AGUNAS ARISTAS OCULTAS EN LA CRÍSIS HIPOTECARIA NORTEAMERICANA Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 20 de Diciembre de 2009 22:09

Jorge Hernández Fonseca

24 de Septiembre de 2008

 

Todavía es muy temprano para hacer un análisis integral de lo que aún sucede dentro de la crisis hipotecaria que se desarrolla en los Estados Unidos y que afecta de manera más o menos fuerte al resto del mundo. Sin embargo, varios elementos claves ya han sido aislados a partir de los estudios tendientes a su solución, lo que nos guía en el presente trabajo.

 

Entre los analistas financieros internacionales es casi unánime que la crisis tiene tres componentes básicos: Primero, el elevado número de hipotecas pactadas sin un adecuado análisis, en el sentido que los hipotecados carecían de las garantías reales para hacer frente a los pagos derivados de las responsabilidades adquiridas para un futuro de largo plazo (por lo que son conocidas como hipotecas “sub-prime”, es decir, dudosas) lo que se vino a confirmar cuando una abrumadora mayoría de ellos dejó de honrar sus compromisos financieros, desatando la actual crisis. Es consenso generalizado que este factor es el detonante principal.

 

Segundo, el irresponsable procedimiento seguido por determinadas empresas del sector financiero con estas hipotecas, al convertirlas en “derivativos” (son paquetes de títulos mezclados, cuyo valor se “juega” en las bolsas, aumentando o disminuyendo al compás de la especulación característica de los ”mercados de fututos”, es decir, del aumento o disminución del valor de estos títulos, a semanas o meses vista) pero que tienen su valor real anclado en el potencial pago (o no) de los dudosos compromisos originales hechos por los hipotecados.

 

Tercero, la falta efectiva de un control por parte de órganos reguladores del sistema financiero, que según se sabe ahora, ni siquiera existen en la mayoría de los complejos meandros del juego de las bolsas y sus frecuentes, intrincadas y riesgosas “innovaciones”, lo que terminó por permitir que se asumieran riesgos excesivos que llevaron a todo el sistema al desastre.

 

Cada uno de estos tres factores detonantes de la crisis, tiene a su vez elementos asociados, sobre los que debería abundarse con vistas a que similares  situaciones dejen de producirse en el futuro. En cuanto al primer factor, ya los bancos hipotecarios toman medidas para evitar dar préstamos sin las debidas garantías. Sobre el segundo punto ya se actúa, impidiendo a determinadas organizaciones financieras (bancos), continuar en el camino de proyectar nuevos e irresponsables “derivativos” con papeles de dudosa procedencia, dejándolos como simples instituciones bancarias. El tercer factor se ataca proponiéndose nuevos mecanismos e instituciones de control y regulación para el trabajo de las bolsas, sobre todo en “futuros”.

 

Existe sin embargo una complejidad sumergida en los detalles de cada solución propuesta, así como en el análisis de las verdaderas causas que provocaron la distorsión que quiere atacarse. Una de ellas, de la que poco se habla en las últimas semanas, pero que personalmente considero la real causa (oculta) detonante de esta crisis, es la escalada de los precisos del petróleo. No es posible que un producto tan importante como el petróleo escale en tan poco tiempo precios 5-6 veces su valor real, sin consecuencias catastróficas para todo el sistema.

 

En el pasado ya hubo varios “choques del petróleo”, a partir de la primera crisis petrolera de los años 70 del siglo pasado. Cada crisis trajo aparejada respuestas sistémicas diferentes. En algunos casos la respuesta vino a través de un aumento de la inflación mundial, en otros por la disminución del crecimiento económico y así por delante, hasta que se equilibraban los intereses en pugna y el petróleo regresaba a un nivel aceptable para la economía mundial.

 

En el caso de la crisis que nos ocupa en este análisis, los precios del petróleo escalaron de manera vertiginosa hasta llegar a casi 150 dólares el barril, desde valores del orden de los 25 dólares el barril. Esta escalada de precios del petróleo a su vez tiene causas múltiples y complejas: el crecimiento acelerado de varios países populosos en vías de desarrollo, que antes apenas consumían crudo; la guerra de Irak; el conflicto latente con Irán, la especulación y otros factores menores que temporalmente también colaboraron al mecanismo de esta alza.

 

Con el petróleo a un nivel estratosférico de precios, el mundo globalizado gastaba verdaderas fortunas diarias de un producto que realmente no tenía ese valor. Ese dinero sin respaldo real, que pasaba de las manos de los consumidores a los productores, iba finalmente a engordar las arcas de los bancos, lo que provocó una irresponsable y excesiva oferta de créditos, sobre todo en el primer mundo (donde supuestamente todos tienen respaldos financieros) y fue el componente principal que provocó los préstamos que ahora tiene de rodillas al mercado financiero en EUA.

 

Las causas de una crisis sistémica como esta no es única; son múltiples y complejas. Pero no es posible que ahora ya no se hable más de los altos precios del petróleo asociado a lo sucedido, cuando los precios del petróleo han estado en la base de otros efectos nocivos que afectan al globo, como el encarecimiento de los precios de los alimentos, de los  precios de la gasolina y el transporte, impulsando la inflación global que esto conlleva. Es evidente que el exceso de créditos provocado por la verdadera bolla inflada con los exorbitantes precios del petróleo, colaboró a la irresponsabilidad de dar créditos a quienes no tenían como pagarlos.

 

Específicamente, en EUA, la escalada de precios del petróleo trajo –junto a otros factores, como los gastos derivados los costos de las guerras de Afganistán e Irak (que a su vez colaboraron a reforzar los precios del crudo)-- consecuencias que se pagan ahora. Como que el río de dinero que EUA gastaba en petróleo y en las guerras tuvo consecuencias en los balances financieros norteamericanos, fue necesario elevar, por parte del FED, las tasas de interés desde valores muy próximos a cero, hasta valores prohibitivos para gentes que, con pocos recursos, habían pactados sus hipotecas, y dejaron de pagarlas. Esta es la clave del problema analizado.

 

Hubo una nube gigantesca de dinero surgida con la subida artificial de los precios del crudo, que retornó a EUA a través de las instituciones bancarias internacionales globalizadas (los vendedores de petróleo depositaban en estos bancos sus lucros petroleros) y ahora ha estallado esfumándose de manera casi mágica, en consonancia con su dudoso origen real, al estar asociado al precio inflado de un producto (petróleo) que realmente vale 5 veces menos.

 

¿Por qué no se habla del petróleo cuando hoy se analiza la crisis hipotecaria?, es una buena pregunta, cuya respuesta se implica a los factores políticos envueltos en una campaña electoral por la Casa Blanca, empeñados ambos en un complejo proceso por conservar buenas relaciones con intereses económicos poderosos del país que cada cual planea dirigir en el futuro.

 

Esta crisis hipotecaria pasará, porque el capitalismo de mercado tiene implícito el germen de su auto conservación (así como el comunismo tiene implícito el germen de su autodestrucción). Sin embargo, sirva este análisis sólo para alertar sobre un factor desestabilizador en manos enemigas, presente en la economía norteamericana, el petróleo, que aún Estados Unidos no se ha decido a atacar como debería y que en el futuro pudiera ponerlo de rodillas, otra vez.

 

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