Un Raúl Castro hipócritamente enojado critica las fallas que su propio gobierno cometió en medio siglo de dictadura Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 17 de Abril de 2011 10:35

Con aire severo y a menudo iracundo, el gobernante Raúl Castro atacó duramente el sábado las fallas del país, incluyendo la música demasiado alta, cuando inauguró el crucial VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) con un ultimatum para apoyar y poner en práctica un paquete de grandes reformas económicas.

JUAN O. TAMAYO

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“Se me cae la cara de vergüenza al tener que aceptar en público” que las reformas aprobadas por congresos anteriores del PCC nunca fueron implementadas, dijo Castro ante más de 1,000 delegados en el primer congreso desde 1997.

Las fallas de Cuba han sido definidas y vueltas a definir muchas veces, declaró, y este es el momento de llevar a cabo “lo que yo he ordenado, con el apoyo” del Buró Político de 19 miembros del PCC, su principal grupo dirigente.

La declaración pareció reflejar la frustración de Castro ante la resistencia burocrática a las reformas económicas que ha estado propugnando, pero también podría tomarse como un intento de acabar con las especulaciones de que su hermano Fidel continúa mandando detrás del trono.

En el congreso no hubo señal alguna de Fidel, quien oficialmente es aún el primer secretario del PCC aunque no ha fungido como tal desde su crisis de salud en el 2006. Se espera que el congreso reemplace elija a Raúl como primer secretario del Partido Comunista antes de que termine el martes.

Durante un discurso de más de dos horas, el más largo de sus tres años en el poder, Raúl Castro propuso un máximo de dos términos de cinco años para puestos de dirigencia, pero no dio detalles. Fidel permaneció en el poder durante 47 años, y Raúl fue ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias durante casi medio siglo.

Vestido con una guayabera blanca, Castro parecía de pésimo humor mientras criticaba duramente toda una serie de errores y deficiencias de Cuba: demasiadas reuniones, inacción mientras esperan las orientaciones “de arriba”, y hasta las “chabacanerías y el ruido innecesario”, refiriéndose aparentemente a quejas de que la moral de los cubanos ha sufrido en medio de sus problemas económicos.

Castro reveló que un paquete de reformas económicas a considerar por el congreso ya fue aprobado por el Buró Político, dando a entender que los delegados poco podrán hacer más allá de darles una autorización formal.

Pero insistió que el paquete fue resultado de una consulta “democrática y seria” en la que 9 millones, de los 11.2 millones de habitantes de la isla, tuvieron la oportunidad de expresar “sus insatisfacciones y discrepancias” con los 291 lineamientos para el cambio que él dio a conocer inicialmente el año pasado.

Después de los debates, 181 de los lineamientos fueron cambiados y se añadieron 36 nuevos, según Castro. No dio más detalles acerca de los cambios – menos o más reformas – pero dijo que todo se publicaría después del congreso.

Como mínimo se necesitarán cinco años para poner en práctica todos los cambios, declaró, y añadió que se pondrán en vigor “sin prisa pero sin pausa”, a un paso dictado por el crecimiento económico del país.

Funcionarios del gobierno ya están trabajando en nuevas leyes para permitir cambios tales como la venta privada de casas y automóviles, la expansión del arrendamiento de terrenos estatales a agricultores particulares y el apoyo de créditos gubernamentales para el creciente sector de trabajadores cuentapropistas tales como carpinteros y plomeros.

Castro ha declarado repetidas veces que, sin abrazar el capitalismo, Cuba tiene que recortar los subsidios y nóminas estatales, aflojar el control centralizado de la economía, especialmente en la agricultura, permitir más empresas privadas y atraer a más inversionistas extranjeros.

También ha reprendido a los funcionarios cubanos por culpar de todos los problemas económicos de la isla al embargo de Estados Unidos y ha dicho a los ciudadanos que deben dejar de depender de un Estado paternalista que hasta ahora les ha brindado beneficios desde la cuna hasta la tumba.

El sábado, Castro repitió su queja de que la economía de estilo soviético de Cuba está “excesivamente centralizada” y debe cambiar hacia un modelo donde la planificación central siga jugando un fuerte papel y se rechace el capitalismo, pero en el cual “no se ignorarán las tendencias del mercado”.

Programas sociales tales como la salud pública y la educación deberán ser conservados, pero con “mayor racionalidad”, agregó, en dependencia del paso del desarrollo económico de Cuba. El gobierno deberá además apoyar a los cuentapropistas para que puedan contribuir a la economía.

Castro admitió con pesar que un llamado a eliminar la tarjeta de abastecimientos – la cual provee una ración básica de artículos de primera necesidad a precios altamente subsidiados – contenida en el primer conjunto de lineamientos había provocado la mayor cantidad de comentarios durante el debate a nivel nacional.

Atacó el “nocivo carácter igualitarista” de la tarjeta de abastecimientos, la llamó “una carga insoportable para la economía y un desestímulo al trabajo”, y dijo que era “imprescindible eliminar la tarjeta”. Pero agregó que eso se haría poco a poco, no de un día para otro.

Abordando las fallas del propio PCC, subrayó la necesidad de separar las funciones del partido y del Estado – se considera que el partido es más poderoso que el gobierno – y dijo que el Buró Político había aprobado la creación de un panel para supervisar el papel del PCC en las reformas.

Señalando a los periodistas en la audiencia en el Palacio de las Convenciones, dijo que los medios de prensa cubanos son a menudo “aburridos y superficiales”, que necesitan un mayor acceso a la dirigencia cubana y que tienen que jugar un papel decisivo en clarificar las políticas y criticar las fallas.

“Nosotros los vamos a apoyar”, declaró. Poniendo cara seria, advirtió: “Pero el que cometa errores debe pagar por ellos”.


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Última actualización el Domingo, 17 de Abril de 2011 10:44