La policía había informado a los manifestantes que debían retirarse a las seis de la tarde del jueves. Unas 300 personas están acampadas frente a la catedral de San Pablo

Los indignados de San Pablo, en Londres, desafiaron la orden de desalojo de la Corporación de Londres con un "grito de silencio".

Dieron la seis de la tarde en el campanario pero la policía no tomó ninguna represalia y vigiló muy de lejos a los más de 300 manifestantes, entre los que hubo activistas, políticos locales y religiosos que acudieron a solidarizarse con los ocupantes ante la amenaza de desalojo inminente.

"Después de todo lo conseguido, no podemos volver a cerrar los ojos", declaró micrófono en mano la española Laura Martín, que invocó el espíritu de Sol en la hora límite. "La gente está de nuestro lado y tenemos que seguir plantando cara al poder hasta que nuestro mensaje consiga resultados".

Laura, 29 años, seis de ellos en Inglaterra, viene hacer un recorrido por los campamentos erigidos en Bristol, Leeds y Nottingham y no termina de creer las dimensiones de las protestas en el Reino Unido.

"Han tardado en organizarse y comenzaron con una motivación distinta al 15-M, dirigidas sobre todo contra la banca. Pero el paro juvenil empieza a ser también muy grande aquí, y aunque la situación no se puede comparar aún con la de España, todo parece indicar que se vienen los mismos problemas. Y el mensaje de fondo acaba siendo el mismo: necesitamos una democracia real ya".

"Seguimos aquí, la misma ocupación", señaló Mark Weaver, una vez superada la hora que había sido fijada como el plazo para desalojar. "Aunque tenemos que ser más cautos que nunca: a partir de ahora pueden aprovechar cualquier incidente para intentarnos desalojar. Tal vez lo intenten a traición, como han hecho en Nueva York. Pero estamos preparados para resistir pacíficamente y aguantar aquí todo el invierno si hacer falta".

Rechazaron una "generosa oferta"

Cumplida la hora límite, la Corporación de la Ciudad de Londres siguió adelante con su estrategia legal. "Rechazaron una generosa oferta para permanecer en el lugar hasta el año nuevo y no hemos tenido más remedio que recurrir a los tribunales", declaró el miércoles Stuart Fraser, portavoz del ente que vela por la imagen de la ciudad.

La Iglesia Anglicana vuelve a verse entre tanto entre la espada y la pared, temiendo que las escalinatas de San Pablo puedan convertirse en cualquier momento en escenario de una batalla callejera como la que se ha vivido en las calles de Nueva York.