Mentiras en Aló Presidente Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 11 de Febrero de 2011 11:58

Por ALEXANDER CAMBERO |

Un gobierno caracterizado por la mentira. El régimen tiránico se basa fundamentalmente en un abanico de ofertas incumplidas, medias verdades y sueños que se aderezan con sus fantasías revolucionarias. Son incontables las promesas que nacen al calor de interminables cadenas en donde se escucha las cosas más insólitas; quien desea reír en un domingo lejos de la playa y la montaña, sintoniza el maratónico show del canal ocho. En algunas oportunidades tienen como escenografía las mismas vacas robustas o el tractor con los colores rojos, tal como ocurría con los equipos del Instituto de Vialidad del Estado Lara -Invilara- en los tiempos del gris gobierno de Luis Reyes. Ellos poseían ocho tractores que llevaban a todas las inauguraciones, los entregaban simbólicamente; después los depositaban en el instituto hasta volverlos a mostrar en una nueva visita presidencial. Los trabajadores del departamento de talleres se encargaban de ponerlos en impecables condiciones.

En una oportunidad, el primer mandatario nacional Hugo Chávez visitaba el valle de Quíbor, para realizar su Aló Presidente. Ante los nulos resultados de sus fincas productivas, convinieron con hacendados de la zona, estos, les alquilaron unas hermosas cabras alpinas francesas, ellas pastaban orondas mientras el presidente hablaba acerca del éxito de sus planes socialistas de producción en el campo. El frigorífico inaugurado fue lleno de carne traída de Santa Bárbara del Zulia, y exhibida como de producción regional, cuando la verdad era que las famosas vaquillas que llegaron desde Argentina se esfumaron en más de una comilona revolucionaria.

Ese domingo, se entregaron los mismos tractores, solo que esta vez, los miembros de una cooperativa no quisieron seguir siendo coparticipes del circo y reclamaron para sí el bien que estaban recibiendo, recordamos como aquellos campesinos de un caserío del municipio Jiménez, se apostaron a las puertas de la gobernación para que les dieran lo entregado simbólicamente en el Aló Presidente. El escándalo fue tan gigantesco que los humildes labriegos fueron conminados a salir de la entrada del palacio de gobierno, sopena, de pasar tres días en un calabozo; desgraciadamente el miedo selló los labios de aquellos venezolanos que salieron aterrados por la dura reprimenda de la Guardia Nacional de la época. Jamás volvieron a reclamar aquello que le entregaron en el espacio televisivo presidencial.

El teatro de Quíbor trajo dramáticas consecuencias. Una semana después, una comisión se apersonó hasta Invilara para buscar mecanismos que impidieran que se filtrara información, acerca de aquella maquinaria que rotaban en las inauguraciones presidenciales Tres jefes de departamentos fueron relevados de sus cargos, todo lo hicieron manteniendo bajo secreto extremo lo planteado por aquellos funcionarios de tez morena y de marcado acento cubano. La reunión duró unas cuatro horas; salieron al caer la tarde con sumo hermetismo y resguardando el lugar con personal de seguridad.

Así arman este maratónico show dominguero. Ofrecen de todo y cumplen con muy pocas cosas. El Aló Presidente es todo un sortilegio de apariencias. Un pésimo cantante, que iguala sus precariedades con la falta de talento para ejercer una presidencia con dignidad, rectitud e inteligencia.

EL UNIVERSAL

miércoles 9 de febrero de 2011  09:45 AM

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