El Mazo de la justicia turca cae sobre los golpistas Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 22 de Septiembre de 2012 12:07

Por: Jesús A. Núñez.-

Veinte meses después de que se hiciera pública existencia de un plan golpista contra el gobierno del Partido Justicia y Desarrollo (AKP), la justicia turca acaba de dar a conocer su sentencia contra los 365 implicados en la fracasada intentona de 2003. Los hechos difundidos en enero de 2010 por el periódico liberal Taraf hacían referencia a una operación liderada por el entonces jefe del I Ejército, el general Çetin Dogan, para provocar la caída del gobierno de perfil islamista que había ganado las elecciones de noviembre de 2002. La operación se ha conocido indistintamente desde su arranque como Bayloz o Sledgehammer (Mazo).

De la documentación filtrada entonces y de las investigaciones subsiguientes se deduce que altos mandos militares (pero también algunos periodistas y altos funcionarios del Estado) estaban dispuestos a reventar dos mezquitas en Estambul durante la siempre concurrida oración de los viernes, a derribar algún avión militar (responsabilizando a Grecia), a arrestar a periodistas desafectos y a cerrar organizaciones y empresas vistas como enemigas. Todo ello, según sus planes, provocaría un estallido social que desbordaría al entonces novel gobierno y permitiría a la casta militar turca recuperar un poder que ha considerado propio desde la creación de la Turquía moderna por parte de Mustafa Kemal (1923).

La sentencia condena al general Dogan a veinte años de cárcel (reduciendo la cadena perpetua inicial por considerar que los golpistas no lograron su propósito), junto al entonces jefe del Estado Mayor de la Armada y al jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire. Otros acusados- entre los que hay varios generales- han sido condenados a 18 años de cárcel y un total de 175 implicados más han recibido penas de 13 años de prisión. Por el contrario, un total de 34 acusados, que han reconocido explícitamente la subordinación del poder militar a las autoridades civiles, han resultado absueltos.

Sorprende positivamente, por un lado, la celeridad de la justicia turca para rematar un asunto de enorme complejidad como este. Pero también hay que considerar que se trata de un proceso que ha estado sometido a una fuerte polémica desde su arranque. Para unos, con el AKP a la cabeza, se ha visto como un golpe definitivo para doblegar a un estamento militar reacio a aceptar la voluntad popular, aferrado a su papel de garante de la secularidad impuesta por el padre fundador. Para otros, no solo los propios militares sino también algunos partidos de oposición parlamentaria, ha sido desde el principio un plan de Erdogan para laminar la resistencia de los secularistas y para allanar la imposición de una supuesta agenda oculta de perfil netamente islamista en todos los órdenes de la vida nacional. No hay que olvidar tampoco los elementos económicos en juego, derivados de la emergencia de una pujante clase empresarial afín a los postulados del AKP, frente al poder de un holding militar que ha gozado de enormes privilegios prácticamente hasta hoy.

En mitad de este delicado debate, y a pesar del desgaste que siempre supone el ejercicio del poder, cabe recordar que los votantes turcos han vuelto a revalidar en junio de 2011 la victoria del AKP, por tercera vez desde noviembre de 2002, con un porcentaje de votos aún mayor al que había cosechado en los comicios de 2007.

Visto desde el exterior, hay que volver a insistir en que las deficiencias del AKP- entre las que destaca su afán persecutorio contra la libertad de expresión y sus déficits en el ámbito de los derechos humanos- no pueden llevar a contemporizar con un rancio golpismo que nunca podrá ser la solución a los problemas que pueda tener una Turquía cuyo destino debería estar en la Unión Europea.

Tomado de EL MUNDO, MADRID ESPAÑA