La Unión civico-militar y la politización y poder de las fuerzas Armadas bolivarianas Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 08 de Junio de 2014 12:02

Por Sonia Alda.-

Desde el inicio de las protestas antigubernamentales, iniciadas en febrero de este año, es recurrente la mención a las fuerzas armadas bolivarianas, a su protagonismo en el régimen político venezolano y a su poder. Ahora que las negociaciones entre el gobierno y la oposición se encuentran estancadas y que se ven abocadas al fracaso, a buen seguro de nuevo todas las miradas se centraran en los militares venezolanos.

Tampoco deja de mencionarse su politización. No hace mucho Teodoro Petkoff, político y periodista que, desde la izquierda, lleva años denunciando el régimen chavista, contemplaba esta cuestión escandalizado, y mas escándalo le provocaba aún las manifestaciones públicas de la institución armada sobre la adhesión y el apoyo incondicional al régimen político. No le faltaba tampoco razón al denunciarlo como anticonstitucional, pero no menciona en su artículo que también es constitucional la alianza cívico-militar.

Lo cierto es que es habitual la reiterada denuncia, casi de manera mecánica, de dicha politización, pero no lo es analizar por qué tiene lugar, cuál es su fundamentación y sobre qué se sostiene y justifica el apoyo militar al régimen fundado por Hugo Chávez en 1999. Si bien, el examen de esta cuestión es importante para considerar la solidez del apoyo militar al régimen, también lo es para entender la justificación de la extraordinaria politización corporativa de las fuerzas armadas venezolanas.

La clave se encuentra en la llamada unión cívico-militar, una alianza forjada entre las FAS y el pueblo para forjar y defender la llamada revolución socialista. La Constitución de 1999 ya introduce el concepto de corresponsabilidad civil-militar para garantizar la seguridad de la Nación. A partir de esta concepción se desarrolla el pensamiento militar bolivariano cuya base, para bloquear a sus enemigos imperialistas, es la unión cívico-militar. En esta unión, las FAS son el medio de combatir el imperialismo y la oligarquía. De manera que la tradicional relación de enemistad se convierte en colaboración para desarrollar una sociedad “verdaderamente democrática” en el ámbito político, social y económico.

La unión cívico-militar se basa en una relación de reciprocidad, mediante la cual la ciudadanía se implica en la Defensa y las FAS en el desarrollo del país, para la realización de dicha revolución. Así la corporación militar en el cumplimiento de sus obligaciones, contraídas en esa unión con el pueblo, además de la defensa exterior y de la seguridad interna, tienen asignada la participación en el desarrollo de la nación, como también expresa el mismo texto constitucional. De manera que como consecuencia con esta unión y de las misiones a partir de la misma asignadas a las FAS, éstas desbordan el ámbito meramente militar y se desenvuelven también en el civil.

La lucha antiimperialista y la revolución democrática son los elementos que justifican la unión cívico-militar, así como los roles que asumen el pueblo y el ejército. No obstante, la aportación realizada por uno y otro conduce inexorablemente a la militarización de la sociedad y a la politización de los militares. En efecto este proceso no puede trascurrir de otra manera, desde el momento en que las FAS se consideran “agentes de la revolución”. Su labor a través de su participación en el desarrollo nacional se entiende como una forma de llevar a cabo esta revolución democrática pese a los obstáculos y a la oposición existente.

En definitiva su acción está directamente implicada en la realización de un proyecto político, en el que las FAS son una pieza angular. Desde ese momento podría decirse que su politización es inevitable, pública, no disimulada y coherente con el planteamiento desarrollado. De ahí la definición de éstas como “socialistas”.

Esta politización y el sometimiento de las Fuerzas Armadas a la voluntad presidencial, al margen del parlamento y de cualquier otro mecanismo de control, ha significado un retroceso en las relaciones cívico-militares. Si bien esta dominación personal no ha sido gratuita. Para lograrlo se llevó a cabo una sistemática depuración de los opositores y la promoción de sus seguidores, en el interior de la institución, sin olvidar la sustancial mejora en su nivel de vida. Sin olvidar el protagonismo y la presencia social adquirida por los militares a través de las numerosas misiones asignadas como consecuencia de la unión cívico-militar.

En definitiva la alianza pueblo-fuerzas armadas va más allá de la cooptación personal de miembros de la cúpula militar, ya que de acuerdo al papel proporcionado a éstas últimas justifica la politización de toda la institución. Esto a priori y sin considerar la capacidad de liderazgo de Nicolás Maduro, entre otros factores, hace pensar, en principio, en la permanencia del apoyo militar a un régimen que, aunque cada vez está más cuestionado, les sigue proporcionando, gracias a la alianza cívico-militar, preeminencia, influencia y poder.

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