La corrupción y el voto del miedo marcaron la campaña para la segunda vuelta en Brasil Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 24 de Octubre de 2014 10:56

Por Rogelio Núñez.-

La campaña para la segunda vuelta en Brasil ha estado marcado por las acusaciones de corrupción y las apelaciones al voto del miedo. Una campaña que estuvo caracterizada en sus primeros días por las alianzas y la búsqueda de apoyos. Luego se inició un periodo mucho más duro, el de la “guerra sucia”, las acusaciones mutuas de corrupción y los llamamientos al voto del miedo.

Dilma Rousseff y Aécio Neves pusieron sus respectivas miras en el 21% de votos que se inclinaron por Marina Silva. Dilma apelando a que en parte puede ser un voto de izquierdas y Aécio en que es la expresión de un voto anti-PT y favorable al cambio.

En esa pelea por conquistar el voto del PSB y de Rede, las dos fuerzas en las que se sostenían a Marina Silva, Aécio tuvo más éxito: el PSB se sumó a otras tres agrupaciones que ya anunciaron su apoyo a la postulación de Neves, entre ellas el Partido Popular Socialista (PPS), que integró la coalición que respaldó la candidatura de Silva.

Idéntica decisión anunciaron dos de los candidatos derrotados en la primera vuelta electoral -Eduardo Jorge, del Partido Verde (PV), y Pastor Everaldo, del Partido Social Cristiano (PSC), quienes recibieron sumados el 1,36 por ciento de los votos.

El ex candidato socialista a vicepresidente, Beto Albuquerque, afirmó que el restablecimiento de la alianza con el PT resultó imposible después de los ataques lanzados por Rousseff a Marina Silva durante la campaña hacia la primera ronda de las elecciones. “Ver los desperfectos de los demás es una costumbre del PT. En la campaña, lo único que hizo el partido fue mentir, ofender y lanzar calumnias contra nosotros desde el inicio”.

Fue una durísima campaña

Una vez construido el campo de batalla, comenzó una guerra que ha sido más dura que la que tuvo lugar en 2006 y en 2010, e incluso que en 2002, cuando el PT desalojó del poder al PSDB de Fernando Henrique Cardoso.

RÍO DE JANEIRO (BRASIL), 30/09/2014.- EFE/Ichiro Guerra/CAMPAÑA DILMA 13/SOLO USO EDITORIAL

Dilma Rousseff, en busca de la reelección

¿Por qué ha sido tan dura?

Porque el oficialismo, en este caso el PT, nunca había partido en una segunda vuelta con tan poca ventaja: en 2006 Lula da Silva reunió el 48% del respaldo en primera vuelta y en 2010 Dilma Rousseff el 46 con 14 puntos de ventaja sobre José Serra.

La presidenta partió con solo el 41%, con Aécio a ocho puntos y el electorado de Marina Silva mayoritariamente partidario de apostar por el líder del PSDB y no por el PT.

Por esa razón, y porque el ataque frontal contra Marina Silva le fue muy bien a Dilma en la primera vuelta, desde el inicio comenzó por parte del PT un guerra sin cuartel. Guerra que SE SOSTUVO en varios pilares en el caso del oficialismo:

En primer lugar, una apelación al voto del miedo traducido en que Aécio Neves y el PSDB, herederos de Cardoso, van a acabar con los planes sociales puestos en pie por el lulismo y van a privatizar Petrobras.

Dilma, para atraer el voto del Nordeste, donde ella arrasa, ha acusado al PSDB y a Aécio de “elitista”, y además recuerda que “el otro candidato habla que va a mejorar las cosas. ¿Por qué no lo hicieron antes?  Es mi pregunta. Y porque cuando pudieron hicieron u programa Bolsa Familia muy pequeño, así de pequeño”.

En segundo lugar, la maquinaria del PT no solo ha movilizado a su electorado como lo hizo en primera vuelta y ha tratado de demostrar que la corrupción es también una característica de la oposición. Ha hecho así referencia al llamado “mensalao” (compra de votos) en Minas Gerais, de donde fue gobernador Neves o a la construcción de un aeropuerto en terreno de la familia del candidato presidencial.

SAO PAULO (BRASIL), 07/10/2014.-EFE/Aaron Cadena Ovalle

Aécio Neves, líder del PSDB

En una entrevista reciente Clovis Rossi apuntaba que Marina Silva “cayó porque fue atacada salvajemente por la campaña de Dilma. El debate parece haber sido inocuo para todos los candidatos. Si el ataque frontal funcionó, ¿por qué cambiar?”.

Y en tercer lugar, Lula ha lucido en esta segunda vuelta mucho más que en la primera.

Al expresidente le resultaba difícil atacar a una exministra de su gobierna con una vida admirable de lucha y penalidades. Pero atacar a la “derecha” le es más connatural.

Como señala Peter Hakim en Infolatam, “además de su ventaja de ocho puntos, Dilma llega con una lista de otras ventajas. La mas inestimable es el apoyo del ex presidente Lula da Silva – el político más popular de siempre, de Brasil. Incluso las personas a las que no gusta Dilma son reticentes a votar contra de la heredera política escogida a dedo por Lula. Además, su equipo de campaña ha sido agresivo y eficaz. Rápidamente identificó las debilidades de Marina Silva en la estrategia electoral, en el programa, y en la retórica, y sistemáticamente la atacaron, a menudo con una crítica exagerada y a veces con acusaciones patentemente falsas (que hoy parecen ser características de las campañas para ganar)”.

Los movimientos de Aécio

Aécio, por su lado, ha enfilado sus baterías contra un gobierno rodeado de escándalos de corrupción (desde el mensalao de 2005-2006 al actual de Petrobras) y que se ve golpeado por una situación de parálisis económica (alta inflación y recesión técnica).

SAO PAULO (BRASIL), 17/10/2014.- EFE/Sebastião Moreira

Aécio Neves con Marina Silva

Quizá por esas razones, al inicio de la carrera hacia Planalto, Aécio empezó por delante en las encuentas y recogió el voto por el cambio, que encarnara Marina Silva, y el antilulista que tradicionalmente ha sostenido el PSDB.

Además, hizo movimientos muy inteligentes, sobre todo acercándose a Marina Silva hacia la que ha tenido gestos muy significativos y ha conseguido encarnar el voto por el cambio.

Neves aceptó la mayoría de las propuestas formuladas por la ecologista Marina Silva como condición para brindarle su apoyo en la segunda vuelta.

Así Neves, que ya había obtenido el respaldo de la familia de Eduardo Campos (clave para arrastrar votos en Pernambuco),  asumió los compromisos que le pedía Silva (protección a los indios, el mantenimiento de los programas sociales, el impulso de una reforma política y el ‘cuidado de la naturaleza’, mantener los programas de asistencia a los pobres desarrollados por el Gobierno de Rousseff).

Eso y ser no solo el candidato del cambio sino también el de la reactivación económica le han mantenido en lo más alto de las encuestas o bien superando a Dilma o pegada a sus talones.