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CUBA: LA DEFENSA DE LA DIFERENCIA PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 14 de Julio de 2013 15:28

Por Jorge Hernández Fonseca.-

Yo defiendo una historia diversa, contada por ejemplo a partir de la música cubana, que comience con la Contradanza, se continúe con el Son y el Danzón. Que se entrelace con la Trova, el Bolero, la Guaracha y el Mambo. Que me hable del “cha, cha, chá”, la Nueva Trova, el Pilón y el Mozambique.


CUBA: LA DEFENSA DE LA DIFERENCIA.

Una Pequeña Gran Nación

Por Jorge Hernández Fonseca

Brasil, Julio de 2013

Existe un mar de diferencias entre la sociedad civil cubana y sus actuales gobernantes, así como entre los escritores del exilio y los de la isla. La sociedad civil de dentro y fuera de la isla está repleta de talentos individuales, mientras los políticos son torpes, erráticos y autoritarios. Los intelectuales del exilio por su parte no responden --como grupo-- a las líneas trazadas por ningún partido político y mucho menos pretenden uniformidad ideológica, como son obligados a hacer los “oficialistas” que viven dentro de la isla. En el exterior, los intelectuales cubanos se comportan como personas adultas y maduras, que han hecho de su filosofía íntima, personal y propia --y por tanto única-- el micro universo que se admira en las obras de los que tienen alguna cosa diferente que decir.

La rica historia de nuestro país no puede continuar siendo contada únicamente a través de la secuencia de gobiernos y acontecimientos políticos. Yo quiero leer una historia de Cuba cuya concatenación sea múltiple y orgánica, pero que sea diferente a  la simple historia política y además distinta a la orientación oficial. Que sea abarcadora de la profusa realidad nuestra. Que tome como base cualquiera de los múltiples y ricos escenarios que nos brinda la sociedad civil, verdadera actora de los hechos que marcan y marcaron históricamente la sociedad cubana y donde la política --a pesar de importante-- ni siempre fue protagónica, y muy pocas veces fue vocera o representante real de lo mejor de nuestra historia.

Yo quiero una historia diferente, donde no solamente sea relevante la “Enmienda Platt”, la “intervención americana”, la guerra de los liberales del Perico o la dictadura de Machado. Donde no solamente tenga destaque la revolución del 33, la Constitución del 40, los gobiernos auténticos, o el asalto al cuartel Moncada. Que no continúe atada a la Sierra, a Girón; al Escambray y al Llano. Lejos del abrazo con la Unión Soviética y de la disputa y reconciliación con Estados Unidos. Que no se ate únicamente a los nombres de los políticos, gobernantes u opositores.

Yo defiendo una historia diversa, contada por ejemplo a partir de la música cubana, que comience con la Contradanza, se continúe con el Son y el Danzón. Que se entrelace con la Trova, el Bolero, la Guaracha y el Mambo. Que me hable del “cha, cha, chá”, la Nueva Trova, el Pilón y el Mozambique. Preferiría una historia que nos diga lo significativo de Sindo Garay, del trío Matamoros, de Ernesto Lecuona, Enrique Jorrín y Pérez Prado. Que hable de Celia Cruz y Silvio Rodríguez, de Willy Chirino y Pablito Milanés. Que narre como fue necesaria la presencia de un norteamericano con vía libre en la isla, para tirar del anonimato a “Buena Vista Social Club” y sus estrellas limpiabotas, con historias de vida con más de 90 años en sus personajes estelares y únicos.

Defiendo una historia diferente. Sería delicioso saber nuestra secuencia nacional siguiendo el rastro a la Zarzuela, culta y criolla, Cecilia Valdez y María la O. Conocer el nacimiento de nuestro teatro bufo: el Negrito y el Gallego; el Alcázar, el Teatro Nacional y Pototo y Filomeno. Las comedias en vivo, compañías y artistas ya olvidados, que se burlaban de políticos y militares, negros y blancos, justos y pecadores.

Prefiero una historia que nos guíe a través de la rica plástica cubana, tanto del “hurón azul” como de Wilfredo Lam. De los perfiles de Portocarrero y las pinceladas multicolores de Amelia Peláez. De la Cuba vegetal de Tomás Sánchez y los gallos de Mariano. Preferiría una historia que además nos lleve por los caminos de la arquitectura cubana, desde la colonial hasta las microbrigadas, pasando por todo el mar de realizaciones de la ciudad de la Habana, desde la arquitectura clásica y la barroca, hasta la rica amalgama moderna, que incluya la post modernidad y nos explique el eclecticismo que caracteriza a lo criollo.

Que nos hable del Morro, el Malecón, del Castillo de Atarés y el puente de Bacunayagua. Que nos explique la Rampa y el Focsa. Haciendo justicia al mismo tiempo a Quintana y a Pimpo. Que vaya al interior a apreciar la Catedral de Santiago de Cuba, la iglesia de Remedios y la glorieta de Manzanillo. La belleza de Cienfuegos, los jarrones de Camagüey, la Torre de Iznaga y los puentes de Matanzas.

Quiero una historia contada a través de los campeonatos de pelota entre el Habana el Almendares, el Cienfuegos y el Marianao. Donde las épocas se cuenten a partir de que el Cienfuegos ganó su primer campeonato. O de la victoria de los Industriales o los Orientales. Que nos hable de Capablanca y Font, Bertha Díaz y Figuerola, pero que no olvide a Rafael Fortún, Orestes Miñoso y al "cobrero" Alarcón. Que destaque igualmente al Duque Hernández, a Juantorena y Dayron Robles.

Necesitamos una inyección de historia contada a partir de las obras literarias, desde “Espejo de Paciencia” hasta “Antes que Anochezca”; que nos haga llorar con la poesía de Gertrudis Gómez de Avellaneda, hasta los versos de fuego y plata de Belkis Cuza Malé. Que nos hable tanto de “Generales y Doctores”, como de “Te Di la Vida Entera”, que cuente las épocas con los detalles de la Habana nocturna de “Tres Tristes Tigres” y culte el barroquismo inigualable de “Paradiso” y el atrevimiento de Heberto Padilla.

Me gustaría leer la historia de nuestra religión. Del sincretismo entre Santa Bárbara y Changó; de la virgen de la Caridad del Cobre y Obatalá; de San Lázaro y las visitas del Papa. De la renovación del espiritismo, el renacimiento de la iglesia católica en sus fieles, y la equivocación de su jerarquía. De los colegios de La Salle y los Maristas, hasta La Progresiva de Cárdenas, con su banda gigante, rítmica y malabar pasando por los Escolapios de Guanabacoa.

Estamos faltos de la continuación del trabajo de Moreno Fraginals y su Ingenio, que detenga el cruel aborto del trabajo azucarero. Esa es la historia de una parte importante de la sociedad civil de cubana, del movimiento obrero azucarero, su trabajo y su saber. La agricultura y la industria de la isla, así como su olor, sabor y alegrías. Economía, sociedad y tecnología, lejos del mangoneo oficial y el cierre de los ingenios.

Prefiero algo diferente, como la historia de nuestra danza, desde el baile popular a la danza clásica. Desde el Danzón y el Bolero hasta el Casino coreográfico y universal. Que nos recuerde “Para Bailar” sin olvidar al Ballet Nacional de Cuba. Que lleve dentro el carnaval de La Trocha, de los Hoyos y el Cocuyé, la Conga y la Comparsa.

Me gustaría leer una historia que tome como base la creación de nuestras Universidades, comenzando en el Seminario de San Carlos y su implantación posterior en la Colina universitaria. Que nos diga cómo se iniciaron las Universidades de Oriente y Las Villas y su posterior universalización desbordando la isla de Maisí a San Antonio, sin dejar de incluir a la olvidada y truncada Universidad de Villanueva.

Una historia que nos cuente las novelas cubanas de radio de los años 40 y 50 y como llegaban hasta Colombia. De lo que sentía el pueblo cubano que seguía “El Derecho de Nacer” de “Mamá Dolores” y Albertico Limonta. Del “agua de Clavelito” y “La Guantanamera”. De cómo perduró “Nocturno”, “Alegrías de Sobremesa” y la “Tremenda Corte”. La televisión de los años 50 de los hermanos Mestre y de Pumarejo. De Jueves de Partagás y “La Pregunta de los 64,000 pesos”. De “Telecine” y “La Revista de la Mañana”. De la plástica y la propaganda del cartel cubano. De las ediciones masivas y las lindas portadas de sus libros policromos.

Daría cualquier cosa por ver las películas de Rosita Fornés, con Pérez Prado, Tongolele y Blanquita Amaro. Las cintas épicas de la revolución, con “Memorias del Subdesarrollo” como bandera, junto a “Manuela” y “Fresa y Chocolate”, viendo la mano firme de Gutiérrez Alea detrás de la pantalla. Sería imaginable y haría historia, una película de Juan Carlos Tabío estrellada por Andy García y Cameron Díaz.

Me gustaría leer la historia a partir de recortes de los periódicos, fundados en la isla hace más de 150 años, cual colchón de retazos verdadero y diverso. Desde los opúsculos de Fasciolo hasta las versiones oficiales de la colonia. Desde el “Diario de la Marina” y “Prensa Libre”, hasta “El Mundo” y “Excélsior”. Desde “Zigzag” y “Pa'lante”, hasta “Melaito”, pasando por “Revolución” y “Granma”. Me gustaría leer periódicos donde se hable por igual de médicos famosos y artistas en tránsito. De ingenieros destacados y políticos cumpliendo su deber.

De economistas trabajando y deportistas siendo entrevistados. Con destaques a madres, esposas, hijos y estudiantes. Con poesía, literatura y letras de música sin compromisos panfletarios. De chistes y muñequitos, con crucigramas, adivinanzas y sorteos, sin la mirada insomne del “Gran Hermano” en cada página.

Quiero leer una historia de secuencia civil, que no sea dirigida por ejércitos o partidos políticos. Donde se destaquen Chicharito y Soperiras y Pototo y Filomeno en su verdadera dimensión cubana. Donde le hagamos una estatua a Jesús Díaz y otra a Heberto Padilla, no menos grande que la de Nicolás Guilllén.

No serán los partidos políticos los que salvarán a Cuba de la crisis moral en que está sumida. Uno de ellos se ha erigido en juez supremo y vean hasta donde hemos llegado. Ni siquiera podemos tener una discusión civilizada sobre literatura, televisión, industria azucarera, poesía, deporte, arquitectura, danza, radio, plástica, cine o teatro. La sociedad civil está asfixiada en la isla. Sólo cuenta la política --y en nuestro caso-- la política de un sólo partido, irrevocable y personal, que ha secuestrado nuestra identidad nacional para hablar por nosotros un relato de mentiras.

Un país sin sociedad civil no tiene futuro… ni siquiera presente. El estado-partido no puede suplantar la creatividad inherente a cada célula social --libre y responsable-- de los hombres y mujeres que la componen y que históricamente nunca le debieron a nadie. Lo exigió nuestro prócer Mayor: "no se dirige un país como se manda un ejército".

No es mucho pedir un simple gesto hacia la sociedad civil cubana, ahora que el mundo exterior apoya a Raúl --y sólo a Raúl-- (ignorando al sufrido pueblo de Cuba). Ahora que Obama se dispone a negociar con la dictadura en nombre de los “sagrados intereses norteamericanos”, para que eche un vistazo hacia las gentes que ha creado esa pequeña gran Nación con el talento y el concurso de todos sus hijos y que de manera simple sólo quieren enarbolar en libertad y “la defensa de la diferencia” con sus políticos actuales.

Artículos de este autor pueden ser leídos en www.cubalibrediigtal.com

Última actualización el Jueves, 18 de Julio de 2013 14:30
 

Comments  

 
0 #2 Pedro A.Peraza lopez 2013-07-15 19:38
Todos,los que andamos en lejanos o proximos sitios,hemos de enviar el mensaje,a los que soportan el duro encierro y las diarias represiones que el objetivo de nuestro mensaje esta en que los gobernantes reconoscan que el pulso de la sociedad no es del que gobierna sino de la sociedad civil,que a su vez necesita ser bien gobernada,mas alla de las ideologias y los intereses de los que la gobiernan.
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0 #1 Pedro A.Peraza lopez 2013-07-15 19:25
Muy bien Sr.Dtor.,muy bien,la foto que encabeza el Articulo es de un sitio muy poco conocido,yo se La Glorieta del Parque de Manzanillo,bien la sustancia del asunto debe comenzar en que,los cubanos,primero que todo deben hacer saber al Mundo que el comienzo de los reclamos deben fundamentarse en Reconocer los derechos a la Existencia de Una sociedad Civil por parte de los que gobiernan en Cuba. Despues empezara todo lo demas,y por supuesto la verdadera Historia,o la Historia como tal.
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