EL SINDROME DE LA INGRATITUD A OBAMA Imprimir
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Lunes, 25 de Octubre de 2010 01:35

Por CHARLES KRAUTHAMMER

Traducido por Alfredo M. Cepero

En un intento cada vez mas desesperado por ofrecer una explicación al inminente colapso del partido en las elecciones que se avecinan, los demócratas han incurrido en lo que durante medio siglo ellos han atribuido a la derecha de este país: el estilo paranoico en política norteamericana. Hablan de conspiraciones tenebrosas—dinero secreto, influencia extranjera y grandes conspiraciones—con Karl Rove y Ed Gillespie dirigiendo el proceso tras bastidores. Lo único que ha faltado es el ángulo de Halliburton-Dick Cheney.

Pero después del fracaso de estos rumores, el Presidente Obama se ha aparecido con algo nuevo, algo menos común, algo mas digno de su estatura intelectual. Ahora nos ofrece una explicación científica, incluso neurológica, sobre sus actuales problemas políticos. Según Obama, todo parece indicar que el electorado ha perdido a tal punto su equilibrio mental a causa de sus ansiedades y temores que ya no es capaz de pensar con claridad. Parte de la razón por la cual “la ciencia, los hechos y los argumentos no han tenido éxito en convencer a la gente”—dijo el presidente a un grupo de Massachusetts—“es porque los norteamericanos estamos predispuestos a perder el sentido cuando tenemos miedo. Y el país tiene miedo”.

En el proceso de iniciar una nueva rama de la ciencia del conocimiento—“la psicología liberal”—Obama ha descubierto un nuevo principio: un cerebro asustado esta predispuesto a actuar en forma errática y a votar por los republicanos.

Y de esto no deben caber dudas. Obama, después de todo, se ha pasado los dos últimos años proporcionando al “ciudadano común” los “Nuevos Cimientos” de una sociedad mas regulada, mejor estructurada y mas humana y, sin embargo, le pagan con una recalcitrante y desafiante oposición. Les ha dado plan de salud, plan de estímulo, regulaciones financieras y el inicio de “protege y negocia”—y el electorado se nuestra no solamente inconmovible sino ingrato.

Confrontado con este indescifrable acertijo, el Dr. Obama emitió un diagnóstico sobre una dolencia psicológica desconocida hasta este momento: el “síndrome de la ingratitud a Obama”. A causa del mismo, la totalidad de la población está tan agobiada por ansiedades económicas que ha quedado  neurológicamente incapacitada para apreciar “los hechos y la ciencia” sobre las que están basadas las leyes y las bendiciones que su presidente ha derramado sobre ellos desde las alturas.

Pero yo tengo una explicación mejor. Mejor porque se adhiere a un consagrado principio científico por el cual la explicación mas correcta sobre cualquier fenómeno es la mas breve y la mas simple. Y no hay nada más simple que el resultado de la encuesta Gallup sobre las inclinaciones ideológicas del pueblo norteamericano. Conservadores 42 %, Moderados 35 %y liberales (izquierdistas para los hispanos) 20 %. No es necesario aparecerse con nuevos síndromes o elaboradas ficciones para comprender que cualquiera que trate de imponer una agenda de izquierda sobre un pueblo definitivamente de centro-derecha—un pueblo que es un 80 por ciento reacio a la izquierda—va a confrontar un masivo rechazo.

Por otra parte, por encima de cualquier ideología está la realidad empírica. En este mismo instante, el modelo social demócrata hacia el cual Obama esta tratando de llevar con osadía y desparpajo al pueblo norteamericano se derrumba en Europa a pasos agigantados. No son solamente las probabilidades reales de un colapso económico del tipo de Grecia, España, Portugal e Irlanda que incluso podría llevar a economías más sólidas a serios problemas financieros. Es el obvio colapso moral de un sistema que, después de dos generaciones de una creciente tutela ciudadana de la cuna a la tumba, ha lanzado a millones de personas a las calles de Francia en violentas protestas nada menos que contra el incremento de la edad de retiro de 60 a 62 años.

Ante este espectáculo de lo que definitivamente puede ser calificado como decadencia, el electorado “predispuesto” contra Obama dice que NO, NO a nosotros y NO aquí. El “ciudadano común” ha visto el futuro—Grecia y Francia—y ha concluido que el sistema no funciona. Y de ahí la intensa oposición a la agenda de transformación de los “Nuevos Cimientos”. La lógica es impecable. Solamente los más confusos intelectuales se atreverían a introducir la social democracia en Norteamérica precisamente en el momento en que los ejemplos más famosos de este modelo en Europa se derrumban en forma caótica.

Y este mensaje político no es realmente nuevo. Ya lo habían enviado con claridad meridiana las elecciones en Virginia, New Jersey y Massachusetts. En ellas los independientes—aquellos electores sin preferencias ideológicas hacia la derecha o la izquierda—votaron 2-a-1, 2-a-1 y 3-a-1 respectivamente contra los demócratas.

La historia de los dos últimos años es tan simple como es dramática. Es la épica historia de una administración con una agenda altamente ideológica confrontando la creciente resistencia del pueblo norteamericano con respecto a temas como el alcance y el tamaño del poder del gobierno y, aún más importante, la naturaleza del contrato social norteamericano.

La decisión de esta cuestión tendrá lugar el próximo 2 de noviembre. Ese día el “ciudadano común” tendrá última palabra.

Última actualización el Lunes, 25 de Octubre de 2010 01:37