“Para la Iglesia, como entidad, la negociación ha sido un gran triunfo”, dijo a El Nuevo Herald el sicólogo y periodista independiente Guillermo Fariñas, ganador del Premio Sajarov 2010. “Pero entre la oposición pacífica creemos que fue un error que no se demandara nuestra presencia. Este es el paso a seguir”.

Juan Carlos Chávez

Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla

El pasado año, la ola mundial de repulsa contra Castro por la muerte del prisionero político Orlando Zapata Tamayo, así como la subsiguiente huelga de hambre de Fariñas, que también fue seguida día a día por la opinión pública internacional, obligó a las autoridades cubanas a iniciar un proceso de excarcelación con la mediación del Arzobispo de La Habana, Jaime Ortega Alamino, y el gobierno español. Fueron liberados unos 130 prisioneros, entre ellos 52 opositores y periodistas independientes de la llamada Causa de los 75. La mayoría salió directamente de la cárcel hacia el aeropuerto, rumbo a España.

Fariñas declaró que el papel de la Iglesia se manejó sobre la base de no perder “lo que ha ido ganando en estos años”. Esta posición, explicó, resulta ambivalente.

“Ahora considero que la principal obligación que tiene la Iglesia es determinar si está con las víctimas o con el interés político de los victimarios”, puntualizó.

En agosto, más de un centenar de disidentes enviaron una carta abierta al Papa Benedicto XVI para protestar en duros términos por el papel de la jerarquía de la Iglesia Católica. Los disidentes argumentaron que la solución del destierro beneficia únicamente a la dictadura. Entre los firmantes se contaban conocidas figuras de la disidencia como Vladimiro Roca, Jorge Luis García “Antúnez”, y Martha Beatriz Roque.

El portavoz del arzobispado, Orlando Márquez, emitió entonces un comunicado en el que decía que el contenido de la carta era “ofensivo”. El jueves, Márquez manifestó que la Iglesia espera que el diálogo con Castro alcance otros temas y genere nuevos frutos de común acuerdo.

Según Roque, para hablar de soluciones y diálogos debe convocarse a la oposición interna.

“Habría que preguntarse si esta salida forzada de prisioneros políticos y otros ha sido una solución”, añadió Roque. “Además si quisieran resolverse los problemas de la nación cubana habría que permitirse libertades que están siendo negadas”.

Héctor Palacios, líder de la agrupación opositora Unidad Liberal de la República de Cuba, consideró que la intervención de Ortega ha sido positiva, aunque reclamó a éste que actuara con más determinación.

“Los destierros forzados son injustos”, dijo Palacios. “Por eso si en el futuro hay nuevas excarcelaciones, la Iglesia tiene que precisar más ese problema”.

Berta Soler, vocera de las Damas de Blanco, calificó el papel de la Iglesia como saludable y beneficioso.

“Nosotras no criticamos a la Iglesia porque su papel ha sido bueno”, agregó Soler. “Es el interlocutor que ayuda a muchos hombres injustamente encarcelados”.

El ex preso político Regis Iglesias Ramírez, condenado en la isla a 20 años de prisión y exiliado en Madrid desde agosto, comentó que el balance de la mediación deja muchas interrogantes.

“Ha tenido cosas positivas, pero fundamentalmente no ha sido un proceso justo ni provechoso porque hace falta un diálogo nacional”, precisó Iglesias. “Todos los excarcelados seguimos en riesgo ya que no hemos sido exonerados de las imputaciones del gobierno cubano”.