La muerte de Campos abre una difícil batalla entre Marina Silva y Dilma Rousseff Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 15 de Agosto de 2014 12:13

Por Carlos Eduardo Lins da Silva.-

Eduardo Campos tenía pocas posibilidades de ser elegido presidente de Brasil en octubre de este año. Probablemente lo sabía.

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Pero para 2018, cuando hubiera tenido sólo 53 años, estaba excepcionalmente bien posicionado para ser el favorito gracias, entre otras razones, a la gran exposición de 2014 que su campaña le había proporcionado y al gran número de congresistas, gobernadores y legisladores estatales que su partido, el PSB, habría conquistado.

(Especial Infolatam).- La enorme repercusión y la tristeza generalizada que causó su muerte en Brasil se debe en gran parte a la conciencia generalizada de que Campos representaba un futuro bueno y posible para el país.

A diferencia de la mayoría de los otros líderes políticos brasileños, fue un modelo de consistencia (nunca cambió de partido de la juventud), de capacidad de hablar y escribir, de optimismo y buenas ideas.

Sus dos mandatos como gobernador de Pernambuco le consagraron desde todo punto de vista. Las perspectivas para él eran muy grandes. La sensación de pérdida es innegable.

Ahora, el resultado de las elecciones de octubre está más abierto que nunca. La mayoría de los analistas creen que Marina Silva, la vice en la fórmula de Campos, le sucederá. Pero eso todavía no es seguro. La decisión del PSB tiene que ser tomada el próximo viernes 22.

Marina es una solución natural y políticamente más atrayente por pura lógica del partido. Si Campos la eligió para sucederle si algo le sucedía a él, nada más obvio que ella tenga éxito, a pesar de la circunstancia obligada de comparecer tan pronto.

En 2010, el candidato del Partido Verde, con poca estructura y dinero, obtuvo un increíble 19% de los votos. Después de las manifestaciones masivas de junio de 2013, la mayoría de los que salieron a las calles para protestar dijeron que Marina era su candidata preferido. Estuvo cerca de empatar con la presidenta Dilma Rousseff en las encuestas de intención de voto, con el 27% de las preferencias.

Pero Marina solo es del PSB formalmente. Intentó, y no pudo, crear un nuevo partido, la Red, para competir en las elecciones de este año. Cuando le fue denegada por la Justicia el registro de su nuevo partido, Campos se mostró sorprendido de que se reuniera con él para abrir el país una tercera vía para poner fin a la polarización PT-PSDB que domina la política nacional durante 20 años.

Marina no fue bien recibida por los dirigentes y militantes del PSB. Fué una extraña dentro del nido. No es seguro que ahora vayan a aceptarla como máximo líder. Ni que ella, por lo general poco acostumbrada a concesiones, acepte asumir esta posición que inevitablemente va a requerir aceptar acuerdos y condiciones que reniegan de sus principios.

Si, como sugiere la lógica, es candidata, una cosa es casi segura: habrá una segunda vuelta en la elección presidencial. Aecio Neves, del PSDB, y ella, conjuntamente, conseguirán más votos que Dilma Rousseff. Pero no es posible decir si ella o Aecio se mantendrán para la ronda final. Y, si es él, si Marina le apoyará. En 2010, ella era neutral entre Rousseff y José Serra, del PSDB.

La oportunidad para que Dilma fuera reelegida era mayor en la primera vuelta que en la segunda. Las abstenciones, los votos en blanco y nulos, que según los sondeos podrían llegar a un tercio de los votantes, reduciría tanto los votos válidos que con aproximadamente un tercio de las preferencias como líder, podría llegar al 50% y ganar sin el segundo turno.

Muchos de los que dijeron que votarían en blanco o nulo o no votarían, pueden elegir ahora a Marina y forzar una segunda vuelta, que lo tiene todo para ser un plebiscito en el que se diga sí o no al gobierno de Dilma, que desde el año pasado ha sido poco valorado por cerca de dos tercios de los brasileños, según todas las encuestas de opinión.

Por lo tanto, la muerte de Eduardo Campos le quita a Brasil un futuro líder muy prometedor. Pero puede representar además la derrota de Dilma y el proyecto de poder del PT, que ha durado 12 años. A menos que, como ocurre tan a menudo, la lógica no se imponga en la política y Marina no sea la candidata del PSB. Entonces las posibilidades de reelección de Dilma en la primera vuelta crecerían lo suficiente.

INFOLATAM

Última actualización el Jueves, 21 de Agosto de 2014 13:30