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ENTREVISTA: Al ex-embajador español en la Habana, Carlos Alfonso Zaldívar PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 06 de Septiembre de 2014 13:04

Transformación pacífica con elementos de continuidad, o radical con riesgo de violencia. Esta es, según Carlos Alonso Zaldívar, embajador en Cuba entre 2004 y 2009, la disyuntiva para un cambio que ya ha comenzado. Factores y actores dentro y fuera de la Isla favorecen el primer escenario.

DARÍO VALCÁRCEL Y ÁUREA MOLTÓ.-

En agosto de 2004, Carlos Alonso Zaldívar llegó a Cuba como embajador en uno de los momentos más bajos para las relaciones diplomáticas bilaterales. La Posición Común impulsada en la Unión Europea por el gobierno español en 1996 y las sanciones aprobadas en 2003 contra la Isla congelaron el diálogo político. En su primer discurso en la embajada en La Habana, dejó claro que su misión era lograr el deshielo y la aproximación a un país en el que “nadie tiene una presencia comparable a la española, en ningún aspecto”.

Durante los cuatro años y medio de estancia en Cuba, la política de España se actualizó teniendo en cuenta no solo los vínculos históricos, económicos, sociales y culturales entre los dos países, sino aplicando una política hacia la Isla que tuvo presente la seguida por la mayoría de los países latinoamericanos, así como los cambios que se perfilaban en Estados Unidos. Fueron años de polémica en el Congreso de los Diputados y en los medios de comunicación españoles sobre la aproximación del gobierno de España a un régimen que seguía cerril en el terreno de los derechos humanos. Pero Alonso Zaldívar no tiene dudas respecto a que se hizo lo correcto: “Cada política tiene su tiempo. Y esa política que empezamos a hacer entonces está dando resultados hoy: incluso lo que hace EE UU va por esa dirección”.

De la embajada en Cuba se trasladó a la embajada en Brasilia. Retirado hoy de la vida diplomática, intentamos que escribiera otro de sus artículos provocativos en POLÍTICA EXTERIOR. Lleva años diciendo amablemente “no”. En esta ocasión, tampoco aceptó la invitación. Como miembro del consejo asesor de la revista, organizamos una charla para comentarle nuestra idea de dedicar a Cuba una serie de artículos que ayuden a entender los cambios que se están produciendo e intuir por dónde podría ir el futuro de la Isla. La charla se cerró de forma inesperada con el acuerdo de una entrevista.

El punto de partida es su convencimiento de que “si España se desentiende de Cuba, perderá categoría como Estado. Nuestro compromiso con Cuba es mucho más alto que con cualquier otro país de Latinoamérica”. Diplomático y también Ingeniero Aeronáutico, Alonso Zaldívar nos sorprende con un guión perfectamente trazado. “De Cuba se habla de folklore y voy a tratar de que se hable de la sustancia”, asegura. Nos sorprende también con una petición: quiere abrir la entrevista con una declaración inicial:

“El sistema económico y político cubano está abocado a transformarse profundamente. La gran disyuntiva a que se enfrenta cualquier política respecto a Cuba es, o dar prioridad a que esa transformación sea pacífica –aunque ello conlleve cierta continuidad institucional y personal–, o dar prioridad a que la transformación sea radical –pese a que eso pueda generar inestabilidad y violencia–.

España tiene sólidas razones para preferir que la transformación del régimen cubano se desenvuelva pacíficamente. Entre ellas: la existencia de una importante colonia de españoles en la Isla que debe proteger; la importancia de unas relaciones comerciales y económicas que le interesa preservar y potenciar; sus fuertes lazos con las manifestaciones más destacadas de la cultura cubana. A estos factores se suman otros internacionales como el interés de España en actuar respecto a Cuba en sintonía con los principales países latinoamericanos, y la conveniencia de evitar un choque con Estados Unidos que podría darse si surge violencia en la Isla.

De producirse en Cuba un cambio marcado por la inestabilidad y la violencia, los citados intereses españoles se verían negativamente afectados. Por el contrario, con una transformación pacífica se verían potenciados.

La transformación pacífica del sistema económico y político cubano es también lo que quiere la mayoría de los cubanos. Quiero subrayar esto porque muestra que entre los intereses de España y la actitud de la mayoría de los cubanos hay sintonía y ninguna contradicción.

Cuando hace 10 años fui nombrado embajador en Cuba para impulsar una política basada en los criterios anteriores, ese mandato encontraba resistencias formidables. Las autoridades cubanas habían suspendido la interlocución con España. EE UU mantenía su política tradicional de forzar cambios radicales en la Isla, aunque generaran inestabilidad y violencia. Muchos países de la UE, carentes de una política propia respecto a Cuba por falta de intereses en la Isla, se alineaban sobre todo con EE UU. La política española solo encontraba respaldo desde algunos importantes países latinoamericanos.

Como espero que vaya quedando de manifiesto en nuestra conversación, hoy las cosas han cambiado bastante, y es eso lo que me ha llevado a aceptar esta entrevista. Lo hago para reivindicar que esa política formulada por España hace 10 años se está mostrando acertada… aunque todavía dista de haber alcanzado sus objetivos.”

* * *

– Darío Valcárcel y Áurea Moltó (Política Exterior, PE). ¿Quién manda en Cuba?

Carlos Alonso Zaldívar (CAZ). En Cuba no manda Fidel. El día que Fidel se vistió de chándal lanzó un mensaje al mundo diciendo “yo he dejado de mandar”. Ese mensaje lo entendieron los cubanos. Fidel sin verde olivo no era el comandante en jefe. Lo curioso es que muy pocos en el resto del mundo se dieran cuenta. Ahora manda Raúl con su grupo de fieles, que lo son por lealtad y porque su edad y/o falta de relaciones externas les impide tener una agenda propia. Raúl ha creado un grupo de leales que además no tienen capacidad de hacer otra política diferente a la suya. Díaz Canell puede mandar mañana, según vayan las cosas.

– PE. ¿Qué pretende Raúl?

CAZ. Cambiar Cuba sin perder el control. Su problema no es “cambiar”, su problema es “mantener el control del cambio”. Lo que no quiere Raúl es que en Cuba ocurra algo similar a lo que pasó en la Unión Soviética. Evitará eso a cualquier precio. Raúl aborda los cambios y Fidel, simplemente estando vivo, les da una legitimidad que Raúl por sí solo no posee.

– PE. ¿Está cambiando la política de EE UU respecto a Cuba?

CAZ. Sí. Netamente. Después de 50 años están aceptando (tácitamente) que prolongar una guerra fría local con Cuba les resulta contraproducente. Recientemente ha habido tres manifestaciones notables en este sentido. La primera, una carta de 44 firmantes, entre ellos Negroponte, dirigida a Barack Obama, indicándole que se requiere un cambio de política hacia Cuba. La segunda, una visita a Cuba del presidente la Cámara de Comercio de EE UU para hablar de relaciones económicas. Y, tercera, una filtración, no casual, de un capítulo de las memorias de Hillary Clinton en el que dice a Obama que la política seguida hasta ahora juega claramente a favor de los Castro. Pronto habrá más… Ahora bien, ¿levantará EE UU el bloqueo? La respuesta es que si Raúl necesita tiempo, EE UU también. Raúl tiene grandes problemas que resolver y de difícil solución. El ejecutivo de EE UU no puede cambiar gran parte de la política hacia Cuba porque depende del Congreso. Los dos necesitan tiempo.

– PE. ¿Qué actitud mantienen hoy otros países respecto a Cuba?

CAZ. La Posición Común de la UE respecto a Cuba siempre fue poco común y, además, no ha logrado nada por ser una política unilateralmente impuesta a Cuba. Esto ya lo sabía EE UU. Cuba ha sido capaz de resistir sus presiones más potentes y era evidente que no se iban a doblegar ante un papel hecho por los europeos en cuatro días. Ahora la UE ha empezado a negociar con Cuba un acuerdo bilateral de cooperación política y económica, como los que tiene con una gran cantidad de países. Esto terminará eliminando la Posición Común que solo existe para Cuba, que no creo que sea ni remotamente el gobierno más abyecto del mundo.

La geopolítica latinoamericana empuja en la dirección de liberalizar Cuba en términos económicos y políticos. Esto es importante porque ejerce mucha más influencia que cualquier declaración de cualquier país occidental. Brasil entiende que puede y le interesa ser un socio importante en Cuba (está invirtiendo en el Mariel y haciendo otras muchas cosas). México ha entendido que no debe perder influencia en Cuba, como le ocurrió en ciertos periodos. Colombia negocia su más grave problema, el de la paz, en La Habana… Podríamos seguir con la lista. Un país especial es Venezuela que mantiene con Cuba una relación intensa. Hay una parte conocida: Cuba recibe de Venezuela algo que necesita, el petróleo de cada día; y Venezuela recibe algo que necesita, médicos, maestros y algo que acepta, apoyos a sus instituciones militares y servicios de inteligencia. Pero además Venezuela –al margen del juicio que le merezca a cada uno la evolución de ese país– tiene elecciones. Para un cubano es difícil de comprender que su país se entienda tanto con otro que tiene elecciones con pluralismo mientras en el suyo no las hay. De este modo, incluso Venezuela juega a favor de la apertura política de Cuba.

En resumen, si hace 10 años España no se hablaba con el gobierno cubano, hoy nos hablamos. Si EE UU promovía un cambio radical amenazando la paz cubana, hoy parece empieza a adoptar una posición coadyuvante a un cambio pacífico. La UE –creo que más por seguimiento a EE UU. que por iniciativa propia, pues a la UE le importa muy poco Cuba– está moviéndose en la misma dirección. Latinoamérica está ejerciendo una influencia liberalizadora en Cuba y, como debe ser, lo hace respetando su soberanía (la pasada reunión cumbre de la Celac en La Habana fue una expresión manifiesta de respaldo a la política de Raúl Castro). También hay otras cosas, China y Rusia seguirán ganando posiciones en Cuba mientras EE UU y la UE no cambien más su política. Hagamos cuentas y veamos si los planteamientos de España tenían o no sentido.

– PE. ¿De qué manera lo que suceda en Venezuela puede afectar a los cambios en Cuba?

CAZ. Inventarse un escenario no me parece muy útil, pero pongamos una referencia. Una posibilidad, venga como venga, es que Cuba se quede sin su suministro de 100.000 barriles de petróleo diarios de Venezuela. Cuba lleva mucho tiempo tratando de cubrir esa eventualidad. En los momentos críticos siempre ha sabido encontrar alguien que le apoye. Es una gran habilidad de su política exterior. Por otro lado, Cuba puede influir en el proceso venezolano. Los servicios de inteligencia cubanos opinan que si las autoridades de Venezuela no son capaces de atajar la inseguridad ciudadana que azota a su país y cortar cualquier implicación oficial con el narcotráfico, tendrán un problema serio a medio plazo. Cuba sabe mantener la seguridad ciudadana y cortó drásticamente los intentos del narcotráfico de asentarse en la Isla. La Habana puede ejercer más influencia en Venezuela que otros con malas maneras.

– PE. ¿Quién trabaja dentro de Cuba a favor de un cambio pacífico?

CAZ. El gran problema del cambio en Cuba era el paso desde “con Fidel a sin Fidel”. La retirada de Fidel planteaba incertidumbres. Muchos especulan si manda más Fidel o Raúl, yo creo que los dos hermanos han resuelto la incertidumbre con ingenio. Fidel respalda los cambios que ha emprendido su hermano, y así les da una legitimidad ante los sectores más reacios del cambio. Los dos hermanos han encontrado una solución en tándem.

La Iglesia Católica, que no es cualquier cosa, trabaja por el cambio pacífico que desea la mayoría de los cubanos porque está próxima a muchas comunidades populares de la Isla (si bien no tanto como las comunidades españolas presentes en las 19 provincias). De aquí viene una confluencia entre la Iglesia Católica y la diplomacia española: los dos tocamos el fondo de la sociedad cubana. Solo lo hacen más, claro está, los comités de defensa de la revolución. El análisis del cardenal Jaime Ortega siempre ha sido muy similar al de España. La iglesia se entendió siempre con Fidel. Cuando entró Raúl la iglesia tuvo miedo, porque el entendimiento con Fidel era muy personal. Hoy está claro que con Raúl también se entiende. Esto contribuye y empuja el cambio pacífico.

También trabajan a favor del cambio pacífico unas generaciones de cubanos bien formados que no pueden poner en valor su capacitación porque el sistema cubano no funciona. Los jóvenes estudian con afán porque saben que la formación es su único recurso. Luego se deprimen cuando comprueban que lo que van a poder hacer en la Isla está tres o cuatro grados por debajo de su capacitación. Eso es terrible. Tanto que muchos emigran.

Nadie dentro de la Isla organiza un cambio violento. El último que lo intentó fue Eloy Gutiérrez Menoyo, cubano y español, ya muerto, que tuvo su propia guerrilla en el Escambray mientras Fidel la tenía en Sierra Maestra. Entonces se entendió con Fidel y luego se desentendió y volvió a la guerrilla. Lo metieron en la cárcel, salió, se exilió en Miami y, al cabo de un tiempo, volvió a Cuba sin documentación y montó su partido, Cambio Cubano, que era la oposición más moderada. Desde entonces, nadie se ha levantado contra Fidel. La realidad es que quien no soporta el régimen, prefiere el exilio al enfrentamiento. Y eso, guste o no, contribuye a que el cambio pueda ser pacífico.

– PE. ¿Qué fuerzas se resisten o temen un cambio aunque sea pacífico?

CAZ. Hay seis millones de cubanos no activos (de una población total cercana a los 12 millones) que viven de la protección social (en forma de pensiones, servicios y productos subvencionados). El 68 por cien del presupuesto cubano es gasto social. Sabiendo como viven, nada resulta más natural que el temor de estas personas a que ese gasto se reduzca o, no digamos, desaparezca. Esto genera una fuerza de resistencia al cambio. Hay otros cuatro millones de activos trabajando directamente para el Estado cuyo más que escaso salario se complementa con productos subvencionados. Entre estos empleos, hay muchos redundantes llamados a desaparecer. También esto produce temores comprensibles.

También hay resistencias ideológicas y políticas en el Partido Comunista, incluso en algún sector del ejército o de la Policía Nacional Revolucionaria. Pero la auténtica resistencia que explica el ritmo lento de las reformas procede de la dificultad de hacer el país más productivo sin lanzar a la indigencia a millones de personas. Ese es el problema de fondo que tienen que resolver Raúl y su gente. Una terapia de choque aplicada a Cuba destruiría el país para una o dos generaciones.

– PE. ¿Qué cambios se están produciendo?

CAZ. La más dura crítica a los resultados de la Revolución Cubana es que después de 50 años, los cubanos que cumplen la ley no pueden vivir dignamente. Es una crítica demoledora. Lo diré más claro: para subsistir, los cubanos tienen que robar. Fidel lo reconoció en un discurso en la Universidad de La Habana. ¿Ha cambiado esto? Está cambiando. Hoy unos 500.000 cubanos son “cuentapropistas”, lo que significa que sus ingresos no dependen del Estado. En mis años de embajador eran unos 100.000. El número de cubanos que pueden vivir sin depender del Estado, me parece el indicador que mejor mide los cambios que se están produciendo en Cuba. 500.000 representa el 12 por cien de la población activa (4,5 millones de personas).

Otros cambios importantes son que hoy los cubanos tienen libertad para salir del país; pueden ir a los hoteles donde van los turistas (nada ofendía más la dignidad de los cubanos que en su país no pudieran ir al hotel al que iban los extranjeros). Hay una nueva ley de inversión extranjera, hay cambios en la agricultura y en otros sectores. Pero, cualquier cambio crea nuevos problemas, y de esto se habla poco.

–PE. ¿Se refiere a la posibilidad de una brecha social en Cuba que pueda dar origen a un conflicto interno?

CAZ. No tengo una respuesta a esta pregunta aunque es importante. Cuba ha vivido medio siglo en igualdad –impuesta si se quiere– y nunca ha experimentado tensiones sociales serias, pero ahora pueden surgir. Voy a poner un ejemplo extremo. Los mejores jugadores de béisbol cubanos –que son muy buenos y cobran nada– llevan años escapándose a las ligas americanas que les pagan mucho. Ahora pueden hacerlo legalmente. Dos de ellos hoy están jugando en Japón y ganan 1,2 millones de dólares por temporada (el Estado cubano se queda con el 20 por cien). En un grado menor también tienen ingresos muy superiores a la media bailarines que trabajan fuera, escritores y pintores que venden en Europa y EE UU. Me refiero a artistas que viven o pasan temporadas en la Isla. Aunque a escala menor, los médicos y otros profesionales cubanos que temporalmente trabajan en Venezuela, en Brasil y en otros países, también tienen ingresos superiores a los del cubano de a pie. Paso a paso. otro tanto empieza a pasar con los cuentapropistas. Esta diferenciación económica es algo nuevo que va a generar tensiones sociales difíciles de administrar.

Otro problema es que el cuentapropismo no alcanza, ni de lejos, a absorber la reducción de empleos en entidades públicas. Una solución potencial a esto está en la agricultura. Resolvería además problemas presupuestarios, porque Cuba importa el 80 por cien de la comida que consume. En la agricultura se han introducido cambios pero hasta ahora la producción agrícola no despega. Ha mejorado el abastecimiento alimenticio pero con subida de precios. Si la agricultura despegara los precios bajarían. La dificultad está en que un sector de la economía difícilmente se moderniza si la modernización no alcanza a todos los sectores. En el sector agrícola trabajan 1,3 millones de cubanos, pero, hay que decirlo todo: a los cubanos no les gusta el campo. En Cuba la revolución industrial empezó antes que en España (mejor dicho, que en el resto de resto de España). La iniciaron los británicos cuando invadieron La Habana en 1762 industrializando la producción de azúcar. El primer tren y el primer teléfono que tuvo España estuvieron en Cuba. Cuba tiene una tradición industrial y el cubano es urbanita. No obstante, volver a crear una agricultura productiva me parece un camino obligado para resolver los problemas de Cuba.

– PE. ¿Hay algo que funcione bien en Cuba?

CAZ. Un ejemplo notable es el tabaco, que le proporciona a Cuba un ingreso anual de unos 500 millones de dólares. Se gestiona con la combinación de una compañía nacional cubana que tiene acusadas particularidades –como la notable autonomía de unos agricultores que son artistas de la hoja de tabaco–, y una compañía privada extranjera (durante muchos años española) que comercializa los puros. Muchos grandes empresarios españoles han pasado por Cuba, y casi todos vinculados al tabaco (César Alierta, Antonio Vázquez, Pablo Isla…). Cuba ya está consiguiendo que los chinos empiecen a fumar puros y si eso continúa… puede resultar mejor que el petróleo.

¡Claro que se pueden hacer bien las cosas en Cuba! Otro ejemplo menos simpático que el tabaco es el MININ, ministerio del Interior, que funciona muy bien… quizá funciona demasiado. En Cuba las cosas pueden funcionar, y la prédica política más efectiva consiste en lograr que las cosas funcionen. Los hoteles españoles que dan empleo a cubanos y servicios a extranjeros, lo han logrado. Ese es el discurso más potente sobre la posibilidad y necesidad de transformar Cuba.

– PE. ¿Tiene potencial de crecimiento Cuba?

CAZ. Mucho y, si le van saliendo bien las cosas, sorprenderá. Hagamos un balance de Cuba con sus activos y pasivos. Entre los activos está que son pocos habitantes muy cohesionados como sociedad; muy bien educados, hay un millón de titulados superiores y medio millón de estudiantes universitarios; la mujer está presente en el trabajo en todos los niveles, la población está sana y la esperanza de vida es alta… Conseguir algo así cuesta generaciones, pues bien, Cuba ya lo tiene en un grado superior a la mayoría de los países latinoamericanos. Cuando se leen informes sociales y económicos de esos países, resulta que lo que necesitan es formación, cualificación, sanidad…, lo que Cuba ya tiene.

Entre los pasivos destacaría la hemorragia de jóvenes cualificados que se van. Año tras año salen 20.000 jóvenes con visas de EE UU, (lo que muestra que a Washington no le interesa una crisis abierta en Cuba, aunque no lo diga). Sumando visados de otros países y salidas irregulares, deben ser unos 40.000 los que se van cada año. Siendo yo embajador, en el consulado de La Habana se celebraban cada año unos 4.000 matrimonios, más o menos como en Madrid o Barcelona. La gran mayoría de esos matrimonios se traducen en visados. Estos datos para un país que tiene ya una demografía negativa, son un grave problema. El esfuerzo histórico para crear generaciones formadas que luego se van –algunos legalmente y otros jugándose la vida– cuestiona el sistema. Y ellos lo saben mejor que nosotros.

Otro pasivo: un sistema económico disparatado. No intenten entender en qué medida es socialista o capitalista, nadie lo sabe. Es un agregado incoherente de ocurrencias. Hay cosas que funcionan (pocas) y cosas que no funcionan (muchas), eso sí lo saben los cubanos. En su evolución ha tenido prioridad la distribución sobre la producción y, cuando no ha habido más remedio que producir, ha prevalecido encontrar apoyos extranjeros (Rusia, Venezuela…) y pedir sacrificios a la población (en las zafras o en el “periodo especial”), antes que proponerse generar una producción nacional eficiente. El balance es que han creado unos activos muy valiosos y unos pasivos venenosos.

¿Qué hacer? –que diría Lenin–. Mi respuesta es conservar los activos, que cuesta generaciones crear, y liquidar los pasivos, lo que puede hacerse en años con leyes y decretos. Para eso hay que crear un clima social y político que permita aplicar esas leyes y decretos, sean sobre inversión extranjera, unificación de la moneda, medidas para dar mayor espacio al mercado…, sin fracturar gravemente a la sociedad cubana. Gobernar bien Cuba significa llevar sin traumas excesivos a cerca de 12 millones de cubanos desde lo que hoy son a lo mucho más que pueden ser mañana.

– PE. ¿Qué papel está desempeñando el ejército en el proceso de cambio?

CAZ. Por su prestigio y el poder que tiene es un árbitro de hecho. Ese prestigio le viene de que no se ha visto involucrado en operaciones represivas contra la población. Eso es algo que nunca ha hecho y sabe que hacerlo podría dividirlo y debilitaría la seguridad exterior del país, lo que sería aprovechado por algún mal vecino. El prestigio también le viene de su participación en guerras como la de Angola. Casi nadie comentó en Europa que en el funeral de Nelson Mandela habló Raúl Castro y no lo hizo ningún europeo. Suráfrica, Angola, Namibia, le deben mucho a los cubanos. ¿Qué nos deben a los europeos y a EE UU? Volviendo a lo que estamos, veo más probable que el ejército respalde un programa de reformas que no sean demasiado traumáticas y menos probable que arriesgue su prestigio implicándose en la represión social.

– PE. ¿Y cuál es hoy el papel de la oposición? ¿Podría canalizar el descontento existente?

CAZ. La oposición clásica no, porque no trabaja con campesinos, obreros, estudiantes. No trata de organizar a los sectores descontentos de la sociedad, sino que se dedica a exportar crítica política contra el régimen para generar fuera presiones más contundentes contra él. Por eso sus campos de actividad son las embajadas y agencias de prensa, y no los centros de trabajo o de estudio. Ese tipo de oposición vive de subvenciones de programas promovidos por los anticastristas de Miami y no puede canalizar el descontento interno. De hecho, se está desvaneciendo; Oswaldo Payá, su representante con más talla moral, ha muerto. Y además ha aparecido una nueva oposición que ha eclipsado a la vieja. Se llama Yoani Sánchez. Ella no acepta lo que acabo de decir, pero lo ha hecho.

Yoani tiene otro estilo, dice, “nuestro Dow Jones es el precio de la costilla de cerdo” y, efectivamente, ese es el camino. Asegura que no hace política sino ciudadanos. Eso es apostar por los cubanos, la mejor política. Es lo contrario de lo que hace la oposición clásica, apostar por países extranjeros. Es natural que los planteamientos de Yoani tengan mucho más alcance, pero está en una posición vulnerable. Si el gobierno respeta el nuevo medio digital que ha creado, “14 y Medio”, indicará que Raúl es capaz de coexistir con una oposición razonable. Desde luego, la oposición que encarna Yoani Sánchez es más capaz de conectar con la sociedad cubana.

– PE. ¿Qué dinámica está dirigiendo los cambios actuales?

CAZ. Toda la política cubana se mueve en un triángulo de tensiones. La tensión entre mantener el sistema económico actual y abrir la economía a la iniciativa privada. La tensión entre mantener el sistema de partido único y ampliar las libertades. La tensión entre salvaguardar la soberanía o fiar el futuro de Cuba al patronazgo de EE UU u otros países. El orden de prioridades hoy es: la soberanía ante todo; la economía hay que cambiarla; de la política, ya hablaremos. Lo digo para que se entienda que en Cuba el tema de la soberanía es clave. –

PE. Y en este esquema, ¿dónde quedan los derechos humanos?

Al gobierno cubano no se le puede doblar el brazo en el tema de derechos humanos por las malas. No lo ha logrado EE UU durante medio siglo pese a haber recurrido a todo tipo de tácticas. Eso no quiere decir que no se puedan lograr pequeñas cosas importantes. España ha sacado presos, se han firmado convenios de derechos humanos (que, es cierto, siguen a espera de ratificación), hoy se puede acceder a las cárceles, se podría lograr que la Cruz Roja regresara a Cuba e hiciera un papel importante… Hay una vía por la que se puede avanzar a pequeños pasos, siempre que de verdad se busque una mejora real de los derechos humanos y no usar sus vulneraciones como metralla contra el sistema. Solo España ha avanzado por esa vía. Ningún otro país europeo ha liberado presos políticos cubanos. También lo ha hecho EE UU gracias a Jesse Jackson y Jimmy Carter.

Y otra idea esencial sobre esta cuestión: la política cubana de derechos humanos es un reflejo especular de la política de EE UU hacia Cuba. Si EE UU da patadas a Cuba, Cuba responde con patadas en el trasero de la disidencia. Eso significa que la variable decisiva del comportamiento de Cuba en materia de derechos humanos la tiene EE UU. De aquí que limitar la política hacia Cuba a los derechos humanos sea un error, pues entonces tu política la marca EE UU. Eso es lo que implica la Posición Común de la UE. Claro que, si es eso lo que deseas, no es un error.

* * *

A la altura de dos horas, la entrevista se convierte en una conversación. Las preguntas han ido perdiendo importancia frente a la pasión del discurso y las reflexiones tanto espontáneas como meditadas de Alonso Zaldívar. Si nos sorprendió con su declaración inicial, vuelve a sorprendernos aún más con el cierre, convencidos de que el embajador-ingeniero ha convertido en entrevista un artículo trabajado párrafo a párrafo:

“Cada año que pasé en Cuba, tuve ocasión de charlar con Gabriel García Márquez sobre Fidel. Lo que perseguía era tratar de entender mejor cómo ve Fidel a España. Pocos conocen a Fidel como Gabo. Gabo me decía que Fidel es un “españolazo”. Cuando –discrepando– le comentaba que Fidel mostraba mucha desconfianza hacia España, la respuesta de Gabo era que Fidel sospechaba de todo. Yo le respondía diciendo que comprendía esa actitud en una persona contra cuya vida se ha atentado tantas veces, pero subrayaba que España nunca había hecho semejante cosa. Puedo dar fe de lo contrario, pues España hizo lo necesario para que un doctor español de su confianza interviniera a Fidel cuando cayó gravemente enfermo. ¿Por qué entonces? Llegué a la conclusión de que Fidel desconfía de España porque es un aliado (en la OTAN) de EE UU. Fidel es consciente de que nadie sabe tanto de Cuba como España, lo que nos convierte en un canal privilegiado que EE UU tratará de utilizar. Me consta que nuestros servicios de inteligencia no se dejan, pero sigo pensando que eso es una dificultad para la relación bilateral.

Fidel se siente incomprendido. Sabe que vive en un mundo en que las referencias dominantes están establecidas en términos de poder y de capacidad económica y que se le juzga desde esas referencias: “es un autócrata” (porque quiere todo el poder para él) o “su concepto económico es un desastre” (porque la Isla es más pobre, aunque sea menos desigual, que en 1959).

Mi opinión es que Fidel opera sobre todo con una visión “ético-religiosa”. Fidel no tiene como objetivo mantener el poder per se. Tampoco mejorar las condiciones de vida de los cubanos per se. Solo esto ya le separa de casi la totalidad de los dirigentes actuales. El poder para Fidel es un instrumento para organizar comunidades con valores y comportamientos alejados del individualismo consumista occidental. Fidel está más cerca de san Ignacio de Loyola que de Aznar o Lenin. A Fidel, Cuba se le queda pequeña y, como san Ignacio, pretende que sus valores cobren vida en otras partes del mundo. Primero lo intento con guerrillas, hoy lo hace con médicos. Y Fidel, lo que nadie esperaba, ha demostrado que es capaz de ceder su poder al darse cuenta de que había chocado con sus límites, como hizo san Ignacio”.

POLITICAEXTERIOR.COM

 

Comments  

 
0 #2 Anthony Love 2014-09-08 23:34
Todos Cubano inteligente sabe que el primero de Enero del 1959,Cuba fue maldesida.
El maldito carnicero fidel,siempre sediento de sangre y dinero,destruyo una isla que fue la envidia del mundo.
Este sangriento terrorista ha asesinado a mas de un millon de Cubanos,la mayoria de hambre!
El mundo entero,incluyen do Espagna ,lo unico que han hecho es cubrirse los ojos.
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0 #1 Juancarlos Rodriguez 2014-09-08 06:41
Y se te olvidó decir que ustedes los españoles, siempre se han cagado en la desdicha y la pobreza del pueblo cubano para salvar y salvaguardar los intereses políticos y mayormente económicos que ustedes los españoles tienen allí en Cuba. Ahora estas hablando mal del sistema ese cubano imperante desde hace más de 50 años pero seguro que muchas veces les lamiste las botas a los castros para mantener los interéses de tu maldita corona . Seguro que te sentasteis a comer con ellos y le distes palmaditas en la espaldas y ahora que te sacaron de allí te duele porque ya no puedes follar muchachas jóvenes y hacer lo que te diera la gana en la isla secuestrada. Antes de criticar a los disidentes , lávate la boca...ellos con sus defectos hacen lo que pueden y tu no eres nadie para criticarlos . Critica primero toda la mierda que hay en tu país de mierda. Y para terminar, a Cuba no hace falta que vallas más...ni te nesesitamos..
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