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Las Protestas en Brasil y el Ocaso de la Izquierda Latinoamericana PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 23 de Junio de 2013 17:31

Por Jorge Hernández Fonseca.-

Brasil nunca había visto fenómeno semejante, espontaneo y popular, que ha llevado a la clase media a las calles de las ciudades acusando directa e indirectamente los turbios manejos de la administración pública, hecha desde el mayor partido de la izquierda latinoamericana.

Las Protestas en Brasil y el Ocaso de la Izquierda Latinoamericana

Jorge Hernández Fonseca

23 de Junio de 2013

Los acontecimientos que se desarrollan en el gigante sudamericano desde hace dos semanas tiene lecturas diversas, todas asociadas a la inconformidad de amplios sectores sociales con las políticas públicas desarrolladas por los varios niveles del gobierno brasileño en los municipios, los estados y la federación. Algunas de las lecciones contenidas en los “recados” que el pueblo en las calles ha pasado a los políticos en el poder, deben ser analizadas con detenimiento.

Si bien las protestas callejeras no son directamente para “derrocar” el gobierno federal, como sucedió en el norte de África durante la llamada “primavera árabe”, todos los reclamos le incumben de manera directa. Siendo el gobierno brasileño actual conformado por dirigentes del mayor partido de la izquierda marxista latinoamericana, es notorio que demorara para posicionarse ante las manifestaciones y para tomar acciones directas, que todavía no llegaron.

Hay hechos ocurridos durante los actos de calle, que desmontan el discurso populista de la izquierda marxista brasileña. El llamado “Movimiento por el Pase Libre”, MPL, que fue uno de los iniciadores de las manifestaciones cuando comenzaron en San Pablo como reacción al incremento del valor de las tarifas de ómnibus urbanos, trenes y metros paulistas, se deslindó recientemente de la organización de “nuevas manifestaciones”, pensado equivocadamente que, como había inicialmente convocado protestas contra el aumento de los pasajes del trasporte urbano, por esa razón era quien lideraba las acciones de calle a nivel nacional. Se equivocaron.

El MPL no es más que una organización fachada, como los son el Movimiento de los Sin Tierra, MST, el Movimiento de los Sin Casas, MSC, dependiente de alguno de los partidos de la izquierda brasileña, estructurado para actuar como “movimiento social”, de manera a influir en determinados sectores álgidos de la sociedad, con vistas a tumultuar la paz social llegado el momento, es decir --ahora-- cuando creían haber capitalizado las manifestaciones.

La reveladora razón expuesta por el MPL para decidir no organizar nuevas manifestaciones (que lógicamente continuaron produciéndose a lo largo y ancho de la geografía del Brasil) fue que “el movimiento popular había sido tomado por la derecha”, debido a que no se le permitía a los partidos de izquierda enarbolar sus banderas rojas (cosa que intentaron hacer en medio de las protestas y fueron reprimidos por los propios manifestantes, los que rasgaron y quemaron sus banderas con gritos de “fuera los partidos”) aspecto que desenmascaró objetivos ocultos.

Este proceder social, en todas las manifestaciones populares, de todas las ciudades de Brasil, muestra como la población que ha ido a las calles identifica el oportunismo propio de los partidos marxistas (el “librito” marxista establece que un grupo pequeño y organizado de militantes comprometidos capitalice siempre las protestas populares en su provecho). Brasil no ha permitido que los marxistas hagan suya la protesta popular, que no sólo no les pertenece, sino que en realidad critica fuertemente al partido marxista en el poder y a sus sustentadores.

Las manifestaciones son claramente --y sobre todo-- contra un grupo de hechos escenificados precisamente por el partido de gobierno. Comenzando por la complicidad con varios de sus militantes corruptos, condenados en juicios públicos nada menos que por el Tribunal Supremo de Justicia, los cuales han sido promovidos a diputados federales, afrontando así la ética social y la moral partidaria. Lo anterior se suma a decisiones multimillonarias que el gobierno decidió para construir suntuosos e innecesarios estadios de fútbol, incluso en ciudades que carecen de times de primera categoría, sólo para contentar a la Federación Internacional de Fútbol, FIFA, con la cual ha estado en contubernio pernicioso contra los intereses y la dignidad brasileña.

Todo lo anterior está hoy en las calles, en forma de protestas reflejadas creativamente en los carteles improvisados por los manifestantes como “Queremos Escuelas de Padrón FIFA”, “Sin Partidos”, entre otros lemas y consignas que acusan directamente al gobierno actual.

Brasil nunca había visto fenómeno semejante, espontaneo y popular, que ha llevado a la clase media a las calles de las ciudades acusando directa e indirectamente los turbios manejos de la administración pública, hecha desde el mayor partido de la izquierda latinoamericana. Este fenómeno desde luego no es aislado, a pesar de no tener relación con entidades externas. La lección inmoral dada por el Socialismo del Siglo XXI en las últimas elecciones venezolanas --país donde el movimiento chavista literalmente acabó-- sumado al descalabro evidente y lastimoso de un Raúl Castro empobrecido enarbolando “bandera blanca” ante Washington, señalan el signo de los tiempos asociado al ocaso de la opción marxista en Nuestra América.

Todos hemos observado como el marxismo latinoamericano se ha ido metamorfoseando, partiendo del extremismo estatizante, guerrillero e intervencionista cubano de los años 60 y 70 del siglo pasado, pasando por las variantes “venezolana” (socialismo del siglo XXI), todavía en la extrema izquierda, hasta el “socialismo light” de Lula da Silva en Brasil, que acaba de estallar en medio de un descontento popular como no se había visto nunca antes y que nadie sabe hasta donde pudiera llegar, porque un pequeño grupo de militantes marxistas insisten en depredar sin límites y romper la paz social, que pudiera implicar en una restauración traumática.

Para Cuba, esta situación tiene desde luego lecciones importantes. Considerando que existen tres niveles diferentes de socialismos actuando desde los gobiernos en Latinoamérica --el socialismo cubano, una dictadura represiva con economía estatizada (están cambiando, pero muy lentamente); el socialismo del siglo XXI (Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua) con sus elecciones amañadas y su represión a la prensa y a la oposición; y el socialismo democrático (Brasil, Argentina (también en crisis) y Uruguay) con sus leyes sociales, con libertad de prensa y elecciones libres-- observamos crisis políticas en los tres “modelos” de socialismos implantados.

La primera lección para Cuba es que, en el momento actual, hay sectores marxistas desde la oposición pugnando por una solución de continuidad socialista, argumentando el mantenimiento de los llamados “logros” (ya invisibles) pensando --como buenos marxistas-- que el capitalismo es “malo” y que los “buenos” son ellos. Los cubanos debemos mirar hacia Venezuela y Brasil, dos modelos diferentes de lo mismo, para ver que hay problemas de todo tipo sin resolver.

La segunda lección importante es constatar que nadie es “dueño” del poder. No lo es en Venezuela, no lo es en Brasil –dos modelos diferentes de socialismo-- y desde luego que no lo es en Cuba, donde el modelo político se parece más al de Corea del Norte que otra cosa.

La tercera lección evidente es que el control que actualmente la dictadura castrista tiene sobre nuestra sociedad sojuzgada, puede estallar en pedazos. Cualquier acontecimiento traumático puede sucederse a la muerte de Fidel, o de Raúl, de similar manera a como está sucediendo en el gigante sudamericano hoy en día, país del que nadie esperaba semejante explosión social, por ser el socialismo más light de los experimentos “liberadores” de nuestro tiempo.

Es evidente que la oposición cubana es diversa y en ella debe caber, con derecho propio, tendencias de izquierda, centro y derecha, que de manera honesta y transparente deben luchar y coordinar acciones para el fin de la dictadura que nos oprime a todos. Sin embargo, sabemos que en el momento actual actúan fuerzas opositoras que han decido apoyar el intento raulista por materializar un proceso de continuidad, descalificando a la derecha y el centro opositor, que tiene tanto derecho como el que más por hacerse escuchar cuando de una solución a la problema cubana se trate, y más derecho todavía tiene a exigir una solución sin los hermanos Castro, sus familias y representantes, al frente de un falso y engañoso proceso de transición.

Artículos de este autor pueden ser encontrados en http://www.cubalibredigital.com

 

Comments  

 
0 #4 JuanValer 2013-06-27 08:43
En definitiva, es lo sucedido en Cuba, donde previo al castrismo, existía una dictadura socialista y previo a la dictadura socialista, una Constitución fuertemente escorada a la izquierda y en Cuba no existen protestas, al menos en voz alta, porque en su progresión natural, la izquierda tras radicalizarse, termina inevitablemente en fusilar a quien protesta, porque, en realidad, la izquierda no tiene soluciones, solo genera problemas, sembrando la ilusión de que, un mundo sin producir es posible, con lo que, terminamos endeudados, con quien nos presta su producción, para nuestro consumo.
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0 #3 JuanValer 2013-06-27 08:24
Cuando analizamos los mensajes de las protestas y no solo las de Brasil, la revindicación generalñ es a gruesos trazos, menor producción y mayor consumo, o a lo sumo, mayor consumo, con la misma producción. Una demanda que, de ser atendida, provoca en lo inmediato una sobre valoración de la producción actual, un alza de precios y una resta de competitividad, lo que provoca la caída de la producción, lo cual y a su vez, ocasiona el alza de los precios de los productos o producciones sobrevivientes, con la reedición de un nuevo círculo vicioso.
Lo contrario a los círculos viciosos, son los virtuosos, en la contención de las políticas sociales, favoreciendo la capitalización de las empresas privadas, lo cual implica rentabilidad, competitividad y contratación de pobres que, se convierten en asalariados, escapando así, de los círculos de pobreza, algo que hizo muy bien Lula, pero no está en la genética de la izquierda.
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0 #2 JuanValer 2013-06-27 08:05
No creo que exista tal ocaso. Mas al contrario, existe una progresión en dirección a radicalizar la izquierda y no solo en Brasil. El problema es que, a base de repetir el discurso izquierdista y a la par, no verse resultados tangibles, la gente sigue creyendo en ese discurso de cuento infantil, a la vez que reniega de los políticos que lo han redactado.
El mundo tiene una tremenda escasez de políticos valientes que, no tengan reparos en decirle al electorado, cuales son los límites de las políticas sociales y que, el reparto de las riquezas, nunca va a dar como resultado, que la totalidad de la población vivan como millonarios.
Regularmente escuchamos decir a algún "irresponsable" político que, "el dinero solo es dinero" como si solo se tratase de papel sin ningún valor y no es así, el dinero se inventó para agilizar el trueque, mas tras el dinero subsiste este. El dinero es producción y es consumo y sin lo primero, no puede existir lo segundo...
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0 #1 pedro a.peraza lopez 2013-06-24 10:16
Bien,Fonseca,mu y acertado,no me extraña que Brasil quiera lo que necesita un Gran Pais,mucho a demorado en pasar al Consierto Universal de las Naciones con Responsabilidad en el Futuro de la Especie.En Cuba solo pueden los cubanos,atender sin usar para sus intereses El Pensamiento Martiano,de Con Todos y Para el bien de Todos. Sin ello es por lo estamos en lo que estamos todos.Muchos no sabran jamas cuanto sufre el espiritu,de los que lejos,tenemos que ver los desmanes,y los ultrajes a nuestra dignidad que soportamos.
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