El Congreso de los Diputados (la cámara baja del Parlamento español) celebrará mañana domingo por primera vez el día de homenaje a las víctimas del terrorismo, un acto que coincide con el 50 aniversario del primer asesinato atribuido a ETA.

Ese primer asesinato fue la muerte de la niña Begoña Urroz, fallecida en la estación del barrio de Amara, en San Sebastián (País Vasco, norte) el 27 de junio de 1960.

En los 50 años transcurridos desde entonces, la organización terrorista, que busca por las armas la independencia del País Vasco, ha asesinado a más de 850 personas.

Su última víctima fue el policía francés Jean-Serge Nerin, muerto en un tiroteo con miembros de la banda el pasado 16 de marzo.

“Antes las víctimas eran molestas, tenían que estar casi avergonzándose y escondidas”, lamentó en declaraciones a Efe la presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, Ángeles Pedraza, que recuerda la dureza de los llamados “años de plomo”, con atentados mortales prácticamente todas las semanas.

El año 1980 fue especialmente sangriento, con 98 asesinatos de ETA, escalada terrorista que se mantuvo con altibajos durante la siguiente década hasta 1991, en el que la banda acabó con la vida de 45 personas.

Desde entonces, las estadísticas muestran una línea descendente, con tres años sin asesinatos -1999, 2004 y 2005-, seguidos de una época muy dura para la banda, con detenciones sucesivas y una actividad terrorista en declive aunque con capacidad para causar “mucho dolor”, según recuerda con frecuencia el ministro español del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.

Según el libro “Vidas Rotas”, de Marcos García Rey, Florencio Domínguez y Rogelio Alonso, no existe un perfil de la víctima de ETA, ya que la banda, a lo largo de su historia, ha asesinado a personas de toda edad y condición.

Un total de 361 personas asesinadas por ETA eran civiles, de ellas 21 menores de edad.

Otras 209 pertenecían a la Guardia Civil, 149 eran de la Policía Nacional, y 82 de las Fuerzas Armadas.

Vía EFE