UN ALCALDE MEXICANO A PRUEBA DE BALAS Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 24 de Mayo de 2011 18:21

Jaime Rodríguez dirige el municipio de 'García', en el estado de Monterrey. En su año y medio de gestión sufrió tres atentados, despidió a todos los policías del lugar y recibe denuncias anónimas contra los narcos en su teléfono celular

 

Según sus propias declaraciones para El Universal, Rodríguez decidió presentarse para gobernar este municipio de 150 mil habitantes cuando vio que todos los comerciantes pagaban la extorsión de las bandas criminales, pero no abonaban los impuestos. "En ese momento yo decía: ¡Puta, qué ando haciendo yo en este pedo! En serio, te lo juro. Les decía a los comerciantes y a los ciudadanos: «Cuando yo llegue vamos a arreglar este pedo»".

En año y medio de funciones, detalla que cerró 250 lugares en los que se vendía droga y que clausuró todas las cantinas, bares y salones de baile en los que se ejercía la prostitución, hasta dejar sólo tres de ellos abiertos. "No creas que soy moralista. Yo también voy a las cantinas y me gusta ir a los antros, me gusta echarme una cerveza o agarro el pedo de vez en cuando. Eso sí, siempre y cuando cumplan la ley".

Se jacta de caminar las calles, aun cuando viva escoltado por una media docena de hombres armados hasta los dientes. Dice que se acerca a los vecinos, les pregunta por sus problemas y luego les ofrece una tarjeta personal con su número de celular: "Necesito que me ayudes, reportándome todo lo que pase en tu colonia. Sin miedo. Nomás mándame un mensajito a mí, a nadie más", les pide. El periodista mexicano atestigua la veracidad de esta original manera de comunicarse con los ciudadanos. "En su BlackBerry no han dejado de llegar mensajes anónimos, unos 10 durante la entrevista, en los que le avisan sobre la presencia de vendedores de droga o sujetos armados, o simplemente lo felicitan y lo alientan", escribió.

García tiene un presupuesto anual de 200 millones de pesos (17 millones de dólares). Uno de cada 10 pesos lo toma para becar estudiantes de preparatoria y universidad; tiene mil 600 en esos niveles. A los alumnos de primaria y secundaria les otorga uniformes, útiles escolares y desayunos gratuitos. "Es la manera de contrarrestar el reclutamiento de los narcos", explica.

Su última medida fue prohibir los taxis irregulares. Ergo: la ciudad quedó vacía de taxis, porque todos operaban de manera irregular. Según el alcalde, "el servicio al público era un trabajo extra para muchos de ellos, que en realidad patrullaban y daban reporte a los narcotraficantes de lo que veían".

Un sobreviviente

Incluso antes de ganar las elecciones, durante la campaña, sufrió un atentado. Un grupo de sicarios tiroteó su casa cuando en el interior él cuidaba a su pequeña hija de un año. Cuatro días después de haber asumido como alcalde, vio cómo asesinaron al general que había nombrado como secretario de Seguridad, cuatro días después de tomar su puesto como alcalde. "Me dio un coraje de la chingada. Después de que matan al secretario, lo enterré. Junté a la policía: «Se me van todos a chingar su madre». Corrimos a 160 de 160. Y a 27 los metí en la cárcel, porque confesaron estar coludidos con la delincuencia", dice con rabia.

Sin embargo, unos meses después, todos esos agentes presos por connivencia con los narcos recuperaron la actividad y planearon su venganza. El alcalde, que no sabía de las excarcelaciones, fue atacado a balazos mientras se dirigía a Monterrey. En la entrevista con el periódico mexicano, cuenta que pudo ver cuando se aproximaban los pistoleros hasta ponerse a la par de su camioneta y descargarle sus armas. "Las balas rebotaban como granizo. Fue una experiencia muy cabrona", declaró.

Pero en este episodio no termina el peligro para Rodríguez. Cinco semanas después de este ataque, un grupo de sicarios armó una barricada con sus camionetas, al borde de la avenida por la que iba a pasar, y otro grupo los cercó por detrás. "Nos estaban esperando. ¡Y los ves, cabrón!".

La camioneta blindada del alcalde de García era seguida por las dos camionetas de sus ocho escoltas -"Militares de entre 20 y 30 años, que saben lo que hacen"-. En segundos, una de las camionetas con su gente se estrelló y la otra volcó con los neumáticos destrozados. Uno de sus hombres murió desangrado tras los 20 minutos que duró el episodio.

Los peritos recogieron 1.600 cartuchos en el perímetro donde fue atacado el alcalde (foto relacionada). Su camioneta quedó con 76 impactos de su lado y otros 78 del lado del chofer. Su escolta disparó tiros de precisión, ahorrando balas. "Mi esposa es muy fuerte, pero la vi quebrada. Me senté y empezó a llorar. Le agarré la cabeza. Le dije: «No llores, hombre, para qué llorar si todavía no me he muerto»".

Última actualización el Martes, 24 de Mayo de 2011 18:37