La demanda interna y el carisma de Lula definen las elecciones en Brasil Imprimir
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 03 de Enero de 2010 23:46
Por: Jorge Castro

José Serra, gobernador de San Pablo, puede perder las elecciones presidenciales brasileñas previstas para octubre de 2010. En cuatro meses, Dilma Rousseff, candidata de Lula, pasó de 16% a 23% de intención de voto. El problema de Serra (37%) no es lo que creció Dilma, sino la tendencia económica y social. Lula tiene hoy 72% de aprobación y su gobierno es considerado "bueno" u "óptimo" por un porcentaje similar. Pero en el Noreste el respaldo es de casi el 100%. Además, el apoyo a Lula es superior al promedio entre los más jóvenes, los menos educados y los más pobres.

Los brasileños que han "oído" hablar de Dilma son sólo 41% y 20% no la conocen. Hasta ahora, la diferencia entre Serra y Dilma reside en el mayor nivel de conocimiento, no en el superior respaldo. Esa brecha se desvanecerá a partir del 31 de marzo, cuando deben renunciar a sus cargos los candidatos que intenten presentarse (Serra y Dilma, Ciro Gomes y Marina Silva). El electorado de Lula -nordestino, pobre, joven, menos informado- comenzará entonces a preguntarse quién es el candidato del gobierno.
Además de un riesgo por abajo (transferencia de votos del carisma de Lula a Dilma), Serra enfrenta un riesgo por arriba: un sector importante de la élite empresaria, quizás decisivo (constituido por los grandes bancos, la Bolsa de San Pablo, el agrobusiness y los exportadores de recursos naturales, más las empresas transnacionales) cree que Serra puede modificar la política económica, sobre todo en su núcleo cambiario. Por eso aspiran a la continuidad de Lula ("un tercer mandato"), que identifican con Dilma.
Atrás de esta opción se encuentra un crecimiento excepcional de la demanda interna, sobre todo del consumo popular, que aumentó 10% anual en el último trimestre del año. El PBI crecería 6% o más en 2010. El real se valoriza por un fenomenal ingreso de capitales. La Bolsa de San Pablo recibiría este año más de US$ 100.000 millones; y la inversión extranjera directa (IED) sería de US$ 41.000 millones.
Por eso los industriales, sobre todo exportadores, que quieren desvalorizar el real, pierden relevancia frente a los que defienden a rajatabla la actual política cambiaria, orientados hacia el mercado interno y el consumo masivo.

La nueva estructura del sector externo sugiere que Brasil aumentará en 2010 sus exportaciones de commodities, que ya son 56% del total; y que por lo tanto profundizará su vínculo con China, que es ya su principal socio comercial desde abril de 2009.
El vínculo de Brasil con China no es una excepción bilateral en la nueva estructura de la economía mundial. El dólar se devalúa y EE. UU. aumenta por ello sus exportaciones y por el auge excepcional de su productividad. Y China tiene atada su moneda con el dólar estadounidense en un régimen de paridad fija desde julio de 2008 (US$ 1=8.38 yuanes).
Los dos principales países del sistema mundial, que sumados son 70% de la economía global, constituyen así una gigantesca área unificada del dólar. En cuanto a Brasil y a los otros países emergentes, la combinación EE.UU./China los obliga -por la apreciación de sus monedas- a crecer a través del auge de la demanda interna, profundizando su condición de proveedores de commodities para el mercado asiático, sobre todo en agroalimentos y energía.
En 1994, Lula tenía 44% de intención de voto y Fernando Henrique Cardoso, un intelectual desconocido para el gran público brasileño, sólo 16%. Entonces apareció el Plan Real y la megainflación comenzó a caer: FHC triunfó en octubre de 1995 con 53% de los votos. "Los brasileños me votaron sin conocerme; votaron el Real, sobre todo los más pobres, los más jóvenes, y los menos informados", dijo FHC.