Elecciones Presidenciales en Estados Unidos 2012: Un Análisis Imprimir
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Sábado, 10 de Noviembre de 2012 23:33

Por Jorge Hernández Fonseca.-

Probablemente nunca antes la elección del presidente norteamericano estuvo revestida de los fuertes tintes ideológicos, que la disputa que acaba de finalizar, dando una clara victoria al candidato demócrata Barack Obama, válida para su reelección.


Elecciones Presidenciales en Estados Unidos 2012: Un Análisis

Jorge Hernández Fonseca

07 de Septiembre de 2012

La elección presidencial norteamericana se presentó como una disyuntiva importante de los rumbos políticos, económicos y sobre todo sociales, que tomará la nación Norteamericana futuramente. La disputa entre Mitt Romney y Barack Obama se proyectó más allá de una batalla por el sillón presidencial estadounidense, escenificándose como un verdadero embate ideológico entre dos formas diferentes de sociedades, en un país que representa el mayor marco cultural, civilizatorio y tecnológico de la actualidad.

Probablemente nunca antes la elección del presidente norteamericano estuvo revestida de los fuertes tintes ideológicos, que la disputa que acaba de finalizar, dando una clara victoria al candidato demócrata Barack Obama, válida para su reelección. El candidato victorioso ganó la elección en el colegio electoral, como la ley manda, y también en el llamado voto popular, obteniendo la mayoría absoluta del universo de votantes que comparecieron a las urnas.

Obama se alza con la victoria a pesar del pésimo estado de la economía del país que él había encabezado los últimos cuatro años, factor que siempre pesó en la decisiones anteriores ante las urnas norteamericanas, lo que califica adicionalmente el éxito alcanzado y de alguna manera revaloriza su posición en la disputa ideológica escenificada en la campaña electoral.

Por un lado, Mitt Romney propugnaba un “retorno a los valores conservadores tradicionales” norteamericanos, que según su razonamiento, había llevado al país a los niveles de éxito y liderazgo mundial en los aspectos sociales, económicos, políticos y militares, convirtiéndolo en la primera potencia mundial. Por su parte, Obama mostraba un camino de cambios en el conservadurismo tradicional de la sociedad, apoyando leyes de corte “progresista”, así como un sistema de asistencia social universal, todo asociado a cierta renuncia a continuar con el papel rector unilateral de EUA en el plano internacional.

La posición de Romney propugnaba el retorno de EUA a las posiciones que le permitirían re-asumir su condición de líder mundial, mientras que Obama defendía el cambio de visión hacia una sociedad más solidaria socialmente, sin una excesiva acción exterior unilateral. Se trató de una diputa relativa al papel futuro de la Nación Norteamericana en los dos aspectos principales de su accionar político: internamente, la participación del estado para el apoyo solidario social y en el aspecto exterior, el papel norteamericano en el mundo actual compartiendo el liderazgo.

Históricamente toda la sociedad humana fue creciendo paulatinamente impulsada por una mezcla de talento individual con organización colectiva del hombre, agrupándose en pueblos, ciudades, países y naciones, que por sus grados de desarrollo cultural y material general devinieron en estados de diversos tipos: algunos consiguieron crear riquezas y se convirtieron en estados fuertes y poderosos, otros menos desarrollados y por eso menos poderosos, al relacionarse con los estados ricos se convertían en dominados de diversas formas.

La historia mundial revela la sucesión de imperios dominadores, con el grupo de países y etnias dominadas. Desde el inicio de la civilización en la Mesopotamia, con sus diversas etnias que dieron lugar a los primeros imperios con dominadores y dominados, pasando por el imperio egipcio y su esplendor, los diversos imperios persas, las dinastías chinas, el imperio griego de Alejandro el Magno, el imperio romano, de varios siglos de duración y así sucesivamente hasta hoy, que se considera a EUA como el país líder mundial, o “el imperio”.

De manera que, desde que el mundo civilizado existe, hay países dominadores y dominados, lo que nos llega hasta hoy con la misma connotación de la antigüedad, denominándose “imperios” a aquellos países desarrollados que ejercen su papel de líderes mundiales. Tal es el caso de los Estados Unidos, que recibe esta denominación heredada de la guerra fría, escenificada por los dos “imperios” de la época: el imperio soviético, materializado como una falsa “unión de repúblicas” (dominador y dominados juntos en un solo “país” artificial) y los Estados Unidos, denominado por los soviéticos --y la izquierda mundial-- como “el imperio norteamericano”.

Fuera de la diputa territorial escenificada entre EUA y la antigua Unión Soviética, existía un fondo ideológico entre ambos contendientes; se trataba de dos visiones diferentes de sociedades: por un lado, EUA propugnaba un sociedad democrática, libre política y económicamente, donde el ser humano tuviera responsabilidades individuales con su futuro y la visión soviética, socializante, donde la libertad se subordinaba a los intereses colectivos, estableciéndose una dictadura política, con la finalidad de recibir ventajas sociales colectivas.

La Unión Soviética desapareció por implosión interna, debido a que su sistema dictatorial no funcionó, ni en el aspecto social ni en el económico y el campo democrático, liderado por EUA, quedó como líder unilateral del llamado “mundo libre”, junto a los países de Europa agrupados en la Unión Europea. Este campo democrático caminó rápidamente hacia un crisis financiera de grandes proporciones y colocó sobre el tapete la discusión sobre el exceso de liberalismo de los sistema económicos-financieros por un lado, trayendo a remolque la discusión sobre los “beneficios sociales” y su conveniencia como potenciales causantes, en Europa, de la crisis.

Como que la crisis financiera golpeó por igual a Europa y Estados Unidos, se infiere que la manera de enfrentar los aspectos sociales en la Unión Europea no han sido los causantes directos de la crisis, ya que EUA había tenido hasta ese momento una manera totalmente diferente de enfocar estos beneficios y en este país la crisis ha sido igualmente profunda. En esta constatación encontró Obama el argumento básico para insistir en la necesidad de más beneficios sociales adicionales para los norteamericanos.

La indiscutible victoria de Obama apunta en dos direcciones: una dirección interna, para continuar con el establecimiento de un sistema social más parecido con el europeo --criticado por los republicanos-- y otra dirección, para detener la excesiva intervención externa unilateral de los Estados Unidos en asuntos de terceros países. Las grande preguntas para ambas direcciones serían: ¿el sistema de protección social europeo causaría un excesivo daño al papel individual que cada persona debe tener en la sociedad norteamericana como parte de su iniciativa? y ¿sería estratégicamente conveniente para EUA que abandonara voluntariamente su papel de líder mundial, sabiendo que el vacío de poder siempre es foco de la ambición de otros aspirantes, como lo demuestra la historia “desde que el mundo es mundo”?

Es claro que ambas preguntas deben ser respondidas sólo por los norteamericanos y no por el resto del mundo, que de alguna manera “observa los toros desde la barrera”, y carece de los elementos y la responsabilidad implícita en aquellos que viven en el seno de la sociedad de más alto grado de desarrollo entre las potencias mundiales actuales. Es de destacar que muchas de las actuales potencias son países “venidos a menos”, por haber sido en otros tiempos “el imperio”, sin que en ningún caso este haya sido objeto de renuncia voluntaria por parte de quienes lo ejercieron, la mayoría de las veces de manera cruel y sangrienta.

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Última actualización el Sábado, 10 de Noviembre de 2012 23:35