Por Jorge Hernández Fonseca.-

Cada uno de estos “Pinos Nuevos” de nuestra época, como se auto-calificó  José Martí en su famoso discurso frente a Maceo y Gómez, deben tener un lugar en el sitial opositor consensual.

Los Pinos Nuevos

Jorge Hernández Fonseca

13 de Abril de 2013

Yoani Sánchez, a su paso por el exilio de Miami, si bien no se constituyó en una unanimidad total, al menos puede decirse que dejó una valoración extraordinariamente positiva en la capital de la oposición al castrismo. No fueron diferentes sus éxitos previos en Nueva York y Washington durante su visita a Universidades, a la Casa Blanca y al Congreso de los Estados Unidos. No obstante lo anterior --y a pesar de haber pasado el examen en EUA con nota sobresaliente-- ha dejado cierta polémica asociada a su posición. En Brasil hay una frase que ilustra la situación actual del debate sobre Yoani Sánchez: “Toda unanimidad es burra”.

En ese mismo Brasil, país en el que Yoani iniciara su largo periplo internacional, no hay medias tintas –y aunque podemos decir que el Coloso del Sur no es el representativo del exilio cubano-- todos los cubanos que vivimos en este gran país somos unánimes en afirmar que la cubanita ha dejado una imagen más que positiva sobre la sociedad cubana de hoy, habiendo quebrado el esquema edulcorado que “vende” la dictadura castrista en Sudamérica sobre lo que todavía llaman “revolución cubana”. El autor ha escrito varios artículos respecto a este tema.

Con relación a Rosa María Payá, que ya visitó España, viajó a Washington y ahora visita la capital del exilio cubano, Miami, puede decirse también que lo ha hecho de manera casi unánime, si se tiene en cuentan que la joven líder cubana representa también los intereses específicos asociados a las líneas del Movimiento de su padre, lo que hasta cierto punto limita el reconocimiento, por la complicada visita del propio Oswaldo Payá a Miami hace unos años.

A nadie escapa el hecho de que la lucha contra la dictadura que nos oprime precisa de cierta representación común, que personifique y dé rostro visible al consenso, con vistas a estructurar la defensa de nuestros intereses comunes como País, como Nación y como Estado. La multiplicidad de organizaciones y partidos políticos opositores de dentro y fuera de la isla, si bien demuestra la pluralidad del pensamiento que disiente de la filosofía y la práctica castrista, es un escollo a la hora de concretar la definición de la representación de la oposición política cubana en la palestra internacional. Yoani Sánchez, según mi punto de vista, por su ausencia de compromiso partidario y sus cualidades comunicacionales, se torna una personalidad ideal para formar parte importante del núcleo representativo de la oposición como un todo.

Haciendo un análisis introspectivo puede decirse que la oposición cubana se ha organizado en diversos partidos y movimientos con vistas a la toma del poder político, de manera muy similar a como se hace en países democráticos, donde las fuerzas políticas se disputan el poder en elecciones libres. En la Cuba actual no debe ser así, porque la lucha de inicio debe hacerse para oponerse a una filosofía de País, de Nación y de Estado, tres conceptos que están por encima del Gobierno, aunque desde el poder esos conceptos pueden ser afectados. Primero que todo hay que cambiar la filosofía instaurada a la fuerza por un partido-estado. En Cuba no debe nadie tener derecho de confundir la Nación con sus propios ideales, como ahora se hace.

Es por esa razón que la lucha actual debe ser encabezada por un consenso entre los luchadores políticos por una Cuba Nueva, independientemente de cuál organización o partido se hará con el poder político futuro, lo que debe siempre ser decidido en elecciones libres. Hay organizaciones opositoras que luchan desde posiciones donde aceptan la actual Nación-Estado Partido. Es su derecho, pero no es la lucha a la que nos referimos. La realidad es que la lucha inicial no es para gobernar el estado-partido actual, sino para cambiar la filosofía del Estado, de la Nación y del País, que están por encima del Gobierno y de los partidos. Por eso, la lucha debe ser liderada por un grupo de consenso no partidario. Después de arrebatarle el poder a la dictadura, habrá tiempo para los partidos dentro de las reglas del juego libre y democrático.

Algo como lo anteriormente descrito fue la tarea de Nuestro Apóstol José Martí a fines del Siglo XIX cuando quiso cambiar el estatus del estado-colonia cubana a una República Independiente. Asociado a esta similitud entre la situación que se presentó ante Martí y la que se nos presenta ahora, hube de escribir un artículo donde colocaba a Yoani Sánchez en ese escenario, salvando las distancias históricas, las diferencias personales, cualidades y herramientas de lucha. Expresaba en mi artículo la oportunidad que se nos presentaría si Yoani Sánchez decidiera asumir como suya la tarea de congregar a la oposición de dentro y fuera de la isla, con vistas a iniciar una caminada representativa ante ese Mundo que le ha dado tanto crédito. Su intento inicial en Miami, llamando al exilio y la isla a juntarse como Pueblo, como Nación y como País fue muy bien recibido por la generación histórica que luchó contra el castrismo.

Hermanos de lucha que discordan con algunas de las ideas expuestas antes, han acuñado la palabra “yoanimanía” como siendo un término que describe “un estado de indebido deslumbramiento ante las cualidades de la bloguera cubana, que realmente no tiene”. He leído artículos donde se ataca la palabra “unidad” porque “el Apóstol nunca la empleó” y se me tilda de “fanático” “por comparaciones (de Yoani Sánchez) que han llegado hasta el Apóstol”. Como este ataque a Yoani me involucra por partida doble, quiero dar mis argumentos sin calificar los hermanos de lucha que de mí discrepan, porque ejercen así su derecho a la diferencia.

En mi artículo “El Verdadero Destino de Yoani Sánchez” hice un paralelo entre la situación que se presentó en la década de los años noventa del Siglo XIX ante José Martí y la que se nos presenta a todos nosotros hoy, los opositores políticos actuales a la dictadura castrista, una oposición fragmentada. Abogué por la necesidad de que algún contemporáneo “tome la bandera” de la representación consensual de la oposición al castrismo, y que junto a un grupo de personalidades representativas de lo mejor del espectro político opositor actual, creen un núcleo representativo con vistas a iniciar una lucha con un rostro definido. Expresé en el artículo que “Yoani Sánchez no es José Martí, ya lo sabemos, pero tiene ante sus ojos igual tarea que Martí”. ¿Hay comparaciones en cuanto a cualidades personales? o ¿las comparaciones fueron asociadas a la similitud de la tarea a realizar? Dejo la respuesta a cada cual. Reconozco ante los que sobre este tema escribieron, que tienen el derecho de hacerlo.

En defensa de mi razonamiento quiero agregar lo siguiente: José Martí es un símbolo para todos los cubanos. Símbolo que recoge lo mejor de sus luchas y el halo luminoso de su extraordinario talento político, intelectual, poético y literario. Sin embargo, no es necesario semejante cúmulo de atributos para acometer la tarea que la oposición tiene delante. Ningún opositor debe aspirar a ser un símbolo --como lo es José Martí-- para darse a la tarea de congregar voluntades en un haz de objetivos únicos, con vistas a crear una masa crítica representativa de nuestra oposición política, hoy dispersa, hipercrítica y poco creyente en las posibilidades de los hombres y mujeres que se nos presentan con cualidades excelentes para la representación colectiva, como lo es para mí Yoani Sánchez, Rosa María Payá, Eliézer Ávila, Berta Soler, Orlando Pardo Lazo, por solo citar los jóvenes que han podido viajar al exterior.

Antes de escribir sobre la tarea unitaria a ser ejecutada perentoriamente por la oposición al castrismo, hube de escribir otro artículo sobre “El problema Generacional” asociado a las diferencias de enfoque con Yoani Sánchez. Decía que mucho de lo que escuchamos por boca de Yoani son enfoques diferentes a los nuestros por existir una diferencia generacional real, pero que no debe dividirnos. Agrego aquí un paralelo histórico que debemos tener en cuenta para los que recusan que se hable de José Martí en las circunstancias actuales. Martí fue rechazado por la generación anterior de patriotas que lucharon contra la colonia. Antonio Maceo y Máximo Gómez, como sabemos todos, rechazaron duramente a José Martí y sus ideas, no porque se oponían a ellas, sino porque eran ‘diferentes’, nacidas de generaciones ‘diferentes’.

Además de Yoani Sánchez, hay muchos opositores lúcidos y potencialmente magnetizantes de la nueva generación --como los mencionados antes-- los que han causado una verdadera revuelta dentro de nuestro exilio, como “sangre fresca” en un cuerpo envejecido por el tiempo. Sin embargo, cada uno de esos verdaderos “Pinos Nuevos” de nuestra época (con estas palabras rememoramos a José Martí y su famoso discurso cuando se auto-calificó de “pino nuevo” frente a Maceo y Gómez) que deben tener un lugar en este sitial opositor consensual.

Para este intento unificador de todos los espectros políticos a representar, es necesario tener un compromiso solamente con la causa general de la democracia y la libertad para la isla, por encima de un determinado programa, proyecto, organización o movimiento específico, ya que la lucha ahora es por una Nueva Nación un Nuevo País y un Nuevo Estado, ¡una Cuba Nueva!

El momento para --desde una organización específica-- presentarse como “la” opción de poder opositor para el ‘Gobierno’ de la isla, todavía no ha llegado a la política cubana. Ese momento será cuando hayamos podido derrotar la dictadura, sea a través de la lucha interna, sea a través de las presiones externas. Sólo una fuerza de consenso común entre todas las organizaciones y partidos existentes conseguirá el apoyo interno y externo que necesitamos para la instauración de la Nueva República, libre y soberana, emulando el intento de la oposición en Venezuela, o lo hecho por los opositores en Siria, en circunstancias de guerra.

Sabemos que los generales de Raúl planean secuestrar el proceso de transición para sus fines. Para ello cuentan con una organización monolítica y sumamente organizada, con fuerza represiva y militar. En cuanto a nuestra oposición al castrismo, el escudo cubano muestra simbólicamente el camino a seguir con el “haz de guías” que tiene nuestro escudo en su centro, como soporte firme de la República junto al lema que lo explica: “En la unión está la fuerza”.

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