Dilma Rousseff: entre ser Dama de Hierro o ser Reina de Inglaterra Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 03 de Mayo de 2015 11:04

Por Luis Nassif.-

El cuadro político es extremadamente curioso. Si se confirmara el nombramiento de Luis Felipe Salomão para la Corte Suprema (Tribunal Supremo Federal) – en la ola de Joaquim Barbosa – habrá una peemedebización completa del poder.

Salomão fue patrocinado por Eunício de Oliveira, Eduardo Cunha y por el Ministro Luiz Fux. En el camino hubo indicaciones de Ricardo Lewandowski - como Heleno Torres y del presidente de la OAB (Orden de Abogados de Brasil) Marcus Vinicius – y de Teori Zavascki - el jurista paranaense Luiz Edson Fachin.

Todos ellos habían caído en el olvido, vetados por el ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, y por el ex diputado Sigmaringa Seixas, una especie de consultor permanente de los gobiernos para las nominaciones en la Corte Suprema.

También desde el PMDB, el vicepresidente Michel Temer se hizo cargo de la coordinación política del gobierno. Y su primer paso fue reunirse con el ex presidente Lula para recibir sus bendiciones.

En el parlamento, la negociación de un tema central para las bases de PT – la externalización – quedó en manos del Ministro de Hacienda, Joaquim Levy, quien se limitó a defender la parte fiscal del proyecto, asegurando que no habrá bajada de ingresos de la Unión.

En resumen, emergió de la crisis una Dilma Rousseff remodelada de una manera sorprendente. La centralizadora ha dado lugar a una presidenta que, en estos primeros tiempos parece haber renunciado a su voluntad de gobernar.

Puede que sea debido al estado de ánimo de Dilma, después de tres meses de tiroteo incesante en los que no se oía ni un solo día de descanso. Y no hay dama de hierro ni caballero de acero que resista una temporada con tiroteo tan intenso.

De todos modos, Dilma no parece ser una persona que renuncie a la lucha o de las responsabilidades. Nunca mostró vocación de ser la Reina de Inglaterra. La cuestión es cómo se comportará en los próximos meses con la tregua forzada que se ha impuesto.

Incluso sin la pesada carga de administrar los conflictos políticos y legales, todavía debe al país un plan estratégico, un plan de trabajo sobre lo que quiere en el segundo gobierno.

Hay un conjunto de propuestas que tendrá que arbitrar, si quiere sobrevivir en el segundo tiempo del juego.

Con el panorama real que pende sobre su cabeza, la presidenta parece haberse dado cuenta de los límites del voluntarismo en la política. Ahora tiene que darse cuenta de los límites de la ortodoxia.

Sería el momento de definir un nuevo estilo de actuación, un nuevo proyecto de desarrollo social sin luchar con el mercado, pero sin renunciar a la función indicativa Estado.

Hay un gran número de buenas ideas y buenas políticas ya probadas en todas las áreas. Si Dilma sólo tiene paciencia para la gestión, que asuma ese papel.

Incluso negociando cargos de Ministros, cada ministerio dispone de Secretarías Ejecutivas que deben permanecer en manos operacionales alineadas con la estrategia global del gobierno – cuando la estrategia sea explicitada, claro.

Dilma tiene que salir de la cápsula, de las trampas del día a día, y mirar hacia fuera, hacia un país que, a pesar de la crisis, va espléndidamente.

Hay nuevos grupos sociales, activos, inquietos, que afectan tanto a los movimientos sociales, como del emprendedurismo pujante de las start-ups

Hay una capacidad ociosa aguardando la solución de los problemas del pre-sal de volver a producir. Hay mucho capital productivo a la espera de nuevas normas para la concesión.

El país está vivo.

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