¿QUÉ JUSTIFICA LA GUERRA? Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 18 de Octubre de 2014 23:21

Por José M. Burgos S.-

Toda guerra es igual: cruel, injusta y sanguinaria y puede ser evitada de una manera muy sencilla: ¡no realizándola!, de esa forma se habrá vencido al más infame de los absurdos, la maldita guerra, porque, al final de cuentas, en ella todos pierden. Hasta el vencedor.


¿QUÉ JUSTIFICA LA GUERRA?

Toda guerra es igual: cruel, injusta y sanguinaria y puede ser evitada de una manera muy sencilla: ¡no realizándola!, de esa forma se habrá vencido al más infame de los absurdos, la maldita guerra, porque, al final de cuentas, en ella todos pierden. Hasta el vencedor.
Es que no existen guerras justas, ni santas. Bien decía el gran humanista y filósofo holandés Erasmo, al afirmar que “es preferible una mala paz, que una buena guerra”.

¿Qué beneficios y satisfacción proporcionará a los vencedores recordar las masacres y el dolor que dejaron a su paso después de pisotear y humillar al vencido hasta despojarlo de su dignidad? ¿Qué sentirán cuando a solas recuerden tanta sangre derramada de personas inocentes, sin saber ni siquiera el porqué?

La guerra es odio y genera odio. La paz es amor y genera amor. Conservar la paz es la más grande de las victorias.

Respetar y ser respetado, sin necesidad de llegar a la violencia, porque somos capaces de amar y compartir, en lugar de usurpar y odiar, es un logro inmenso. Es la más grande de las victorias.

Qué bello es mirarnos al espejo y ver reflejados en él, seres humanos sin resentimientos ni odios y con las conciencias tranquilas.

¿Qué derecho le asiste a un país para atacar a otro? ¿será que acaso los seres humanos somos incapaces de respetar a otros porque piensan diferente y tienen costumbres diferentes?
Los jóvenes que van a la guerra, van a matar sin saber los verdaderos motivos. A estos jóvenes se les ha enseñado a odiar a un enemigo que ni siquiera conocen. Quienes sí los saben son los poderosos que se lucran con la desdicha de los débiles.

No sobra reiterar una, y mil veces, que no existe ninguna razón que justifique iniciar una serie de masacres que sólo genera desdicha a y que empobrece a los más necesitados, dejando tras de sí un doloroso saldo de cadáveres, de cuerpos mutilados, de ruina y desolación.
Los soldados tiran a matar sin pensar ni sentir nada más que odio hacia “los supuestos enemigos”. Odio ciego que les han inculcado inclementemente hacia “ese enemigo” cuya vida no vale nada. Se les hace creer que son perversos, que no son seres humanos como ellos, y que, por lo tanto, es necesario aniquilarlos. Se les ha enseñado a no pensar, porque si pensaran, no dispararían.

Es importante aprender a defendernos, pero enseñando a nuestra juventud a amar, respetar y compartir y no a ver enemigos dondequiera por el simple hecho de tener costumbres diferentes. Enseñarles que hay que vivir y dejar vivir, enseñarles que nadie es dueño de la vida de otro ser humano.

Así quizás, en un futuro los hombres nos convirtamos en emisarios de la paz y dejemos a un lado el resentimiento y que en lugar de saquear, seamos capaces de compartir y vivir en armonía.

No es justo que la muerte de aquellos que dejaron sus vidas en campos de batalla se conviertan tan solo en frías estadísticas y en la inconsciencia de los políticos que la aprobaron.

José M. Burgos S.

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