La Ciudad Maravilla contra Super Trump, Por Francisco Almagro Domínguez Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 12 de Junio de 2016 11:23

A pocas horas de ser proclamada "maravilla" La Habana,  arrancaba la carrera por la Casa Blanca a golpes de teleprompter entre Hillary Clinton y Donald Trump, al parecer el invulnerable supercandidato republicano. Como en el mejor de los cómics nadie hubiera apostado un peso por dos de los protagonistas de esta aventura; tan pronto se supo que la Ciudad de las Columnas era seleccionada como una maravilla moderna entre cientos, casi toda la prensa no oficialista recordó que como una Gotham desvencijada, oscura y maldita, no era merecedora de tan alto elogio. Tienen razones para ello aunque Eusebio Leal los catalogue de invidentes —"Lo que hay que tener es ojos para ver la maravilla y un corazón que nunca desmaye"— una frase alusiva a El Principito.

En realidad, y como ya han escrito otros, lo que es una maravilla es que La Habana haya aguantado tanta desidia y maltrato. El propio Eusebio sabe muy bien que barrios sí y cuáles no pueden enseñarse a los extranjeros, a la prensa internacional. Y aunque para ser sinceros, Leal es casi la única persona que, por las razones que sean, ha impedido que la "miseria" se trague la ciudad —en Fresa y Chocolate Diego usa otro adjetivo—, estas frases altisonantes son ofensivas a quienes nacieron, crecieron y aman La Habana. Por cierto, para saber por qué la capital cubana sigue maravillando solo hay que ir al lugar más contrarrevolucionario de la urbe: la Maqueta de La Habana. Allí, con colores definidos, se muestra lo que se construyó durante la Colonia, en la Republica y después de la Revolución de 1959. No está de más por sabido: las construcciones "revolucionarias" como Alamar son apenas un porciento ínfimo de la ciudad y es evidente la precariedad en que se encuentran.

El otro personaje de esta caricatura es Donald Trump. Ha sido llevado y traído muchas veces que el candidato republicano aún sin proclamar se ufana de no haber gastado casi nada en propaganda, que los medios y los políticos respondiéndole en todos los ámbitos y con todas las armas han hecho el trabajo por él.

Como Clark Kent, Trump era un advenedizo de la política y nadie sospechaba de sus superpoderes en ese campo —y todavía la mayoría de los expertos niegan que los tenga—. Un buen día, igual que el periodista Kent, Trump se cansó de hacer televisión, posar para las revistas rosa, se enganchó una corbata roja de republicano y se paró en el escenario con más de 12 candidatos experimentados que abarcaban todo el espectro del partido. Uno a uno los fue aniquilando con su superlengua y supergestos —otros dirán que con sus supergroserías—. Lo cierto es que Super Trump parece indetenible; todo intento por hacerle "trampa" y negarle la nominación del partido podría desatar marejadas de violencia de consecuencias imprevisibles. Super Trump tiene su kryptonita y sabe bien cómo usarla. Nos guste o no, algunos ven en ese hombre de bronceado artificial y peinado ridículo al superhéroe de carne y hueso que han estado esperando durante muchos años.

La Ciudad Maravilla —Wonder City— tiene también superpoderes y sabe usarlos. Con más de dos millones de habitantes ha sobrevivido a una despiadada guerra de indolencias, ciclones, desfalcos, falsas reparaciones, furnias en el pavimento y socavones en las aceras, teatros, bodegas y supermercados convertidos en escombros sin caerle encima una sola bomba. Y, ciudad mágica al fin, saben los habaneros y el régimen como darle colorete, una pinturita por aquí, un repellito por allá para que parezca indemne. La ciudad amada por Dulce María, Alejo, Lezama, Eliseo, Don Fernando, Amelia y otros tantos citadinos, conocían de su portentosa virtud para el engaño, para renacer cuando todo parece haber acabado. Quienes han estado a cargo de la Ciudad Maravilla hasta ahora han sabido manejar sus superpoderes de picardía y resurrección.

En alguna parte del reality comic puede que Super Trump alcance la nominación de su Partido, e incluso derrote a la candidata Clinton, especie de Mujer Invisible por las cosas que ella parece esconder. La Ciudad Maravilla debe cruzar los dedos para que sea la Mujer Invisible y no Super Trump con quien deba lidiar en el futuro. Porque si Donald-Clark es el candidato, esta será una historieta inédita; nunca antes se habrán contrapuesto rivales con métodos semejantes para descalificar y aniquilar a sus enemigos, y los cuales, parafraseando cierto eslógan comunista, nacieron para vencer y no para ser vencidos.

Hasta ahora el régimen cubano ha contendido con presidentes norteamericanos predecibles, más o menos decentes, alguna que otra vez atados por las leyes y el Congreso. Aunque Super Trump probablemente tendrá que negociar con otros poderes, su modo de operar es saltarse las legislaciones, desinflar las indagatorias, devaluar a políticos y congresistas. Con la kryptonita-dólar en el bolsillo poco le importará quién habite y cómo la Ciudad Maravilla. Lo de él es y será hacer dinero. Todo lo que lo impida o ralentice será destruido sin miramientos.

En tantos puntos parecen coincidir los personajes de la presunta historieta que el suspenso teje un sinfín de finales. Super Trump jamás aceptaría una emigración masiva cubana por aire, cielo y tierra; ni corto ni perezoso activaría la opción militar con el pretexto de amenaza a la seguridad de EEUU. Acabaría con la Ley de Ajuste; aumentaría el Muro del Malecón para que los cubanos tuvieran que secarse los pies en la Isla. El magnate tampoco esperaría por permisos para invertir en la maravillosa capital; llevaría esos tractores que parecen el eslabón perdido entre el automóvil y la yunta de bueyes a un parque nacional. Y si se le hablara de cerrar y entregar la base naval de Guantánamo, solo pondría la condición de que fuera una plataforma de cruceros para exclusividad norteamericana.

Por lo pronto, Donald tiene que mejorar su imagen y tal vez cambiarla por un retraído periodista al estilo Kent. Sabemos que eso es muy difícil.  Como también lo será para La Habana ser sorprendente; hacer negocios en serio y cumplir con todas sus obligaciones financieras y comerciales. No bastan los superpoderes que ha tenido hasta ahora la Ciudad Maravilla. Tampoco Super Trump se ha enfrentado a nada parecido en su vida; puede estar confiado de que ni los Clinton saben tanto de su vida como los servicios de inteligencia de la capital maravillosa. ¿Habrá una alianza entre superhéroes y superpoderes?  Quién sabe. Tal vez ese guión ya se está escribiendo.

DIARIO DE CUBA