Miami celebra el 50 aniversario de la liberación y llegada de la Brigada 2506 a esta ciudad Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 21 de Diciembre de 2012 09:43

 

En los días previos a la Navidad, pero hace 50 años, 1,113 combatientes de Bahía de Cochinos capturados por las fuerzas de Fidel Castro y mantenidos prisioneros durante 20 meses fueron finalmente liberados y tuvieron un recibimiento de héroes en Miami.

LUISA YANEZ

Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla

El primer avión lleno de prisioneros de guerra llegó el 23 de diciembre de 1962 a la Base de la Fuerza Aérea de Homestead. Demacrados y sintiéndose traicionados por la administración de John F. Kennedy, los miembros de la orgullosa Brigada 2506 fueron llevados en autobuses al Auditorio Dinner Key, donde los parientes que los esperaban los abrazaron en una enorme reunión que hizo noticias de primera plana. Cinco días después, Kennedy y su esposa Jackie estarían en el Orange Bowl para darles también la bienvenida.

Entre los jóvenes que esperaban ese día en el auditorio estaba la adolescente Ninoska Pérez Castellón con su familia para darle la bienvenida a sus hermanos y tío, todos miembros de la brigada.

“Recuerdo haber estado en ese auditorio repleto… Puedo realmente decir que como niña vi a esos hombres como mis primeros héroes. Todavía los veo así”, afirmó Pérez Castellón, quien creció para convertirse en una de las personalidades más influyentes de la radio de Miami.

Pérez Castellón y su familia aún tienen fotos en blanco y negro de la alegre reunión de ese día, que muestran a su fallecida abuela abrazando a su hijo.

El sábado, se celebrará el 50 aniversario de ese importante momento cuando los miembros sobrevivientes de la brigada —actualmente en sus 70 y 80 años— tengan una reunión en el Museo de Bahía de Cochinos, en la Pequeña Habana.

La liberación de los hombres fue un punto brillante en la desastrosa invasión respaldada por la CIA para derrocar al gobierno de dos años de Castro. Sin embargo, el regreso de los luchadores también envió el sombrío mensaje de que los exiliados no recuperarían Cuba. La Crisis de los Misiles de ese octubre estableció el curso de las relaciones entre EEUU y Cuba hasta hoy.

En aquel momento, algo se hizo patente: la comunidad de exiliados cubanos estaba en Miami para quedarse.

Un derrotado José Andreu, actualmente de 76 años, el primer miembro de la brigada que firmó para la invasión, estaba entre los que llegaron a casa ese día agridulce.

“Mi futura esposa estaba allí para recibirme; junto con mi hermana y mi padre”, dijo Andreu. “Recuerdo los abrazos y el llanto. Después de que dejé el auditorio, recuerdo que tenía tanta hambre que fui a un Royal Castle y mi novia me compró, creo, 18 hamburguesas pequeñas”.

Las negociaciones por detrás de bambalinas que finalmente llevaron al regreso de los brigadistas hace 50 años esta semana fueron materia de películas de Hollywood. Involucraron meses de conversaciones con Castro con varias personalidades, desde una ex Primera Dama a un negociador diplomático de alto perfil que encabezó el grupo que finalmente tuvo éxito: un grupo compuesto por las madres, esposas y padres de los prisioneros que formaron el Comité de Familias para Liberar a los Prisioneros de Bahía de Cochinos.

Su esfuerzo resultó en un éxodo ahora olvidado de 7,000 refugiados cubanos, muchos parientes de los brigadistas, que llegaron en barcos de carga a Port Everglases, en Fort Lauderdale, desde diciembre de 1962 a julio de 1963.

Dos mujeres en el comité desempeñaron papeles clave: una en Cuba, motivada por un amor maternal; la otra en Miami, en busca de liberar a su esposo.

La miembro de la alta sociedad habanera Berta Barreto, cuyo hijo mayor fue capturado durante la invasión, hizo el contacto inicial con Castro y prometió que se le pagaría el rescate que estableció por los hombres. Años después, su segundo hijo, Pablo Pérez-Cisneros Barreto, escribió el libro definitivo de las negociaciones, llamado After Bay of Pigs, que pronto se publicaría en español. “Lo que mi madre y los otros lograron hacer, sin experiencia en negociaciones de alto nivel, fue extraordinario”, comentó Pérez-Cisneros Barreto.

La segunda mujer fue Virginia Betancourt, un ama de casa cuyo esposo fue capturado y cuya solicitud personal a Castro durante las negociaciones de que se permitiera a los parientes de los brigadistas dejar la isla, abrió las puertas al pequeño éxodo.

“Cuando las personas hablan de la invasión de Bahía de Cochinos —declaró Betancourt— se enfocan en la derrota en la playa. Pero no han realmente oído sobre lo que vino después; cómo tuvimos que negociar para la liberación de esos hombres”.

Hoy en día, los que negociaron dicen que la intención de Castro era obligar a EEUU a pagar millones como castigo por la invasión de abril de 1961.

“El hizo todo lo que pudo para humillar a los miembros de la brigada y burlarse de los estadounidenses”, indicó Andreu.

El gobierno de Kennedy, que al principio negó su participación en Bahía de Cochinos, se encontraba en una situación difícil para obtener la libertad de los hombres sin negociar abiertamente por ellos.

El primer esfuerzo fue la creación del Comité Tractores por Prisioneros, que llegó con la idea de que EEUU le daría a Cuba transportes para granjas a cambio de los prisioneros. La ex primera dama Eleanor Roosevelt encabezó el comité, pero la idea encontró obstáculos en el Congreso, cuando algunos de sus miembros dijeron que era una mala idea darle equipo agrícola nuevo a Castro que podría convertirse en material de guerra.

El comité de Roosevelt se desbandó y lo mismo sucedió con otros.

En junio de 1962, los parientes estaban desesperados. En La Habana, Barreto decidió tomar las cosas en sus propias manos. Tenía una carta de triunfo. Su actual esposo había tenido citas con Conchita Fernández, la secretaria de Castro. Ella le rogó que la llamara y dejara caer la idea que los exiliados en Miami podían recaudar millones, recuerda su hijo.

“Conchita hizo que mi madre escribiera una propuesta que ella rescribió y prometió dársela a la mujer que era la mano derecha de Castro, Celia Sánchez”, afirmó Pérez-Cisneros Barreto.

A las 3 a.m. sonó el teléfono en la casa de los Barreto en La Habana; era Castro. Quería saber si Barreto podía realmente conseguirle millones a cambio de los hombres.

“Mi madre dijo que ella iba a buscar una manera de conseguirle el dinero. En ese momento, ella no tenía idea de cómo iban a hacerlo”, relató Pérez-Cisneros Barreto.

Ella se puso en contacto con miembros del comité de familias de Miami y reportó su prometedora conversación con Castro; los miembros se pusieron en contacto con el gobierno de Estados Unidos. Entonces entró en escena James Donovan, dinámico abogado de Nueva York y negociador estrella, quien justamente acababa de lidiar con los soviéticos para poner en libertad al piloto e U2 Francis Gary Powers, que había sido capturado. Donovan aceptó ayudar al comité pro bono.

En sus memorias, tituladas The Bay of Pigs: A Long & Hard Road to Freedom ( Bahía de Cochinos: un largo y difícil camino hacia la libertad), Betancourt indicó que el grupo empezó a hacer viajes a La Habana para negociar. Su sede era la casa de Barreto, donde se aparecía Castro para discutir los términos con Donovan.

Castro exigió al principio millones en efectivo, y Donovan —quien reportaba a menudo al secretario de Justicia Robert F. Kennedy— se negó. Betancourt, quien vive ahora en Las Vegas, recuerda las acaloradas conversaciones entre Donovan y Castro, quienes discutían hasta de religión. Las negociaciones se vieron perturbadas por la Crisis de los Misiles, pero luego avanzaron. Más adelante, ella descubrió que había habido un plan entre los opositores de la isla para matar a Castro en casa de los Barreto durante una de las sesiones.

Después de meses, Donovan persuadió a Castro de que aceptara los $52 millones en medicinas y alimentos, y el gobierno de EEUU se apresuró a convencer a las compañías médicas de que los donaran. Empezaron a elaborarse febrilmente planes para hacer el trueque antes de las Navidades de 1962.

Pero, ¿cómo llevar a Cuba esas toneladas de artículos sin involucrar al gobierno?

Surgió la idea de reclutar a la Cruz Roja Americana para que se ocupara de la entrega de los barcos cargados de mercancías. Estos saldrían de Port Everglades en Fort Lauderdale cargados de medicinas y regresarían abarrotados de refugiados cubanos.

Gloria Villa, entonces una muchacha de 20 años que participaba activamente para conseguir la liberación de los brigadistas, fue reclutada pronto por la Cruz Roja para viajar a Cuba y ayudar a procesar a los prisioneros porque era una ciudadana estadounidense bilingüe. “Fue algo muy emocionante para mí; yo conocía a muchos de los hombres desde la escuela y la experiencia entera fue desgarradora”, declaró Villa, quien trabaja en un bufete de abogados en el downtown. Su trabajo consistía en chequear la subida de los pasajeros al vuelo a Miami. “Ahora, lo considero lo más importante que he hecho en mi vida, incluyendo tener mis hijos”.

El segundo día de los vuelos de prisioneros —el 24 de diciembre— se desencadenó un nuevo drama.

“Hubo un momento en que mi madre, Castro y Donovan estaban parados en la pista del aeropuerto militar y Castro estaba exigiendo que no saldrían más vuelos de prisioneros hasta que le pagaran $2.9 millones en efectivo”, relató Pérez-Cisneros Barreto.

A Castro se le había prometido el dinero en abril de 1962, cuando puso en libertad a 60 brigadistas heridos .

Finalmente RFK, con ayuda de amigos acaudalados, consiguió un pagaré de banco para Castro por esa cantidad.

Los vuelos de prisioneros a Miami continuaron.


Read more here: http://www.elnuevoherald.com/2012/12/20/v-fullstory/1368599/recuerdan-50-anos-del-regreso.html#storylink=cpy

Última actualización el Viernes, 21 de Diciembre de 2012 09:51