Familia y libertad a propósito del Premio Oswaldo Payá Por BORIS GONZÁLEZ ARENAS Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 24 de Febrero de 2017 13:27

La casa de Oswaldo Payá, el líder político cubano que murió junto a Harold Cepero en condiciones no esclarecidas en el año 2012, tiene una sala pequeña. Una sala que corresponde con una vivienda de proporciones modestas, para una familia que en condiciones normales desarrolla su vida social y política en instituciones apropiadas, sin otra aspiración que la armonía familiar y el crecimiento sano de los hijos.


No una sala con el tamaño adecuado para servir de escenario a la entrega, este miércoles 22 de febrero de 2017, del Premio Oswaldo Payá, Libertad y VidaLuis Almagro, secretario general de la OEA, y a Patricio Aylwin, expresidente chileno a quien se le otorgó con carácter póstumo.

 

La mención a Aylwin debería haberla recogido su hija Mariana. Debería, porque el Gobierno cubano impidió la entrada de ella y de Almagro al país, además de la de Felipe Calderón, expresidente mexicano, que fue nominado y había aceptado la invitación para participar de la ceremonia junto a otros invitados internacionales.

Igualmente, el Gobierno impidió la llegada de un número no precisado de miembros de la sociedad civil, ya fuera porque los detuvo directamente, como a Henry Constantín, o porque un cordón paramilitar ceñido en torno a la vivienda en el municipio habanero del Cerro les imposibilitó la llegada, como al periodista de Diario Las Américas Iván García.

Aun así, la acogedora habitación resultó insuficiente para recibir a los miembros de la sociedad civil que pudimos llegar, del cuerpo diplomático y de la prensa extranjera. Los asientos dispuestos inicialmente fueron recogidos, y durante todo el evento los presentes debimos permanecer en pie. Era un ejemplo locuaz de cómo merced al castrismo el espacio doméstico ha debido asumir las funciones propias de los espacios públicos, entre otras apropiaciones extrañas.

Las intervenciones de Rosa María Payá sobre la necesidad de libertad para Cuba, la lectura por Saylí Navarro de la carta escrita para la ocasión por Ofelia Acevedo, viuda de Oswaldo; las palabras de Iván Hernández Carrillo, único nominado que pudo estar en el evento, y la alocución filmada de Felipe Calderón a la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia, resultaron magníficas para demostrar la competencia y madurez política de sus organizadores.

Las palabras de Rosa María afirmando que los premios no serán enviados a sus dueños, sino que serán guardados para entregárselos en esa misma sala en una Cuba libre, afirman un propósito que da a la pequeña habitación proporciones universales.

El secretario general de la OEA, Luis Almagro, tiene un enorme mérito por haber aceptado el premio y encarar la invitación de viajar a Cuba a recibirlo en una modesta sala del Cerro, sobre una silla antigua y gastada.

La OEA fue clave para apartar del conjunto de los gobiernos americanos al de Fidel Castro en la etapa más letal de su ejercicio político, aquella en que convirtió al país en el pasto de sus bestiales afanes. La separación se produjo luego de que el Gobierno democrático de Rómulo Betancourt rompiera relaciones con Cuba y promoviera su censura en la OEA por el carácter comunista del Gobierno de Fidel Castro y su aporte a la subversión del Gobierno venezolano. Algo semejante había promovido ya contra Rafael Leónidas Trujillo, el tirano de República Dominicana, y poco tiempo después la misma determinación demócrata lo llevó a romper relaciones diplomáticas con el Gobierno haitiano, encabezado entonces por François Duvalier.

Para Fidel Castro ser tratado como uno más de los jenízaros caribeños fue una afrenta que no estaba dispuesto a tolerar, lo que provocó que la animadversión contra la OEA trascendiera hasta nuestros días.

Que la casa del Cerro que acoge a la familia Payá sea el escenario de un evento de esta naturaleza honra a la familia cubana. Si en los últimos años se ha verificado alguna reanimación económica familiar, es precisamente por la habilitación del espacio doméstico para el ejercicio del comercio y la industria privados. Nada ha otorgado el castrismo a ese crecimiento que no sean obstáculos y ojeriza.

El éxito del evento organizado por la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia evidencia que, junto a la capacidad de gestión e iniciativa económica, es en la familia cubana donde residen, con lozanía insospechada, el ansia y la voluntad de nuestra libertad política.

DIARIO DE CUBA

Última actualización el Miércoles, 01 de Marzo de 2017 11:21