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Desaparición del Ministerio del Azúcar PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 02 de Octubre de 2011 21:36

Por Jorge Hernánde Fonseca

El sistema socialista es un régimen que sirve para distribuir lo que otros crearon. Para impulsar nuevos mecanismos de crear bienes y servicios, simplemente no tiene ninguna receta, ni escrita por los “clásicos” que lo 'inventaron' (el socialismo no es natural, es un ‘invento’ elaborado en una hoja de papel en unos casos, o en una tribuna acalorada de un mitin político, en otros), ni por los ‘benefactores’ que lo implantaron erigiéndose --eso sí-- en dictadores absolutos.

 

Desaparición del Ministerio del Azúcar: El primer paso de la “piñata” castrista

Jorge Hernández Fonseca

 

2 de Octubre de 2011

 

El sistema socialista es un régimen que sirve para distribuir lo que otros crearon. Para impulsar nuevos mecanismos de crear bienes y servicios, simplemente no tiene ninguna receta, ni escrita por los “clásicos” que lo 'inventaron' (el socialismo no es natural, es un ‘invento’ elaborado en una hoja de papel en unos casos, o en una tribuna acalorada de un mitin político, en otros), ni por los ‘benefactores’ que lo implantaron erigiéndose --eso sí-- en dictadores absolutos.

 

La destrucción (destructiva, no creativa) de la industria azucarera cubana es un ejemplo paradigmático del anterior enunciado. Mientras duró el período de ‘herencia’ de la industria azucarera confiscada por el castrismo socialista a los “capitalistas explotadores”, todo andaba bien. Cuando comenzó el camino en solitario del socialismo tropical administrando la industria azucarera, contó, en una buena parte del camino con “la ayuda desinteresada” de la Unión Soviética que asumió el suministro (gratis) de máquinas, equipamientos y repuestos.

 

Pero cuando por efecto del fracaso del comunismo en la Unión Soviética se cortaron los suministros (gratis) de máquinas y repuestos para la industria azucarera, Fidel Castro decidió cerrarla aduciendo que era una industria “explotadora” y “sucia”. Había llegado el momento de trabajar (cosa que en el socialismo todavía no se ha definido como se hace) para poder explotar un recurso económico natural cubano, sobre el cual tenemos más de 200 años de experiencia.

 

Los argumentos plañideros del dictador cubano para cerrar la industria azucarera no pasan de pretextos justificativos, verdaderos atestados de incompetencia, típica del castrismo. En Brasil, país en el que vivo mi exilio, la industria azucarera es ejemplo de industria moderna, pujante y creadora. Brasil produce una mezcla de, por un lado etanol (alcohol etílico combustible) con el 52% del total de su caña molida y por otro lado azúcar, con el 48% de la caña a ser molida, que en el caso de este año 2011, procesará en torno de 500 millones de toneladas de caña.

 

Con el etanol, Brasil mueve un parque de autos de paseo de más de 65 millones de vehículos, que básicamente utilizan una mezcla de gasolina con un 25% de etanol en unos casos, o etanol puro, en otros, absorbiendo, en la pasada zafra 2010-2011, los 27.6 mil millones de litros de etanol producidos por la industria brasileña. Adicionalmente, con el 48% de la caña disponible en la zafra 2011-2012, Brasil producirá más de 30 millones de toneladas de azúcar.

 

Con una estrategia similar a la brasileña, la Cuba que daba importancia a la industria azucarera --antes de los hermanos Castro haber decretado la muerte de la misma-- hubiera podido producir algo como dos mil millones de litros de etanol (facturando entre 2 y 2.5 mil millones de dólares); adicionalmente podría producir entre 3 y 4 millones de toneladas de azúcar, facturando entre 1300 y 1800 millones de dólares, haciendo un gran total de 4 mil millones de dólares, que en el caso de la industria azucarera, permearía cientos de miles de puestos de trabajo (agrícolas, industriales, comercio e industrias conexas, como industria mecánica, derivados de la caña, gasolineras, entre otros) con empleo y renta bien remunerada en dólares, ahorrado además dos mil millones de litros de gasolina importada, o su petróleo equivalente.

 

Es evidente que un plan de este tipo --totalmente factible para la Cuba del futuro-- no puede ser implementado por el socialismo castrista. La solución de convertir el Ministerio del Azúcar en una empresa es el inicio de la “piñata castrista”, repartiéndose los elementos claves de la economía del país. Será nombrado para adueñarse de este nueva empresa (como ya se hizo en Rusia) alguien de la familia Castro, o algún militar del grupo cercano a Raúl, que con apoyo brasileño, invierta capital y se repartan ese preciado y estratégico sector productivo cubano.

 

Es importante destacar que los planes de la dictadura pasan por la explotación del petróleo de la costa norte de la isla, que próximamente comenzará a dar resultados. Fuera del petróleo (que está por verse) uno de los pocos recursos económicos que genera empleo y renda en dólares convertibles es la industria azucarera (el turismo y la explotación del níquel, son otros sectores que los generales de Raúl desgajarán del ‘estado’ para convertirlos en empresas de la piñata en andamiento) con precios del azúcar muy por encima de los 20 centavos de dólar por libra y del litro de etanol aproximadamente a 1.50 dólares por litro, según los precios actuales del mercado, con tendencia creciente cuando el mundo consiga salir de la crisis.

 

La dictadura cubana insistió para que la actual presidenta brasileña, Dilma Rousseff, visitara Cuba de regreso de Nueva York, donde abrió las sesiones de la Asamblea General de la ONU. La visita no se materializó, por lo que el Canciller cubano Bruno Rodríguez se apresuró a visitar Brasil, que ha invertido fuertemente en la modernización del puerto de Mariel y probablemente entre con su fuerza técnica y especializada en el negocio de la industria azucarera cubana, ahora que ya oficialmente el gobierno ha dicho que no tiene “interés estatal” en esta industria.

 

Parece claro que la dictadura ha recibido ofertas (de Brasil y de otros capitalistas extranjeros) interesados en explotar la industria azucarera cubana por su cercanía a los Estados Unidos, y el primer paso es eliminar el ministerio del azúcar para convertirlo en una “simple” empresa (dirigida por alguien da la familia), esperando que el dictador mayor muera (como ya Fidel había dicho que “el azúcar” no servía y que no se podía convertir el azúcar en etanol, los generales de Raúl tienen que esperar la muerte del dictador para volver a reactivarla). De manera que, junto con el petróleo (que también es dirigido por la familia) se constituirán en los dos grandes negocios (el etanol de la caña de azúcar es petróleo equivalente) de la “apertura raulista”.

 

Con este paso los generales de Raúl garantizan estar al frente de la ‘piñata’ que sobrevendrá al desastre definitivo del régimen, si es que las fuerzas opositoras no consiguen imponerse a la línea negociadora que cada vez surge con más fuerzas como solución del problema cubano. En la potencial solución negociada para el futuro de Cuba, los generales de Raúl se quedarían (como sucedió en Rusia) con todo el poder económico y una buena parte del poder político, además del poder militar y el poder represivo, ofreciéndole a la oposición las elecciones “libres” que tanto anhela, en un país atado por acuerdos con la España explotadora de siempre y con un EUA proclive a lograr una negociación que termine 52 años de diferencias, a cualquier costo.

 

Por desgracia y sin haber salido todavía de la pesadilla castrista, ya se escucha nítidamente en el horizonte futuro de la patria amañada que el castrismo fragua, --de nuevo-- el sonido estridente del corneta de las generaciones futuras convocando a una nueva lucha, en el bregar interminable de la sufrida Nación cubana por legar a sus hijos finalmente ¡un país decente!

 

 

Artículos de este autor pueden ser consultados en http://www.cubalibredigital.com

 

 

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