Los valores de Retamar Imprimir
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Jueves, 04 de Febrero de 2010 10:18
Por FRANK CORREA
Hace poco vio la luz en Internet un trabajo del poeta  Roberto Fernández Retamar, presidente de Casa de las Américas, titulado ¿Crisis de valores en Cuba?, donde da respuesta a una alarmante condena mediática oficialista: “La juventud está perdida”.

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) -
En once cuartillas el poeta y funcionario de la cultura devela las causas  que lo obligan a  opinar sobre este polémico tema, reconoce tácitamente que “simplemente tendremos que aceptar, por más que nos duela, nuestra sociedad, y no solo su segmento más joven, se encuentra inmersa en medio de una profunda crisis de valores… donde se aprecia a todas luces, en la mayoría de las personas menores de cincuenta años, un evidente abandono de las buenas costumbres, las tradiciones, normas morales, de convivencia social y de respeto mutuo, un creciente y peligroso irrespeto al derecho ajeno, a la propiedad social, al cuidado del entorno, a las personas mayores, y un crecimiento inversamente proporcional a la chabacanería, las malas conductas sociales, el desapego al trabajo, la violación de la ley, el incremento  de las maneras incorrectas, la falta de educación formal, el desconocimiento y la falta de interés por la Historia patria, la lengua materna, la cultura autóctona”.
Y se pregunta inmediatamente: “¿Cómo es posible semejante paradoja en un país con un gobierno que lo ha dado todo por su pueblo, particularmente en la educación, al que considera modelo universal?”
Retamar intenta explicarlo desde su punto de vista, a partir de la relación directa que ve con la esencia de su trabajo, refiriéndose como valores al conjunto de normas, tradiciones, costumbres, hábitos de conductas y respeto, establecidos como conceptos, convicciones y principios humanistas, políticos e ideológicos acerca de lo bueno, lo malo, lo moral, lo honesto, lo perfecto, lo útil, lo bello, lo permisible, lo legal, lo humano, lo patriótico, los deberes y derechos ajenos, que “al ser interiorizados a través de todo el proceso educativo que recibe el individuo de parte de la familia, el ambiente social en que vive, la escuela, la sociedad en su conjunto, acorde a la época histórica concreta que le tocó vivir, los asume voluntariamente como parte íntegra de su formación educacional y de la vida misma, los cuales llegan a convertirse en sólidas convicciones arraigadas en lo más íntimo del mundo interior del sujeto”.
Varios párrafos después sentencia: “Pero la prolongada falta de satisfacción de las necesidades de la población, aumentadas por los rigores del bloqueo, unido a los continuados errores en la dirección de la economía a nivel nacional, así como las periódicas catástrofes naturales que en gran medida han ayudado a enmascarar la responsabilidad de muchos por las malas decisiones económicas, así como las deficiencias en la educación, hizo que poco a poco las generaciones emergentes se fueran desatendiendo de aquel futuro luminoso prometido desde los tiempos de sus abuelos, y que nunca acababa de llegar y cada vez parecía estar más y más lejos, hasta convertirse para los jóvenes de hoy en una quimera en la cual creían menos cada día, pues al no ver solución a sus necesidades materiales de existencia, dejaron de confiar en el discurso oficial y se desatendieron del mismo, poniendo en primer plano sus propios intereses”.
Desde su plataforma marxista, Retamar critica la violación en Cuba del principio de distribución socialista “De cada cual según su capacidad a cada cual según su trabajo”, sustituida por una plaga de dogmas, formalismos, rutinas, la repetición mecánica del discurso oficial, las arengas, las consignas, vueltos caldo de cultivo para procrear corruptos y oportunistas sembrados en lo cargos de dirección, desde donde lucran como señores en sus feudos y se oponen con todo su poder a quienes tratan de impedir tales prácticas.
Con un notado sentimiento de culpa  el poeta reprende lo ineficaz del sistema educativo en Cuba, reprocha los lineamientos para rescatar los valores perdidos en la sociedad cubana que tardíamente  traza el gobierno, a su juicio  demasiado genéricos, esquemáticos, pues para ese propósito indica una larga receta de discursos, frases, lemas en paredes y murales, matutinos en escuelas y centros laborales, como si el rescate de lo perdido y la solución a la crisis de valores que sufre la sociedad fuese una tarea más de orientación, dictada por el organismo superior que debe ser cumplida obligatoriamente por todos.
Y concluye:   “La juventud no está perdida. Lo que hizo fue seguirnos a nosotros,  los mayores, que avanzábamos por un rumbo equivocado”.
Última actualización el Jueves, 04 de Febrero de 2010 10:58