Primarias en Argentina: Macri y Kirchner pelean cada voto en Buenos Aires Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 14 de Agosto de 2017 01:53

Todo indica que Mauricio Macri lo ha vuelto a hacer. Contra todo pronóstico, y pese a la crisis económica, ha logrado un gran resultado en todo el país que consolida su poder, convierte a su formación, Cambiemos, en la primera de Argentina, y le permite afrontar los siguientes dos años de su mandato con mucha más tranquilidad.

Elecciones Argentina PASO 2017

Los primeros datos oficiales otorgaban un amplio triunfo del oficialismo en la gran batalla electoral argentina, que arrancó hoy con las primarias y terminará el 22 de octubre con los comicios reales para renovar buena parte del Congreso. Los candidatos de Macri han obtenido importantes triunfos sobre el peronismo en distritos clave como ciudad de Buenos Aires, donde alcanza casi el 50% de los votos, Córdoba, Santa Fe e incluso en Santa Cruz, bastión histórico del kirchnerismo. 

La gran batalla en la provincia de Buenos Aires, donde Macri necesita ganar a Cristina Fernández de Kirchner, da por el momento una ventaja inesperada al candidato del gobierno, Esteban Bullrich. Si se consolida, el triunfo del presidente es absoluto.

Mauricio Macri tiene mucho para celebrar esta noche. El recuento oficial da un triunfo más amplio de lo esperado al oficialismo en las PASO, las elecciones primarias que definirán las listas que el 22 de octubre pelearán por un lugar en el Congreso. Escrutado algo más del 6% de las mesas, Bullrich obtiene más del 37% de los votos en la poderosa provincia de Buenos Aires, a casi seis puntos de distancia de Kichner. Si la tendencia se confirma, el macrismo habrá vencido en su más dura batalla: la expresidenta, favorita en los sondeos hasta el día de la elección, confiaba en un amplio triunfo que le abriera la puerta grande en su regreso a la política. El kirchnernismo confiaba aún que los votos de los distritos más populares del conurbano, como La Matanza, terminarán al filo de la medianoche por equilibrar la balanza a su favor.

Más allá del resultado en la provincia de Buenos Aires, la tendencia es que Macri ha obtenido un triunfo mucho más amplio de lo esperado a nivel nacional. Sus candidatos ganan en las provincias más grandes del país, aquella que más diputados suman en el Congreso y donde hasta ahora tenía muy poca presencia. Si se mantiene la tendencia, el gobierno ha vencido en Ciudad de Buenos Aires, Mendoza, Córdoba y Santa Fe. Y ha ganado incluso en provincias consideradas feudos particulares, como San Luis (centro), en manos de los hermanos Rodríguez Saá desde el regreso a la democracia, en 1983. En Santa Cruz, cuna del kirchnerismo, donde gobierna la hermana del expresidente Néstor Kirchner y Cristina Fernández vive la mayor parte del año, el macrismo obtiene 45% de los votos, 15 puntos más que el grupo de la expresidenta.

Los presidentes argentinos tienen un poder enorme, pero el sistema electoral de este país hace que estén sometidos a reválidas constantes: cada dos años hay elecciones y toda la economía depende de cómo resulten. Macri, que ganó en 2015 por solo tres puntos de diferencia y están en el minoría en el Congreso, se enfrentaba a su primera gran reválida.Fernández de Kirchner, la expresidenta, ha vuelto a la política como candidata a senadora y logró convertir las elecciones en un gran plebiscito a Macri. Pero todo parece indicar que el presidente superó con creces esa prueba.

Las primarias en realidad no tienen consecuencias prácticas y son una especie de gran sondeo para ver cómo están los ánimos de los electores para octubre. Cada uno vota a su candidato y así se ve qué fuerza tiene cada partido. Pese a su teórica irrelevancia, toda Argentina estuvo pendiente del resultado y sobre todo de la fuerza que conserva Fernández de Kirchner.

Mauricio MacriMauricio Macri vota en una escuela de la ciudad de Buenos Aires. TELAM

Antes del voto, casi todas las encuestas situaron a la expresidenta como primera en la provincia de Buenos Aires, donde se presenta. Pero en la noche electoral las cosas cambiaron. El ambiente en el estadio Julio Grondona, donde Kirchner y los suyos seguían el resultado, no era ni mucho menos festivo en las primeras horas. Mientras los macristas celebraban en Costa Salguero, en la capital, al grito de "no vuelven más", en el estadio del conurbano todo eran caras largas y nadie se animaba a corear el clásico "vamos a volver" del kirchnerismo.

Macri se jugaba mucho. Si Kirchner ganaba la elección, se iba a instalar una enorme inquietud en el mundo del poder y del dinero: nadie acababa de entender bien cómo era posible que una expresidenta que fue derrotada hace dos años, ha sufrido escándalos de corrupción gravísimos en su entorno –su secretario de Obras Públicas fue detenido mientras lanzaba bolsos con nueve millones de dólares a un convento para esconderlos- y tiene ella misma varias causas pendientes estaba en condiciones de ganar elecciones en la provincia clave.

Casi todo en ella es particular. No se presenta por el peronismo, ha creado su propio partido, Unidad Ciudadana. No ha ofrecido una sola entrevista y casi no ha hecho mítines. Se presenta en la provincia de Buenos Aires pero su residencia y su voto está en Santa Cruz. Y esta vez ni siquiera ha ido a votar allí porque dice que no le daba tiempo a volver en el día a seguir la noche electoral en Buenos Aires. Todo es atípico, y es la única candidata que no ha votado, pero a sus seguidores nada parece importarles.

Si ella vencía, el mundo del poder estaba listo para culpar a Macri y el mundo del dinero estaba ya asustado ante su posible regreso. Aunque todos los estrategas del Gobierno insistían en que no hay de qué preocuparse: ella, explican, conserva un núcleo duro de un 30%, con muchos candidatos, voto dividido y sin consecuencias prácticas, pero en cuanto las elecciones sean de verdad –octubre y sobre todo unas presidenciales donde se reparte el poder real- todo el voto antikirchnerista se agrupa y ella no puede ganar de ninguna manera. Es lo que pasó en 2015 y por eso ganó Macri. Pero una victoria de Macri en Buenos Aires le abre el paso en octubre a una reválida definitiva que le permitirá dominar sin problemas la compleja política argentina.

Durante la campaña, el Gobierno, que recuperó fuerza en los últimos días gracias al tirón electoral de la política mejor valorada del país, María Eugenia Vidal, la gobernadora de Buenos Aires, se había visto desbordado por una nueva versión de Fernández de Kirchner, diseñada con la ayuda de su asesor español, Antoni Gutiérrez Rubí, mucho más amable de lo habitual, en la que incluso ha reconocido errores del pasado, algo impensable antes de la derrota de 2015. “Algunas veces no hemos sido tan humildes como debiéramos, tenemos que reconocerlo”, admitió ella misma.

Muchos ciudadanos votaron a Macri hartos del kirchnerismo y sobre todo convencidos de que el empresario multimillonario, que venía de una buena gestión primero en Boca Juniors y después en la ciudad de Buenos Aires, le daría la vuelta a la crisis y traería crecimiento. Pero el primer año de Macri fue durísimo, con inflación del 40%, casi 1,5 millones de pobres nuevos y caída fuerte sobre todo de la industria y el comercio, clave precisamente en los alrededores de Buenos Aires donde más votan a Kirchner. El segundo está siendo mejor pero la recuperación que ofrecen las grandes cifras aún no llega a los barrios donde ella arrasa.

Macri por el contrario explica a los argentinos que su cambio lleva tiempo y explotó el rechazo que muchos tienen a la expresidenta. Él movilizó a sus votantes, algunos con dudas por la situación económica, con la idea de que ella dejó un desastre y si vuelve se hundirá la recuperación. Aunque el voto sea obligatorio, el gran temor de los macristas era la apatía de los suyos. "El voto más que una obligación es una oportunidad y un derecho", dijo Vidal a primera hora de la mañana, justo después de votar, animando a la participación. Finalmente lograron una movilización mucho mayor a la esperada.

En realidad el futuro de Argentina no se decide hoy, porque el voto no tiene consecuencias prácticas, pero los argentinos, acostumbrados a vivir con dramatismo todo lo que tenga que ver con la política, afrontan estas elecciones como si fuera una nueva final de fútbol. Y todo indica que la ganó Macri.

EL PAIS; ESPANHA