Reflexiones sobre la crisis en Siria Imprimir
Escrito por Tomado de INFOBAE   
Jueves, 09 de Agosto de 2012 09:22

Por Iván Petrella.-

La situación de Siria demuestra que el sistema internacional en general, así como también el sistema latinoamericano en particular, se encuentran carentes de fuerzas articuladoras eficaces. No hay consensos ni ejes estables. Reflexionemos de lo general a lo particular, desde lo internacional a lo latinoamericano y de allí a Argentina.

Queda claro que las rivalidades de las grandes potencias se mantienen aun después de más de veinte años de la caída del muro de Berlín y la implosión de la Unión Soviética y sus estados “satélites”. Hoy salta a la vista que no era todo “ideológico” entonces, ni estaba todo necesariamente ligado a mantener bajo la propia hegemonía a determinadas zonas de influencia. Rusia, por ejemplo, tiene una fuerte apuesta estratégica en Siria y existe el riesgo del armamento químico.

También es evidente que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no puede cumplir con su función primordial de proteger la paz y la seguridad internacionales si continúa bajo el obsoleto sistema de “veto” y “miembros permanentes”. Vemos, una vez más, que esos privilegios son utilizados para acrecentar y proteger los intereses nacionales y no para avanzar los objetivos  de la Carta de la Organización. Urge una discusión de fondo para democratizar genuinamente dicho órgano conforme a las pautas del siglo XXI.

El sistema internacional carece hoy de un “directorio” que pueda compatibilizar distintos intereses para ordenar razonablemente sus propias tensiones y tragedias que ahora son no sólo entre Estados sino también interestatales, como la que desangra a Siria. La suma de estas circunstancias genera incertidumbre y anarquía abriendo la puerta al uso de la fuerza en el ámbito interno con la consiguiente secuela de violaciones a los derechos humanos y destrucción indiscriminada. Por ello, cuando la Asamblea General por iniciativa de Arabia Saudita tomó riendas en el asunto estaba utilizando—como último recurso—una metodología inaugurada durante la crisis de Corea en 1950 y más tarde aplicada, en un ejemplo de nuestra iniciativa diplomática, por Argentina en el doloroso conflicto entre India y Pakistán en 1971.

En este contexto internacional, marcado por falta de articulaciones y rumbos claros, llama la atención que un continente emergente como América Latina que reclama protagonismo y que se lamenta cuando el mismo no le es reconocido hasta ahora, no haya querido o podido estructurar una posición común y superadora frente a la falta de éxito de las “grandes potencias”. Resulta casi decepcionante que, con excepción de Panamá, la región no haya copatrocinado la resolución del Grupo Árabe, sugiriendo así que nada o poco tuvo que ver con su redacción y con su sustancia, directamente relacionada con las matanzas en Siria, los refugiados, la transición  y toda una secuela de miseria de la que nuestra región no debería marginarse. Todo lo contrario, América Latina, por su crecimiento económico y sus ventajas comparativas internacionales en alimentos, recursos naturales, energía y tecnología como la nuclear, entre otros factores, debería ubicarse en primera línea para atemperar.

También parece significativa la división de América Latina y el Caribe y del propio Mercosur, ya que si bien los países de mayor dimensión votaron a favor de la resolución, los “bolivarianos” lo hicieron en contra y parte del Caribe en abstención. Cualquier estudioso de la diplomacia hemisférica notaria la falta de involucramiento articulador de la Argentina, tal vez el país con mayor capacidad diplomática y política para actuar en el Medio Oriente, como demostró al redactar y promover la Res 242/64 del Consejo de Seguridad que fue determinante para poner fin a la Guerra de los Seis Días en esa región.

Estas últimas reflexiones son de particular importancia para la Argentina porque seguramente a partir del próximo año integrara una vez más el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Ahí seguramente deberá trabajar por resolver el drama de Siria u otros similares, situaciones que necesitaran de nuestra amplia experiencia diplomática, fuertes antecedentes en misiones de paz, y capacidad de articular y acercar posiciones en América Latina. Nuestro país nunca puede dejar pasar la oportunidad de construir, con ejemplaridad, humildad y sin retaceos, un mundo con menos lágrimas y dolor.

Última actualización el Jueves, 09 de Agosto de 2012 09:25