esclavitud no es un cuadro del siglo XIX que nos llega como un recuerdo lejano de injusticias de época asociados únicamente al color de la piel, o trabajando solamente en labores agrícolas. Es un cuadro contemporáneo de la explotación que todavía se hace con personas humildes, analfabetas, en busca de un trabajo donde ganar el pan de cada día, que caen en trampas preparadas al efecto.

Esta realidad brasileña ha hecho que jurídicamente se haya caracterizado lo que se denomina en lenguaje del derecho civil como “trabajo esclavo”. No es un recuerdo lejano de lo que ocurrió con los africanos en los siglos XVIII y XIX, sino, una figura jurídica real y actual, que se ejecuta contra personas desposeídas que recurren a mayorales desalmados, los cuales brindan hospedaje y alimentación, a cambio del trabajo de largas horas en los campos del Amazonas brasileño, o en las calurosas factorías de San Pablo, fundamentalmente con inmigrantes indocumentados, sin esperanzas.

De manera que, cuando la prensa brasileña habla de “médicos cubanos contratados en régimen de esclavitud” no están hablando de “propaganda anti-cubana”, como lo caracteriza el castrismo internacional, ni siquiera de figuras literarias del Siglo XIX ya desaparecidas, sino de la caracterización real de lo que el contrato formal de trabajo a que son sometidos los médicos cubanos en las eufemísticamente llamadas (por la isla) “misiones internacionalistas”. Eso mismo, en el Brasil del Siglo XXI es esclavitud, caracterizado como una figura jurídica penalizada.

¿Cuáles son las características del trabajo esclavo para la legislación actual de Brasil? En principio, el artículo 149 del Código Penal brasileño caracteriza el "trabajo esclavo" y coloca como características principales el “someter a la persona a un trabajo obligado, en jornadas exhaustivas, con remuneración incomparablemente menor que la labor realizada, basado en deudas contraídas con el patrón”, colocando como definitorio el hecho de que “a las personas les está prohibido dislocarse del sitio o lugar de trabajo”. Cualquier perecido con el régimen de los médicos cubanos en el exterior, no es pura coincidencia. Hacen trabajo esclavo.

Probablemente en Venezuela, donde hubo y todavía hay muchos médicos cubanos trabajando como esclavos, no existan los antecedentes de Brasil y en ese país no haya una caracterización legal para el trabajo esclavo, por lo que la población venezolana no se pronunció en ese sentido, al menos de la manera masiva como lo está haciendo la sociedad brasileña actualmente con los “esclavos de bata blanca” que Brasil quiere importar de Cuba por razones ideológicas, para subsidiar a la dictadura castrista por el envío de sus esclavos de bata blanca.

Así las cosas, la sociedad brasileña ya han comenzado acciones en el sentido de denunciar ante los tribunales el contrato de trabajo esclavo que el gobierno federal quiere llevar a delante con los médicos cubanos, de manera que no sería muy descabellado que la justicia (en Brasil es independiente del gobierno) declare nulo e ilegal el contrato firmado con Cuba para esclavizar médicos cubanos.

De manera que calificar como trabajo esclavo lo que hacen los médicos cubanos en sus “misiones” no es pura propaganda política contraria a la dictadura castrista, sino simple caracterización de sus procedimientos contra los médicos cubanos, en su afán de “vender mano de obra barata”.

La dictadura cubana justifica el régimen de esclavitud a que somete a su pueblo argumentando que los médicos cubanos han sido formados en universidades financiadas por el estado socialista y que por tanto, el diploma de médico se lo deben parcialmente al gobierno comunista.

Esta justificativa en Brasil vuelve a chocar contra la realidad del país sudamericano, donde la casi totalidad de los médicos formados estudiaron en universidades públicas --y en algunos casos en centros privados-- estudios que son financiados --en ambos tipos de universidades-- por el estado democrático (en universidades privadas hay becas que pagan las mensualidades para estudiantes carentes) que lógicamente no les reclaman nada a cambio al terminar sus estudios, porque la educación se reconoce como un derecho y no como una dádiva que el gobierno les ofrece, en función de que el financiamiento que hace el estado brasileño con la educación, pública o privada, sale de los impuestos que todo el pueblo paga.

Con los médicos cubanos el razonamiento debe ser similar. El financiamiento de los estudios de medicina en Cuba no se hace con el dinero del partido comunista, ni de la familia Castro Ruz, sale de la diferencia entre el salario de 4 mil dólares mensuales que pagará Brasil a cada médico (y que es lo mínimo que debería pagarse a los médicos en Cuba, o cualquier otro lugar del mundo) y los miserables 30 dólares mensuales que el castrismo les paga en la isla.

Se comprueba con esta paradoja que no solamente en Brasil los médicos cubanos trabajarían en régimen de esclavitud, sino que en Cuba lo que hace la dictadura es someternos a un régimen esclavista, sin ninguna base financiera, legal y mucho menos moral. Este razonamiento es válido para el resto de los profesionales cubanos y puede extenderse a toda la sociedad de la Cuba de hoy.


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Última actualización el Miercoles, 14 de Noviembre de 2018 21:25

Última actualización el Miércoles, 21 de Noviembre de 2018 00:25
 
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