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Jueves, 01 de Enero de 2015 14:47

El Diferendo Cuba-EUA y El Problema Cubano.

Existe una confusión --generalizada entre los observadores no cubanos-- de la especial situación que se ha generado a partir del acercamiento entre EUA y Cuba. Se trata de la mezcla que se hace entre el llamado “problema cubano” y el tradicional “diferendo Cuba-EUA” que rebasa el medio siglo de existencia.

 

El Diferendo Cuba-EUA y El Problema Cubano

Jorge Hernández Fonseca

23 Diciembre de 2014

Existe una confusión --generalizada entre los observadores no cubanos-- de la especial situación que se ha generado a partir del acercamiento entre Estados Unidos y Cuba. Se trata de la mezcla que se hace entre el llamado “problema cubano” y el tradicional “diferendo que existe entre Estados Unidos y Cuba” que rebasa el medio siglo de existencia. Ambos asuntos lógicamente que están relacionados, pero son de naturaleza y esencia totalmente diferentes.

“El problema cubano” es el nombre genérico de la especial situación por la que atraviesa la isla desde que Fidel Castro tomó el poder “por la fuerza” (como a él mismo le gusta decir) hace hoy casi 56 años. Este “problema”, para los simpatizantes de la dictadura cubana --en general personas de izquierda-- es algo “positivo y casi providencial”, mientras que para la gran mayoría del pueblo de la isla --y para más del 20% de la población cubana obligada a exiliarse-- (o “emigrar”, como la dictadura le llama) es una situación deplorable que ha destruido al país”.

“El diferendo entre Cuba y los Estados Unidos” por su parte, es el complejo de relaciones deterioradas entre ambos países --también desde que Fidel Castro tomó el poder en Cuba-- a partir de su filosofía anti-norteamericana manifestada por escrito por el líder cubano incluso antes de arribar al gobierno y que provocaron los hechos que llevaron al rompimiento de relaciones diplomáticas, en parte por la confiscación sin compensaciones de las propiedades y negocios de ciudadanos de EUA en la isla (razón que también provocó el embargo) y en parte por el apoyo de EUA a la oposición cubana en sus intentos de derribar el gobierno por la vía beligerante, durante la guerra civil de las dos primeras décadas del gobierno comunista cubano.

Se puede decir entonces que el “diferendo entre Cuba y EUA” es uno de los resultados más conocidos del “problema cubano”, pero no es el único y ni siquiera es el más importante, aunque se le considere la arista más conocida, sobre todo internacionalmente. Siendo “el problema cubano” el causante real del “diferendo Cuba-EUA”, tiene cierta lógica relacionar la solución del diferendo entre ambos países con la solución del problema que le dio origen y esa es la clave de las inferencias equivocadas que se hacen sobre el tema de este análisis.

El “problema cubano” ha traído un sinfín de consecuencias fuera del “diferendo Cuba-EUA”. El castrismo es sobre todo la implantación de una dictadura totalitaria contra la sociedad cubana de la isla; es la estatización forzosa de todos los negocios dentro de Cuba sin mirar su nacionalidad (no sólo los norteamericanos han sido confiscados, a los cubanos, españoles, y en general, todo empresario dentro de la isla ha sido violentado económicamente; es también la interferencia política y militar en los países latinoamericanos, a los cuales Cuba envió guerrillas a imponer una guerra de conquista, para someterlos a un régimen comunista como el de la isla.

Como se deduce de lo anterior, el tema que ha afectado a los cubanos, a los estadounidenses y a todos los latinoamericanos no es el “diferendo Cuba EUA” sino el “problema cubano”, la “gran madre” de los problemas que todavía afecta a Latinoamérica en general y a los Estados Unidos en particular. Como que EUA --por su poder mundial en todos los órdenes-- había impuesto sanciones políticas y económicas a la dictadura cubana (como reacción a las confiscaciones de parte del régimen castrista) en la población de la isla había la esperanza de que, cuando EUA decidiera negociar con la dictadura las diferencias entre ambos países, incluyeran en sus negociaciones elementos que facilitaran también la solución del “problema cubano” en la certeza de beneficiar también sus propios intereses, al ayudar a resolver una problemática que ha dejado sentirse dentro de EUA y de Latinoamérica de forma negativa.

Hay que reconocer que es prerrogativa de cada país velar por sus intereses, por encima de los intereses foráneos, sobre lo cual no tenemos ninguna duda. Sin embargo, para muchos la continuación del “problema cubano”, reforzado por las grandes ventajas que sin dudas obtiene la dictadura como resultado de las negociaciones entre Raúl y Obama, redunda en una desventaja para los propios intereses norteamericanos dentro de su país, así como en el resto de Latinoamérica, donde la influencia de la dictadura castrista se hace sentir con mucha fuerza.

Es verdad que la negociación conducida por el equipo de Obama --según se ha dicho-- vio en este camino la forma de poder “entrar” en la isla, con vistas a influir de manera cercana y determinante en los acontecimientos que están por venir, relacionados al relevo generacional que está próximo a darse dentro de Cuba. También es verdad que un grupo grande de hombres de negocios cubanos y cubano-americanos ha estado propugnando una solución de este tipo, en la seguridad que la influencia que esos empresarios (exiliados cubanos) será decisiva ante los futuros dirigentes de la isla en la transición que se avecina, a la muerte de los Castro.

No cabe dudas tampoco que la “movida” que se promueve dentro de la isla con este cambio sustancial en las relaciones Cuba-EUA reserva las sorpresas propias del final de este sonado fracaso en los órdenes económicos (la sociedad socialista cubana no produce, es parásita por naturaleza), políticos (una larga y cruel dictadura totalitaria de más de medio siglo), social (más del 20% de la población cubana se ha visto en la necesidad de exiliarse y el resto que permanece en la isla, tiene como objetivo prioritario hacerlo de inmediato) y moral (la sociedad socialista cubana tiene como único principio el “sálvese quien pueda”), donde “todo” es posible.

Considero pertinente decir ahora que sé muy bien la posición actual del gobierno y la élite norteamericana, jerarquizando mucho más la estabilidad dentro de la isla que la derrota del totalitarismo (evitando un éxodo balsero) así como reconozco la dificultad que ha tenido la oposición política cubana de dentro y fuera de Cuba para configurarse a los ojos de EUA --y del resto del mundo, Europa y Latinoamérica incluidos-- como una opción confiable de poder, capaz de impedir la infiltración del narcotráfico en la futura estructura del gobierno de la isla, razón probable por la que EUA ha reconocido a la dictadura y el férreo control que ejerce en todo el territorio nacional y sus aguas adyacentes, evitando las sorpresas de un futuro incierto.

Sin embargo, desde esta columna vemos críticamente como EUA ha desperdiciado sus mejores armas de negociación entregándoselas a la dictadura cubana sin pedir nada a cambio. He leído artículos que defienden este proceder como la mejor manera de influir dentro de la sociedad cubana para jerarquizar el cambio hacia una sociedad democrática, lo que, desde mi personal punto de vista, hubiera sido mejor ejecutado llevándolo a la mesa de negociaciones con la dictadura, proponiéndoles el levantamiento de sanciones por “la” democratización.

Creo que de la manera como se han hecho las cosas, EUA pretende preservar “parte” de sus intereses (solamente una parte de ellos, porque el castrismo es un peligro político potencial mayor que el narcotráfico, como lo demuestra la infiltración del castrismo en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, siguiéndoles muy de cerca Brasil, Argentina, Uruguay, Chile y El Salvador) al intentar resolver su diferendo con la isla. Adicionalmente, me gustaría leer de parte de los defensores de las actuales negociaciones Raúl-Obama, una secuencia razonada y lógica de acciones que, partiendo de entregar las cartas de negociación que EUA ha entregado a los hermanos Castro sin pedir nada a cambio, nos lleve en un tiempo razonable a la democratización de la isla, única manera de solucionar el “problema cubano”, sus consecuencias para su sufrido pueblo y la estabilidad democrática de toda Latinoamérica en lugar de resolver sólo el “diferendo Cuba-EUA”, como se pretende hacer con estos acuerdos.

Artículos de este autor pueden ser encontrados en http://www.cubalibredigital.com

Última actualización el Viernes, 02 de Enero de 2015 00:46
 

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