LOS CUBANOS, Por varios autores, en homenaje a la Patrona de Cuba, La Virgen de la Caridad del Cobre Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 07 de Septiembre de 2014 16:21

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Yo vivía en Miami en los 60s, cuando los cubanos empezaron a llegar en grandes cantidades. No tenían nada, sólo un gran orgullo y un inmenso dolor de haber tenido que dejar a su bella isla detrás. Pronto me di cuenta de que esta gente no había llegado a Estados Unidos en busca de un plato de comida. Venían con alma de colonizadores, en busca de progreso y libertad de ideas y expresión; y conquistaron estas tierras, para luego levantar a la gran urbe cosmopolita que es el Miami de hoy.

Por el Norteamericano Andy Bergen.-

El primer pecado del cubano fue su aprecio desmedido por el standard de vida y el progreso.
El segundo pecado fue que antes de 1959 (antes de Fidel Castro) su moneda nacional valía más que el dólar.

El tercer pecado fue hacerle la música al mundo...

Pero el peor pecado de los cubanos fue levantar una ciudad en lo que fuera un terreno pantanoso en Florida para convertirla en el puerto estadounidense hacia las Américas y un punto obligado del turismo mundial. Quien le niegue este pecado a los industriosos cubanos, está divagando o es un acomplejado.

Entonces, ¿los cubanos son malos, regulares o simplemente muy buenos?

Jesucristo dio una pauta para la conducta humana cuando dijo:
"Por sus obras los conoceréis". Así que ya tienen en Miami una regla para medir a los cubanos.

Yo no soy de ascendencia cubana. Tampoco creo que los cubanos lo sean, pues los verdaderos cubanos fueron los Taínos, los Siboneyes y Guanajatabeyes que poblaban la hermosa isla, pero fueron exterminados por quienes luego dieron origen al nuevo pueblo cubano.
Creo que la expresión "cubano" viene siendo como un título de nobleza. No se puede decir siquiera que cubano sea una raza. En el pueblo cubano hay de todo: blancos europeos, negros, mulatos y hasta asiáticos.
A mi entender, el cubano no es más que un proyecto genético bien concebido en un lugar llamado Cuba. Creo realmente que el cubano es distinto a todos los demás latinoamericanos. Tal vez sea su posición geográfica o su herencia euro-africana la que los hace tan especiales.

Los cubanos hablan alto, gesticulan con las manos, son prepotentes y se ríen de todo el mundo, pero también de ellos mismos y de sus desgracias. De su dolor sacan arte y de su alegría hacen verdaderas zarzuelas.

El cubano no suele ser racista, pero sí es clasista. "Lo bueno que tiene Miami, es que aquí todas las aguas cogen su nivel", me dijo una vez un amigo cubano refiriéndose a las castas sociales, supuestamente eliminadas en Cuba para que la chusma se mezcle con las capas altas y educadas.

Sin embargo, el cubano liberó al negro mucho antes de que los negros estadounidenses fueran libres. En Cuba nunca se les llamó afrocubanos sino, simplemente, cubanos. El negro de Cuba es tan cubano como el blanco o el mestizo.

No obstante, los cubanos, en especial los de Miami, son uno de los pueblos más vilipendeados en el mundo. Creo sinceramente que hay mucha envidia en esas críticas. Molesta mucho su éxito extraordinario, sus cinco congresistas en el Congreso de EE.UU (y sus tres senadores), su enorme poder económico, su influencia política, su afán de trabajo y progreso, la imposición de su idioma y sus costumbres, y mucho más.

El cubano por su ingenio y laboriosidad nunca podrá escapar a su destino. Siempre tendrá a su lado al hermano Caín y a todas esas razas y etnias que no soportan el éxito de los demás y quieren aplastar a los triunfadores.

Yo vivía en Miami en los 60s, cuando los cubanos empezaron a llegar en grandes cantidades. No tenían nada, sólo un gran orgullo y un inmenso dolor de haber tenido que dejar a su bella isla detrás. Pronto me di cuenta de que esta gente no había llegado a Estados Unidos en busca de un plato de comida. Venían con alma de colonizadores, en busca de progreso y libertad de ideas y expresión; y conquistaron estas tierras, para luego levantar a la gran urbe cosmopolita que es el Miami de hoy.
¿Qué habría sido de la isla de Cuba si a su pueblo no le hubieran truncado la creatividad y el espíritu empresarial? Probablemente sería la verdadera "perla de las Antillas", envidia de América Latina y de muchos pueblos más.
Los cubanos son comparables con la comunidad judía e italiana en Estados Unidos, que se levantaron triunfantes después de años de vicisitudes.

¿Qué sería de Miami si algún día se marchan los cubanos? Ningún otro pueblo lograría imprimirle tanto sabor y alegría a la ciudad de Miami. Por eso me gusta tanto la letra de la canción de la cantante cubana Marisela Verena...

"Nosotros los cubanos y el resto de la humanidad"...


SOBRE LOS CUBANOS, Escrito por el periodista mexicano Víctor Mona.-

Los cubanos salen de una isla pequeña y se han diseminado por todo el mundo. Uno es professor en una universidad de Australia ; otro, inauguró en Alaska un restaurante. Nada los detiene, ni el frío ni el calor. Los seduce el trópico de la Florida, pero soportan igualmente a pie firme los hielos de Boston y Nueva York. No mendigan, trabajan. Los que en Cuba eran pobres, aquí son ricos. Los que allá eran medio pelo, aquí son pelo y medio.

Ningún obstáculo detiene su laboriosidad beligerante si la oferta es digna. Uno es rector de la Universidad; otro, maquilla muertos. Cambian, pero sólo en la superficie. En Miami siguen jugando la bolita (lotería Prohibida), peleando gallos a escondidas y enviando los hijos a la escuela privada. En Madrid , están contra José Luís Rodríguez Zapatero y en Caracas , contra Hugo Chávez, siempre en la oposición. Se les critica y se les envidia pero en el fondo se les admira. Gallegos por el trabajo y judíos por la voluntad de sobrevivir, constituyen una legión empecinada que no se deja ignorar.
Traen su música calurosa, el ruido de sus tambores, los frijoles negros y el bistec de palomilla con moros y maduros. Pero traen sobre todo la simpatía, la cordialidad y la laboriosidad.
¿Quiénes son? Son los cubanos del destierro, la única población mundial trasplantada, que (salvo los hebreos) en más de un tercio de siglo no han perdido su identidad. Los que admiraban a Cuba desde lejos como ejemplo supremo de pujanza latinoamericana, los que veían a Cuba como un milagro étnico y cultural, donde todo parecía un relajo pero todo funcionaba bien, ya no tienen que ir a Cuba para conocerla! . Aquí la tienen dentro de los mismos Estados Unidos. Esta es Cuba . Estos son los cubanos. Exagerados, fanfarrones, ruidosos, sí, pero también intensos, profundamente creadores y buenos amigos. ¿Y qué no han hecho en estos 50 años de destierro los cubanos para poder sobrevivir con dignidad? Cuál actividad manual o intellectual no han ensayado en éste o en aquél país, por complicada que pareciera, lo han realizado para no quedarse detrás, para no dejarse discriminar.
En alguna de esas actividades han llegado tan lejos que superan a emigraciones que los precedieron por cerca de medio siglo No hay hospital en Estados Unidos donde no haya hoy un médico cubano. No hay periódico donde no haya un periodista cubano, ni banco donde no haya un banquero cubano, ni publicitaria donde no haya un publicitario cubano, ni escuela donde no haya un maestro cubano, ni universidad donde no haya un professor cubano, ni comercio donde no haya un manager cubano.
En las Grandes Ligas del béisbol sus nombres también brillan. En Madrid , el primer poeta latinoamericano es un negro cubano. En la Coca Cola, Kellog’s, McCormick, Pepsi Cola y tantas otras su dirigente es o fué un cubano. En el Congreso de Washington hay cinco cubanos, en el Senado Federal se sientan tres cubanos, el Ministro de Comercio de E. U. es un cubano, la Viceministra de Salud es una doctora cubana. Caramba, son unos pocos en éste país y llegaron hace muy poco tiempo..
En las tierras prestadas del extranjero parecen llevar siempre en la frente la marca del sitio de donde vienen.
Los cubanos llevan a Cuba . La enaltecen y la honran, porque además de en la frente la llevan en el corazón.
Pero hay algo en el desterrado cubano, a mi juicio, superior a esa actividad profesional triunfante, y es su odio al despotismo del que huyen, su amor a la tierra que dejaron. Eso lo separa y lo define. Eso da a sus triunfos en medio del desarraigo, una grandeza que de otro modo no tendría.
Se han afincado definitivamente en estas tierras hospitalarias que los han acogido y donde viven en lo material muchas veces mejor que como vivían en Cuba . Aún teniéndolo todo, si les falta Cuba , no tienen nada. Quizás por ello han hecho su Cuba aquí. Por eso, si se le mira bien, se verá que a veces parece que el cubano ríe, pero en realidad esta llorando por dentro.
Le nace el hijo, le crece, se le gradúa en la Universidad, pero el cubano suspira. ¡Ay, si estuviera en mi Cuba !.. Compra una casa, un auto, o una lancha y sigue suspirando.. ¡Ay!. ¡Si todo esto lo tuviera en Cuba ! De una manera misteriosa, que no puede definir hay un vínculo con aquello que tira de aquí hacia allá. Ahora que perdió a su país, sabe que no puede vivir sin Cuba, y la sueña de noche, y le agiganta los valores y la embellece y la idealiza, y se culpa de no haberla entendido mejor, y la recrea en sus cantos y bailes, y la revive en sus historias en sus costumbres y en sus comidas.
¿Por qué compran hoy los cubanos más libros cubanos que nunca? ¿Por qué tienen sus casas, sus negocios y sus oficinas llenas de palmas, de banderas, de escudos y de retratos de José Martí? ¿Por qué aunque sean USA citizens SIGUEN SIENDO CUBANOS? ¿Por qué se reúnen en sus municipios formados en el exilio, borrando antiguos antagonismos de partido o clase? Porque el cubano sabe que lo único auténticamente suyo fue SU CUBA y que a ella quisiera el poder regresar. No les preocupa que le devuelvan la residencia o el negocio, si lo tenían. Lo único que desean es volver a su tierra. La casa donde nació esta destruida, al pueblo se lo han puesto desconocido, la madre ha muerto. Pero no importa. El exiliado cubano quiere de todos modos ir a esa casa, a ese pueblo y a esa tumba. La Patria empieza ahí….
MI RESPETO Y ADMIRACION PARA LOS CUBANOS!!


 

He aquí que El Profeta habla de los cubanos

un artículo de Luis Aguilar León

Este es, sin duda, el artículo más popular que he escrito en mi vida. Con risueña sorpresa ha llegado a mis manos traducido al inglés, reproducido en revistas y aun citado en un sesudo tratado de Sociología. Pero también lo he visto circular mutilado y, grande villanía, anónimo o con nombres extraños. Para remediar tales agravios, lo reproduzco en su forma original y definitiva.

Desde una roca en el puerto, El Profeta contemplaba la blanca vela de la nave que a su tierra había de llevarlo. Una mezcla de tristeza y alegría inundaba su alma. Por nueve años sus sabias y amorosas palabras se habían derramado sobre la población. Su amor lo ataba a esa gente. Pero el deber lo llamaba a su patria. Había llegado la hora de partir. Atenuaba su melancolía pensando que sus perdurables consejos llenarían el vacío de su ausencia.

Entonces un político de Elmira se le acercó y le dijo: Maestro, háblanos de los cubanos.

El Profeta recogió en un puño su alba túnica y dijo:

“Los cubanos están entre vosotros, pero no son de vosotros. No intentéis conocerlos porque su alma vive en el mundo impenetrable del dualismo. Los cubanos beben de una misma copa la alegría y la amargura. Hacen música de su llanto y se ríen con su música. Los cubanos toman en serio los chistes y hacen de todo lo serio un chiste. Y ellos mismos no se conocen.

“Nunca subestiméis a los cubanos. El brazo derecho de San Pedro es cubano, y el mejor consejero del Diablo es también cubano. Cuba no ha dado ni un santo ni un hereje. Pero los cubanos santifican entre los heréticos, y heretizan entre los santos. Su espíritu es universal e irreverente. Los cubanos creen simultáneamente en el Dios de los católicos, en Changó, en la charada y en los horóscopos. Tratan a los dioses de tú y se burlan de los ritos religiosos. Dicen que no creen en nadie, y creen en todo. Y ni renuncian a sus ilusiones, ni aprenden de las desilusiones.

“No discutáis con ellos jamás. Los cubanos nacen con sabiduría inmanente. No necesitan leer, todo lo saben. No necesitan viajar, todo lo han visto. Los cubanos son el pueblo elegido... de ellos mismos. Y se pasean entre los demás pueblos como el espíritu se pasea sobre las aguas.

“Los cubanos se caracterizan individualmente por su simpatía e inteligencia, y en grupo por su gritería y apasionamiento. Cada uno de ellos lleva la chispa del genio, y los genios no se llevan bien entre sí. De aquí que reunir a los cubanos es fácil, unirlos imposible. Un cubano es capaz de lograr todo en este mundo menos el aplauso de otros cubanos.

“No les habléis de lógica. La lógica implica razonamiento y mesura, y los cubanos son hiperbólicos y desmesurados. Si os invitan a un restaurante, os invitan a comer no al mejor restaurante del pueblo, sino ‘al mejor restaurante del mundo’. Cuando discuten, no dicen ‘no estoy de acuerdo con usted’, dicen ‘usted está completa y totalmente equivocado’.

“Tienen una tendencia antropofágica. ‘Se la comió’ es una expresión de admiración; ‘comerse un cable’, señal de situación crítica, y llamarle a alguien ‘comedor de excrementos’ es su más usual y lacerante insulto. Tienen voluntad piromaniaca: ‘ser la candela’ es ser cumbre. Y aman tanto la contradicción que llaman a las mujeres hermosas ‘monstruos’ y a los eruditos ‘bárbaros’; y cuando se les pide un favor no dicen ‘sí’ o ‘no’, sino que dicen ‘sí, como que no’.

“Los cubanos intuyen las soluciones aun antes de conocer los problemas. De ahí que para ellos ‘nunca hay problema’. Y se sienten tan grandes que a todo el mundo le dicen ‘chico’. Pero ellos no se achican ante nadie. Si se les lleva al estudio de un famoso pintor, se limitan a comentar: ‘a mí no me dio por pintar’. Y van a los médicos no a preguntarles, sino a decirles lo que tienen.

“Usan los diminutivos con ternura, pero también con voluntad de reducir al prójimo. Piden un favorcito; ofrecen una tacita de café; visitan por un ratico, y de los postres sólo aceptan un pedacitico. Pero también a quien se compra una mansión le celebran la casita que adquirió, o el carrito que tiene a quien se compró un coche de lujo.

“Cuando visité su isla me admiraba su sabiduría instantánea y colectiva. Cualquier cubano se consideraba capaz de liquidar al comunismo o al capitalismo, enderezar a la América Latina, erradicar el hambre en África y ayudar a los Estados Unidos a ser una potencia mundial. Y se asombran de que las demás gentes no comprendan cuán sencillas y evidentes son sus fórmulas. Así, viven entre ustedes, y no acaban de entender por qué ustedes no hablan como ellos”.

Había llegado la nave al muelle. Alrededor del Profeta se arremolinaba la multitud transida de dolor. El Profeta tornose hacia ella como queriendo hablar, pero la emoción le ahogaba la voz. Hubo un largo minuto de conmovido silencio. Entonces se oyó la imprecación del timonel de la nave: “Decídase, mi hermano, dese un sabanaso y súbase ya, que ando con el schedul retrasao”.

El Profeta se volvió hacia la multitud, hizo un gesto de resignación y lentamente abordó la cubierta. Acto seguido, el timonel cubano puso proa al horizonte.


Publicado en: Cuba Inglesa | Actualizado 06/07/2008 3:47



Los Viejos Cubanos

Una perspectiva de Los Viejos Cubanos

Ahora que está de moda criticar a los viejos cubanos, vale la pena abrir el álbum familiar. Ahí están bajando del avión, en los años 60, con sus ropas de domingo y una sonrisa nerviosa, todavía mojada por las lágrimas de la partida.

A muchos, sobre todo a los jóvenes, les cuesta entender que en la década de 1950, incluso con la dictadura batistiana, Cuba era un mejor lugar para vivir que Estados Unidos. En lo social. En lo económico. En lo humano.

Acostumbrados a una cultura mediterránea en todo su esplendor y tolerancia, con una creciente permeabilidad entre clases, razas y credos, no es difícil imaginar el desgarramiento, el temor y la amargura de aquellos exiliados que al buscar apartamento tropezaban con un letrero de ‘No Cubans’. No pets La más pujante clase media de América Latina recogiendo tomates y aguacates en Kendall y Homestead. Miami, que hoy es un campo de contradicciones, era un campo a secas.


El rencor desfigura.


Esa primera década de refundación a partir de cero debió constituir una descomunal prueba para un pueblo que ya casi tenía en sus manos un porvenir envidiable. Basta mirar las ruinas para comprobar lo que estaba en pie.

Pasamos la página del álbum y vemos a nuestros héroes con carro del año, casa propia y los hijos a punto de entrar a la universidad. La bonanza de un lento sacrificio. Y las arrugas prematuras. Y la consternación de las ilusiones que se fueron en sobrevivir con dos trabajos. En morderse la lengua en inglés y español. En poner las dos mejillas muchas veces. Ya perdida la esperanza de volver. Es natural, pues, que odien a Fidel con saña inmisericorde y fanática. Y que ese odio con frecuencia paralice su razón. Porque la razón que les toca comprender es salvajemente injusta.

Sobre esos hombros encorvados se levanta una callada y preservadora lección. Del pastel de guayaba a la devoción constitucional, del taburete a la guayabera, esas canas coronan una larga batalla por nuestra identidad.

Académicos, campesinos, comerciantes, artistas, médicos, pícaros y mártires, soñadores y pragmáticos, ricos y pobres, restituyeron a la nación el patrimonio dilapidado por Fidel. A ratos, el país de sus sueños es más concreto que el país real. Ellos guardaron la receta y recordaron la canción.

En la última página del álbum, con el cuello almidonado y el pelo fragante a agua de colonia, tienen el candor de las piedras lavadas por la tormenta. Los viejos cubanos: clave y aliento. Ellos horadaron en la roca, con uñas y dientes, las puertas que yo encontré abiertas. Ellos protagonizaron a noventa millas toda una real epopeya de reafirmación nacional. Déjalos quejarse.

Déjalos refugiarse en sus pesares. La taza de café se les enfría en las manos mientras leen las noticias de la isla. Y vuelven a oler las magnolias de desaparecidos patios. Y en el frío cristal de la tarde vuelven a tocar el rostro de sus muertos. Los viejos cubanos, curtidos a la intemperie.

Déjalos que sean como son. ¡Porque son la sal de nuestra tierra!

"Autor desconocido"


Última actualización el Domingo, 14 de Septiembre de 2014 11:44